Un equipo de científicos ha descubierto huesos fósiles de Homo Sapiens de hace unos 300.000 años en Jebel Irhoud, Marruecos, que representan la evidencia fósil más antigua datada con certeza de nuestra especie.
La datación es 100.000 años previa a los fósiles de Homo sapiens más antiguos conocidos hasta ahora. Los descubrimientos -detallados en dos artículos que se publican en la edición de este jueves de la revista Nature- revelan una compleja historia evolutiva de la humanidad que probablemente involucró a todo el continente africano.
El hallazgo corresponde a un equipo de investigación internacional dirigido por Jean-Jacques Hublin del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania, y Abdelouahed Ben-Ncer , del Instituto Nacional de Arqueología y Patrimonio (INSAP), en Rabat.
Foto: El paleo-antropólogo francés Jean-Jacques Hublin (d) y Abdeluahed Ben-Nacer, del Instituto Nacional de Arqueología y Patrimonio de Marruecos posan con un cráneo de 'Homo Sapiens' descubierto en ese país el 6 de junio de 2017 (afp_tickers)
Tanto los datos genéticos de los seres humanos actuales como los restos fósiles apuntan a un origen africano del Homo sapiens. Anteriormente, los fósiles de esta especie más antiguos y con datación segura eran conocidos del sitio de Omo Kibish, en Etiopía, fechado en hace 195.000 años. En Herto, también en Etiopía, un fósil Homo sapiens está fechado hace 160.000 años.
Hasta ahora, la mayoría de los investigadores creían que todos los seres humanos que vivían hoy descendían de una población que vivía en África Oriental hace unos 200.000 años. "Solíamos pensar que había una cuna de la humanidad hace 200.000 años en el este de África, pero nuestros nuevos datos revelan que el 'Homo sapiens' se extendió por todo el continente africano hace unos 300.000 años. Mucho antes de la dispersión fuera de África del 'Homo sapiens', hubo dispersión dentro de África", dice el paleoantropólogo Jean-Jacques Hublin.
El sitio marroquí de Jebel Irhoud ha sido bien conocido desde la década de 1960 por sus fósiles humanos y por sus artefactos de la Edad Media de la Edad de Piedra. Sin embargo, la interpretación de los homínidos de Irhoud ha sido complicada por las persistentes incertidumbres que rodean su edad geológica. El nuevo proyecto de excavación, que comenzó en 2004, dio lugar al descubrimiento in situ de nuevos fósiles de Homo sapiens, aumentando su número de seis a 22.
Estos hallazgos confirman la importancia de Jebel Irhoud como el sitio más antiguo y más rico de homínidos de la Edad Media de la Edad de Piedra en África, una etapa temprana de nuestra especie. Los restos fósiles de Jebel Irhoud comprenden cráneos, dientes y huesos largos de al menos cinco individuos. Para proporcionar una cronología precisa de estos hallazgos, los investigadores utilizaron el método de datación por termoluminiscencia sobre pedernales calentados encontrados en los mismos depósitos. Estos pedernales eran de aproximadamente hace 300.000 años y, por lo tanto, empujan hacia atrás los orígenes de nuestra especie en 100.000 años.
"Los sitios bien datados de esta época son excepcionalmente raros en África, pero tuvimos la suerte de que muchos de los artefactos de pedernal de Jebel Irhoud habían sido calentados en el pasado", dice el experto en geocronología Daniel Richter (izquierda), del Instituto Max Planck en Leipzig (Alemania). "Esto nos permitió aplicar métodos de datación de termoluminiscencia sobre los artefactos de pedernal y establecer una cronología consistente para los nuevos fósiles de homínidos y las capas sobre ellos", explica Richter.
La morfología facial humana, desde el inicio
Además, el equipo pudo recalcular una edad directa de la mandíbula Jebel Irhoud 3 encontrada en los años 60, que había sido previamente fechada en hace 160.000 años atrás por un método especial de datación por resonancia de spin de electrones.
Utilizando nuevas medidas de radioactividad de los sedimentos de Jebel Irhoud y como resultado de mejoras metodológicas, la nueva edad calculada de este fósil está de acuerdo con las edades termoluminiscentes y mucho más antiguas de lo que se había realizado anteriormente. "Utilizamos métodos de datación de vanguardia y adoptamos los enfoques más conservadores para determinar con precisión la edad de Irhoud", añade Richter.
