La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis (un libro de Vicente G. Olaya)

El periodista especializado Vicente G. Olaya y sus 21 hitos de la historia de la Arqueología española

Hoy, 27 de enero, se pondrá a la venta un libro de carácter divulgativo y temática muy original, publicado por Espasa, cuyo autor es el periodista español más dedicado desde hace muchos años --y a mi juicio con más cuidado y calidad-- a los temas arqueológicos y patrimoniales, Vicente G. Olaya. Olaya es el actual jefe de Arqueología y Patrimonio en la sección de Cultura del prestigioso periódico El País, y cuenta con una larguísima trayectoria de reportajes y noticias sobre dichos temas (aquí una relación de ellos en los últimos años), muchas veces con títulos tan llamativos como el que preside este libro que ahora publica (y que se refiere, obviamente, al singular hallazgo del famoso tesoro visigodo de Guarrazar, al cual pertenece la bella corona que lo ilustra). No es raro que muchos de sus trabajos se sitúen en el ranking de los más leídos del diario.

Auguro y deseo, al libro y a su autor, que sea un sonado éxito de ventas, y probablemente una campanada entre los expertos, quizá no exenta de alguna polémica, porque alguna vez algunos han tenido su responsabilidad en enormes pérdidas patrimoniales (quién no recuerda los casos sangrantes de la Estación del AVE de Córdoba, o la "ruina arruinada" del teatro, antes romano, de Sagunto). Pero sobre ello no puedo aventurar nada más, ya que, lógicamente, todavía no lo he leído.

Paso simplemente a transcribir la síntesis del libro que ofrece la editorial, y luego el artículo aparecido hoy en El País a modo de noticia-entrevista.

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SINOPSIS de La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis:

Tesoros de leyenda, yacimientos milenarios, robos y expolios… un recorrido apasionante por los hitos de la arqueología de nuestro país.

Desde hace algún tiempo, los artículos y reportajes en El Pais de Vicente G. Olaya sobre cuestiones relacionadas con la historia y el patrimonio  de nuestro país han suscitado un gran interés entre los lectores.

Con el tono tan apasionado como desenfadado y, cuando la ocasión lo requiere, polémico que le ha dado fama, en este libro relata los principales hitos en el desarrollo de la ciencia arqueológica.

Descubriremos de su mano el hallazgo del yacimiento del cerro de los Batallones, uno de los más interesantes del Mioceno en nuestro continente, pasando por la dama de Elche y el engaño a los nazis, los tesoros perdidos de Guarrazar y Medina Azahara, hasta llegar a la batalla del Jarama, con un palacio que escondía un búnker, o el galeón San José, que se hundió cargado de lingotes y monedas de oro y plata, tras ser atacado por la flota inglesa en la batalla de Barú, frente a las costas colombianas, y que permaneció oculto bajo las aguas del Caribe más de tres siglos.

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Por qué regaló Cela un fragmento del cráneo del Cid a Menéndez Pidal

El periodista Vicente G. Olaya reúne en un libro con tono divulgativo 21 hitos de la historia de la arqueología española

MANUEL MORALES  El País - Madrid - 26 ENE 2021 - 08:10 CET

Vista del subsuelo de la Plaza de Oriente, en Madrid, con restos del complejo palaciego del Alcázar, en 1996. 

Desde las cuevas de Altamira, hasta los búnkeres de la batalla del Jarama, en la Guerra Civil, la arqueología en suelo español ofrece pistas de todos los pueblos que han habitado la Península desde hace unos 15.000 años. Ese recorrido por el pasado, con sus hallazgos por casualidad, eruditos, expolios, gobernantes ineptos y esplendor de civilizaciones se resume en 21 hitos reunidos por el periodista de EL PAÍS Vicente G. Olaya en el libro La costurera que encontró un tesoro cuando fue a hacer pis (Espasa). Olaya se ocupa en este periódico de la información sobre yacimientos arqueológicos y patrimonio, que repetidamente se sitúa entre las favoritas de los lectores. “Creo que es porque la gente está harta de la política, de la triste actualidad que nos rodea, y además nos gusta saber de dónde venimos”, asegura.

Inspirado en el celebérrimo título Dioses, tumbas y sabios (1949), del alemán C. W. Ceram, éxito de ventas por su carácter divulgativo y traducido a una treintena de idiomas, con sus explicaciones sobre Troya, los aztecas o el Valle de los Reyes, el libro de Olaya (Madrid, 57 años) empieza en una explotación minera en Torrejón de Velasco (Madrid), en los años noventa del siglo XX, convertida casi de un día para otro en recipiente “del registro más completo del mundo para el conocimiento de los de los carnívoros del Mioceno superior, hace unos nueve millones de años”, dictaminó el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid.

Siempre en un tono desenfadado, con muchos datos, se explica el disputado descubrimiento del zoológico milenario representado en Altamira y asoman los nombres ligados a la arqueología nacional que, en sus comienzos, fueron en su mayoría extranjeros. Como el teólogo alemán Hugo Obermaier (1877-1946), que estudió Altamira y otras cuevas del norte peninsular y, enviado por la Real Academia de la Historia, la construcción megalítica subterránea del Dolmen de Soto, en Trigueros (Huelva), una de las estructuras humanas más antiguas de Europa, de principios del cuarto milenio antes de Cristo.

La vida de Obermaier coincidió con un periodo en que España era, señala Olaya, “el salvaje Oeste de la arqueología, donde resultaba fácil excavar y transportar lo hallado al extranjero, una situación que iba de la mano del atraso nacional. En otros países europeos no pasaba porque sus mejores arqueólogos iban a buscar piezas fuera”.

