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Si por algo se destacaron los antiguos egipcios, fue por su capacidad para la medicina. Y es que idearon desde tratados para intervenir de forma general a los enfermos hasta algunos que explicaban cómo evitar una resaca. Sin embargo, unos investigadores de la Universidad Brigham Young (Estados Unidos) acaban de desvelar que estaban mucho más avanzados de lo que jamás nos hubiésemos imaginado hasta ahora, pues sabían introducir clavos ortopédicos en las extremidades del ser humano para tratar las fracturas de huesos.
Fuente: ABC.es | Daily Express, 10 de julio de 2015
Así lo afirma la versión digital del diario «Daily Express», donde se señala que el doctor Richard Jackson -cirujano de la universidad de Brigham Young- ha encontrado dentro de una momia con 3.000 años de antigüedad un tornillo ortopédico de hierro de unos 23 centímetros. Concretamente, el artilugio ha sido hallado en la rodilla de este sujeto, el cual falleció entre los siglos XVI y XI a.C. A su vez, el experto ha podido determinar que el artefacto fue unido al hueso mediante resina orgánica, un producto parecido (salvando las distancias) al cemento óseo que se usa hoy en día.
Al parecer, Jackson y su equipo se asombraron tanto al descubrir este tornillo que no pudieron evitar perforar el hueso para acceder hasta él mediante una cámara artroscópica. Una vez en el interior de la rodilla se percataron de que, efectivamente, esta cirugía moderna se había llevado a cabo, y hace nada menos que 3.000 años.
La utilización de este tipo de cirugía ósea no ha sido únicamente lo que ha llamado la atención de los expertos, sino que también se han quedado asombrados por la perfección del clavo. «El pasador está hecho con un diseño parecido a los que utilizamos hoy en día para conseguir una buena estabilización del hueso», ha señalado Jackson. Así pues, parece que los antiguos egipcios ya hacían uso de este tipo de intervenciones para luchar contra las fracturas óseas.
Estos avances quedaron ya patentes en el Papiro de Ebers (1650 a.C.), un documento en el que los egipcios llegan a predecir la existencia del sistema circulatorio: «El inicio del secreto del físico: el conocimiento del movimiento del corazón y el conocimiento de este mismo. Hay vasos en cada extremidad. Por eso cada físico, cada cirujano, religioso o exorcista aplica las manos en sus dedos a la cabeza, revés, manos, estómago (…) porque todas las extremidades poseen vasos, donde el corazón habla por cada uno de ellos».
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