San Miguel de Lillo, una de las joyas del Prerrománico asturiano y Patrimonio de la Humanidad, es una ruina. El interior de uno de los emblemas del Principado se encuentra en una fase de deterioro que sorprende e irrita a los numerosos visitantes que se acercan a la iglesia erigida por Ramiro I a mediados del siglo IX. Desconchados por todas partes, paredes que chorrean humedad y unas pinturas, consideradas por los expertos como vitales (las primeras figuras humanas del Prerrománico), en estado terminal. El profesor de Historia del Arte Lorenzo Arias asegura que las pinturas «no se han tocado desde que las documentó Amador de los Ríos hacia 1874». Arias pide con urgencia «que los expertos emitan un diagnóstico. Esas pinturas marcan un hito» pero hoy están cubiertas de humedad y, en algunos casos, de telarañas. Resulta especialmente significativa la situación del famoso músico, en uno de los laterales del templo, a unos siete metros de altura. «Lo de esta figura es de un S.O.S. dramático. Cualquier día se cae y se hace añicos. Es como si estuviera tocando su última canción».
Foto: Verdín en las columnas. Ángel González.
Y, mientras tanto, los planes de rehabilitación del Prerrománico duermen el sueño de los justos en algún cajón de la Administración. Los visitantes no salen de su asombro. En los últimos años San Miguel de Lillo fue objeto de restauraciones puntuales. La reparación de las cubiertas, por ejemplo, es de principios de los noventa, a cargo de César García de Castro, con resultados magníficos. La última actuación corrió a cargo del arquitecto Fernando Nanclares.
Foto: Moho. Verdín en las columnas y en la protección de las ventanas. Ángel González.
Expertos piden una «urgente y prudente» intervención en San Miguel de Lillo
La consejera de Cultura dice que las noticias sobre el deterioro del templo «no se corresponden con las que yo tengo»
Los expertos piden actuar de forma «urgente, pero con prudencia», en la iglesia de San Miguel de Lillo, una de las joyas del Prerrománico asturiano, cuyo deficiente estado de conservación exterior y, sobre todo interior, fue denunciado ayer por LA NUEVA ESPAÑA. La profesora de Historia del Arte Pilar García Cuetos abre la posibilidad de que San Miguel y Santullano sean declarados Patrimonio Mundial en Riesgo, una figura recogida a escala internacional. El restaurador de arte Jesús Puras, que ya intervino en Valdediós, Priesca, Santullano y Tuñón, pide «un estudio multidisciplinar a fondo, porque sería mucho peor, una auténtica catástrofe, una mala actuación sobre San Miguel de Lillo que la situación de incuria en la que pueda encontrarse».
Foto: «Lo de esta figura es de un S.O.S. dramático. Cualquier día se cae y se hace añicos. Es como si estuviera tocando su última canción». Lorenzo Arias. La figura del músico en el lienzo sur, entre desconchados, humedad y telarañas. Ángel González.
La consejera de Cultura del Gobierno asturiano, Mercedes Álvarez, aseguró ayer en Madrid, donde asistió a la inauguración de Fitur, que el Prerrománico «se atiende todos los años. Que todos los asturianos tengan claro que la conservación del Prerrománico no es algo que se vaya a iniciar ahora», sino que viene de atrás. Mercedes Álvarez añadió que lo publicado por este periódico «no se corresponde con las noticias que yo tengo».
San Miguel de Lillo tiene un grave problema de humedades que afecta al interior del templo, donde a duras penas sobreviven pinturas murales consideradas singularmente significativas. El resultado, paredes desconchadas, moho y verdín, y una sensación de abandono que incluye el entorno encharcado y pateado por los jabalíes. El director general de Patrimonio, José Luis Vega, quiso ayer enviar un mensaje de tranquilidad: «Los últimos informes que obran en esta Consejería en modo alguno hablan de riesgo de desaparición de las pinturas». Vega anunció una partida de 100.000 euros este mismo año para San Miguel de Lillo, y da por sentado que en este primer trimestre el Principado se irá a Madrid «con el plan del Prerrománico bajo el brazo», para presentarlo ante el Ministerio de Cultura. El director de Patrimonio está convencido de que «es posible» acabar de una vez con los problemas de humedades. Las filtraciones convierten los muros de la iglesia erigida por Ramiro I en el siglo IX en una esponja.
Foto: Un grupo de turistas, junto a la guía en el exterior de la iglesia el pasado viernes. Ángel González.
