Red social de Arqueologos e Historiadores
La interpretación de todos los acontecimientos que tratamos se hizo, no sólo en función de un momento político, sino especialmente en función de las ideologías a las que se adscriben cada uno de los hombres que interpretaron y escribieron la Historia de España. Será precisamente en el siglo XIX, durante el periodo romántico y nacionalista español, cuando aparecen una serie de obras históricas que tratan de ensalzar la "inconclusa" unidad de España y, sobre todo, de exaltar a un reino de Castilla sin orígenes pero con "destino manifiesto" como gran impulsora de esta fracasada unidad.
Tanto Modesto Lafuente con su "Historia General de España" (1850-1867), como los regeneracionistas Joaquin Costa (1846-1911) y Rafael Altamira (1866-1951), contribuirán en la idea de la identidad y de la conciencia nacional española gracias a la gran difusión que tuvieron sus obras, escritos y conferencias. Si en la “Historia Sagrada” del siglo XVIII no encontramos referencia alguna a un hipotético reino de Asturias, sino que se señala como tal a la antigua división adminsitrativa romana y suevo-visigótica de Gallaecia, ahora, como falsa explicación de la génesis del reino de Castilla, queda censurada cualquier referencia regia con el auténtico nombre testimoniado o simplemente se equipara indistintamente Asturias o León con el nombre de la Gallaecia.
Esta nueva fórmula historiográfica nacionalista será posteriormente retomada de manera acrítica, entre otros, por Menéndez Pidal a inicios del siglo XX, quien utilizará su Centro de Estudios Históricos para su divulgación, siendo el soporte histórico conceptual del pensamiento nacional-catolicista de la dictadura franquista y que remata doctrinalmente el egregio historiador exiliado Claudio Sánchez-Albornoz (1893-1984: cf. Orígenes de la nación española. Estudios críticos sobre la Historia del reino de Asturias. Oviedo, t. I: 1972, t. II: 1974, t. III: 1975.). En la actualidad la preconcebida y ahistórica idea acerca de la existencia de un "Reino de Asturias" sigue en vigor, comúnmente etiquetado como "la historia oficial", entre escolares, bachilleres y universitarios, siendo objeto de acalorados debates entre sus partidarios y detractores (1).
1. Territorialidad.
Se convendrá que un determinado reino ejerza su administración juridiscional, política y administrativa sobre un espacio geográfico limitado y conocido. En este sentido, toda la documentación medieval existente no nos informa sobre un reino llamado de Asturias, es decir, "gens hispaniae" conformada por astur-cántabros encuadrados en la provincia visigótica de Gallaecia: cf. "regione asturorum", "asturiensis provincie", "patriam asturiensium", "Asturiis". Ni siquiera con la creación de la nueva sede obispal de Oviedo: "Ordo gothorum Obetensium regum", "Regnante in Oveto", "regum ovetense", "regnum ovetenisum". Cuando se indica se hace con la dignidad de "Hadefonsi regis Galleciae et Asturiae". Se apela a la muy conocida fórmula "ordo asturorum" para extraer la conclusión sobre la existencia del reino astúr, si bien en los estudios actuales prefieren aplicar esta denominación a la etapa más primitiva de la dominación musulmana y con un carácter localista, prácticamente tribal (cf. Juan José Sánchez Badiola (2010), Asturia en la transición a la Edad Media, Argutorio n. 24, pp. 38-44).
Desde Isidoro de Sevilla, los Concilios Toledanos hasta todas las crónicas europeas y árabes se hace referencia a un único espacio territorial denominado Gallaecia que deriva de la tradición romana y suevo-visigótica (que nada tiene que ver con la realidad actual de Galicia, como algunos presuponen y otros imaginan). Así pues, el reino reconocido en todo el mundo conocido era el de Gallaecia y no el de Asturias. De las aproximadamente cuarenta referencias a la denominación de este reino, sólo en una se cita a un rey de Asturias, cinco como rey de Gallaecia y Asturias, en este orden, y la treintena restantes, siempre como rey de Gallaecia: "taliae, Galliae, Gothiae; Aquitaniae, Galleciae" (Concilio de Francfurt, s. VIII); "Hadefuns [= Alfonso II el casto] rex Gallaeciae" (Crónica de Reichenau), "mortuus est Ranimirus filius Veremudi rex Gallecie et filius eius Ordonius successit in regno" (Historiae Minores XXVII) o "Adefonso (= Alfonso III) Regi Gallaeciarum" (carta del Papa Juan IX). León es situado en 874 y 928 "in territorio Gallecie", y aún en 946 "Legione de Galletia". Posteriormente se corrompe (sintácticamente?) en la formulación regia "Legione et Gallecia" que será la habitual antes de la incorporación efectiva de Castilla y Toledo a la sede regia de León. En cuanto a la documentación registrada en Sahagún, sólo consta la entidad Gallaecia y así se cita también en la propia Crónica Albeldense:
"Habet [Spania] prouintias VI cum sedibus episcoporum: Prima Cartago (…) Quarta prouintia GALLICIAM: Bracara metropoli, Dumio, Portucale, Tude, Auriense, Yria, Luco, Uittania (Bretonia-Mondoñedo) et Asturica" (Crón. Albeldense III, 10).
Naturalmente, ello conlleva a la inaceptable traducción de Modesto Lafuente del término árabe Jalîkijah (= Gallaecia) por...Asturias o León indiferenciadamente, y que todavía podemos leer injustificadamente y con cierto sarcasmo en todos los autores actuales:
"[...] la Iglesia soberana de la Gallaecia, es decir, la astúr [...]" (J.C. Ríos Camacho (2007), "La Singularidad de San Rosendo...", p. 54 en Estudios diocesanos mindonienses n.23).
2. Legitimidad.
Bronisch (cf. Alexander Pierre Bronsich (2006), "El concepto de España en la historiografía Visigoda y Astúr", Norba n.19, pp. 9-42) nos descubre como en la "Historia Wambae Regis", Muza, un godo muladí, se autodenomina Rey de Hispania, siendo el único que se declara de sangre goda, mientras que nada parecido tenemos en las crónicas referidas a los reyes anteriores a Alfonso III. Muza, como rey godo, mantiene el antiguo concepto estatal unitario gótico de España, con una parte islámica con su rey y otra septenrional con su rey. La falta de referencias al término "Hispania" a partir del relato de los sucesos de Covadonga refuerza la idea, sospechada por muchos autores, de que el alzamiento tuvo un orígen local.
