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NARCISO Y ECO:
Narciso era un hermoso joven que despreciaba el amor. Ovidio nos cuenta en sus Metamorfosis que éste era el hijo del dios del Céfiso y de la ninfa Liríope. Al nacer, sus padres consultaron al adivino Tiresias, el cual les respondió que el niño “viviría hasta viejo si no se contemplaba a sí mismo”.
Tiresias, famosísimo en todas las ciudades de Aonia, daba respuestas irreprochables a la gente que iba a consultarle. Quien primero puso a prueba la credibilidad y veracidad de sus oráculos fue la azulada Liríope; a ésta el Cefiso la envolvió un día con su sinuosa corriente y, cautiva en sus aguas, la violó. De su abultado vientre la bellísima ninfa paró un niño que ya entonces hubiera podido ser amado, y le llamó Narciso. Consultado acerca del mismo, si llegaría a ver los largos días de su vejez avanzada, respondió el profético adivino: «Si no llega a conocerse».
Metamorfosis, Ovidio, Alianza Editorial, traducción de Antonio Ramirez de Verger y Fernando Navarro Antolín (III, 339-348).
Llegado a la edad viril, fue deseado por muchas doncellas y ninfas, pero permanecía insensible. La ninfa Eco también se enamoró de él, pero no consiguió más que las otras. Desesperada, se retiró a un lugar solitario, donde adelgazó tanto, que de toda su persona sólo quedó una voz lastimera. Las doncellas despreciadas por Narciso piden venganza al cielo y Némesis las escucha. En un día muy caluroso después de una cacería, Narciso se inclina hacia una fuente para calmar la sed, entonces ve su rostro reflejado en el agua, tan bello que se enamora de él e, insensible ya al resto del mundo, se deja morir inclinado sobre su imagen. En el lugar de su muerte brotó una flor, a la que se le dio su nombre: el narciso.
En la versión beocia de la leyenda se decía que Narciso era un habitante de la ciudad de Tespias, no lejos de Helicón. Era joven y muy bello, pero despreciaba los valores del amor. Estaba enamorada de él una joven llamada Aminias, pero él no le correspondía y le llegó a enviar una espada como presente. Aminias, obediente, se suicidó con el arma ante su puerta; pero al morir pidió la maldición de los dioses contra su cruel amado. Un día en el que el joven se vio en una fuente, se enamoró de sí mismo y, desesperado ante su pasión, se suicidó. Los tespios tributaron un culto al Amor, cuyo poder queda patente en esta historia. En el lugar en el que se suicidó el joven y donde la hierba había quedado impregnada con su sangre, nació una flor: el narciso.
Para más información:
http://almacendeclasicas.blogspot.com.es/2013/07/el-mito-de-narciso...
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