El arqueólogo Sergio Ríos pide coordinar a todas las administraciones y a la Iglesia. «Que estudien la situación los técnicos, que lo que haya que hacer se haga; y si es necesario tomar decisiones valientes, que se tomen».
Ríos asume que San Miguel de Lillo «tiene problemas derivados de su situación. Es una reconstrucción sobre una ruina. Lillo no tiene cimientos. Esto mismo hace que sea muy grave tomar decisiones de restauración a la ligera».
Una situación que acaba de ser planteada en Madrid por la historiadora Pilar García Cuetos en la III Bienal internacional de restauración. «Cuando expliqué cómo está San Miguel de Lillo, no se puede dar idea de la cara de asombro que puso la gente. Lillo no puede seguir así, en medio del temor a intervenir y de la pugna por ponerse las medallas».
Llueve sobre mojado. La iglesia de Santullano fue hace semanas pintoresca noticia porque en sus tejados crecen dos pinos y una palmera, justo encima de unas pinturas que son asombro del mundo.
Foto: Detalle de lo que queda del entronizado. Ángel González.
La noticia del estado deficiente de San Miguel de Lillo despertó ayer todo tipo de reacciones. IU de Oviedo hace hincapié en que «el plan del Prerrománico anunciado en 2003 sigue durmiendo el sueño de los justos». El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, José Suárez Arias-Cachero, lo calificó de «auténtica vergüenza. Parte fundamental de nuestro patrimonio se halla en estado de abandono». El director del RIDEA, el historiador Ignacio Ruiz de la Peña, manifestó que esto «es prueba de la deficiente protección de un patrimonio único; pone los pelos de punta». El historiador Lorenzo Arias asegura que «lo que ocurre en San Miguel de Lillo da pánico e impotencia».
Foto: Interior ruinoso. Ángel González.
Nueva mirada al Prerrománico
Arqueólogos e historiadores reflexionan sobre las joyas Patrimonio de la Humanidad. Una revisión al nombre, el origen y el contexto de los símbolos del reino astur.
El Prerrománico requiere una nueva lectura, una reflexión continuada y también una nueva mirada. Tres expertos en un arte sublime y no siempre preservado como se merece debatieron en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA sobre el futuro de uno de los grandes símbolos de Asturias. El arqueólogo Sergio Ríos y los profesores de Historia del Arte, Soledad Álvarez y Lorenzo Arias plantearon nuevas hipótesis de trabajo para entender mejor «milagros» arquitectónicos como San Julián de los Prados o Santa María del Naranco.
«El arte asturiano es la última manifestación del arte antiguo», recordó Soledad Álvarez. Es, por tanto, una frontera, una estética que sin embargo no nace por generación espontánea. Detrás hay un sustrato que hasta ahora no ha sido entendido en toda su profundidad. «Es necesario valorar la tradición, ya no es posible imaginar aquella Asturias como una región muy poco romanizada, un territorio rebelde aislado», que se había impermeabilizado frente a los romanos, pero también frente a los visigodos. Soledad Álvarez dio un consejo: si alguien tiene dudas sobre esa relación del Prerrománico con la Antigüedad, que se dé una vuelta por las termas romanas del Campo Valdés.
El debate, que fue seguido por numeroso público, coincide con la puesta en marcha, el próximo domingo, de una nueva colección de LA NUEVA ESPAÑA: «Guías del Prerrománico», diez libros sobre las joyas más representativas del arte astur, que serán distribuidos todos los domingos junto al periódico del día. La colección está dirigida por el propio Lorenzo Arias, uno de los más cualificados expertos en el tema.
Arias tiene claro que «el hecho prerrománico comienza con la Europa carolingia, hacia el 800, y termina en el primer siglo del segundo milenio». Es una certeza cronológica pero más allá de ella, todo es susceptible de ser revisado. Comenzando por la propia denominación. «Jovellanos hablaba de arte asturiano», recordó Lorenzo Arias. El Prerrománico es un término universalizado y convertido ya en seña de identidad, aunque a la profesora Álvarez Martínez no le gusta: «Es un término incorrecto». Tampoco lo de «arte asturiano» le dice gran cosa, por inconcreto; un cajón de sastre demasiado grande. Lo mismo opina Sergio Ríos, quien reconoce que «las inercias lastran» y propone la denominación «arte del Reino de Asturias». «El término "Prerrománico" no define nada». La indefinición semántica contrasta con la abrumadora percepción de que estamos ante un patrimonio único. Ríos está convencido de que «en Asturias conservamos el mejor conjunto de arte altomedieval de Europa».