Esta sublevación al este de la provincia visigótica de Gallaecia, estuvo motivada principalmente por la conjunción de dos componentes: 1. el religioso, pues es en la Asturia donde se discute la cuestión de la adopción de Cristo entre Beato y Heterio (cf. "Certe iam rumor est, iam fama est; et non solum per Asturia, sed per totam Spaniam et usque ad Franciam divulgatum est, quod duae quaestiones in Asturiensi eclesia hortae sunt") y, 2. el personal, en referencia al asesinato en Tuy del padre de Don Pelayo, el dux cántabro Fáfila, a manos de Witiza (cf. Crón. Albeldense XIV, 33 1-7, omitida en la mayor parte de la ediciones por una interpolación literaria posterior sobre el orígen de Don Pelayo), y que sin duda habría de provocado los contínuos enfrentamientos entre indígenas cántabro-astures y vascones con la metrópolis visigótica de Toledo.
Sin entrar en los pormenores del orígen de la presencia árabe en el solar hispánico, igualmente falsificada por historiografía oficialista, podemos destacar, sin embargo, el conflicto religioso que va a suponer la ruptura de la provincia visigótica de Gallaecia (el antiguo reino suevo) con Toledo, orígen, como veremos, de la falsificación histórica. En 1976, M.C. Díaz y Díaz ya afirmaba que en el ducado de Asturias había grupos contrarios en el mundo clerical como podemos conocer a través de Beato y Heterio. Así la "Carta de Elipando a Fidel" (Heterius, año 785) nos muestra dos facciones enfrentadas e irreconciliables entre sí:
- Toledo, que reconocía la autoridad dogmática y político-eclesial de Elipando, obispo de Toledo, que había adquirido ritos proislámicos, y
- Gallaecia (así aparece en el texto original de Heterio), partidaria de los preceptos eclesiásticos de Beato, monje del Valle de Liébana, cántabro-astúr de formación carolingia.
Para Ríos Camacho (cf. Ríos Camacho, J.C. (2007), "La singularidad de San Rosendo…", Estudios diocesanos mindonienses, n. 23, p. 54 y ss y notas), son, por una parte, las gentes repobladas del Este de Asturias, traídas de la montaña (foramontanus), especialmente situadas en el Liébana, las que encabezan esta facción que goza de la simpatía papal. Se ve con buenos ojos romper con Toledo y crear una nueva sede en Oviedo. Partidario de esta facción fue sin duda Alfonso II el Casto. Sin embargo, estos intereses ideológicos no coincidieron con los de Mauregato ni con Bermudo I el Diácono. La posición antialfonsina de ambos personajes es muy evidente.
Por otra, los alfonsinos contaron con el importante apoyo del operativo obispado iriense (obispo Teodomiro de Iria), un obispado gallego de grandísma tradición que, a partir de las premisas doctrinales de Beato, construye la "inventio" del mito de Santiago, reforzando la política norteña frente a la de Toledo y el motivo para la reconquista. Debieron contar los alfonsinos también con el apoyo del cultísimo Monasterio de Samos (Lugo), que a partir de este momento toma una estrecha relación con la realeza.
Así pues, la provincia visigótica de la Gallaecia (denominación textual) será el reducto de la ortodoxia frente a las innovaciones proislámicas de la sede de Toledo y que pretende, en lo político, la restauración del orden "godo" en una nueva sede, Oviedo, como única y legítima continuadora del poder visigótico. Es en este preciso instante cuando se rompe la dependencia con Toledo, ahora considerada pagana y enemiga, legitimando una nueva sede, Ovetum, que curiosamente nace, como veremos, dentro del territorio eclesiástico del obispado dumiense-mindoniense, adscrito al sínodo de Lugo.
3.- Una nueva sede obispal: Oviedo.
La creación de la nueva sede obispal de Oviedo, que pretendía el reconocimiento y la legitimidad del nuevo "orden godo" con el establecimiento en el lugar de la sede regia, dará lugar a consecuencias eclesiásticas muy graves. El propio obispo Pelayo de Oviedo, históricamente conocido como "el obispo falsario", tendría que falsificar la documentación exigida en Roma para lograr su ambicioso proyecto, convertir Oviedo en la metrópoli de Hispania equiparándola a Toledo. El obispo Pelayo de Oviedo no dudó en falsificar el "Parrochiale Sueuum" (F.J. Fdez. Conde: "El libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo", Iglesia Nacional Española, Roma, 1971) donde se establece la división territorial eclesiástica de la Gallaecia recogida en el Concilio de Lugo del año 572, también hizo uso de la falsificación medieval anónima conocida como "Diuisio Wambae" (Luis Vázquez de Parga: "Liber Ithacii: La división de Wamba", Madrid, 1943), consiguiendo el apoyo papal, a pesar del pleito presentado por el obispado de Lugo, metrópolis de la Gallaecia al acoger en su seno la sede de Braga.
Efectivamente, en el año 572 el Concilio de Lugo establecía que:
"[…] XIII.1. Ad sedem Brittonorum ecclesias que sunt intro Britones una cum monasterio Maximi et qui in Asturiis sunt" (F. Glorié : "Parrochiale Sueuum", Corpus Christianorum, Series Latina CLXXV. Itineraria et alia geographica, Turnholt, 1965, pp 143 ss..).
Por tanto, el texto original incluye dentro de la sede britoniense, adscrito al sínodo de Lugo (hoy Bretoña, prov. Lugo), todas las Iglesias asturianas que no son citadas dentro de la sede de Asturica (Astorga). Como ya se ha mencionado, Alfonso II el Casto (791-842) traslada la sede regia a Oviedo y crea un nuevo obispado en ese territorio. Esta decisión, como nos cuentan las crónicas, acarreará indirectamente un final dramático para las aspiraciones asturianas (cf. Crónica Rotense 23, Crónica Ovetense 23), al estallar un conflicto territorial entre la sede de Lugo y la nueva sede ovetense.
