El catedrático de paleontología en la Universidad Complutense de Madrid Juan Luis Arsuaga (izquierda) ha hallado, junto a su equipo de investigación, tres nuevos yacimientos de neandertales en el Valle de Lozoya (Madrid), donde llevan trabajando desde el año 2002. Tras su ponencia en el XIX Seminario Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural, que se ha inaugurado hoy en el campus toledano de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Arsuaga ha adelantado el nuevo descubrimiento, que será oficialmente presentado en rueda de prensa el próximo día 12 de septiembre.


Arsuaga, que además es codirector del Equipo de Investigaciones en los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca (Burgos), ha explicado que a Efe que llevan nueve años trabajando en tres yacimientos que ya fueron descubiertos en el Valle de Lozoya, en los que han hallado restos de dientes de neandertales y rastros de tortugas mediterráneas y, sobre todo, de gamos.

Así, son ya seis yacimientos los que se han descubierto en esa zona, "algo que es muy importante porque en Madrid no se habían encontrado antes restos de neandertales", ha continuado Arsuaga.

Sobre la trascendencia de estos tres nuevos descubrimientos, Arsuaga ha reconocido que no supondrán una novedad para la línea evolutiva del ser humano, pero sí son interesantes para conocer más sobre las pautas sociales y el comportamiento de estos homínidos, como por ejemplo, la manera en que explotaban sus recursos.

Para este reconocido investigador, que cuenta con más de ochenta publicaciones, las características del hombre actual están más asociadas al medio social que al medio ecológico. "Desde el pelo hasta nuestra vida sexual o nuestras capacidades abstractas" son consecuencia más directa del entorno social que del ecológico, lo que en el mundo académico se denomina "competencia social".

Como ha señalado el propio Arsuaga en su ponencia del XIX Seminario Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural: "yo vengo aquí a plantear problemas, no soluciones". Y ha desafiado a los asistentes a que investiguen cómo desaparecieron los neandertales del Valle de Lozoya porque él, de momento, no lo sabe.


Fuente: Telemadrid.es | 8 de septiembre de 2011


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Juan Luis Arsuaga con sus colegas en el yacimiento de Pinilla del Valle. | A. Heredia

Vía: El Mundo.es | Rosa M. Tristán| 11 de septiembre de 2011

 

Pinilla del Valle, una 'mina' de neandertales en Madrid


*Los yacimientos en la sierra madrileña han multiplicado su extensión


* Los investigadores buscan restos de la especie hermana que nos dejó su ADN


*En su décima cámpaña, más de 100 personas trabajan en el proyecto


"Este lugar era el Ngorongoro. Un valle con fauna africana, rinocerontes, leones o hienas, y también euroasiática, como osos y lobos. Y los neandertales cazando, refugiados en pequeñas cuevas. Un lugar lleno de vida y de muerte". Así era hace 100.000 años el paraje de la sierra madrileña en el que se encuentran los yacimientos paleontológicos de Pinilla del Valle, en palabras de Enrique Baquedano, codirector de un proyecto científico que celebra creciendo su décimo aniversario.

El cerro en el que se excava cada vez parece más un queso gruyère y en cada agujero hay sorpresas para el equipo científico que quiere convertir el lugar en un punto de referencia de los neandertales que vivieron en el centro de la península, milenios antes de que dieran su último suspiro en Gibraltar. En esta campaña, más de un centenar de personas trabajan de sol a sol, hasta mediados de septiembre, buscando restos de aquellos parientes que nos dejaron parte de su ADN, mejorando nuestro sistema inmunológico, según una investigación reciente.

Lo que hoy es un pequeño pueblo serrano y chalets de fin de semana de los madrileños, en torno a un embalse, hace muchos milenios era un valle angosto, de origen tectónico, con buenos pastos y un arroyo, el de Navalmaíllo, a cuyas orillas bebían los animales.

En una de las orillas había un cerro horadado, un sistema kárstico similar al de Atapuerca que el agua había ido agujereando con el tiempo, y que daba refugio a aquellos humanos en un periodo en el que no hacía mucho frío, por la fauna que les roedaba.

