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"Megalito" zoomorfo conocido como la "Mesa de los Sacrificios", desde el noreste.
Conocido desde antiguo como "la Mesa de los Sacrificios", por creer que podría tratarse de un altar rupestre prerromano vettón o de un monumento megalítico correspondiente a tiempos anteriores, se trata de una peña de unos dos metros de largo, la mitad de ancho y alto y unos dos mil quinientos kilos de peso, de evidente aspecto zoomorfo, burdamente calzada (la pata trasera derecha está casi fuera poniendo en peligro la estabilidad del monumento), con una serie de piedras que simulan tres patas.
Megalito desde el suroeste.
Pongo megalito entre comillas porque aunque eso es lo que parece e incluso lo que podría ser este sorprendente monumento, es muy posible que, en sentido estricto, no se trate de una de esas obras realizadas por la especie humana desde el Neolítico al Bronce (4000-1000 a C. aproximadamente).
Dentro de la variada gama de aquellos milenarios monumentos (dólmenes, menhires, crómlech y alineamientos, principalmente) destinados a rendir culto a los dioses y a los muertos y a otras finalidades no bien conocidas, este de El Hoyo podría tratarse de uno de los más simples del primer grupo (dólmenes o mesas), constituidos por una gran piedra superior que soportan, en posición más o menos horizontal, tres o más patas, aunque el tamaño y características de los elementos que lo constituyen (patas cortas y de pequeño y piedra superior también pequeña y de aspecto zoomorfo), difieren bastante de las que suelen integrar los megalitos prehistóricos.
Megalito en forma de mesa de parecida forma al de El hoyo de Pinares.
El hecho de que ni en el cerro donde se encuentra el megalito de El Hoyo de Pinares, ni en los alrededores, se hayan encontrado otros vestigios de la presencia humana en la prehistoria (cerámicas, estructuras defensivas o de habitación, restos de otros posibles megalitos, etc.), es otra particularidad que parece jugar en contra de la adscripción de este monumento a la época megalítica, aunque sin descartarla del todo.
Nos queda la época prerromana, la vettona concretamente, a la que podría adscribirse este monumento, caracterizada, entre otras cosas, por la erección de las enigmáticas esculturas zoomorfas representativas de toros y cerdos de muy probable finalidad mágico ritual, pero todas las obras de este tipo que hoy se conservan, de más o menos lograda factura, están talladas en su totalidad, fuera de contexto (cambiadas de lugar), dañadas muchas de ellas y reacondicionadas (caso de los vecinos Toros de Guisando) y no del tipo que se está tratando. Por lo dicho, sería un milagro el que este monumento, dada su vulnerabilidad, hubiese sobrevivido intacto durante dos o más milenios.
Escultura zoomorfa vettona, representativa de un cerdo procedente del castro vettón de las Cogotas.
Otra posibilidad es que el monumento sea medieval y relacionarse con los vecinos asentamientos medievales (visigodos y plenomedievales) conocidos como "la Sepultura del Moro", situado 2,5 km al noroeste (40º, 30´ 57" N 4º 22´58") o "San Vicente" y "Navaserrada" sito otros 2,5 km al sureste de El hoyo de Pinares, en los que recientemente he hallado unas curiosas piedras presuntamente rituales, que pronto presentaré en Terrae.
Monumento funerario de época romana, reutilizando esculturas zoomorfas vettonas, conocido como "los Toros de Guisando".
Tampoco se debe descartar el que el monumento se erigiese en épocas posteriores, la Baja Edad Media e incluso la Moderna y que pudiese estar relacionado con la Mesta pues unos kilómetros al suroeste transcurre la Cañada Real Leonesa Oriental y un cordel por la misma base del cerro donde se halla el monumento. Pero en cualquier caso asegura Juan Carlos Ayuso (mi colaborador en este trabajo y entusiasta de este monumento y de todo lo antiguo existente en este pueblo de la zona de Pinares abulense), que el "megalito" es conocido desde "SIEMPRE", un siempre que al menos se retrotae dos o tres siglos.
Y esto es lo que se puede decir de este original "megalito" cuya incierta cronología y función no le restan espectacularidad e interés pues no deja de ser un monumento obra de dos actores: el hombre, que seleccionó y situó las piedras; y la naturaleza, que tuvo el capricho de modelar la superior dándola aspecto de animal, lo que sin duda motivó la acción humana.
Un saludo
Recuerda a algo que hay en el Aralar navarro, aunque no se ve tan claro como este.
Gracias por intervenir Pedro,... pero me gustaría saber qué es lo que conoces en el Aralar que se parece a esto. Un saludo.
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