(Tomado del
Semanario Universidad)
Escrito por Vinicio Chacón (En San Lucas, vichacon@semanario.ucr.ac.cr)
La isla representa más de mil años de historia.
El reciente hallazgo de los restos de nueve personas en lo que fue el cementerio de San Lucas, pasa a engrosar el valor histórico cultural de la isla que durante más de un siglo funcionó como un centro de reclusión penal.
De hecho, la ubicación misma del cementerio en la Playa Cocos fue un misterio hasta que el año pasado se encontraron los primeros restos humanos en el sitio. Actualmente la Isla San Lucas, ubicada en el Golfo de Nicoya, es un Refugio de Vida Silvestre administrado por el Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (MINAET).
Las excavaciones han sido realizadas en conjunto por el Museo Nacional y la Universidad de Miami. Juan Vicente Guerrero, quien lidera el equipo del Museo, explicó que el trabajo que culminó con el hallazgo reciente, se inició con una prueba excavatoria realizada el año pasado, la cual permitió distinguir un camino de piedra similar al que se mantiene en la entrada a la isla. “También encontramos un enterramiento de un individuo que suponemos era un comandante o policía, pues tenía botones con el escudo de armas de Costa Rica de hace más de un siglo”.
UNIVERSIDAD tuvo oportunidad de visitar el sitio de las excavaciones gracias a una gira organizada por el Museo Nacional, que contó con el apoyo de la empresa Samantha Tours.
“Para este año la propuesta fue hacer una excavación más amplia. Nos llevamos una sorpresa pues encontramos otros esqueletos. El camino lo respetamos, excavamos a un lado y encontramos los restos de ocho personas; una prueba al otro lado del camino también ha dejado ver uno más”, celebró.
Sobre la importancia de estos hallazgos, la historiadora Gabriela Villalobos, también del Museo Nacional, manifestó que los 117 años de historia del presidio en San Lucas “albergan la historia del concepto de justicia en este país, que es muy delicada: los muertos de San Lucas fueron los mas olvidados, pues las fuentes históricas a veces sólo aportan cifras de cuántas personas estaban en la isla”.
Así, Villalobos apuntó que la excavación es la primera parte del proceso de investigación, que luego continúa con el análisis de los restos que realizará la antropóloga forense Mónica Faraldo, de la Universidad de Miami, en el laboratorio del Museo Nacional. Toda esa información se suma a las fuentes históricas para tener un panorama más completo.
Faraldo, quien participa en la investigación junto a un grupo de estudiantes de esa Universidad, manifestó que “es una maravillosa oportunidad para nosotros y para Costa Rica poder seguir adelante con este proyecto, en el que aportamos nuestro conocimiento sobre los huesos”.
“Nuestros hallazgos nos ayudarán a responder preguntas sobre quiénes eran estas personas, si fueron presos y cómo vivieron y murieron, todo lo cual ayudará a reconstruir históricamente lo que sucedió en la isla a partir de la información de los esqueletos”, amplió.
RESPUESTAS DE LA HISTORIA
De acuerdo con información suministrada por los especialistas del Museo Nacional, desde hace tres mil años el Golfo de Nicoya contó con una importante ocupación humana, lo cual es evidenciado por 125 sitios arqueológicos localizados en sus islas y litorales, registrados en la base de datos del Museo Nacional.
Se trata de un punto de encuentro cultural de los antiguos pobladores indígenas entre los grupos de ascendencia lingüística chibcha, como los huetares, orotiñas o corobicíes, con los de lenguas norteñas como el chorotega, mangue y náhuatl.
A la llegada de los españoles, San Lucas era conocida por los habitantes originarios como Chara y su ocupación más temprana que se conoce data del año 1.000 al 1.550 después de Cristo. En la isla se han encontrado al menos ocho sitios arqueológicos caracterizados como habitacionales, domésticos y funerarios.
Durante el siglo XIX la isla se convirtió en lugar de destierro y aparentemente para cuarentenas de las embarcaciones extranjeras que llegaban a Puntarenas.
San Lucas comenzó a funcionar como presidio en la década de 1870, “de la misma forma que se utilizaron islas como Australia o la Isla del Diablo en la Guyana Francesa: para aislar y esconder de la sociedad a los declarados culpables de un crimen, a los considerados en ocasiones como los peores delincuentes”, según señala esa fuente. La magnitud de los abusos que se llegaron a dar en el presidio fue narrada por el escritor José León Sánchez en su célebre novela La Isla de los Hombres Solos.
