El Proyecto Djehuty dirigido por José Manuel Galán recupera un raro jardín funerario en la necrópolis de Draa Abu el Naga (Luxor)

Lo sabemos por las pinturas, por la iconografía: a los antiguos egipcios no les bastaba con la momificación o ser enterrados en decorados ataúdes acompañados de decenas de ofrentas rituales. El sepulcro que acogería su cuerpo camino de la vida en el más allá incluía además un pequeño jardín que, con sus plantas, sus flores y sus árboles frutales, a veces con pequeños estanques, plantara cara al árido desierto egipcio en un ideal de resurección, renovación y renacimiento.   

Pero aunque se han encontrado numerosas representaciones de estos jardines funerarios en tumbas de visires y de funcionarios, pocos arqueólogos se han topado con un jardín funerario conservado in situ como el encontrado en la necrópolis de Draa Abu el Naga por un equipo español. «Nunca se había encontrado (un jardín funerario) así en la Antigua Tebas», ha señalado el director de la misión Proyecto Djehuty, José Manuel Galán.

El huerto, de unos 3.900 años de antigüedad, ha sido descubierto en el patio frente a una tumba que data del Imperio Medio, excavada en la roca de la colina de Draa Abu El Naga a pocos kilómetros de la moderna Luxor, según ha detallado el Ministerio de Antigüedades en un comunicado. «El descubrimiento de este jardín puede ofrecer información sobre el medio ambiente y las técnicas de jardinería en la antigua Tebas (ahora Luxor) en la época del Reino Medio, hacia el 2000 a.C.», ha señalado el director del departamento de antigüedades en el Ministerio, Mahmoud Afifi.

El huerto encontrado tiene un tamaño de 3 por 2 metros, y está dividido en pequeñas parcelas cuadrangulares de unos 30 centímetros, en los que se compartimentarían los cultivos de plantas y flores. En el interior de cada espacio, delimitado con adobe, los egiptólogos españoles han detectado una pequeña capa de limo, consecuencia de haber retenido agua, lo que confirma el uso de la estructura como jardín o huerto. En una esquina del huerto, se alzaba al menos un árbol que daría sombra y cobijo a los sacerdotes encargados de las ofrendas funerarias, del que se han encontrado restos de la raíz y parte del tronco (unos 30 cm) preservados durante casi 4.000 años.

En las paredes de algunas tumbas del Imperio Nuevo (1539-1075 a.C.) se han encontrado representaciones de otros jardines funerarios a la entrada de las tumbas, junto a un par de árboles que refrescaran el recinto en medio del inmisericorde desierto. Sin embargo, hechos de adobe y construidos con poca altura, la mayoría fueron ignorados o destruidos, por lo que hay pocos datos arqueológicos al respecto.

«Si bien esta información era conocida a través de la iconografía, estaba muy poco documentada por la arqueología. Una vez más, nuestro yacimiento nos ofrece una nueva sorpresa, que nos permitirá realizar una aportación al conocimiento de la cultura y sociedad del antiguo Egipto», ha puntualizado Galán, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC).

Junto al jardín simbólico se han encontrado además piezas de cerámica de gran finura, recipientes que los egiptólogos suponen formaron parte del ritual funerario del difunto en el momento de su entierro. Un cuenco, encontrado bocabajo, ha logrado preservar casi intacto su contenido: cuatro dátiles y otros frutos pendientes de identificación.

«(El jardín) Probablemente tenía un significado simbólico, y tendría algún tipo de rol en los rituales funerarios», ha añadido Galán. Muchos rituales funerarios del Antiguo Egipto necesitaban de un estanque o zona arbórea, por lo que estos jardines servían como una pequeña representación simbólica de esas áreas verdes que los rituales exigían. Los frutos producidos por el jardín eran utilizados como ofrendas para el difunto.

Estelas de la Dinastía XIII

Además del pequeño huerto, la misión española Proyecto Djehuty, que excava desde 2002 en la necrópolis de Draa Abu El Naga, ha descubierto una pequeña capilla (46 x 70 x 55 cm) construida con ladrillos de adobe junto a la entrada de la tumba. Dentro, se han recuperado tres estelas datadas hacia la Dinastía XIII (hacia el 1800 a.C.). Una estela pertenecería a un hombre llamado Renef-Seneb, mientras que la segunda pertenece al «ciudadano Jemenit, hijo de la dama de la casa, Idenu».

«Estos descubrimientos apuntan a la relevancia del área central de Draa Abu El Naga como un lugar sagrado de una variedad de actividades de culto y religiosas durante el Reino Medio», ha apuntado el director de la Administración de Antigüedades en el Alto Egipto, Hani Abul Azm.

