Foto: Una recreación del 'Gerobatrachus hottoni'. MICHAEL W. SKREPNICK.
El descubrimiento reaviva una de las mayores controversias en la evolución de los animales vertebrados.
Vía:
MANUEL ANSEDE | Público.es, 21 de mayo de2008
Hace unos 400 millones de años, los peces sarcopterigios salieron del agua. Con el tiempo, sus aletas lobuladas se convirtieron en patas y dieron lugar a los anfibios primitivos. Durante millones de años, estos gigantescos y rudimentarios cocodrilos, divididos en temnospóndilos y lepospóndilos, se pasearon por el Planeta, hasta que, de repente, en términos geológicos, desaparecieron del mapa dejando como herederos a ranas, salamandras y cecilias, una especie de gusanos tropicales.
Durante más de un siglo, los científicos han buscado una solución a este enigma, pero estaban desarmados, debido a los boquetes en el registro fósil. Ahora, un equipo de la
Universidad de Calgari (Canadá) cree haber encontrado la solución a este rompecabezas evolutivo. Los investigadores canadienses han estudiado el fósil de un insólito animal,
Gerobatrachus hottoni, que vivió en el periodo Pérmico, hace unos 250 millones de años, antes de que apareciera el primer dinosaurio.
En su opinión, el fósil, hallado en Texas, posee un chásis similar a los temnospóndilos, pero otras características son análogas a las de los actuales sapos, ranas y salamandras. Según los autores, dirigidos por el veterinario
Jason Anderson, el análisis de esta reliquia del pasado da un resultado salomónico. Ranas, sapos y salamandras son tataranietos de los temnospóndilos, mientras que las cecilias son descendientes de los lepospóndilos, el otro grupo de anfibios arcaicos.
Tobillos de salamandra
El estudio, publicado hoy en la revista
Nature, resquebraja las teorías existentes hasta la fecha, que señalan que todos los anfibios modernos derivan de un solo grupo de anfibios primitivos. "La controversia surgió a causa de la falta de formas de transición, pero este fósil llena ese vacío", opina Anderson.
La calavera, la columna y la dentadura del Gerobatrachus presentan rasgos que persisten en ranas y salamandras. Así, el fósil muestra dos huesos fusionados en el tobillo, una característica habitual en las salamandras; y su cráneo es ancho, como el de las ranas. El número de vértebras está a medio camino entre el de ranas y salamandras y el de los anfibios primitivos.
El vestigio fósil plantea, por otro lado, una nueva controversia en la comunidad científica: cuándo se divorciaron las ranas y las salamandras en el árbol evolutivo. "Con estos nuevos datos, estimamos que ambos grupos se separaron en algún momento hace unos 240 o 275 millones de años, mucho más tarde de lo que sugerían los análisis moleculares previos", señala el investigador Robert Reisz, de la Universidad de Toronto Mississauga, segundo autor del artículo.
El científico
Rafael Zardoya, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), ha trabajado en la reconstrucción de la historia evolutiva de las cecilias. A su juicio, es necesario huir de certezas como la planteada en el estudio canadiense: "Yo soy escéptico, como buen científico". Para Zardoya, existen otras evidencias que apoyan hipótesis diferentes. "Cuando parezca otro fósil se dará la vuelta a la tortilla", mantiene. Hasta entonces, el Gerobatrachus será el eslabón perdido de los anfibios.
Un decenio escondido en un cajón
Muchas piezas de los rompecabezas científicos están escondidas en los almacenes de instituciones de todo el mundo. El fósil de ‘Gerobatrachus hottoni’ es una de ellas. En realidad, fue descubierto en 1995 por un equipo del Instituto Smithsonian, en el que trabajaba el célebre paleontólogo estadounidense Nicholas Hotton, autor del libro ‘Dinosaurios’ (1963). Sin embargo, permaneció olvidado durante años hasta que fue ‘redescubierto’ por el grupo de Jason Anderson. Según los investigadores, han invertido innumerables horas en retirar las capas superficiales de roca para “revelar la anatomía de este esqueleto de apariencia espectacular”.