Uno de los códices analizados del Monasterio de Valpuesta
Via ABC.
A. Astorga
Una obra revoluciona los orígenes del romance (español) entre los siglos IX y XIII
La transcripción y los estudios paleográfico y documental de los Becerros Gótico y Galicano —187 códices escritos por monjes a 34 manos —demuestra que en el Monasterio de Valpuesta (norte de Burgos), entre los siglos IX y XIII, los escribas que anotaban una donación o una compraventa en latín acreditan involuntariamente fenómenos fonéticos, morfosintácticos y léxico-semánticos propios de un romance que luego llamaríamos castellano. Lo sostiene el director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja, que ayer presentó, en el salón de ingresos de la Real Academia Española (RAE), los dos volúmenes sobre
Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta(editados por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, con la colaboración de la RAE y de la Junta de Castilla y León). Es un exhaustivo trabajo de un equipo dirigido por José M. Ruiz Asencio (junto a Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez), con estudio preliminar de Santonja y del académico José Antonio Pascual.
El castellano de Valpuesta se escribió, pues, mezclando un latín tardío y un romance incipiente». Ejemplos: Diptongos como
ie procedente de la
e breve tónica latina:
ripiella, fontaniella, pielle (del latín pellem); el romance
ue, procedente de la
o breve tónica latina, aparece en la palabra
fueros hacia 1060. La forma
duena se puede datar en la segunda mitad del siglo XI. De igual manera, pero en sentido opuesto, el romance hablado en la comarca valpostina reduce, monoptonga, como en castellano, los diptongos latinos originales o secundarios. Así, la palabra latina carraria asoma en varios documentos del Becerro Gótico como
karrera, de mediados del siglo XI. «Estos materiales documentan en tierras castellanas no sólo la existencia del primitivo romance hispánico, del continuum lingüístico postlatino de las comarcas norteñas de la Hispania, sino también modos y usos sintácticos que permiten rastrear rasgos y elementos del castellano primitivo», explica Gonzalo Santonja. Así, junto a verbos, sustantivos y adjetivos de evidente filiación latina, en los códices de Valpuesta resuenan palabras romances, muchas de las cuales pasarán a formar parte del léxico patrimonial castellano.
El castellano, acuñado
En esos 187 documentos, «el asalto de las lenguas romances al latín es ya muy evidente, y se deslizaban palabras como cuenka en lugar de la latina
conca; fuero por
foru, fresno por
fraxinu o conceio por
conciliu. Para el académico José Antonio Pascual, los Becerros suponen «un salto cualitativo y cuantitativo en el ámbito de la investigación». Estos 187 códices (8 documentos datados en el siglo IX, 39 en el siglo X, 49 en el siglo XI, 90 en el XII y uno en el siglo XIII) no indican que la cuna del castellano sea Valpuesta, pero de manera indubitable resultan de capital importancia para acuñar los principios del castellano.
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