El complejo arqueológico de Cerro Tambo Real, en Batán Grande, Ferreñafe, Perú.

EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE “TAMBO REAL” Y ZONAS NO ARQUEOLÓGICAS INCLUIDAS EN EL PARQUE ARQUEOLÓGICO DE BATÁN GRANDE.

 

Por : José Maeda Ascencio

 

Tambo Real es un sector situado en la parte sur oeste del poblado de Batán Grande delimitado por la formación orogénica más septentrional de la Cordillera de los Andes y el área que corresponde a los límites del Santuario Histórico del Bosque de Pomac; al sur, tiene un flanco natural que es el cerro Tambo Real, histórico por ser sitio en donde pernoctó Francisco Pizarro en su paso a Cajamarca; el flanco orogénico lo constituyen Cerro La Calera, Cerro La Mina, Cabeza de León y Los Calabozos; Tambo Real es, arqueológicamente, un asentamiento de construcciones mayormente de piedra correspondiente al Período Inca Provincial (ca. 1350 d.C), hoy cubiertos por arena, producto de la dinámica aluvional que han hecho de este sector un área de arena estacionaria.

En 1981 la estudiante de arqueología Anne Helsey hizo excavaciones para estudiar su arquitectura y alfarería (Tesis de Bachellor en Arqueología, Universidad de Princeton, EE.UU); en realidad el estudio fue somero, de una pequeña área en el lado Este del Complejo Arqueológico, con presencia de zapotes (Capparis angulata) en pequeña escala y especies arbustivas como el Vichayo (Capparis ovalifolia).

El Antiguo Canal Taymi, prehispánico, así como el camino pre-Inca (Capac Ñam), pasan por Tambo Real y sus detalles son formidables.

En un recorrido que acompañe al Dr. Christhoper Donnan, el arqueólogo encontró pedazos de escoria, producto de la fundición de cobre con arsenopirita, el ya conocido bronce arsenical; estas muestras evidencian labor metalúrgica en el área que podría ser elucidada con futuras excavaciones en el sector completamente cubierto por arena; algunos cimientos y sobrecimientos de roca están expuestos y otros están a una profundidad de un metro a más.

El sitio corresponde a un conjunto de construcciones al parecer, de uso de control del área agrícola, erigidos en el mismo período (Período Tardío, ca. 1350 a 1460 d.C.), tales como el complejo de construcciones de adobe de Cintu, que se podía observar en el lado izquierdo de la antigua carretera que une a Batán Grande con la Curva de Pátapo, en el lado norte de Cerro Cintu; el Canal Taymi prehispánico corre al lado de este complejo que fue destruido en buena parte por las torrenciales lluvias de 1983; en el lado Este de este complejo de adobe, se ubica el formidable Tambo Inca de Posope, cuyas medidas y ubicación incluye Helsley en su trabajo de tesis.

En este sector aún se pueden observar antiguos surcos en tierras agrícolas, destacando los surcos en “Culebrina”, de data prehispánica, que fueron irrigados con aguas del Taymi. Sin embargo, en el Complejo Tambo Real no hay terrenos agrícolas en su derredor, aun cuando el Taymi cruza todo el Complejo Arqueológico; esto quizás se deba a la naturaleza arcillosa del suelo, diferente a la textura de Regolita en el sector de Cintu.

 

EL PARQUE ARQUEOLÓGICO DE BATÁN GRANDE

Así se denomina al área delimitada propiciada por la presencia del Complejo Metalúrgico de Cerro Los Cementerios, así rebautizada por el Dr. Izumi Shimada, lo que los batangrandinos cococen como La Calera y Cerro La Huaringa; en efecto, un pequeño mausoleo prehispánico Sicán (ca. 800 al 1,100 d.C.) fue excavado y saqueado en los años setenta; piezas de oro y gran cantidad de objetos de bronce arsenical fueron extraídos por huaqueros de la zona de Batán Grande; nunca se supo que piezas fueron, a pesar de nuestras indagaciones.

El área contenía por lo menos más de 20 o 30 batanes de granodiorita, que los pobladores fueron removiéndolos y llevándolos a sus casas en donde, escasamente, se conservan en el pueblo de Batán Grande.

Los batanes y sus “Chungas “ o “Manos”, abundaban aquí; las “Chungas” son rocas de tipo “canto rodado” grandes, también de granodiorita (mica, feldespato y cuarzo) que las hacen propicias para triturar el mineral de cobre y arsenopirita, que luego eran llevadas a los peculiares hornos de fundición labrados en el suelo y revestidos con arcilla refractaria.

 

El área de fundición y laboreo metalúrgico en gran escala es localizado aquí, en Cerro Los Cementerios, en donde también se trabajó el Oro o mejor dicho, la Tumbaga que es una aleación de oro y bronce arsenical, con la que elaboraron las formidables piezas de uso suntuario o funerario mayormente, hoy exhibidos en museos de Perú y el mundo, extraídos de sus formidables Templos Monumentales o “Huacas” desde el año 1936 para ser precisos, en los cementerios del Bosque de Pomac, iniciándose estos acontecimientos con el hallazgo del famoso Tumi de Oro de Batán Grande, publicado por el autor en varios medios y últimamente en el Boletín de Lima Año 39, Volúmen XXXIX número 189.