El cráneo de los seres humanos modernos que viven hoy se caracteriza por una combinación de rasgos que nos distinguen de nuestros parientes fósiles y antepasados: una cara pequeña y una caja del cráneo globular. Los fósiles de Jebel Irhoud exhiben un rostro y dientes de apariencia moderna y una coraza grande, pero de apariencia más arcaica. Hublin y su equipo utilizaron exploraciones micro tomográficas computarizadas de última generación y análisis de forma estadística basados en cientos de medidas 3D para mostrar que la forma facial de los fósiles de Jebel Irhoud es casi indistinguible de la de los seres humanos modernos que viven hoy.
Sin embargo, en contraste con su morfología facial moderna, la cría de Jebel Irhoud conserva una forma arcaica algo alargada de la cintura. "La forma interna de la caja del cráneo refleja la forma del cerebro", explica el paleontólogo Philipp Gunz (derecha), del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig. "Nuestros hallazgos sugieren que la moderna morfología facial humana se estableció desde el principio en la historia de nuestra especie y que la forma cerebral y posiblemente el cerebro, que se desarrolló dentro del linaje del 'Homo sapiens'", dice Philipp Gunz.
Las comparaciones de ADN antiguo extraído de neandertales y denisovanos y el ADN de los seres humanos actuales revelaron diferencias en los genes que afectan al cerebro y el sistema nervioso. La morfología y la edad de los fósiles de Jebel Irhoud también corroboran la interpretación de un enigmático cráneo parcial de Florisbad, al sur África, como uno de los primeros representantes del Homo sapiens.
Los primeros fósiles Homo sapiens se encuentran en todo el continente africano: Jebel Irhoud, Marruecos (300.000 años), Florisbad, Sudáfrica (260.000 años) y Omo Kibish, Etiopía (195.000 años), lo que indica una compleja historia evolutiva de nuestra especie, posiblemente involucrando a todo el continente africano.
"Se ha descuidado el norte de África en los debates sobre el origen de nuestra especie. Los espectaculares descubrimientos de Jebel Irhoud demuestran las conexiones estrechas del Magreb con el resto del continente africano en el momento de la emergencia del 'Homo sapiens'", dice Abdelouahed Ben-Ncer. Los fósiles se encontraron en depósitos que contenían huesos de animales que mostraban evidencia de haber sido cazados, siendo las gacelas la especie más frecuente.
Las herramientas de piedra asociadas con estos fósiles pertenecen a la Edad Media de Piedra y los artefactos de Jebel Irhoud muestran el uso de técnicas de Levallois y las formas puntiagudas son las más comunes. La mayoría de las herramientas de piedra se hicieron de sílex de alta calidad importados en el sitio. Las hachas de mano, una herramienta comúnmente encontrada en sitios antiguos, no están presentes en Jebel Irhoud.
Los conjuntos de artefactos de la Edad Media de Piedra, como el que se recuperó de Jebel Irhoud, se encuentran en toda África en este momento y probablemente hablan de una adaptación que permitiera que el Homo sapiens se dispersara a través del continente.
"Los artefactos de piedra de Jebel Irhoud parecen muy similares a los de depósitos de edad similar en el este de África y en el sur de África, dice el arqueólogo del Instituto Max Planck, Shannon McPherron (izquierda). Es probable que las innovaciones tecnológicas de la Edad Media de Piedra en África estén relacionadas con la aparición del 'Homo sapiens'".
Los nuevos hallazgos de Jebel Irhoud elucidan la evolución del Homo sapiens y muestran que nuestra especie evolucionó mucho antes de lo que se pensaba anteriormente. La dispersión del Homo sapiens en toda África alrededor de 300.000 años es el resultado de cambios tanto en la biología como en el comportamiento.
Guillermo Caso de los Cobos
BBC Mundo también se eco de este sensacional descubrimiento, del que destacamos la conclusión del profesor Chris Stringer:
"Tenemos que apartarnos de la idea de que hubo una 'cuna' única", dijo Stringer, quien no participó en el nuevo estudio.