La historiadora Villalobos especificó que el decreto que creó el presidio fue emitido en 1873, aunque empezó a funcionar al año siguiente y hasta 1991. De esa manera, el complejo arquitectónico remanente incluye elementos de finales del siglo XIX, como la entrada.
“La llamada Calle de la Amargura es más o menos de 1890, la capilla se construyó entre 1927 y 1931 y alrededor de 1937 la Comandancia, en la que se aprecia influencia del estilo neogótico, como los arcos, muy comunes en hospitales e iglesias”. Detalló que “se trata de un estilo arquitectónico ligado a edificios de control social, por lo que no es casual que se haya utilizado”.
Los pabellones más viejos que contuvieron a los presos, fueron construidos alrededor de en 1927.
La historiadora señaló que otro momento importante en el desarrollo del presidio se dio en la década de los años 50, cuando pasó a llamarse Colonia Agrícola Penal y se construyó el Dispensario y el llamado Barrio de las Jachas, para los internos considerados de mínima seguridad.
Villalobos apuntó que la ocupación de la isla varió, en algunos momentos era de 100 a 300 presos: “había mucho movimiento, vinieron desde condenados por homicidio, hasta por haber robado ganado”.
También recordó cómo la sociedad conceptualizó a las personas que eran enviadas a San Lucas. “Llegó un momento en que fueron estigmatizados aunque hubieran cometido crímenes menores, en algunos casos las autoridades encontraron más práctico enviar a los presos aquí que mantenerlos en alguna cárcel en tierra firme”.
Ya en un momento avanzado del siglo XX se consideraba más dura la Penitenciaría Central en San José que San Lucas, que fue cerrado como presidio en 1991.
Sobre la exploración arqueológica, la primera evidencia del cementerio del presidio se halló el año pasado a partir de la historia oral recavada por Villalobos. “La historia de San Lucas comienza con la memoria oral que sólo cubre los últimos 50 años, más o menos. Luego la documentación aporta una versión diferente y cuando entre las dos no hay respuestas llegamos al punto de preguntarnos quiénes son los muertos de San Lucas, lo cual requiere investigación para encontrar la evidencia”, apuntó.
Así, el arqueólogo Guerrero detalló que los restos encontrados presentan “un comportamiento como de un cementerio moderno común, están bien depositados, con uso ritual y parsimonia para enterrarlos, hay algunos elementos como clavos que nos hablan del uso de cajas de madera para enterrarlos”.
Explicó que el análisis posterior de los huesos, que realizará Faraldo, permitirá definir variables históricas como las enfermedades que puedan haber padecido. “Según datos que hemos recibido, hay más cementerios pero nos hemos concentrado en éste porque está delimitado por una pequeña estructura de cemento que mide alrededor de 400 metros cuadrados”.
De esa manera, Villalobos insistió en que “los 117 años de historia de San Lucas sirven para tomar el pulso al sistema de castigo costarricense. Por un lado está la idea de esconder a los castigados de la sociedad, por otro, la construcción de ciertos edificios está ligada al concepto de trato de los presos”.
Patrimonio en riesgo
Además del valor histórico y cultural, San Lucas presenta una exuberante riqueza natural. De acuerdo con el ambientalista Juan Figuerola, de la Asociación Bosques Nuestros, la isla es un remanente del bosque seco tropical, en peligro de extinción.
Figuerola recordó que existe un decreto ejecutivo, el N° 34282-TUR-MINAE-C publicado en febrero del año pasado, el cual “dispuso que se segregara 25 hectáreas de la Isla de San Lucas, concretamente del muelle de la Isla a la Playa Cocos”, donde se realizaron los hallazgos arqueológicos.
Ello “sería un antecedente delicado y peligroso para las áreas silvestres protegidas en general. San Lucas es un Refugio Nacional de Vida Silvestre, una categoría menor a un parque nacional y lo que se protege en la isla es un bosque seco tropical que está en recuperación en el golfo de Nicoya”. Por ello presentó una acción de inconstitucionalidad que fue acogida para su estudio por la Sala IV.
En su criterio, detrás de ese decreto podría existir la intención de realizar construcciones grandes para el turismo. “Las 25 hectáreas que pretenden segregar representan un 5,5% de la superficie de la isla, el problema es que la partirían en dos, quedaría un extremo aislado del otro, lo cual afectaría el bosque”.
Consultada al respecto, la arqueóloga Mónica Faraldo opinó que “sería muy destructivo para este sitio arqueológico, histórico y cultural, el desarrollo de proyectos de construcción en esta área, ya que podría perderse una parte de su historia”.
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