 

Excavaciones en el yacimiento de Pinilla del Valle. | A. Heredia


Restos prehistóricos

Los primeros restos de aquellos nómadas, cazadores y recolectores, del Pleistoceno se encontraron, como suele suceder, al hacer el camino de mantenimiento que rodea el embalse, en los años 80. En ese lugar está el yacimiento Cueva Camino, hoy sin actividad, pero que en su día, hace unos 90.000 años, fue un cubil de hienas al que llevaban restos de sus banquetes, incluso de neandertales.

El paleontólogo Juan Luis Arsuaga, otro de los tres codirectores, junto con Baquedano y el geólogo Alfredo Pérez-González, explica que fue allí donde salieron las dos muelas de neandertales que abrieron la mina. "Se encontraron en los años 80, cuando se pensaba que era una cueva de neandertales y no de hienas. Por entonces, el clima era más cálido que ahora. Había gamos y hasta tortugas mediterráneas", explica Arsuaga mientras recorre, como cada día, los yacimientos para ver in situ los trabajos.

Fue en el año 2001 cuando se retomaron los trabajos en Pinilla del Valle, con un proyecto científico financiado por la Comunidad de Madrid, el Ministerio de Cultura y Mahou. Y encontraron, no muy lejos, una cueva hundida en la que si habían vivido los homínidos algunos periodos estacionales hace 77.000 años, que es el nivel que excaban ahora.

Allí hay restos de los rinocerontes, los ciervos y los caballos que se comieron, y de al menos dos hogueras y una sorprendente infinidad de diminutas lascas de piedra de la tecnología musteriense, típica de los neandertales. "Se comían hasta el tuétano", apunta Arsuaga.

 

Excavaciones en una cueva de Pinilla del Valle. | A. Heredia


Aprovechamiento de los recursos

Pero lo que le trae de cabeza es cómo eran capaces de sacar provecho de unas piedras de muy mal material que hay en la zona. "Aquí no hay buen sílex, es cuarzo, pero se adaptaron y lo tallaban, no se iban a dos kilómetros donde hay materiales mejores", explica.

Su compañera, Marina Mosquera, deja la piqueta para plantear otra curiosa hipótesis: "Muchas lascas son diminutas y los núcleos de donde las sacan, bien pudiera ser que las usaran los niños para practicar, que no fueran deseadas". A pocos metros está la Cueva de la Buena Pinta, bautizada así en 2003 por las grandes posibilidades que los investigadores veían en sus sedimentos. De momento se han encontrado dos dientes neandertales.

También este lugar, comenta Arsuaga, fue cubil de hienas hace unos 50.000 años. Y hay otro misterio sin resolver: "Si hay dos dientes... ¿Dónde está el resto de la mandíbula?", se pregunta el paleontólogo, impaciente por tenerla en sus manos.

Ya en lo que es la parte superior del cerro está la Cueva Des-Cubierta, en cuyos sedimentos asoma la cabeza de un gigantesco toro que debió tener tonelada y media de peso. Abierta en 2009, aún está en discusión científica cómo era su configuración. Alfredo Pérez defiende que no tenía techo cuando los homínidos se refugiaron allí, pero no hay consenso, de momento. Tampoco se conoce en qué fechas se ocupó y qué especie fabricó los utensilios de piedra, si eran neandertales o, quien sabe, sus antepasados, los Homo heidelbergensis, de los que hay huellas a poca distancia.

 

 

Un fósil hallado en las excavaciones de Pinilla. | A. Heredia


Yacimientos por explorar

Los últimos yacimientos aún están por explorar. Ni siquiera tienen nombre. Son fruto del empeño de Baquedano, que a unos 300 metros de los lugares donde trabaja el equipo decidió hacer catas, con una máquina, a ver qué había en una zona donde habían encontrado fósiles y alguna herramienta. Y hubo suerte: dos cuevas más han salido a la luz, una de ellas otro cubil de hienas prehistóricas.

El objetivo último es crear en este pequeño valle madrileño un parque arqueológico que sea visitable por aquellos a quienes interesa conocer el pasado. "Sabemos que los neandertales eran grandes cazadores, que debían tener estrategias muy complejas para hacerse con algunas piezas, que ponían trampas con cuerdas hechas con piel. Es fascinante imaginárselos viendo pasar las manadas desde el alto, en lo que es el lugar más importante en el que se asentaron del centro de la península ibérica", afirma Baquedano, mientras su brazo apunta al fondo del valle.