Fuente: A. ALAMILLOS | ABC, 3 de mayo de 2017

Fotos por gentileza del Ministerio de Antigüedades Egipcio

 
 
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Comentario por Percha el mayo 4, 2017 a las 1:53pm

El parterre de la momia

Jacinto Antón / El País

José Manuel Galán explica el último hallazgo del Proyecto Djehuty.

“Paseas para tu placer por la orilla de tu estanque, tu corazón se alegra con tus árboles y se refresca bajo tus sicomoros, feliz de que todo ello permanezca para siempre”. Así reza una inscripción en una tumba egipcia que hace referencia a un jardín funerario, un elemento sepulcral del que hay referencias iconográficas y literarias pero del que no se conocían ejemplos reales. Hasta ahora: ha aparecido uno y lo ha encontrado en su excavación en la antigua necrópolis tebana de Dra Abu el Naga (Lúxor) el equipo del Proyecto Djehuty que dirige el egiptólogo madrileño del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) José Manuel Galán.

El hallazgo, sensacional, ha sido anunciado esta mañana, en Madrid, por Galán al presentar los resultados de la campaña (la 16ª) llevada a cabo este año en el yacimiento, en el que el equipo hispanoegipcio trabaja desde 2001. “Es un pequeño jardín o huerto a la entrada de una gran tumba”, explica el director de la misión. “Ha aparecido a la izquierda del patio de la de Djehuty, al sudeste, justo debajo de las viejas casas de los habitantes de Dra Abu el Naga que fueron derruidas para ampliar la zona arqueológica”.

El jardín mide 4 X 3 metros y lo más maravilloso es que se han encontrado las semillas de las plantas cultivadas e incluso 40 centímetros del tronco de un árbol, aún en pie, un tamarisco. Produce vértigo pensar que es el mismo árbol que arrojaba sombra en los lejanos días de los faraones. El tamarisco, explica Galán, poseía un fuerte simbolismo religioso: era el árbol en el que normalmente se posaba el alma del difunto, y estaba relacionado con Osiris. Por los anillos, el tamarisco tendría 20 años cuando fue cortado.

Para recalcar la excepcionalidad del jardín, el director del proyecto apunta que los dos únicos paralelismos son el que se descubrió en Amarna, que es mucho más tardío y apareció en un contexto urbano (la capital de Akenatón), y otro hallado en Nubia.

El área donde ha aparecido el jardín, denominada Sector 10 por la misión, es una ampliación de su concesión, que inicialmente se circunscribía a las tumbas de los nobles Djehuty (que da nombre al proyecto de excavación, restauración, publicación científica y divulgación de los recintos sepulcrales) y Hery, altos funcionarios de la administración faraónica hacia el 1.500 antes de Cristo, pero que en la actualidad abarca un amplio conjunto de enterramientos y monumentos funerarios.

El Sector 10 incluye un grupo de capillas y pozos funerarios de la Dinastía XVII (1650-1550 a. de C.), pero también una tumba más antigua, de la XII (2000 a. de C.), que es la que tiene el jardín. Esa parte del yacimiento "está cinco metros por debajo del suelo moderno y a la vez, yendo hacia la carretera de la necrópolis tebana y el Nilo, vamos descendiendo en el tiempo".

Al pedirle que abunde en la excepcionalidad del hallazgo, Galán ríe, satisfecho. “Se sabía que, desde el Reino Antiguo, los egipcios cultivaban huertos en forma de parterres rectangulares elevados medio metro, con cuadrículas, y en cada cuadrado colocaban una planta, como en maceteros. Hay representaciones en las tumbas. Pues bien, eso es lo que hemos encontrado, igual que en las imágenes, pero real”. A la entrada de las tumbas, continúa el investigador, se ubicaba un pequeño jardín ritual. “Nunca se había encontrado uno, por la manía de los egiptólogos —similar a la de los saqueadores de tumbas— de meterse directamente dentro del sepulcro ignorando y despreciando lo de fuera y pensando que sólo había cosas de interés en el interior. Nosotros hace tiempo que estamos demostrando que en el exterior de las tumbas hay información muy interesante”.

La tumba del jardín fue reutilizada en las Dinastías XXI- XXII (hacia el 1000 a. de C.) y tremendamente saqueada. Pero el exterior conserva toda la cerámica que los ladrones volcaron allí y, sobre todo, el jardín. ¿Qué habían plantado allí los egipcios? “Se podrá saber al analizar las semillas. Unas grandes parecen ser de cilantro. Cada cuadrado del parterre conserva las suyas, las semillas plantadas hace 4.000 años”.

