Huella de la Vía Augusta Interior labrada en Bujaraloz.
El desconocimiento general de la estructura de las carreteras romanas ha ocasionado modernamente una catástrofe patrimonial sin precedentes. Ninguna disciplina, en ninguna universidad, estudia cómo son realmente las carreteras romanas. Al contrario, durante el último siglo y aún hoy en día, en cualquier manual universitario de Historia o de Arqueología, se enseña una imagen falsa sobre cómo son las vías romanas y, como consecuencia, pocas veces se saben identificar correctamente provocando que su destrucción sea prácticamente inevitable.
En épocas tan recientes como los años 90 del siglo pasado, se parceló y destruyó para siempre la Vía Augusta Interior entre Julia Lepida Celsa e Ilerda, en todo el término de Bujaraloz (Zaragoza) con motivo de la puesta en regadío del plan de Monegros II, incluso contando expresamente con su Plan de Arqueología Preventiva en el que no se vio en este camino lo que se esperaba de una vía romana.
Esta carretera romana de origen republicano había sido descrita por el cartógrafo portugués Juan Bautista Labaña a principios del siglo XVII, en la que además encontró y leyó varios miliarios. Pascual Madoz, en su famoso diccionario de mediados del siglo XIX, la describió así: “algo más distancia hacia la parte del sur se conserva una travesía de 5/4 de hora de la famosa vía Pompeya, construida por los romanos desde Tarragona a Lisboa, cuya dirección ha desaparecido en tantos puntos de la Península: es tanta la solidez de las varias argamasas con que está fundada, que la hacen impenetrable al arado, y por eso se le llama a aquel sitio el Camino de los Fierros”.
Las imágenes del Camino de los Fierros labrado durante kilómetros al sur de Bujaraloz son sólo un caso más. Hoy son incalculables los miles de kilómetros desaparecidos por las labores agrícolas y es de suponer que la inercia de esta problemática haga desaparecer aún muchos más.