El profesor plantea la posibilidad de que el Homo sapiens incluso pudiera haber existido fuera de África al mismo tiempo: "Tenemos fósiles en Israel que tienen probablemente la misma edad y muestran lo que podría describirse como características de proto Homo sapiens".
Otra posibilidad es que los humanos primitivos tuvieran cerebros más pequeños, caras más grandes, arcos superciliares más fuertes y dientes más grandes y aun así haber sido Homo sapiens.
Pudieron haber existido incluso hace medio millón de años, lo cual modificaría de forma importante lo que los estudios de los orígenes humanos habían determinado hasta hace relativamente poco.
"Hace 20 años me decía que la única cosa que deberíamos llamar Homo sapiens es el ser humano que se parece a nosotros. Esto era un punto de vista de que el Homo sapiens apareció repentinamente en África en algún momento en el tiempo, y que fue el comienzo de nuestra especie", dice Stringer.
"Pero ahora parece que me equivoqué", le dijo a la BBC.
Y en Gizmondo concluye:
“Solía argumentar que los seres humanos anatómicamente modernos, incluyendo los fósiles que esencialmente se parecen a nosotros, son el único grupo que debería llamarse Homo sapiens. Ahora creo que los humanos anatómicamente modernos son sólo un subgrupo dentro de la especie Homo sapiens, y que debemos reconocer la diversidad de formas dentro de los primeros Homo sapiens, algunos de los cuales probablemente se extinguieron”.
8 Jun 2017
Guillermo Caso de los Cobos
La aventura del ‘Homo sapiens’ empezó antes de salir de África
El origen de nuestra especie está en África. Esta es una de las teorías de mayor consenso en el campo de la evolución humana. Los estudios genéticos de las últimas décadas apuntan de forma uniforme al continente africano como origen de toda la diversidad humana actual. La evidencia “dura” la proporcionaban los restos fósiles hallados en yacimientos como los de Herto y Omo en Etiopía que, con 180.000 años de antigüedad, mostraban ya algunos de los rasgos que consideramos exclusivos de nuestra propia especie.
Sin embargo, y a pesar de dedicar tanto esfuerzo a descifrar nuestros orígenes, Homo sapiens era irónicamente la especie sin pasado, la que aparecía de la nada, sin un antepasado claro en el continente africano. En otras palabras, sabíamos que veníamos de África, pero apenas teníamos idea de qué había sucedido allí.
Los hallazgos fósiles del yacimiento de Jebel Irhoud en Marruecos, y su nueva datación –en torno a los 300.000 años– comienzan a cubrir un vacío importante. Estos huesos, de gran tamaño cerebral y una cara muy parecida a la nuestra, podrían representar a los ancestros directos de los humanos modernos.
Aunque carecen todavía de los rasgos que se consideran exclusivos de Homo sapiens –como la frente vertical, el cráneo alto y abombado o nuestro característico mentón–, son mucho más gráciles y parecidos a nosotros que la mayoría de los restos conocidos para este periodo. Por eso, bien pueden representar la raíz del linaje que culminó con nuestro propio origen.
El descubrimiento de Jebel Irhoud nos recuerda que África es grande, y que los paleoantropólogos hemos sido ingenuos creyendo que lo complicado de nuestra historia comenzaba cuando Homo sapiens abandonaba su cuna hace unos 100.000 años. Creíamos que solo al salir de África empezaban las aventuras para los humanos modernos, al enfrentarnos a un clima mucho más cambiante y árido, a paisajes quebrados de montañas y a otros grupos de humanos, como los neandertales y los denisovanos, con los que habríamos de tener descendencia.
Un crisol de poblaciones diversas
Gracias a este yacimiento marroquí comprendemos que toda África puede potencialmente tener algo que ver con nuestro origen. En sus raíces más profundas, Homo sapiens era ya un crisol de poblaciones diversas que habitaron y llegaron a dispersarse por diferentes regiones de la gran África, y no solo el producto de la evolución lineal en un único lugar.