En el año 832, el rey Alfonso II, que dice ser rey de la Gallaecia, une provisionalmente a la Iglesia de Lugo, la sede metropolitana de Braga y la sede de Orense, crea la nueva sede ovetense dotándola con la destruida britoniense, hecho que no se llevaría cabo pues inmediatamente los acogidos dumienses fundan San Martin de Mondoñedo, y cede además a Oviedo una decena de condados adscritos a la jurisdicción eclesiástica de Lugo (prácticamente la actual provincia de Lugo y parte oriental de La Coruña y Pontevedra), siempre con el propósito de su posterior reposición (Henrique Flórez "España Sagrada: Theatro geográfico-histórico de la Iglesia de España", tomo XL, Madrid, 1796):
"In Dei Omnipotentis nomine Patris Ingeniti Filii, Unigeniti ac Spiritus Almi. Clementi pietate, ac perpetue benignitatis munere vegetatus, seu Sanctorum omniun auxilio fretus. Ego seruus omium servorum Dei Adefonsus Rex Froilani Regis filius, postquam auxiliante Deo regni totius Galletiae, et seu Hispaniae suscepi culmen, quod fraude Mauregati calida amisseram, et post eius interitum, cum iubante Deo, ademptus Regni gubernacula fuissem, firmiter omnium obtinui munitiones sicuti a Victoriosissimo Rege Domino Adefonso, Petri Ducis filio fuerant vindicatae, ac de Sarracenorum manibus ereptae per totius confinia Gallecie, seu Barduliense Provincia. Has itaque, cum obtinuissem Provincias nutu Dei, ac Sanctae que semper Virginis Mariae ope adiutus, cuius Basilica ab antiquo constructa esset dignoscitur miro opere in Lucensi Civitate Provintiae Galletiae, placuit animo meo, ut solium Regni Oveto firmaren, et ibi Ecclesiam construerem in honorem S. Salvatoris ad ipsius similitudinem Ecclesiae S. Mariae Lucensis Civitatis; et placuit mihi, ut Principatum totius Galletiae ipsa Luco obtineret Civitas, in qua Ecclesia Sancta Dei Genitrix obtinuerat Principatum ab antiquo ante ingressum sarracenorum, in Hispania tempore pacis. Hoc ergo, protegente Deo, qui cuncta regit, et cuncta disponit, cum peragere studuissem, et Ecclesiam S. Salvatoris Oveto studiose, construerem, accidit, ut quidam Rebellis fugiens, ante faciem Abdarraahmam Regis ab Emerita Civitate, nomine Mahamud, veniret ad me, et pietate regia susceptus est ame, ut in eadem Provincia Galleciae commoraretur. Sed ipse ut erat fraudulentus, et deceptor etiam contra me rebellionem preparat, sicut ante fecerat contra Dominum suum, et colligens secum Sarracenorum multitudinem, eamdem Provintiam Galletiae depredare conatur, colligens se in Castrum quoddam, quod vocatum es ab antiquis, Castrum S. Christinae; cuius rei eventus cum ad me Oveto mandatum venisset, congregato exercitu, Galletiam properavi, ut de inimicis resisterem, et Christicolas de manu sarracenorum eriperen Deo auxiliante. Veniens vero ad Lucensem urbem cum omni exercitu, et ibi me in Ecclesia de S. Mariae orationibus comendans, altere die progessus sum ad pugnam, Castrum illud S. Christinae obsedi, in quod erat adunatio sarracenorum non minima cum ipso capite nomine Mahamud. Auxiliante itaque Deo Castrum oppugnavi, et omnium sarracenorum cervices ad terram postravi, ac delevi Hismahelitarum insidias, interfecto ipso Principe. Peracta itaque pugna cum Victoria Luco revertens Deo eiusque Genitrici gratias referre studui, ac Votum, quod promiseram, reddere non distuli. Igitur Ego iam praefatus Adefonsus hac victoria potitus, inimicisque superatis benignam erga me cognoscens Salvatoris clementiam, et eius Genitricis Mariae agnoscens auxilium, et omnium Sanctorum precibus adiutus, cum ad eandem Lucensem Urbem reversus fuissem cum omni meo exercitu, victoria de inimicis peracta, placuit mihi ex animo, Deo inspirante, ac omnibus Magnatis visum est, tam nobilium personarum, quam etiam infirmarum, ut Ecclesiam Sanctae Mariae, seu Urbem praefatam, quae sola integerrima remanserat a Paganis, non destructa murorum ambitu, quam etiam Adefonsus Rex Petri Ducis filius, quod ex Recaredi Regis Gotorum stirpe decendit, similiter eandem urbem populavit, ac Hismahelitorum tulit potestatem. Huic Ego iam supradictus Adefonsus Ecclesiae S. Mariae, seu urbe caeteras dono et concedo Civitates Bracaram, scilicet Metropolitanam, et Auriensem urbem, quae omnino a paganis destructa esse videntur, et populo et muro et non valeo eas recuperare in pristino honore. Has itaque urbes seu sibi subditas Provincias cum Ecclesiis, Sanctae Reginae concedo Virginis Mariae Lucensae sedis, ut Pontificalem ab ipsa accipiant ordinem, seu benedictionem, quam ipsae caruerant peccato impediente, et reddant debitum censum secundum decreta Canonum eidem Ecclesiis; idest tertiam partem. Haec nempe facio pro salute animarum omnium auctoritate Canonicale Sedis Apostolicae fretus, ut Ecclesiae, aut Sedes destructae a Paganis, aut a persecutoribus auctoritate Regali, seu Pontificali ad alia tutiora transferantur loca, ne Chrisptiani nominis decus devacuetur. Ab ipsa vero Lucensi Civitate necessitate compulsus, terras et provincias S. Salvatoris Ovetensi concedo Ecclesiae, quae ante fueram subditae Lucensi Ecclesiae per cucnta seculorum tempora: Haec sunt autem nominata Provintiae, idest, Balborica, Neira, Flamoso, Sarria, Páramo, Froilani, Sabinianos et Sardinaria, Abiancos, Asma, Camba et Ecclesias de Dezón. Has itaque Provincias, quae populatae sunt in diebus Domini Adefonsi Maioris, et nostris, quae ante fuerant subdictae Civitati Lucensi, Sancto concedimos Salvatori Ovetensis Ecclesiae, ex parte, Ecclesias non quidem omnes. Et quia longe posituae sunt ab Ovetensi sede, ideo nobis visum est, et rectum ut benedictionem, et omnem Episcopalem ordinem a Sede recipiant Lucensi, dentque censum omnem Ecclesiasticum Sancto Salvatori ex ipsis Ecclesiis supranominatis, non pene, ex omnibus; dantes et concedentes pro integratione Lucensis Urbi, pro istis Ecclesiis, praedictas civitates Bracaram et Auriensem cum suis provinciis et familis tali tenore scripturae firmitatis ut si auxiliante Deo post nos, Civitates supradictae, quae destructae esse videntur a Chrisptianis fuerint possessae et ad proprium reddierint decus ut Lucensis Ecclesiae suae provintiae supra nominatae restituantur et unicuique Civitati similiter, quia dedecus est, quod nunc pro animarum salute necessitase compulsi facimus, ut post nos Ecclesiae deuaricatae litigent. Ideo obseruata charitate precipimus, ut unaquaque Ecclesia ad suam revertantur veritatem et ipsam Sedem Oventensem fecimus eam et confirmamus pro Sede Britoniensi, quae ab Hismaelitis est destructa et inhabilitabilis facta. Siquis vero ex progenie nostre uenerit aut extranae gentis, potens aut impotens et hoc factum disrumpere conauerit iram superni Regis incurrat Dei Omnipotentis et Regiae functioni quinquaginta auri talenta coactus persoluat et a parte ipsius sedis, quod abstulerit, uel temptare uoluerit, reddat in duplo, uel triplo, ipsoque anathematis maledictione percusus pereat in aeternum et haec scriptura quam in Concilio edimus et deliberavimus permaneat in omni robore et perpetua firmitate. FIRMAS".
