(1148-1187)
Debido a las intrusiones del Reino de Jerusalén en el califato fatimí de Egipto Nur al-Din mandó a su lugarteniente Saladino, de origen kurdo, para que controlase la situación. En poco tiempo éste se hizo dueño de Egipto. Tras la muerte del sultán, Saladino le sucedió dando comienzo a la dinastía ayyubí. El nuevo sultán estaba decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa y el rey leproso Balduino IV que gobernaba el Reino de Jerusalén se vio obligado a firmar treguas con el fin de parar la invasión islámica.
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