Riada en la zona

Galán cree que debió haber una riada y toda la zona se cubrió de arena muy fina, que conservó perfectamente el jardín debajo. “Los arqueobotánicos están acostumbrados a encontrar restos vegetales calcinados, pero estos se conservan perfectamente, lo que permitirá identificarlos, tenemos muchas muestras”. ¿Y podrían volver a germinar plantas de la época del Reino Medio, de tiempos de Sesostris I? “Me conformo con identificarlas”, señala Galán, que recalca que con el jardín se abre una nueva línea de investigación arqueobotánica en el Proyecto Djehuty, que arrojará información preciosa sobre el medio ambiente del Antiguo Egipto.

El jardín ya ha sido objeto de la admiración de los colegas. “El director de la misión del Metropolitan de Nueva York que excava en el palacio de Malkata, también en la ribera occidental del Nilo, me dijo: ‘Olvídate de todo lo demás que has encontrado, eso es algo absolutamente único’. Y el gran egiptólogo Richard B. Parkinson, el especialista mundial en literatura del Antiguo Egipto, me espetó: '¡Habéis encontrado el jardín de Sinuhé!’” (el Sinuhé de las fuentes egipcias, que sirvió a Sesostris I, no el de Mika Waltari).

¿Y qué se ve actualmente del jardín? “Fue apareciendo. Al principio unos pequeños adobes que pensábamos que eran el brocal de otro pozo funerario . Pero fueron saliendo más y la estructura de cuadrícula del jardín. Y cuando llegamos a la tierra fértil cambió el color y aquello estaba lleno de semillas, y el árbol en pie”.

La campaña, patrocinada por Técnicas Reunidas e Indra, ha arrojado muchas otras cosas maravillosas, como una capilla de adobe con estelas también de la Dinastía XII y una de ellas aún con un resto de tela que la envolvía como un visillo, y muchas momias. Es sabido que Galán no es un apasionado de las momias como otros, pero señala que la campaña ha sido excepcionalmente rica en ellas. “Excavando una pequeña habitación entre las tumbas de Hery y Baki, supervisor del ganado de Amón, reutilizada en época ptolemaica, han salido muchas de animales y humanas. Se conservan muy bien. Las humanas incluso muestran muy clara la incisión para eviscerar los cadáveres, y las uñas y el pelo perfectos. Es muy impresionante. Ha salido una de las más espectaculares que he visto nunca, de hombre, que conserva hasta el vello púbico. Algunas han sido desnudadas por los saqueadores pero no las desmembraron como solían hacer. Hemos hecho radiografías y TAC. También hay niños”. Entre las de animales han aparecido algunas especies nunca antes halladas en un registro que incluye una amplísima variedad, incluidas momias de águilas, búhos y pelícanos. “las nuevas que han salido son de serpiente y de musaraña, dos animales relacionados con el renacer del sol”. También ha aparecido mucha tela, parte importante de los ajuares funerarios, incluido algún sudario ptolemaico con inscripción en griego.

Galán está especialmente contento de los trabajos de acondicionamiento que se han hecho en la tumba de Djehuty, con iluminación exterior y nuevo cerramiento. “El recinto tiene ahora una atmósfera preciosa. Esperamos poder abrirlo a las visitas en un par de años”.

Ambiente tranquilo

Del ambiente que se respira en Lúxor, el investigador afirma que está todo tranquilo. “Se ven más turistas, el zoco lleno y la gente está más animada, ya no están tan tristes”. En cuanto al tema de los secretos de la tumba de Tutankamón, “se ha apagado mucho, todo parece estar aparcado, a la espera de los nuevos estudios, más calmados”. Galán dice que no es optimista en que se vayan a encontrar cámaras nuevas. “Nunca me ha sonado bien el asunto. Sobre todo me extrañaba que Howard Carter, a quien admiro mucho como arqueólogo, no hubiera visto nada. Puede que los espacios que parecen haberse detectado sean huecos naturales entre las piedras. Encontramos mucho de eso en nuestras tumbas, que no dejan de estar al otro lado del Valle de los Reyes y tener la misma estructura geológica”.

¿Y rumores?, ¿qué circula por la necrópolis? “La verdad es que no he oído nada de interés, pero nunca se sabe, la gente es discreta”.

A nivel humano, el mudir Galán destaca la gran piña que hace su equipo y la manera en que su capataz, el célebre rais Alí Farouk, afronta la crisis de los cincuenta, con hiperactividad.

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