Este interesante y poco citado documento, que cumple un acuerdo tomado con anterioridad, pretende construir la sede ovetense a partir de la entidad territorial eclesiástica de la sede de Lugo. Se deduce por lo tanto que Oviedo, adscrito todavía en estos momentos al sínodo de Lugo, no tenía ningún tipo de jurisdicción territorial ni potestad eclesiástica alguna.
Igualmente se suele obviar cierto detalle de gran importancia. Lugo no sólo era una de las dos sedes eclesiásticas operativas, junto con la coruñesa Iria, del reino cristiano (Braga, Tuy, Astorga, etc. estaban o bajo control árabe, destruidas o desiertas), o la única ciudad con sus murallas intactas en manos del "regnum cristianorum" hasta el siglo X, sino que, entre los siglos VIII-X, fue además la sede metropolitana al acoger a la Bracarense, y, por tanto, la capital del reino: cf. "in Lucense oppido metropolitanus episcopus", "Recaredus Lucense Metropolitanus Episcopus", etc. ( A. Floriano Cumbreño: "Diplomática española del periodo astúr (718-910)", Oviedo, 1951, vol. II pp. 257-260; "España Sagrada", XL p. 124.).
Es en Lugo, precisamente, donde Ramiro I se reúne con la nobleza gallega para conformar el ejército que derrotaría a los astúr-vascones a orillas del río Narcea, en el valle de Cornellana, siendo hecho prisionero el rey elegido en Oviedo, Nepociano, y sus colaboradores. Aquí se acaba con toda pretensión asturiana. Curiosamente, este episodio conlleva un cambio en la dinastía, un cambio en el modo de sucesión que ahora se hace patrilineal, la presencia continuada de reinas de orígen gallego, costumbre que continuará hasta principios del siglo XIII, y, además, en la sede ovetense, se asentarán las familias berciano-gallegas emparentadas con la realeza (cf. J. Pérez de Urbel: "Los primeros siglos de la Reconquista (años 711-1038)", t. VI de Historia de España, dir. por Menéndez Pidal, Madrid, 7ª ed. , 1997 p. 60).
Pero el hecho todavía más obsceno, vergonzoso y denigrante de esta falsificación histórica es un documento que ninguno de nuestros egregios historiógrafos suelen mencionar, ni siquiera de pasada o en nota a pie de página. Se trata del pergamino conocido como 9-4-7/1956, expediente 8, bien oculto en una caja, escondido en un lugar recóndito de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, y cuyo minucioso estudio sobre su indudable autenticidad fue realizado por Juan Carlos Galende Díaz ("Estudio paleográfico-diplomático de un privilegio de Alfonso III", CEG, Tomo XLI, fascículo 106, Santiago, 1993-94, pp. 113 y ss.).
En el año 902, Alfonso III, confirma el siguiente privilegio:
"In Dei nomine. Ego Adefonsus totus Ispanie imperator qui licet indigne uocitor catholicus tibi Sauarico. Salutem. Michi et omnibus Ispaniae principibus satis notum et propter sarracenorum persecutionem te a sede tuq discessisse et sedem in loco qui Mindunietum uocaturfundasse, me concedente et coroborante. Qua propter concedimus tibi et successoribus tuis diocesim illam que uocatur Trasancos et Besaucos et Prucios cum omnibus terminis suis procedentibus usque ad aquam de lunkeras, insuper addimus tibi illas eclesias de Salagia per aquam de discessu usque admontem que uocatur Nemi, et hec supra dicta tibi confirmamus propter diocesim de Asturias quam [o]uetensi sedi prebuimus, et deinceps de nostro iure et dominio omnium hominum radimus ut habeas tu et successores tui in integrum. Si quis tamen huius scripture nos trae seriem infringere conatus fuerit excomunicationis crimen incurrat, insuper centum auri talenta coactus exsoluatpresuli eiusdem sedis menduniensis. FIRMAS".
Se trata de un privilegio real hecho con mala fé, con falsedad, aconsejado sin duda por el obispo Pelayo de Oviedo, "el falsario", en la que se concede territorios eclesiásticos pertenecientes al obispado de Lugo a la sede Mindoniense en contrapartida de haber perdido su jurisdiscción en las ahora tierras diocesanas de Asturias. Es decir, entrega territorios propios del sínodo de Lugo a una sede perteneciente al mismo sínodo.
Naturalmente, ahora se entiende el levantamiento del conde Froila Vermúdez, dux de Lugo, quien con su ejército toma Oviedo, se autoproclama rey y obliga a Alfonso III a ocultarse en tierras castellanas. Ciertamente que Alfonso III consigue en Ávila reunir tropas suficientes para derrotar a Froila en Oviedo (Crón. Albeldense, XV, 12). Sin embargo, la sede ovetense agonizaba y Alfonso III se vió obligado a pactar con el poderoso conde gallego Hermenegildo y su sobrino, el legendario obispo de Iria y Mondoñedo, San Rosendo, ambos parientes del sucesor a la corona.