Por la tarde, tras quitarse el polvo y el sudor, los excavadores, casi todos ello bregados en otros muchos yacimientos dentro y fuera de España, reinician la tarea, pero no en el campo, sino en el albergue juvenil Los Batanes, donde llevan los cientos de piezas rescatados durante el día. Es allí en el albergue, reconvertido en centro de investigación, donde lavan las piezas, las clasifican e intentan reconstruir el rompecabezas, que tardarán en recomponer mucho tiempo en los laboratorios a lo largo del año.

Así ocurrió con la liebre silvadora, una especie que se hacía en áreas más frías, como el Himalaya; o el topillo Vaufrey, cuya presencia sirve para datar los yacimientos porque desapareció en el paso del Pleistoceno Medio al Superior.

Hallan restos de una niña neandertal en Calvero de la Higuera (Madrid) que vivió hace más de 40.000 años

 

Vía: Yahoo Noticias| 12 de septiembre de 2011

 

Los investigadores de la X campaña de excavaciones de Pinilla del Valle han descubierto en el yacimiento del Calvero de la Higuera (Madrid) cuatro dientes de un menor de dos años y medio que vivió hace más de 40.000 años, lo que supone que es el primer niño/a neandertal de la Comunidad de Madrid.

 

Los expertos han explicado que las piezas encontradas aparentemente son de una niña Homo neanderthalensis a la que han llamado 'Lozoya' y han indicado que han sido localizadas más piezas en el yacimiento Cueva Des-Cubierta restos paleontológicos y de industria lítica.

 

Según ha manifestado el paleontólogo y director del Centro de Investigación UCM-ISCII, Juan Luis Arsuaga, "el hallazgo de cuatro dientes neandertales supone un éxito muy importante en el terreno de la prehistoria".

 

Asimismo, Arsuaga ha señalado que se trata de un neandertal "clásico, lo que lo situaría en un rango temporal que puede oscilar entre los 40.000 y 70.000 años" de antigüedad, y que tenía con una "medida no mayor a un metro".

 

Por su parte, el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte, Ignacio González, ha manifestado que el objetivo de esta presentación es hacer un balance del trabajo de estos diez años desde el inicio de la excavación pues "empezó siendo algo pequeño y se ha convertido en uno de los principales yacimientos de la Comunidad".

 

Además, González ha anunciado que se ha terminado el proceso de compra de la práctica totalidad de los terrenos del Calvero de la Higuera como primer paso para la creación de un yacimiento visitable, ya que "a parte de un trabajo científico", que ahora realizarán los investigadores, también hay otro trabajo "importante" como es acercar a los ciudadanos a esta zona.

 

El vicepresidente ha manifestado que con la adquisición de todos los suelos de esta zona se pretende "garantizar la continuidad de estos trabajos" y "hacer un plan de yacimientos visitables en este Valle".

 

Para acercar a los madrileños a los yacimientos, el vicepresidente de la región ha señalado que "la Comunidad tiene en marcha una jornada de puertas abiertas" y a medio plazo, Pinilla del Valle se sumará a los catorce yacimientos ya visitables como el de Colmenar Viejo, Patones o El Encín de Alcalá de Henares, entre otros.

 

Para finalizar, el arqueólogo y director del Museo Arqueológico Regional, Enrique Baquedano, ha subrayado que también cabe destacar que "durante este año también se han descubierto dos nuevos yacimientos como son el Toconal y Carrión" en otro de los calveros del mismo complejo kárstico.

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El hallazgo de restos de un infante neandertal resolverá enigmas sobre la especie precursora del Homo sapiens

"La niña de Lozoya" tenía dos años y medio y vivió hace unos 40.000 años

 

Vía: EL PAIS.com | Rafa Fraguas | 12 de septiembre de 2011

 

Tenía dos años y medio. Medía menos de un metro. Era, posiblemente, una niña. Y pelirroja. Pertenecía a una comunidad neandertal, la especie previa y precursora del Homo sapiens a la que todos hoy pertenecemos. Su rastro ha sido hallado en un calvero de la localidad serrana de Pinilla del Valle, a 90 kilómetros al norte de Madrid.

La niña vivía con sus padres en una cueva de piedra junto a una caudalosa corriente de agua que, entre 70.000 y 40.000 años después, llamaríamos río Lozoya. En sus frondosas riberas abrevaban toros enormes, rinocerontes esteparios y feroces leones. Con lanzas los acechaba su padre, que aún no conocía las flechas. Mientras él cazaba, a ella la destetaba su madre. Y entonces, por razones desconocidas, la niña murió.