Por suerte, no hay que lamentar que sucediese eso con el mayor tesoro de la Antigüedad española, El Carambolo, datado hace unos 2.700 años. Tal era la riqueza del hallazgo que los albañiles que lo encontraron, en 1958, en Camas (Sevilla), lo entregaron a la Guardia Civil, por miedo a que les acusaran de robar algo tan valioso. Hoy, aunque no hay un dictamen definitivo, se señala en el libro que las últimas investigaciones ligan las joyas de El Carambolo a un centro de culto fenicio.

Piezas del tesoro de El Carambolo, cuando se inauguró en 2012 la sala que lo alberga en el Museo de Arqueología de Sevilla. GARCIA CORDERO.

Un tesoro que sí fue saqueado es el de Castiltierra (Segovia), la mayor necrópolis visigoda, que se desperdigó a partir de su localización, en 1929, por numerosas instituciones y particulares, a quienes vendió todo lo que compraba a los campesinos Juan García Sánchez, “un chamarilero y pintor de brocha gorda”. Otro conjunto de objetos preciosos, el de Guarrazar (Toledo), había sido encontrado por una joven, Escolástica Morales, en 1858, de la forma que da título al libro. “Muchas piezas se perdieron en orfebrerías toledanas”, escribe Olaya sobre esta maravilla visigoda, de la que una parte llegó a parar al Museo de Cluny (Francia).

También está despedazado el cuerpo de El Cid, cuya tumba, en San Pedro de Cardeña (Burgos) fue saqueada por las tropas napoleónicas, y lo que en ella había, cualquier hueso valía, vendido por media Europa. Una historia grotesca en la que, recuerda el autor, tiene presencia hasta el Nobel Camilo José Cela, que en el 99 cumpleaños de Ramón Menéndez Pidal —cuyo viaje de novios fue la ruta del destierro del Campeador— entregó al medievalista un fragmento de cráneo del guerrero que le había entregado una condesa.

Un destrozo contemporáneo y político fue el de la plaza de Oriente, en Madrid, en cuyo subsuelo estaban los restos del Alcázar, el complejo palaciego de los Austrias que destruyó un incendio en 1734. La idea de los gobiernos municipal y autonómico de hacer un túnel subterráneo para ocultar el tráfico topó con restos de muros, cocinas, viviendas, tiendas… Al final se echó tierra y asfalto sobre todo aquello.

“Hoy el nivel de la arqueología española es excelente, somos el tercer país en número de yacimientos, unos 8.000, por detrás de China e Italia”, concluye el autor. Atrás han quedado los tiempos en que “cuando se encontraban unos restos se solucionaba diciendo que eran romanos o moros y asunto cerrado”.

HIMMLER Y LA DAMA DE ELCHE

En la imagen, la Dama de Elche, en el Museo Arqueológico de Madrid, en 2017. Fotografía: CARLOS ROSILLO.

En este paseo por la arqueología española no falta la Dama de Elche, de la que se recuerda cómo fue vendida por el dueño de la finca donde se encontró a un arqueólogo francés al poco de ser descubierta, una vez más en estos casos, a golpe de azada, en 1897. La Dama de Elche pudo ser admirada en el Louvre hasta que la ocupación nazi de Francia durante la II Guerra Mundial permitió a la España franquista reclamarla, en un canje de obras que la devolvió a Madrid en febrero de 1941. “En España, la conciencia de la importancia del patrimonio arqueológico se desarrolló con la Segunda República", dice el autor. “Luego tuvo su continuación en el franquismo, con un personaje como el falangista Julio Martínez Santa-Olalla, comisario general de excavaciones y amigo de Himmler”. El demonio nazi se quedó extasiado ante la Dama, aunque contribuyó a ello que la que vio entonces en el Museo Arqueológico era una réplica de la que poseía Francia. Nombre cimero es el de Antonio García y Bellido (1903-1972) con sus 17.000 fotos y 2.000 dibujos para inventariar el medio centenar de excavaciones que piso.

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P. S.- El ejemplo más antiguo que conozco directamente sobre el extraordinario interés de Vicente Olaya por la Arqueología, y sobre su habitual inconformismo con las explicaciones ortodoxas, pero que a él no le dejan satisfecho, se remonta a diciembre de 1995, hace ya más de un cuarto de siglo, cuando acogió en las páginas de El País mi reciente descubrimiento sobre la llamada "Piedra Escrita" de Cenicientos (Madrid), para cuya mejor comprensión encargó incluso (por entonces sólo existía la edición en papel) hacer una infografía, para explicar mejor a los lectores la garra de oso que yo veía en su difícil cara posterior. Y el más reciente, en 2017, fue sobre otro mucho más conocido monumento madrileño, al que coronó con otro de sus llamativos títulos: "El Escorial: Felipe II nunca se sentó en el altar de los vetones".

- Enlazo un par de dosieres sobre algunos de los asuntos mencionados en el libro:

"El Tesoro del Carambolo deja de ser tartésico" (2006-2020)

"La Dama de Elche se va de viaje" (2006)

Y esta breve semblanza biográfica sobre el insigne, viejo maestro en la Complutense, y a mi juicio aún no superado arqueólogo clásico español, con cuya cita termina, y muy acertadamente, la entrevista de hoy: "En el centenario de un gran arqueólogo español: Antonio García y Bellido (1903-1972)" (2003)

- Mi estudio sobre otra relevante pieza del tesoro de Guarrazar está aún "en los fogones", y habrá de esperar a su vez al mes de marzo, Deo volente ;-)

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