El territorio ovetense pertenecía a Lugo, y su pretensión, como sede obispal, de equiparase a Toledo, provocaría un doble conflicto eclesiástico: con la sede metropolitana de Toledo y con la sede de Lugo. El obispado de Lugo mantuvo durante años este pleito ante los agravios y excesos jurisdiccionales de la nueva sede obispal de Oviedo. El Concilio de Salamanca de 1154, 200 años más tarde, daría la razón a los prelados lucenses (cf. D. Mansilla: "Panorama histórico-geográfico de la Iglesia en España", BAC, Madrid, 1982, II 2º, pp. 611 ss.; C. Sánchez-Albornoz: "Dos documentos sobre Braga y Mondoñedo”, Coruña, 1981, pp. 91 ss.).
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(1) Para mayor conocimiento de una revisión critica acerca de este tema consúltese:
. Peiró Martín, Ignacio (1995), Los guardianes de la historia: la historiografía académica de la Restauración, Zaragoza.
. Pellistrandi, Benoît (1997), «Escribir la historia de la nación española: proyectos y herencia de la historiografía de Modesto Lafuente a Rafael Altamira», Investigaciones Históricas: Época Moderna y Contemporánea, 17, pp. 137-160.
. Wulff Alonso, Fernando (2003), Las esencias patrias: historiografía e historia antigua en la construcción de la identidad española (siglos xvi-xx), Barcelona.
. Ríos Saloma, Martin Federico (2005), Restauración y Reconquista: sinónimos en una época romántica y nacionalista (1850-1896), MCV, Fundación Caja Madrid, pp. 243-263, Madrid.
. Ríos Saloma, Martin Federico (2009), La "Reconquista", ¿una aspiración peninsular? Estudio comparativo entre dos tradiciones historiográficas, Bulletin du Centre d'études médiévales d'Auxerre, Hors série 2.
Señores y señoras continuamos con la cuestión que nos ocupa porque aquí han intentado colarnos gato por liebre haciéndonos creer que Lugo era una especie de Roma atlántica. La III después de Constantinopla con lo que Moscú seria entonces la IV.
Es por ello que cito al gran medievalista Don Manuel Garcia Álvarez que dice lo siguiente:
"No tenía Galicia al comenzar esta etapa histórica más que una sola ciudad, la de Lugo, que era también, por cierto, la única que merecía tal nombre en toda la España cristiana del siglo VIII y la primera mitad del IX
En la época que nos ocupa no era sino una pequeña aglomeración humana de unos pocos cientos de habitantes que vivían del trabajo agrícola y de las rentas y prestaciones que satisfacían los campesinos de los alrededores. No sería osado imaginarla como una aldeana condición de casas que estaba toda ella como sumergida, como tendida en el paisaje, hincada la raíz en el campo, y dentro de cuyo recinto mismo y al amparo de sus viejas murallas habia huertos y casas de labor; y no lo sería tampoco suponer que por sus plazas y rúas empedradas deambularan los animales domésticos y por ellas transitara a menudo el ganado camino de los pastos próximos......?
Estimados lectores.....¿es ésta la formidable urbe que habria de deslumbrar a los reyes asturianos?; ¿unas murallas que encerraban bueyes y cuatro casas de labranza? ¿Es ésto la III Roma, la Constantinopla atlántica?
Y prosigue: "Y que Lugos continuó siendo una ciudad demográficamente empobrecida, viene a probarlo otro texto, a lo que creo de 1 de noviembre del 968, según el cual los habitantes de la misma, entre ellos los infanzones o milites del prelado lucense Hermenegildo que tenian de éste en beneficio sus comitatus, prometen al obispo acogerse en Lugo y construir allí nuevs casas antes del dia de San Martín, en que ya debían hallarse instalados en ellas."
Desde luego, Lugo no era una ciudad populosa como Braga (ni tan siquiera hoy), pero si una plaza fuerte. Por esta razón se ponen a la protección de sus murallas los obispos metropolitanos o se arma el ejército que vence a Mahamuth, Nepociano, Alfonso III y que consigue la ocupación del espacio territorial que va desde Coimbra hasta León. Era la única ciudad, protección occidental de la sede regia de Oviedo.
Por otra parte, tenemos otros tres documentos más que hacen referencia sobre este conflicto territorial y que aclaran cualquier duda sobre la autenticidad del contenido sustancial de los anteriores, y en las que se puede observar también que los territorios irienses habían pasado irregularmente a la sede ovetense:
1.- En el año 915, en una asamblea celebrada por Ordoño II, se dispone el retorno de los obispos de Tuy y Lamego a sus respectivas sedes después de haber sido acogidos en la sede de Iria y se reintegra a la la sede de Santiago: “Trasancos […] quam obtinuit episcopus lamecensis […] Prucios et Bisaucos, qui stererunt post partem regulae ad Ovetao”.
2.- La noticia de un pleito, entre 920-924, poco años más tarde de la reposición dispuesta por Ordoño II, entre Compostela y Mondoñedo que se puede extraer del tumbo A, en la que “[…] in loco legionensium adfuerunt ibi domnus Recaredo [obispo metropolitano de Lugo] et domnus Gundesindi [obispo de Iria] episcopi, contendentes pro comissos Prucios et Bisaucos, et diuidimos homines bene ut sint medii post partem Sancti Iacobi et medii pos illos ambo conmissi, dum Recaredus episcopus aduixerit et post obitum illius sint integrati post partem Sancti Iacobi apostoli et roboret iam dictus Recaredus episcopus testamentum ut ista causa firma permaneat”.
3.- En 1122 se cerraba amistosamente el pleito territorial entre Compostela y Mondoñedo. Un acuerdo que expone que la Iglesia de Santiago tenga los arciprestazgos de Seaya y Bezoucos y Mondoñedo los de Trasancos, Labancengos y Arros (es decir, los citados en el documento de Alfonso III).
