Barcelona. (EFE/Jose Oliva).- Los reyes medievales también se teñían el pelo y se maquillaban, al menos eso ha podido constatar un análisis de los restos encontrados en las tumbas reales del monasterio de Santes Creus, en Tarragona.
El proyecto, impulsado por el Museo de Historia de Catalunya, se inició en 2010 en el marco de la celebración del 850 aniversario del monasterio cisterciense, y planteó la restauración de las tumbas de los reyes Pere II el Gran, Jaume II el Just y Blanca de Anjou, así como la tumba del almirante Roger de Llúria.
La coordinadora del proyecto, Marina Miquel, ha recordado hoy en la presentación que "pocas tumbas reales han sido investigadas en el mundo de manera científica, bien porque fueron destruidas o porque son inaccesibles a los investigadores por las restricciones de casas reales o gobiernos".
Los análisis de los restos del rey Pere determinan que era un hombre de tipología alta (1,75-1,80 de estatura), con una cara alargada y un maxilar inferior más prominente que el superior, y al conservarse gran parte de los tejidos blandos desecados se ha podido hacer un análisis que ha determinado que "sufrió una enfermedad infecciosa pulmonar, seguramente una tuberculosis, pero no necesariamente fue la causa de su muerte", ha dicho Miquel.
La investigación química ha determinado "la presencia en los restos de pelos de la barba del rey de Apigenina Genisteina, un producto procedente de la retama y utilizado históricamente para teñir de rubio los cabellos", la misma sustancia hallada en el pelo de la reina Blanca de Anjou, esposa de Jaume II el Just.
"Conocemos tratados antiguos de cosmética, pero no sabíamos que el rey Pere el Gran o Blanca de Anjou se tiñeran de rubio", ha explicado la coordinadora del proyecto.
En la cara de la reina se ha encontrado además restos de ácido carmínico, que se habría utilizado como maquillaje facial.
En ambos casos se ha realizado asimismo la reconstrucción facial, una técnica habitual en la ciencia forense y criminalística y a la que también ha recurrido la arqueología.
La reconstrucción de la cara de Blanca de Anjou ha permitido constatar que, como pasa en muchas tumbas góticas, la representación escultórica del yacente de la tumba "no es un retrato fidedigno, sino una idealización estética del artista".
En cuanto a las enfermedades, la ciencia ha podido demostrar que Blanca de Anjou murió después de las complicaciones de un parto, como el propio rey había escrito en documentos oficiales enviados a otros estamentos.
La investigación documental desarrollada en paralelo a la científica ha permitido establecer que fue el propio Jaume I quien en 1254 dispuso que su primogénito, Pere, fuera enterrado en Santes Creus, "probablemente para compensar a la comunidad cisterciense de Santes Creus por haber escogido él Poblet para ser enterrado".
Este dato inédito rebate las tesis de la historiografía tradicional, que afirmaba que Pere había escogido personalmente ser enterrado en Santes Creus por contraposición a la opción de Poblet de su padre.
También se ha desvelado que Arnau de la Torre, de Lleida, recibió el encargo para la policromía del templete de la tumba de Pere II el Gran, lo que ha permitido datar este trabajo de su taller en 1305-1307, de forma que "es una de las primeras obras pictóricas de estilo gótico en la Corona de Aragón".
El análisis de ADN ha concretado que Pere el Gran pertenece al linaje mitocondrial H, el tipo de ADN más frecuente en Europa en la actualidad, pero "no ha sido posible con las técnicas actuales clasificar el cromosoma Y, por lo que no se pueden identificar ascendientes ni descendientes masculinos"; mientras que sitúa a Blanca de Anjou en el halogrupo U, otro de los más comunes y antiguos de Europa.
El proyecto, que no ha podido identificar el cuerpo de Roger de Llúria en su tumba, donde se hallan restos de cuatro individuos -3 masculinos y 1 femenino-, ha tenido un presupuesto de 500.000 euros.
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