[En los siglos previos a la llegada del arte románico, la península Ibérica conoce una gran variedad de estilos artísticos, fruto de diferentes tradiciones y de adaptaciones locales. El arte visigótico tiene su mejor expresión en pequeñas iglesias, como las de Santa Comba de Bande, en Orense, San Pedro de la Nave, en Zamora, San Juan de Baños de Cerrato, en Palencia o la iglesia de Santa María de Quintanilla de las Viñas, en Burgos. Con la invasión árabe, la pervivencia de una tradición cristiana en Asturias hace que aquí se desarrolle un estilo artístico peculiar, que dejará un magnífico ejemplo de arquitectura palacial, como Santa María del Naranco. También son excelentes las edificaciones religiosas, entre las que destacan las iglesias de San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo, San Salvador de Valdedios o Santa Cristina de Lena. La población mozárabe, cristianos que viven bajo dominio musulmán, desarrollará también su propio estilo artístico. Pertenecen a esta tradición las iglesias de San Miguel de Celanova, en Orense, las de Santiago de Peñalba y San Miguel de la Escalada, en León, la de San Baudelio, en Casillas de Berlanga, Soria, o la iglesia de San Cebrián de Mazote, en Valladolid, entre otras. Con influencia carolingia, el prerrománico catalán verá nacer excelentes manifestaciones, como las iglesia de San Pedro de Roda, ampliada en época románica, o la de San Miguel de Terrassa, de tradición visigótica].
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«Arte del Reino asturiano» o «arte de la Monarquía asturiana», plantea Soledad Álvarez. La disyuntiva conectó con la segunda parte del debate, el protagonismo real en la fundación de los monumentos prerrománicos, pero antes Álvarez volvió a poner objeciones al término, y es que «por evolución del Prerrománico no se llega al Románico, aunque puedan existir aportaciones iconográficas puntuales». Buscar similitudes con el Prerrománico es complicado porque, aun con similitudes temporales, «el arte asturiano no es equivalente al arte carolingio, que estaba vinculado a una unidad política, a unos afanes culturales y a una Iglesia», así con mayúsculas. ¿Y cómo era la Iglesia en Asturias durante el siglo IX?, se preguntó desde el público. «La Iglesia institucional no estaba aún articulada, como ya sucedía en el siglo XI, pero sí había una liturgia que venía de época visigoda», explicó Soledad Álvarez.
No se puede entender el Prerrománico sin la Monarquía asturiana, pero con matices. Sergio Ríos asegura que «hay patrocinio regio en los monumentos más significativos, pero muchos otros no lo tienen. Lo curioso es que no hay particularidades de estilo entre unos y otros, no hay elementos que singularicen ese patrocinio del rey». San Pedro de Nora y San Salvador de Priesca son dos ejemplos de templos de origen monástico que no se diferencian en esencia de los templos de fundación áulica, -«perteneciente a la corte o al palacio», dice el diccionario de la Real Academia. «El peso del patrocinio regio es menor del que se le ha dado hasta ahora». Y los tres expertos acentúan una de las posibles causas: las crónicas de la época inflan por sistema el papel de la Monarquía. A esas crónicas, la profesora Soledad Álvarez las calificó de «prensa interesada del momento». «Es verdad que el protagonismo de la Monarquía es menor pero a mí me costaría mucho desvincular el Prerrománico del Reino de Asturias».
Los monarcas consideraban suyo el arte asturiano. De hecho, cuando la corte se traslada a León, sigue estando presente durante mucho tiempo la fórmula asturiana, como ocurre con el «primer» San Isidoro.
Lorenzo Arias separa conceptos. Una cosa es el mecenazgo real y otra las obras de la corte. «El mecenazgo regio es inspirador directo de la orfebrería, por ejemplo» (precisamente la orfebrería es estudiada de forma monográfica en uno de los libros de la colección «Guías del Prerrománico»). Arias recuerda que en estos siglos «hay capellanías, pequeñas parroquias rurales que no pertenecen a la órbita del poder pero cuya planta está sujeta al planeamiento de los edificios regios». Como ejemplos, el ya nombrado San Pedro de Nora o Santiago de Gobiendes. ¿Templos, por tanto, iguales? No exactamente. «El diseño es el mismo, pero las técnicas constructivas difieren», dice Arias. Coincide el ancho de las naves, los patrones y el taller, pero eso no iguala del todo. Hay también una fecha que Lorenzo Arias considera clave en el desarrollo arquitectónico prerrománico. Es 842, el año en que llega al poder Ramiro:«Un punto de inflexión que se percibe como un salto cualitativo, tanto en las técnicas arquitectónicas como en los programas iconográficos».