Si ya se ha hecho referencia a las extrañas ausencias de la sede obispal ovetense en algunos episodios, se ponen dos ejemplos más:
1.- No se menciona en la Consagración de la Iglesia de Santiago de Compostela (año 899) presidida por Alfonso III, toda la familia real, todos los obispos coterráneos y foráneos y toda la aristocracia del reino:
"Teodemirus Egitanensis episcopus conf., Gomadus Uicensis episcopus conf., Naustus Conimbricensis episcopus conf., Sisnandus Iriensis episcopus conf., Eleca Cesaraugustanus episcopus conf., Argimirus Lamecensis episcopus, Recaredus Lucensis episcopus conf., Iacob Cauriensis episcopus conf.".
2.- Tampoco en en el Concilio de 947 de Santiago presidido por el obispo Sisnado II de Santiago y el obispo metropolitano lucense Hermenegildo, donde ya se citan todas las sedes (incluidas las nuevas creadas por Alfonso III) de la provicia gótica de la Gallaecia:
“Wiliolfus […] tudensis episcopus, Rudesindus dumiensis episcopus, Gundissalus legionensis episcopus, Adovarius austoriacensis sedis episcopus, Domenicus Numantinae, quae modo Zamora nuncupatur sedis episcopus, Tudemundus salmantiensis sedis episcopus, Fredulfus auriensis sedis episcopus, Ornatus lamecencis sedis episcopus, Didacus portugalensis sedis episcopus […]”.
Ello quiere decir que la sede ovetense era subsidiaria de Lugo.
1 de Mayo dia de la clase trabajadora y por eso estamos aquí, en esta noble tribuna, como de costumbre, trabajando.
Señor Aurelio Aureolis; como vd sabrá existen varias corrientes historiográficas en torno a la cuestión de los orígenes del reino de Asturias que se combaten desde hace décadas de forma encarnizada, siendo esta cuestión junto al tema de la Guerra Civil Española la más controvertida de nuestra historia, las dos han originado ríos de tinta y bandos irreductibles.
El tema "galleguista" es un tema menor; una ocurrencia como Vd dice o una extravagancia del tipo de las de Olagüe y su revolución islámica en Occidente.
Existe una línea tradicional u ortodoxa que es la que representa Sánchez Albornoz, modernizada y matizada por autores como Ruiz de la Peña Solar. Dicha línea admite un doble componente astur y godo en los orígenes del reino que progresivamente se va "gotizando" por la influencia de los refugiados cristianos del sur y ajustándose básicamente a lo que dicen literalmente las crónicas.
A partir de los años 70 y merced a Vigil y Barbero surgió una interpretación exclusivamente indigenista del reino de Asturias y que en última instancia obedecía a una interpretación de la historia desde el punto de vista marxista. Dada la situación política española de la época tuvo un gran éxito. En sus trabajos no se admitía la inicial dualidad gótico-astur del reino; se ninguneaba a los godos y se presentaba a los asturcántabros o cantabroastures como una especie de salvajes refractarios a todo intento de dominio y que no contentos con ello depredaban sistemáticamente las zonas romanizadas de la meseta norte por lo cual se habría erigido contra ellos sistemas defensivos romanos que luego habrían aprovechado los godos y que los musulmanes en su invasión se habrían apresurado a asegurar ocupándolos con guarniciones bereberes.
Tal teoría creó escuela y ha sido sostenida con matizaciones fundamentalmente en las cátedras de la Universidad de Salamanca.
En el otro extremo está lo que se pudiera llamar el bando "goticista". Dicho bando cree firmemente en la conquista de la zona cántabroastur y niega la expedición de Wamba en el año 680. En ese sentido el reino de Asturias seria una parte del reino visigodo completamente implicada en el mismo, una de las provincias de dicho reino que resiste al empuje islámico; Arcadio del Castillo, Julia Montenegro y otros postulan dicha teoría. Las menciones a los astures en las crónicas no se referirían a un componente político-étnico-tribal sino simplemente al origen geográfico-local-provincial de unos hispanorromanos plenamente incardinados primero en el Imperio Romano y luego en el reino Visigodo de Toledo.
No tan extremistas autores como Besga Marroquín o Brosnich postulan unos orígenes hispanogodos del reino de Asturias sin asegurar que existiese tal provincia asturiense lo mismo que para el reino de Pamplona. Así Asturias como Pamplona seria un territorio de una cierta singularidad periférica pero sus estructuras políticas serian herederas directas de las godas y en este sentido estaríamos hablando de un tercer reino godo, el de Oviedo, tras el de Tolosa y el de Toledo. En definitiva, una refundación tras otra fruto de la debacle de Vouillée y de la del Guadalete. La influencia de los mozàrabes y refugiados del sur en la configuración del reino seria anecdótica ya que en dicho territorio la influencia hispanogoda era lo suficientemente fuerte para no depender de la misma. Una aportación importante de Brosnich es el tema de la misa de hostibus en relación a la narración de la batalla de Covadonga; por otra parte los trabajos de Besga Marroquín son de una gran entidad y difíciles de rebatir a pesar de algunos empecinamientos suyos como confundir a Witiza con Wímara o negar la expedición de Wamba en el 680 que la arqueología ha probado recientemente.
A pesar de algunos fallos -el mejor escribano comete algún borrón- se puede considerar a Sánchez Albornoz y a Besga Marroquín, cada uno dentro de su línea historiográfica distinta, como los autores de mas sólido nivel intelectual y con unas obras de gran empaque y difíciles de echar abajo y aunque lógicamente con matizaciones y con posibles errores, como en el caso de Sánchez Albornoz, el del despoblamiento de la cuenca del Duero que le ha costado innumerables críticas y ataques sin precedentes, algunos muy recientemente.
Dentro de la línea indigenista-salmantina, José Maria Mínguez o ya en otra onda Isla Frez o Arsenio Dacosta han aportado elementos interesantes para el debate con estudios meritorios reformando y puliendo las ideas extremistas de Vigil y Barbero.
Pero ahora y merced a las taifas autonómicas va y desque éramos pocos pare la abuela y surge una nueva teoría a lo que se ve compartida parcialmente por Aurelio y Montaña aunque éste último en su versión galleguista y el primero quizás en la asturianista. También Callaeca parece que se agarra algo a ella ya que a los "galleguistas" les viene bien.
Ésta teoría nueva llamada "de los poderes locales asturromanos" ha sido fabricada por "el cura rojo" Fdez Conde,eclesiástico y catedrático, gran conocedor de las fuentes altomedievales aunque las retuerce luego para sacar conclusiones a su gusto.
