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LOS PRIMEROS ALTARES.
Mariano Serna
“... y el día diecisiete del séptimo mes el arca quedó anclada sobre los montes de Ararat. (...) Noe, levantó un altar al Señor y, tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos sobre él. El Señor aspiro el perfume agradable,...”. (Génesis 8.). Esta es la primera referencia que encontramos en la biblia sobre el levantamiento de un altar a Dios en lo alto de una montaña para un acto de reconciliación después del diluvio.
La Biblia, en el mismo libro (12-13) refiere los numerosos altares que Abrahán fue levantando desde su patria hasta Egipto y regreso: uno, en la encina de Moré; otro, en una montaña al oriente de Betel; y otro, en el encinar de Mambré, todos en alturas o bosques siguiendo las pautas religiosas naturalistas de los pueblos de Occidente.
El sacrificio de Isaac, como prueba de la fe de Abrahán, es también revelador: “Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado (un monte del país de Moria), Abraham levantó un altar; preparó la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego tomó el cuchillo,...” (Génesis 22).
En Éxodo 20, 22-26, se recogen varias alusiones al tipo y finalidad de los antiguos altares “El Señor dijo a Moisés (...) me levantarás un altar de tierra y en él me ofrecerás tus holocaustos, tus sacrificios de reconciliación, tus ovejas y tus bueyes (...) Si me levantas altar de piedras no sea con piedras labradas, porque al trabajarlas con tus herramientas las habrás profanado. Ni subirás por gradas a mi altar,...” . “Moisés, (...) se levantó de madrugada y edificó un altar al pie de la montaña y doce estelas por las doce tribus de Israel ...” (Éxodo, 24). En este altar, tras ser regado con sangre, se realizaron holocaustos con novillos. El resto de la sangre se derramó sobre el pueblo.
Es posible que algunos de los referidos altares no llegasen a levantarse nunca, pero es un hecho que el hombre, formando o no parte de todo tipo de santuarios o aisladamente, desde hace milenios, viene manteniendo la costumbre de levantar altares a sus dioses “Destruiréis totalmente todos los lugares donde las naciones que vais a desalojar han dado culto a sus dioses; sobre las montañas, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso; destruiréis sus altares, romperéis sus estelas, quemareis sus cipos sagrados, haréis pedazos las imágenes talladas de sus dioses y sus nombres de esos lugares” dice Dios a los israelitas antes de iniciar la conquista de la tierra prometida (Deuteronomio 12-2,3).
El altar, es el elemento fundamental del culto para todas las religiones pues la unión con la divinidad, cualquiera que ésta sea, casi siempre se intenta conseguir a través de él ofreciendo sacrificios con el objeto de conformarla, aplacarla, sellar alianzas, agradecer los bienes recibidos, realizar plegarias; y, ni ha tenido un periodo concreto pues se han levantado a lo largo de toda la historia del hombre, ni ha perdido vigencia pues aún hoy está presente de una u otra forma en casi todas las religiones.
Existen muchos tipos de altares pero quizás el más genuino y monumental de la antigüedad sea el denominado altar rupestre, por estar realizado, in situ, sobre la pura roca, al estilo de los de Ulaca y Panoias. Es verdad que existieron miles de altares rupestres, seguramente más de uno por cada núcleo humano medianamente organizado, pero también lo es que son escasísimos los que alcanzan la monumentalidad de los referidos, circunstancia que, unida a la ignorancia, ha dado lugar a que tan solo se tomen en consideración unos pocos de los muchísimos existentes despreciándose el resto por ser mínimo el vestigio de la actividad humana desarrollada sobre ellos; aunque en tal sentido valga recordar que la Biblia no aceptaba que se trabajasen las piedras porque ello suponía profanarlas.
Íntima relación con el altar tiene el santuario rupestre cuyo nombre recibe el lugar donde coexisten varios elementos de presumible culto rupestre (grabados, cazoletas, serpentiformes, podomorfos, hoyos, altares, etc.
Las rocas mágico rituales, son otra variedad de piedras sagradas cuyo nombre he otorgado a aquellas rocas que no siendo propiamente altares (no son aptas ni para realizar ni para ofrecer el sacrificio), cumplían otras funciones cultuales relacionadas con las prácticas curativas, adivinatorias, de madurez, etc. Dentro de estas últimas se encuentran los petrozoomorfos y los petroantropomorfos, rocas de aspecto animal o humano que, por lo dicho, han sido la base de no pocos santuarios rupestres.
Otro tipo de altar menos grandioso pero en muchas ocasiones no menos monumental, son las antiguas aras clásicas, griegas y romanas principalmente, talladas sobre piedras móviles, generalmente de pequeño tamaño, aptas para libaciones, quemado de hiervas, y sacrificios de pequeños animales, palomas por ejemplo.
Unos y otros altares así como las rocas mágico rituales se reconocen por ostentar distinto tipo de elementos como escalones, piedras arrimadas, pilas, cazoletas, escotaduras, petroglifos de distinto tipo inscripciones incluidas, etc. y son todo este tipo de elementos los que os proponemos que traigáis a este apartado del grupo “petroglifos” de TERRAE ANTIQVAE, con indicación de toda la información posible: fotos, lugar de ubicación, finalidad, deidad a la que pudieron estar dedicadas, etc., con el objeto de crear el más rico banco de información que, sobre este particular, haya existido.
Altar rupestre, del Bronce presumiblemente, en Bascarrabal, Ávila
Altar rupestre, del Bronce presumiblemente, conocido como el Mortero, en Bonilla de la Sierra, Ávila.
Gran altar rupestre de los sacrificios de Ulaca, perteneciente al Hierro II
Altar petrozoomorfo del Hierro II, en el castro de Chamartín, Ávila
Ara clásica Griega del siglo V antes de Cristo.
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