Pero el rastro de su cuerpecillo, muy presumiblemente depositado de manera intencional por sus padres en un lugar a salvo de las hienas, no se perdió: tenía dientes de leche bien formados; cuatro de ellos, dos incisivos, un canino y una muela, han llegado hasta nosotros intactos. Conservan el fulgor del que fuera su blanquísimo esmalte. Es un hallazgo extraordinario. No sólo por la enorme cantidad de información biológica y genética que los dientes, por su dureza imperecedera, brindan, sino también porque "el hallazgo de las piezas dentales se encuentra contextualizado, es decir, se inserta dentro de un conjunto de referencias que permiten generalizar los conocimientos científicos que proporciona", explica el arqueopaleontólogo Enrique Baquedano, mentor principal de la excavación y director del Museo Arqueológico Regional.

Y añade: "No hay precedente de un descubrimiento así en la región madrileña, es muy importante en la península ibérica y, en verdad, relevante en Europa". Este continente vio extinguirse aquella especie de homínidos robustos, dotados con el gen de los pelirrojos y de una capacidad craneal de hasta 1.500 centímetros cúbicos, 200 más que la de sus sucesores, nosotros, los Homo sapiens, ancestros que sí conocían las flechas y gozaban además de una organización social superior y mejor trabada que la de los neandertales, razones por las cuales los sobrevivieron -y quizás, los aniquilaron-.

Los dientes de la niña han sido datados en torno a la misma fecha en la que se calcula que se extinguió un rinoceronte coetáneo, el Stephanorhinus hemitoechus, hace 40.000 años. La dentición ha sido encontrada por un nutrido equipo de arqueólogos, paleontólogos, geólogos y topógrafos que desde hace una década excava en Pinilla del Valle, uno de los yacimientos prehistóricos más prometedores de la península ibérica. El descubrimiento sucedió el 29 de agosto, a 1.100 metros de altitud y a 40 centímetros de profundidad. Fue a las 10.30 de la mañana. Dos piezas dentales se hallaban junto a un rincón conocido como El camarín y otros dos dientes, procedentes del mismo sitio, fueron detectados entre la arena cribada en cedazos con una luz de 0,05 centímetros en el lavadero del yacimiento. "Casi todos los indicios señalan que el cuerpo del infante fue depositado intencionalmente donde han sido hallados sus dientes" señala Baquedano, que cree que se trata de un enterramiento, insólito en los vestigios de neandertales en la Península.

Allí, hasta 130 especialistas han desfilado bajo toldos protectores del sol y la intemperie desde el mes de junio, empuñando delicadamente un instrumental para recoger hasta la brizna más pequeña de hueso o sílex que pueda dar noticia de una estirpe homínida precursora, repleta de enigmas que este hallazgo puede contribuir grandemente a despejar.

Con los dientes de leche de La niña del valle del Lozoya (izquierda), nombre que se ha asignado a la neandertal madrileña, los especialistas han comenzado a precisar su auténtica edad, su ADN, llave de su código genético y el de sus parientes. Podrán además descubrir qué alimentos tomaba, cuáles eran las dimensiones de su cráneo, dónde tenía ubicada la laringe, de qué capacidad de hablar disponía, su facultades cerebrales para formular abstracciones o vertebrar un lenguaje simbólico... y de esta manera abrir la senda para indagar, eludiendo la consanguinidad, los principales rasgos de las otras comunidades con las que sus mujeres se emparentaban.

El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, codirector de Apatuerca, que lleva seis años vinculado al yacimiento de Pinilla como codirector, definía ayer su emoción al saber que el rastro de la niña neandertal recién hallado va a permitir responder a muchas de estas preguntas.

Con entusiasmo y las mismas metas en el horizonte, a sabiendas de la apuesta a favor de las investigaciones en este yacimiento madrileño garantizadas por Ignacio González, vicepresidente del Gobierno regional, el arqueopaleontólogo Enrique Baquedano, así como Alfredo Pérez González, máxima autoridad de la arqueogeología española, presentaron ayer el hallazgo sobre el lugar donde fue recientemente descubierto.