Y en su cruzada para "colarnos" toda esta historieta de los "poderes locales asturromanos" está siendo apoyado por unos jóvenes y ambiciosos arqueólogos que quieren sacar tajada del asunto.
Para ello se han inventado una potente romanización de Asturias, no ya potente sino potentísima; con Gigias y Lucus Asturums capaces de rivalizar con la mismísima Roma. Una especie de Bética norteña para entendernos que habría dado una poderosa nobleza local capaz de enfrentarse al igual que loa potentados béticos hispanorromanos al poder central del reino visigodo de Toledo.
La taifa asturiana ya tiene pues su particular y peculiar historia diferenciadora aunque eso si no basada en los ignorantes y salvajes asnos prerromano-pelagianos sino en las mucho mas apetecibles y cultísimas élites asturromanas de los poderosos señores locales tipo "el señor de Veranes". Un origen verdaderamente mucho mas noble que el de los insurrectos cabreros. Mucho mas cosmopolita y que entronca con los Niemeyeres modernos.
La farsa estaba servida. Así se inventaron una via de la Plata, otra del Oro, una Gigia de la que solo encontraron un abrevadero y una Lucus Asturum incógnita pero dispuesta a ser desenterrada en cualquier momento por algún iniciado como Carlos Montaña.
Se matan dos pájaros de un tiro o tres, o una bandada. Así se niega la unidad de España ya que el reino asturiano seria algo puramente local, de ninguna forma heredero del Visigodo; la reconquista seria un mito, el discurso pelagiano de restaurar la iglesia, la patria y el ejército de los godos también etc,etc, etc.
La ciudad de Lucus Augusti es según las excavaciones arqueológicas modernas la fundación urbana de mayor entidad de las realizadas por Roma en el N.O.
La ciudad de mayor tamaño e importancia arquitectónica. Posee, entre muchos otros edificios destacados, edifico de teatro colindante con el Foro.
VER:
http://eltablerodepiedra.blogspot.com.es/2009/09/arquitectura-y-urb...
La ciudad de Lugo, en su continuo histórico desde su fundación "augustea" a finales del siglo I a.C., alcanza a ser ciudad autónoma independiente de la invasión sueva hasta el año 460, cuando queda integrada por asalto de sus muros defensivos bajo la ocupación del invasor mercenario suevo a sueldo de francos y romanos.
Todo ello muy bien detallado en las fuentes antiguas, los suevos llegan a la Gallaecia mediante un sorteo de reparto de tierras para invadir Hispania. A ellos les toca el N.O. y serán financiados por las cortes franca y romana. Se instalan en Braga como capital. En Lugo no pudieron por que se lo impidió las fuerzas defensivas.
Es muy importante señalar como cierta historiografía señala a los suevos como primer reino independiente de Hispania, cuando la realidad histórica es que la primera entidad independiente fue la ciudad de Lugo, independiente de todos y de todo, incluidos de los suevos.
Esta independencia es la que la ciudad paga desde la caída ante los suevos en el 460 en adelante.
Las fuentes nos hacen creer que en el 741 cuando Odoario entra en Lugo por petición de Alfonso II el encalve es un páramo.
Sin embargo años antes, en el 714, los árabes cruzan todo el norte de la península desde Zaragoza para "saber que se cocía" en Lugo, la capital histórica del N.O no debía ser poca cosa en ese momento.
Muchos de los acontecimientos descritos por callaeca dan testimonio de la persecución historiográfica que ha sufrido la ciudad desde la edad media.
Un ejemplo muy llamativo: en los textos de Plinio que describen el N.O. y donde se mencionan las ciudades romanas de Astorga y Braga en el siglo I, de Lucus Augusti, Lugo, la de mayor tamaño en aquel momento según la ciencia arqueológica actual, ni rastro escrito.
La ciudad recibió en algún momento, en Europa, y por quién tenía el poder para hacerlo, una buena ración de Tipex en los textos.
A modo de ejemplo historiográfico personal me gusta llamar a Lugo como "El "Amarna" de Occidente". Creo que existen razones suficientes para comprender por que... y que no todo el mundo comparte esta apreciación.
Visiten Lugo y preguntensen que y quienes hicieron posible las murallas mas poderosas del Imperio y hoy aún a la vista en su integridad completa.
"por qué concluye usted que las joyas de la Cruz De los Ángeles proceden de Lugo" me pregunta Aurelio
Como otros estudiosos han descrito en sus trabajos esa joyas tienen un sentido de fundación imperial. Lo en ello representado es simbología augustea de fundación.
Ver:
http://www.elcomercio.es/gijon/20080905/oviedo/catedraticos-histori...
Los catedráticos de Historia sostienen que «en Oviedo no hubo una c...
http://www.lne.es/cuencas/2009/02/17/ruiz-pena-oviedo-creo-monarqui...
Dice Pedro Pacheco, resumiendo, que la reciente interpretación del Reino de Asturias como una creación de la aristocracia asturromana viene a ser otro más de los pecados del nacionalismo separatista antiespañol. Me deja pasmado.
Es cosa peligrosa interpretar las teorías historiográficas desde un punto de vista puramente político, como si los argumentos del historiador fueran sólo excusas para justificar sus prejuicios políticos. No es así: las modas historiográficas siguen sus propios ritmos, y a menudo una misma teoría es apoyada por estudiosos de ideas opuestas. Basta ver el berenjenal de celtistas - anticeltistas, nacionalistas - centralistas que se tienen montado en la vecina Galicia.
En el caso que discutimos, la idea de una Asturias fuertemente romanizada proviene, sobre todo, de los arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid que vienen excavando en Gijón y alrededores desde inicios de los ochenta. Está claro que esta gente son cualquier cosa menos nacionalistas asturianos. Si quiere usted darle una interpretación política a sus teorías, ésta no puede ser más centralista: de repente los astures pierden su cultura milenaria, se convierten en romanos provincianos y se someten sin apenas lucha a un poder centralizado. No sé dónde ve usted ninguna "taifa", a mí esto me huele más bien a Imperio Español del bueno. De hecho Carmen Ochoa, lider del grupo, no tiene empacho en sus artículos en ridiculizar lo que ella llama "el síndrome del astur invicto" que según ella se manifiesta en dos mitos paralelos, el de la resistencia heroica durante las Guerras Cántabras y el de Covadonga.