Homo sapiens se revela como una especie cosmopolita que conoció mundo antes de adentrarse en él. Esto incluye la fascinante posibilidad de que nuestros ancestros hayan conocido, ya en África, otras especies humanas. La revelación de que Homo naledi, una especie descubierta en Sudáfrica, solo tiene 300.000 años a pesar de su aspecto casi 'australopitecino', plantea el apasionante escenario de que quizá nuestros antepasados se cruzaron, en todos sus sentidos, con otra especie que hoy ya no existe.
En la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, su protagonista recupera la memoria enterrada de su infancia al probar una magdalena mojada en leche. Esa experiencia sensorial le devuelve los recuerdos que no sabía que tenía y a partir de ahí pasa a recorrer su pasado y explorar su visión del mundo. Con los fósiles de Jebel Irhoud destapamos el pasado desconocido de nuestra especie, la infancia del linaje Homo sapiens. Como la magdalena de Proust, esto fósiles nos han devuelto la memoria.
Fuente: SINC | 12 de junio de 2017
12 Jun 2017
Guillermo Caso de los Cobos
Los científicos siguen ahondando en el origen africano del ‘Homo sapiens’
Las modernas técnicas de análisis genético sostienen que los hombres actuales provienen de una pequeña población de Homo sapiens que vivió hace unos 200.000 años en África. Es lo que se conoce como reloj molecular: teniendo en cuenta la diversidad genética entre individuos y las mutaciones que se producen de forma natural, que siguen patrones de cambio evolutivo más o menos estables, es posible retroceder en el tiempo y encontrar la convergencia.
Según subrayan los manuales de paleontología, diversos fósiles humanos anatómicamente modernos localizados en el este y el sur del continente avalan está hipótesis. Por ejemplo, un yacimiento bien documentado es el de Kibish, cercano al río Mo, en Etiopía, donde en 1967 se localizó un cráneo de hace 195.000 años con un volumen cerebral de 1.435 centímetros cúbicos.
Sin embargo, los restos humanos localizados en el yacimiento marroquí de Jebel Irhour, presentados esta semana por la revista Nature, desafían los dogmas: no solo han aparecido en el noroeste de África, una región alejada de los grandes yacimientos de la considerada cuna de la humanidad, sino que tienen una antigüedad estimada de 315.000-286.000 años, 100.000 más que los restos más antiguos atribuidos hasta ahora a Homo sapiens.
La cronología se ha obtenido tras datar con varios métodos las herramientas de piedra que aparecieron en los estratos de los huesos. «El descubrimiento reescribe los libros de texto sobre la aparición de nuestra especie», consideró al presentar los resultados el primer autor del estudio, Jean-Jacques Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).
Foto: Homo sapiens temprano de Jebel Irhoud (Marruecos) - reconstruidas por los artistas Adrie y Alfons Kennis © Alamy / Mauricio
COMBINACIÓN DE RASGOS
Los huesos de Jebel Irhour, sin embargo, no son exactamente iguales que los de un humano actual. Son incluso diferentes a los de Kibish. La parte delantera del cráneo muestra rasgos faciales muy modernos, pero la posterior es más arcaica. Pese a ello, los autores del trabajo no tienen dudas de que se trata de Homo sapiens, no de antepasados, y para confirmarlo presentan análisis anatómicos de huesos y de dientes. Los mismos trabajos sirven para alejarlos de otras especies como Homo heidelbergensis, supuesto antepasado común de los neandertales y de los hombres modernos.
Sin ir más lejos, en el yacimiento sudafricano de Florisbad se han localizado unos restos de hace 260.000 años vinculados al precursor Homo heidelbergensis. Y un poco posteriores (235.000 años) son los fósiles de Rising Star, también en Sudáfrica, atribuidos a una especie humana de cerebro muy pequeño, Homo naledi.
«Cuando no hay ADN no hay más remedio que basarse en los restos morfológicos, y es entonces cuando aparece la subjetividad», prosigue la investigadora, que lidera el GROB, grupo de investigación dedicado a la reconstrucción de personas y poblaciones a partir de sus restos. Ante un mismo cráneo con una característica más primitiva, insiste Malgosa, «un investigador puede considerarlo una reminiscencia arcaica dentro de una especie moderna y otro puede opinar que se trata de una especie arcaica».