El vicepresidente anunció que su Gobierno ha adquirido los predios contiguos a los yacimientos de Pinilla -hasta 3,3 hectáreas del llamado Calvero de la Higuera- para que las excavaciones prosigan. Se propone así crear un parque arqueológico abierto al público e integrarlo cuanto antes en el circuito de yacimientos visitables de la Comunidad de Madrid.

Ahora queda por delante una ardua tarea de laboratorio, que medirá con precisión el alcance de tan importante noticia científica.

 

'Lozoya', la primera niña neandertal de Madrid

 

Murió a los dos años y medio y fue enterrada de forma ritual. Un grupo de científicos cree haber dado con la primera niña neandertal aparecida en Madrid. Sus restos fueron desenterrados hace diez días a 90 kilómetros de la Puerta del Sol. Son cuatro dientes de leche que indican que murió a los dos años y medio y que fue cuidadosamente enterrada por sus congéneres hace más de 40.000 años, según sus descubridores.

 

Fuente: Nuño Domínguez, Pinilla del Valle (Madrid) | Público.es, 13 de septiembre de 2011


"Creemos que aquí se preparó el suelo e incluso se celebró algún tipo de rito", explicó ayer el arqueólogo Enrique Baquedano, codirector del yacimiento. De confirmarse los indicios sería, dijo, la primera sepultura neandertal de la Península Ibérica.

Foto: Reconstrucción de "Lozoya". Fernando Fueyo.

 

La niña, apodada Lozoya, vivió con su familia a orillas del río madrileño del mismo nombre, en unos abrigos naturales frente a los que hoy se alza Pinilla del Valle, un pueblo de 196 Homo sapiens. En el Pleistoceno Medio no había por aquí ni rastro de esta especie y eran otros los que ocupaban la cima de la pirámide.

"Los neandertales y los leones de las cavernas eran los reyes", resumió ayer Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca y que supervisa las excavaciones junto a Baquedano y el geólogo Alfredo Pérez-González. Lozoya es el tercer neandertal que aparece en los yacimientos de Pinilla, donde hubo una intensa ocupación de estos humanos hace entre 250.000 y 40.000 años, según Baquedano.

Los cuatro dientes de la niña presentan más preguntas que respuestas sobre su muerte. Todos conservan las raíces, lo que significa que no vivió lo suficiente como para que se le cayesen y apareciesen las piezas definitivas. "La muerte le llegó justo en la época del destete, un momento crítico para cualquier mamífero, ya que, de repente, se pierde el aporte calórico y las defensas de la leche materna", explicó ayer Arsuaga. Es pura especulación, señala el paleontólogo, pero "no sería ningún disparate" pensar que la muerte de Lozoya coincidió con un nuevo embarazo de su madre, lo que la dejó en desamparo.

Los expertos sólo saben que vivió hace al menos 40.000 años, debido a que, junto a sus restos, se hallaron en la denominada Cueva Descubierta restos de un rinoceronte que se extinguió en esa época. Nuevas dataciones permitirán ajustar la fecha e incluso saber si sufrió enfermedades.

Tumba polémica

 Los restos de la niña aparecieron bajo una capa de piedras redondas. "Lo más prudente es pensar que fue para proteger el cadáver de las fieras", señala Baquedano, quien no descarta que además fuese un acto simbólico que demuestre que los neandertales, los humanos más cercanos al sapiens, ya tenían una "creencia en la vida de ultratumba".

"No cabe duda de que hubo enterramientos neandertales en Europa y hay otros yacimientos que lo prueban, aunque estos no contienen sólo dientes, sino más huesos", señaló ayer a Público Miguel Walker, profesor de Antropología de la Universidad de Murcia. El experto investiga otro posible enterramiento de tres neandertales en la cueva de Las Palomas (Murcia). Advierte de que es pronto para saber si en Pinilla hubo una tumba y señala que hay que esperar a que el equipo del yacimiento publique un estudio completo.

Lo que ya se ha confirmado es la importancia de Pinilla del Valle para entender cómo vivieron y murieron los diferentes neandertales que habitaron en España. En este "gran cazadero", como lo llama Arsuaga, han aparecido cientos de herramientas líticas y fósiles de sus víctimas frecuentes: ciervos, gamos, corzos, uros (toros salvajes) y rinocerontes, así como las cenizas de las hogueras en las que los primeros madrileños cocinaban sus presas.

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