Estos arqueólogos se caracterizan también por ocultar y minimizar la importancia de la Cultura Castreña y de la Edad del Hierro, justo cuando las excavaciones nos están mostrando un milenio entero de nuestra historia y toda una riquísima cultura de la que no sabíamos nada. No me invento nada: el mismísimo Ángel Villa ha denunciado este extraño prejuicio de los romanófilos. A esta gente, por lo visto, todo lo que suene a "indígena" o a "cultura propia" les da sarpullido.
En cuanto al Reino de Asturias, el protagonismo de las élites locales me parece algo indiscutible: los núcleos de poder (Pravia, Valle del Sella, Oviedo) coinciden con zonas bien pobladas y comunicadas ya en época tardoantigua. Habla usted de un reino visigodo restaurado, comparándome Vouillé (507) con Guadalete (711), a pesar de que el primer siglo del reino de Asturias no se parecia nada al reino visigodo: ni acuñaciones, ni concilios. Después de un siglo finalmente aparece un rey, Alfonso el Casto, que refuerza la cohesión del reino y plantea una politica externa QUE SE ENFRENTA CON TOLEDO, BUSCA ALIANZAS EN EL REINO FRANCO y en lo ideologico DENIGRA LA MEMORIA DEL REINO VISIGODO, PROCLAMANDO LA VICTORIA DEL PUEBLO "CRISTIANO Y ASTUR". El goticismo surgirá un siglo después, con Alfonso III.
La suerte de Asturias es que nunca nos faltan forasteros, oh qué buenos, que nos explican que nuestra historia nunca fue cosa nuestra, que aquí no pintamos nada: hasta que vino Roma a civilizarnos esto eran sólo cuatro cabras, hasta que llegaron los visigodos los aldeanos miserables de aquí ni se atrevían a toserle a Toledo, hasta que vinieron los refugiados mozárabes en Asturias andábamos a cuatro patas y no sabíamos ni leer. ¿Cómo somos tan pánfilos de compararnos con la gloriosa aristocracia bética, Dios nos ampare?
Es un poco irritante, sobre todo si te paras a pensar que la gloriosa aristocracia bética, después de tanto cuento, acabó perdiendo la partida mientras los ignorantes, pobretones, miserables norteños ganaron.
Cristobo, esa situación descrita de que "la historia no es cosa nuestra" es aplicable a todo el antiguo reino suevo.
No creo que, en los instantes iniciales del levantamiento, las gentes de esta amplísima región septentrional hubiesen perdido la conciencia de que eran herederos de este reino, que, como espacio geográfico, va a pervivir muchos siglos más. No se puede entender la oposición a Toledo sin la implicación de todo este antiguo reino en su conjunto. Insisto en que Alfonso el Casto no hubiera conseguido nada sin la ayuda del obispo Teodomiro de Iria, con el que se fragua la "inventio" apostólica que sienta las bases de su política (ligada íntimamente con lo eclesiástico), y con el que se posibilita la legitimación del nuevo orden visigótico, que algunos definen como "neogoticismo".
La ubicación de la sede regia en Oviedo nada tiene que ver con la idea actual de Asturias, como se puede ver en la documentación, ni con los distintos conceptos identitarios modernos que tenemos en España. Y es que cualquiera de las denominaciones particulares que se le quiera atribuir, no encajan dentro del modelo de legitimidad del goticismo preexistente, o ¿cómo entender el siguiente ejemplo si no referido al antiguo reino suevo?
Dilecto filio Adefosnus [Alfonso III] glorioso regi Galliciarum (Catedral de Santiago de Compostela: Ed. Lucas Tumbo A n. 18).
El fin del neogoticismo era recuperar Hispania, establecer Toledo, ahora considerada hereje, como su capitalidad legítima (como así sucedió), además de someter imperativamente a la población a sus preceptos religiosos: p.e. Concilio de Francfurt, año 794, convocado por Carlo Magno, donde se hizo condena expresa del adopcionismo, considerado como herejía en el reino cristiano, y del que fueron practicantes en Hispania, Elipando, obispo de Toledo y Félix de Urgel y detractores, Beato de Liébana, Eterio, obispo de Osma y Teodomiro, obispo de Iria:
Apud villam quae dicitur Franchofurt ubi universali sinodo congregata...seu etiam Italie, Gallie, Gocie, Aquitanie, Gallecie...episcopis, abbatibus, monachis, presbiteris, diaconibus, subdiaconibus... (Annales de Aniano).
I Sr Don Cristobo Carrin; en esta noble tribuna hemos de estar ojo avizor para evitar que se extiendan teorías confusionistas. La memoria de nuestros primeros reyes-caudillos y su legado está en peligro.
La fuerza galleguista del Sr Beiras intenta a toda costa apoderarse o bien desvirtuar el legado de lo que se ha llamado genéricamente hasta la fecha "Reino de Asturias" embrión y origen de la nación española. Periódicamente se lanzan cortinas de humo, se siembra la incertidumbre y la confusión, desde diferentes epicentros.
Unas veces desde las cavernas mediáticas galleguistas; Beiras ha ordenado una ofensiva mediática total, otras desde la corte madrileña origen de un sinfín de desgracias para nuestro país y donde se fabrican todo tipo de componendas.
Señores! Madrid es la charlotada, es la reina castiza, es la copia repentina del estado centralista francés o el café autonómico para todos orquestado mientras jugaban al mus y tiraban pedos.
Pero dígame sr Carrín ¿quién va a hacer caso a esos profesores universitario-cortesanos que vd menciona cuando buena parte de ellos han sido inhabilitados por filtrar exámenes o por empadronar ilegalmente a arqueólogos de su palo? Su miseria intelectual y las diversas inhabilitaciones judiciales que han sufrido invalidan de plano todo su discurso.
Pero mucho mas dañina y mucho mas repulsiva es la actitud de aquellos naturales del país que se han prestado al juego conchabándose con la cuadrilla cortesana y Vd, porque le conozco, y me apena decirlo es uno de ellos y otro el sr Fdez Conde con su pandilla de jóvenes arqueólogos.
Vds se han compinchado!!! aunque con diferentes objetivos político-ideológicos con la cuadrilla cortesana que ha aterrizado para predicarnos una gran romanización que se basa en vías y ciudades míticas jamás localizadas.Que se basa en teorías peero nunca en restos tangibles más allá de cuatro villas rurales de quinta categoría desperdigadas de forma errática entre nuestras montañas.
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