Foto: Interior de una cueva que los arqueólogos mexicanos creen que conducía a Xibalbá, el inframundo maya.- EFE.



Arqueólogos mexicanos descubren en Yucatán una red subterránea de templos que los mayas empleaban para honrar a Xibalbá.

Vía: ELPAÍS.com / EFE - Madrid / México - 14/08/2008

Un peligroso descenso por pendientes y barrancos. Al fondo, el cauce de varios ríos, uno de sangre, que desembocan todos en cuatro caminos, uno rojo, uno blanco, uno amarillo y uno negro, que se cruzan. Sólo este último llega hasta Xibalbá. Así describe el Popol Vuh -el libro sagrado de la mitología maya- el camino hacia el mundo de los muertos. Ahora, un equipo de investigadores ha descubierto en el Estado mexicano de Yucatán una red subterránea de cuevas que podría haber sido para los antiguos mayas una recreación de la entrada a este inframundo.

Foto: Los señores de Xibalbá.

Los espacios de culto hallados, construcciones muy elaboradas ubicadas en espacios de muy difícil acceso -hoyos de hasta 40 metros- servían, según los científicos, para reverenciar a Xibalbá. Dentro de una de las cuevas, una calzada de casi cien metros de largo, bien cimentada, gira intencionadamente hacia una especie de lago, custodiado por una columna de estalactitas y estalagmitas que se asemejan a una ceiba, el árbol de la vida para los mayas.

El hallazgo, ubicado dentro del proyecto El culto al cenote en el centro de Yucatán, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), parece reproducir lo asentado sobre las creencias mayas en fuentes históricas como el Popol Vuh, de acuerdo con este organismo.

Estas cuevas, con patrones similares al de la Cueva de Balakanché, en Chichén Itzá, presentan una especie de portal natural tapiado con piedras labradas, con un pequeño acceso que apenas llega al metro de altura. En estos espacios se hallaron restos óseos humanos y ofrendas funerarias, entre ellos, una vasija de hace 1.900 años. Hasta el momento, se han encontrado catorce de estos sitios con elementos rituales.

Un filón de esta cultura prehispánica

Según el INAH, las investigaciones se ampliarán próximamente para explorar los vestigios del culto subterráneo. Yucatán alberga muchos vestigios de los mayas, como las ciudades de Uxmal y Chichén Itzá. Los arqueólogos creen que la tupida selva que cubre el Estado oculta muchos más restos de esta cultura prehispánica.

En crónicas de 1562 sobre la persecución de la idolatría tras la Conquista española, se mencionan 17 cuevas y cenotes donde se efectuaban ritos mayas, de los que nueve han sido localizados por los arqueólogos. Siete de ellos contenían restos óseos, dos en gran cantidad.


(2) Eran los espejos para los mesoamericanos una puerta al "otro mundo"

Vía: El Financiero en línea

México, 13 de agosto.- Para los antiguos habitantes de Mesoamérica, los espejos eran más que unos simples objetos de uso cotidiano, los concebían como algo mágico con el cual podían, además de adivinar el porvenir, comunicarse con sus ancestros, sus dioses y con el "otro mundo".

Dichos instrumentos no eran utilizados por toda la población, su carácter mítico reducía su uso a las grandes ofrendas colocadas en los monumentos de la ciudad, así como por los gobernantes, destacados guerreros y gente de élite, pues proporcionaban estatus.

Por sus cualidades (adivinatorias, fuente de conocimiento y como puerta de entrada al otro mundo), en las culturas olmeca, tolteca, maya y teotihuacana, entre otras, el espejo, hecho en ese tiempo de pirita, se concebía como un objeto que mostraba más que un simple reflejo de la realidad.

La pirita es un mineral metálico de color amarillo y con formas geométricas cúbicas, octaédricas o dodecaédricas casi perfectas.

Lo anterior, porque de acuerdo con Gregory Pereira, investigador, al mirarse en el espejo de pirita, uno se veía, inevitablemente transformado, fraccionado por las múltiples incrustaciones que lo componían.

Pereira pertenece al grupo "Las formas expresivas en México, Centroamérica y el Suroeste de Estados Unidos: dinámicas de creación y transmisión", que forma parte de una red internacional de investigación, bajo la tutela del INAH.

El espejo de pirita era conocido desde la época olmeca, en ese entonces, estaba hecho de una sola pieza que se caracterizaba por tener una superficie cóncava y era utilizado, probablemente, como parte de las ofrendas.

Sin embargo, su apogeo y distribución en Mesoamérica -señala el investigador en el artículo "La materia de las visiones: consideraciones acerca de los espejos de pirita prehispánicos", publicado en el más reciente número de "Diario de Campo", publicación interna de la Coordinación Nacional de Antropología- corresponde al clásico temprano (150/200-600 d.C) y parece estrechamente vinculado con Teotihuacan.

"Este nuevo material se acompaña con varias innovaciones técnicas. Ya no se trata de elementos tallados en una sola pieza, sino de artefactos conformados por diversos compuestos. Constan de una base circular, a veces cuadrada, realizada a menudo con pizarra o arenisca sobre la cual se aplica un mosaico formado por incrustaciones poligonales de pirita", comentó.

Además de Teotihuacan, la ciudad de los dioses, los espejos, fueron utilizados con gran interés en el mundo maya, muestra de ello es la gran cantidad de estos objetos reportados en el sitio arqueológico de los Altos de Guatemala, la influencia llegó, incluso al norte de Michoacán y el Bajío, hasta las regiones norteñas de Zacatecas.

Durante el clásico tardío o epiclásico (600-900 d.C.) y, pese a la caída de Teotihuacan, los espejos se siguieron utilizando en diversas regiones de Mesoamérica.

Photo: Archaeologists Victoria Rojas (front) and Lara Hindersten (back) work at a site in the village of Tahtzibichen, in Mérida, the capital of Mexico's Yucatán state, on April 12, 2008. Mexican archaeologists announced in August the discovery of a maze of stone temples in underground caves, some submerged in water and containing human bones. Ancient Mayas likely considered the construction a portal for dead souls to pass into the underworld, scholars say. Photograph by Tammara Thomsen/HO/Reuters.

Pereira menciona que para el postclásico temprano, estos artefactos fueron transformados.

"Las exploraciones en Tula y Chichén Itzá revelaron la existencia de espejos de grandes dimensiones, ahora elaborados en discos de madera y sobre los cuales se colocaron complejos mosaicos, que además de pirita tienen otros materiales, como la turquesa, además de metal. En esta época los espejos están vinculados con el sol", precisó.

De acuerdo con el autor, la asociación que se da en este periodo, entre el espejo y el sol, se debe a las propiedades físicas de la pirita entre las que destaca la capacidad que tiene ese material para producir fuego.

El espejo, por lo que se puede apreciar, desempeñó otro tipo de funciones de las que actualmente tiene, significó la puerta de comunicación con los dioses o ancestros, y por lo mismo, fungió como una fuente de conocimientos ocultos, oráculos o presagios, ya que de él podían emerger, según lo demuestran algunos textos e imágenes, seres procedentes de otros mundos. (Con información de Notimex/JOT)

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