En principio, dos poblaciones de una misma especie pueden desarrollar incompatibilidades reproductivas con el paso del tiempo. Sin embargo, la teoría está «llena de excepciones», concluye Lalueza. Los lobos y los coyotes, y también los osos pardos y los osos polares, los consideramos especies diferentes pero se pueden aparear y tener descendencia viable.
Fuente: diariocordoba.com | 11 de junio de 2017
12 Jun 2017
Guillermo Caso de los Cobos
Los vuelcos de la evolución humana
Estamos habituados a que muchas noticias de carácter científico se magnifiquen con titulares llamativos. En el ámbito de la evolución humana, la mayoría de los hallazgos realizados en los últimos años aparecen en los medios con la calificación de acontecimientos extraordinarios. Cada uno de esos hallazgos parece que nos obliga a reescribir la historia de la evolución humana. La noticia suele ir acompañada de titulares que invitan a la lectura. Es lo que toca. De ese modo, la evolución humana se nos muestra como una ciencia convulsa, con pies de barro, que “da un vuelco” cada vez que se encuentra algún yacimiento o fósil merecedor de ser publicado en revistas como Science o Nature. Si los/as lectores/as no conocen bien este ámbito científico, su confianza en las investigaciones que tratan los orígenes de la humanidad será más bien escasa ¿Tiene todo que empezar de cero cada vez que se encuentra algo interesante? Por supuesto, la respuesta es un rotundo NO. Aunque muchos hallazgos resulten sorprendentes, tan solo se necesita reformar una parte del edificio, que se lleva construyendo desde hace muchas décadas. Así funciona la Ciencia.
El caso de los dos últimos artículos recién publicados en la revista Nature son un claro ejemplo. Vaya por delante que los dos trabajos sobre el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos son excelentes y representan un paso adelante muy importante. Este yacimiento se conoce desde 1960. Los trabajos de cantería en un macizo de caliza cercana a la ciudad costera de Safi, situada a unos 400 kilómetros al sur de Rabat, dieron con resultado el hallazgo de un yacimiento arqueológico-paleontológico. Los primeros restos humanos se encontraron en 1961 y 1962, junto a abundantes restos de fauna y de herramientas de piedra. La interpretación de este lugar y su cronología han pasado por numerosas vicisitudes. Los métodos de datación han mejorado sensiblemente en estas últimas décadas, y de los iniciales 40.000 años de antigüedad hemos pasado a los 300.000 años, como nos revela uno de los artículos de la revista Nature. Este ha sido un paso crucial para comprender los hallazgos del yacimiento de Jebel Irhoud, que incluso fueron clasificados como una población neandertal del norte de África.
El científico Jean Jaques Hublin en Jebel Irhoud. Fuente: Los Angeles Time.
El método de la termoluminiscencia ha sido empleado para datar las herramientas asociadas a los fósiles humanos que fueron calentadas en las hogueras intencionadas realizadas en aquel lugar. El promedio de las fechas obtenidas fue de 315.000±34 años, que concuerda bien con otras dataciones obtenidas por medio de las series de uranio y ESR: 286.000±32 años. La cronología también es consistente con los restos fósiles de las especies halladas en Jebel Irhoud. Daniel Richter (Instituto Max Planck, Alemania) lidera uno de los dos artículos de Nature, junto a varios geocronólogos de primera línea.
Estas dataciones envejecen en casi 150.000 años las dataciones anteriores y llevan la industria asociada, clasificada en una tecnología conocida como “Middle Stone Age”, a una cronología muy antigua. Seguramente algunos arqueólogos no estarán muy satisfechos con este dato, porque esta tecnología siempre se ha considerado más reciente y asociada a los orígenes de nuestra especie. Y aquí llega el lío.
El artículo que describe los fósiles humanos ha sido liderado por Jean-Jaques Hublin, actual director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck y Philip Günz, uno de los más reputados expertos en evolución del cerebro.
Las recientes excavaciones en Jebel Irhoud dieron como resultado el hallazgo de más fósiles humanos, rodeados de un contexto muy claro de herramientas y fósiles. Todos los hallazgos proceden del mismo nivel y, por primera vez, las excavaciones se han realizado con rigurosidad. Este nivel (el número 7) ha proporcionado los restos de al menos cinco individuos: tres adultos, un adolescente y un niño. Aunque el último cráneo recuperado ha tenido que ser restaurado de manera digital, su aspecto recuerda al primer cráneo encontrado en los años 1960s.