Es el umbral entre el reinado de Alfonso II, el rey de San Juan de los Prados y la Cámara Santa, y el reinado de Ramiro I, el de Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y Santa Cristina de Lena. O, lo que es lo mismo, entre los años 791 y 850. Apenas algo más de medio siglo, escenario temporal de toda una revolución. «Entre Santullano y Santa María del Naranco hay un paso de gigante», dice Lorenzo Arias, como si en medio hubiera habido media docena de edificios que hubiesen explicado la evolución y que la historia nos hubiera hurtado. «Es un salto que no se produce porque sí, es demasiado grande, aparece el elemento escultórico integrado en la arquitectura y, sobre todo, aparece la figura humana».
San Miguel de Lillo, medio siglo de rehabilitaciones contra la humedad
Carrocera dice que el gran problema «es la evacuación de agua del propio edificio»
Desde 1954 la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo sufrió al menos ocho actuaciones de rehabilitación de cierta importancia, incluyendo la adecuación del entorno que tuvo lugar en 1998. Se cumplen ahora cincuenta y cinco años de la primera de esas actuaciones modernas en uno de los grandes hitos del arte asturiano, un templo que presenta un evidente estado de deterioro a causa de sus seculares humedades. Aquella actuación de 1954 la llevó a cabo el arqueólogo Luis Menéndez Pidal y consistió, precisamente, en la consolidación de las pinturas interiores, que en la actualidad se encuentran en situación límite y precisan una urgente regeneración.
Foto: Lillo -quizás a principios del siglo XX- con el muro norte. Archivo Carlos Sánchez / Pablo Herrero.
En 1991, el arquitecto Fernando Nanclares y el arqueólogo César García de Castro abordaron la renovación de cubiertas y la retirada de tierras en la zona norte del templo, donde se concentra buena parte de las humedades. Pocos testimonios quedan del viejo muro que fue derribado en su día. La profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo Pilar García Cuetos tiene una, reproducida junto a estas líneas. El desmonte, tiempo más tarde, propició construir una estructura de drenaje, como se ve en la fotografía inferior. García Cuetos, desde la distancia, valora la utilidad de aquel muro: «Están empeñados en convertir los monumentos del Prerrománico en esculturas en medio de praderas. San Miguel de Lillo es ahora el muro de contención, y el resultado es un encharcamiento impresionante». García Cuetos propone un pacto regional por el Prerrománico.
La última intervención de envergadura data de 2006, propiciada por el Ministerio de Cultura. Días atrás el director general de Patrimonio, José Luis Vega, dio por seguro el gasto de 100.000 euros en San Miguel de Lillo para este año, y recordó los 72.000 que se gastaron recientemente en la iglesia, Patrimonio de la Humanidad, en la puesta en marcha de un sistema de monitorización.
El arquitecto Cosme Cuenca, quien junto con Jorge Hevia dirigió la adecuación del entorno de Lillo, recuerda que ya entonces se liberaron muretes y se quitaron árboles «para reducir umbría», además de realizar obras de drenaje.
El profesor de Arqueología de la Universidad de Oviedo Elías Carrocera, que hace cuatro años intervino en Santa María del Naranco, explicaba ayer a este periódico que «el gran problema de la iglesia es la evacuación de aguas del propio edificio», y añade: «Los problemas están en el propio muro, en las características de la cubierta y en la falta de mantenimiento del drenaje». Por citarlo de forma simple y gráfica: «paraguas, gabardina y buenos zapatos». La humedad es consustancial con el edificio, apunta el arquitecto Cosme Cuenca. Las humedades no proceden de la cubierta, parece ser que a prueba de bomba, sino del suelo, y ganan terreno por capilaridad, esto es, de abajo arriba. Entre las decenas de comentarios al seguimiento de las noticias sobre San Miguel de Lillo, varios recordaban ayer la convocatoria de concentración de protesta para hoy, a las 12.00, en la Escandalera.
Comentario por Calidoscopio el enero 30, 2009 a las 4:26pm
Yo la he vi hace un año y daba una pena...Como es posible que los polituchos se dediquen a despilfarrar el dinero público en tonterías, en sueldos abusivos y en cosas que no llevan a ningún sitio y esta así nuestro patrimonio, como español me fríe la sangre.
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