En los sitios aledaños, especialmente en las laderas y terrenos bajos de los cerros La Mina, Cabeza de León y Los Calabozos, no hay presencia alguna de evidencias arqueológicas, menos de laboreo metalúrgico; he recorrido el área desde el año 1983; ese año logré observar y fotografiar estos cerros revestidos de verde por el nacimiento y crecimiento de “Cayhuilla”, una Caigua pequeña de unos 2 a 3 cms de largo y el “Tomatillo”, un tomate pequeñito parecido a la cereza, que son plantas silvestres que crecen cuando hay presencia de El Niño, que en la zona de Batán Grande suele ser de Medio a Torrencial, como en los años 1970, 1983 y 1997.

En 1983 las lluvias llegaron a 333 mm de altura por metro cuadrado y la aparición de gran cantidad de grillos que mi observador padre José Maeda Montenegro calculó hasta en siete kilos por vivienda en Batán Grande y gran cantidad de sapos que eran aplastados por los automóviles que recorrían la antigua carretera que iba a  Chiclayo.

Fenómeno parecido al que escribe y detalla el escribano Francisco Alcócer Valdiviezo que observó las torrenciales lluvias del año 1578, comentada por el historiador chiclayano Lorenzo Huertas Vallejos, de la Universidad Mayor Nacional de San Marcos (1987:  "Ecología e Historia: Probanzas de Indios y Españoles referentes a las catastróficas lluvias de 1578 en los Corregimientos de Trujillo y Saña. Francisco Alcócer, Escribano receptor”; CES Solidaridad, Chiclayo; 208 páginas).

Toda esta zona geomorfa está constituida por suelos arcillosos de textura compacta, difíciles de cultivar, aun cuando en su lado Oeste, a un kilómetro aproximadamente, pasa el Canal Taymi prehispánico y sin presencia de “Huacas” o arquitectura alguna prehispánica.

Construcciones prehispánicas hay en Cerro Los Mellizos, muy lejos de la zona en mención, a unos diez kilómetros, en el sector de “El Portachuelo”, en donde posiblemente hubo actividad de laboreo metalúrgico del bronce arsenical; son construcciones de roca en forma rectangular, al parecer, para pernoctación de los metalurgistas.

En el sector de la estribación andina de los cerros citados, que constituyen un cordón orogénico que va hasta Cerro Cintu en su extremos sur, las quebradas que se forman durante las lluvias torrenciales dejan “Jahueyes” o pequeños puquios de agua y la fuerza del agua acarrearon bloques ciclópeos de rocas ígneas graníticas y también metamórficas como rocas cuarcíferas y silicatos utilizados en construcción.

Pasando el cerro El Portachuelo se aprecia la instalación de maquinaria y trituradoras de roca legalmente posicionadas que explotan, precisamente, el material rocoso estas quebradas. Los terrenos ubicados debajo de los cerros desde La Mina hasta El Portachuelo tienen posesión legal y sus propietarios han inscrito legalmente sus posesiones y hasta han formalizado por escritura, empresas mineras no metálicas que solo están en el papel, pues la delimitación del Parque Arqueológico de Batán Grande, los afecta, aun cuando en mi opinión, no están en área estrictamente arqueológica, físicamente hablando.

Ahora hay cierto conflicto entre funcionarios de gobierno del área de Cultura, que contradicen sus informes; para no afectar o posiblemente no “recortar” el Parque Arqueológico, tendrán que recurrir posiblemente al tema de que serían “áreas de contexto arqueológico”, en el tema de laboreo metalúrgico prehispánico, incluso sin haber restos arqueológicos que físicamente lo sostengan.

El autor es tenaz defensor del patrimonio arqueológico y cultural de mi país y en especial de la zona del Valle La Leche, en donde crecí, recorriendo desde hace más de cuarenta años, sus bosques, cerros, montañas como Chaparrí, Cerro Colán en Mochumí Viejo, Cerro Negro y la gran Quebrada de Sincate en el mismo sector; en realidad casi todo el Valle Medio de La Leche incluyendo un largo y sistemático estudio histórico y etnohistórico basado en documentos primarios escritos desde el año 1595 en castellano antiguo, transcritos paleográficamente.

La visión de protección arqueológica de todo nuestro Patrimonio cultural, creo que no puede afectar, de ninguna manera, la explotación de recursos naturales en el área de minería no metálica, siempre que ésta sea controlada como se hace en el tema de la explotación de madera, debidamente reglamentada.

Este trabajo, pretende eso : conservar, proteger, sin afectar al responsable empresario y no detener las actividades productivas y de transformación en nuestro país, apoyando siempre desde nuestras trincheras, la encomiable labor de los funcionarios que velan por la protección de nuestro Patrimonio Cultural invalorable, de nuestro Perú.

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