Comparación del cráneo 1 de Jebel Irhoud (izquierda de la imagen) con el cráneo de Cro-Magnon.
La morfología de los restos de Jebel Irhoud puede ser interpretado de manera diferente por distintos expertos. La mandíbula no tiene un mentón propiamente dicho, como el de la humanidad actual; pero su aspecto general no dista mucho del nuestro. Lo mismo sucede con el primer cráneo encontrado en 1961 (número 1) y con la reconstrucción del nuevo cráneo (número 10). Su parte posterior no es tan esférica como la nuestra. El cráneo es más bajo y carece de la notable expansión de las bolsas parietales. Pero la frente es muy vertical y la cara es prácticamente como la nuestra. Así que nos encontramos ante unos restos, que muchos se atreverían a incluir en la especie Homo sapiens, mientras que otros/as serían más cautos/as. El cráneo de Florisbad (ver post del 1 de junio), en Sudáfrica (260.000 años) tiene un aspecto muy similar a los cráneos de Jebel Irhoud y fue incluido por su descubridor en la especie Homo helmei.
¿Qué reflexiones podemos hacer sobre este dilema? Una posible solución consistirá en ampliar la variabilidad admitida para nuestra especie y así poder incluir el ella los restos de Jebel Irhoud. También podemos discrepar de las conclusiones de Hublin y sus colegas y reconocer que estamos ante los restos de la especie que sin duda precedió a la verdadera especie Homo sapiens, con todos sus atributos esqueléticos.
El mismo problema ha surgido en Europa con el hallazgo de los humanos de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Nos lo recuerda el investigador Chris Stringer en su artículo de la sección de News & Views del mismo número de la revista Nature. Los humanos de la Sima de los Huesos no son “Neandertales clásicos”, con todos los rasgos que caracterizan a esta población europea; pero su aspecto era ya muy similar al de los Neandertales. Desde 2014, los humanos de la Sima de los Huesos dejaron de tener un nombre oficial, al haber sido separados (pienso que acertadamente) de la especie Homo heidelbergensis. Los humanos de Jebel Irhoud y Sima de los Huesos precedieron a los “sapiens clásicos” y a los Neandertales clásicos, respectivamente. Si fueran incluidos en Homo sapiens y en Homo neanderthalensis tan solo tendríamos que ampliar nuestros horizontes mentales. La segunda solución pasa por incrementar el repertorio de especies de nuestra genealogía. Cualquiera de las dos soluciones supondría una pequeña reforma del edificio.
Los yacimientos de Florisbad y los de Jebel Irhoud distan unos 11.000 kilómetros. Su cronología y la morfología de los cráneos es muy similar. Todos estos hechos nos llevan a otra reflexión. Tenemos dos opciones: 1) La especie ancestral a Homo sapiens (quizá Homo helmei) estaba bien repartida por todo el continente africano hace 300.000 años y solo una de las poblaciones de esta especie dio lugar a la nuestra; y 2) La especie Homo sapiens es más antigua de lo que se pensaba hace tan solo unos días y hace 300.000 ya se había expandido por toda África. En el próximo post trataré de responder a esta cuestión con nuevos datos procedentes del campo de la genética.
13 Jun 2017
María //
Me alegra leer este artículo de J.M Bermudez porque leyendo la noticia del post me resultaba todo algo confuso y algo me hacía pensar que : o eran algún grupo cercano a H.Sapiens o había que redefinir qué es un Homo sapiens.Me recordó a la última noticia del mundo de la enseñanza sobre lo de que se puede obtener el título de ESO con menos de cinco en algunas asignaturas ...(¿qué diferencia hay entonces entre aprobar o suspender? si son distintos,no se pueden mezclar...)Quizá tanto en Paleontologia o en Educación es dificil sustraerse a determinados prejuicios y posiciones ideológicas
Al no conocer bien el tema pensé que no me había enterado de nada pero creo que la intuición iba por buen camino.
(No sé si habre conseguido explicarlo de un modo claro :-)
13 Jun 2017
Guillermo Caso de los Cobos
Origen y dispersión africana del 'Homo sapiens'
Los artículos científicos publicados en las revistas del máximo prestigio llegan a todos los medios de comunicación. Pero no todo lo que potencialmente puede llegar a ser interesante en cualquier ámbito científico se difunde en los medios adecuados. Es el caso de un trabajo liderado por el genetista Mattias Jakobsson y publicado en la revista bioRxiv. Esta revista no tiene intereses comerciales y se publica on-line. No puede competir, por tanto, con el marketing de las grandes editoriales científicas. Curiosamente, el trabajo de Jakobsson y sus colegas se publicó solo dos días antes que los artículos de Nature, que describían los restos humanos y la antigüedad del yacimiento de Jebel Irhoud (Marruecos). Las conclusiones de Mattias Jakobsson y los demás genetistas que firman el trabajo de bioRxiv están muy relacionadas con las obtenidas en Jebel Irhoud.
Jakobsson y su equipo analizaron el ADN de restos esqueléticos de yacimientos de Sudáfrica de cierta antigüedad. Su objetivo consistía en aprender algo más de la historia de estos grupos, sus posibles mestizajes, migraciones, etc. Casi podríamos decir que se trataba de realizar un trabajo ya muy rutinario para los genetistas. Los siete esqueletos estudiados procedían de la localidad de KwaZulu-Natal. Tres de ellos están datados en 2.000 años de antigüedad y pertenecieron a un grupo de cazadores y recolectores relacionados con los actuales bosquimanos. Otros cuatro esqueletos se dataron entre 300 y 500 años de antigüedad. Pertenecieron a granjeros de la región, relacionados con los actuales grupos de bantúes que viven en la mitad sur de África. La comparación del ADN de estos esqueletos con el de la población reciente sugiere mestizajes con otros grupos llegados hace unos 1.000 años de diferentes partes de África, en una historia muy particular de esta región.
Divergencia genética de las poblaciones “sapiens” de África hace unos 300.000 años. Fuente: bioRxiv.
La parte más interesante del trabajo llegó con el análisis del ADN del esqueleto de un niño, que falleció hace unos 2.000 años. Se sabe que el esqueleto es masculino por tener cromosoma Y. El esqueleto procede de un yacimiento de la turística localidad de Ballito Bay. La comparación del ADN del niño de Ballito Bay con el ADN de otros miembros de Homo sapiens demuestra que la divergencia genética de nuestra especie puede llegar más allá de 260.000 años. Estos resultados están en consonancia, no solo con las dataciones del yacimiento de Jebel Irhoud, sino con el de otros yacimientos de Sudáfrica de esa misma época. En el post publicado el 6 de junio en este mismo blog me refería al cráneo de Florisbad, de clasificación taxonómica disputada, pero de claras semejanzas con cualquiera de nosotros.
Quizá, después de todo y a pesar de que los cráneos de los africanos de hace 300.000 años no fueran “sapiens” clásicos, como lo somos en la actualidad, el ADN de estos humanos de la segunda mitad del Pleistoceno Medio difería muy poco del nuestro. Los resultados del estudio del ADN del niño de Ballito Bay sugieren que la divergencia genética de las poblaciones que conocemos hoy en día en África pudo comenzar hace unos 300.000 años, coincidiendo con la fecha asignada a los yacimientos de Jebel Irhoud y Florisbad. Puesto que los dos yacimientos están separados por unos 11.000 kilómetros cabe hipotetizar que el origen de las primeras poblaciones con genoma “sapiens” pueden encontrarse en yacimientos aún más antiguos de 300.000 años, el tiempo necesario para posibilitar una dispersión de Homo sapiens por todo el continente africano.
Parece que poco a poco tendremos que ir aceptando que nuestra especie es más antigua de lo que se propuso hace unos años a partir de las primeras estimaciones de los genetistas. Tampoco podemos extrañarnos, porque la divergencia entre las genealogías que dieron lugar a Homo sapiens y Homo neanderthalensis (primero estimada en 400.000 años) se sitúa ya entre 550.000 y 765.000 años, como nos muestra la figura que acompaña al texto.
17 Jun 2017