Foto: Vista general del castro boalés. nuria m. reyero.
La inusual ubicación y las desmesuradas fortificaciones del castro llaman la atención de los investigadores, que pretenden retomar el próximo verano las excavaciones.
Vía:
Nuria M. REYERO Pendia (Boal) | La Nueva España.es, 29 de agosto de 2008
«Esperamos que el año que viene éste sea un lugar de intervención, de restauración y de recuperación de información», señala Fernando Rodríguez del Cueto, director técnico de la excavación que se lleva a cabo este verano en el castro de Pendia, en Boal. Castro muestra su deseo de convertir el área en escenario de actuación de sus próximos trabajos, algo que viene a demostrar de alguna manera la riqueza castreña del concejo.
Los exitosos trabajos de excavación realizados hasta la fecha llevan a la esperanza de alcanzar nuevos descubrimientos. «Si con el tiempo podemos limpiar, es muy posible que haya más castro», añade.
Para dar a conocer la zona, el Ayuntamiento de Boal, en colaboración con el plan arqueológico de la Cuenca del Navia-Eo, ha organizado estos días una jornada de puertas abiertas en el castro, que se estudia desde hace aproximadamente cinco años.
En esta ocasión se ha contado además con la participación de varios estudiantes de Arqueología procedentes de las universidades de Oviedo y de Santiago, que han realizado diversas prácticas en el yacimiento.
El asentamiento prerromano de Pendia se encuentra situado sobre un crestón de pizarra en la ladera de los montes de Villanueva, rodeado por el arroyo de Pendia y protegido por un foso y por una potente muralla. Ha sido calificado de poblado enigmático, ya que a su ubicación topográfica inusual se suma la desproporción existente entre sus potentes fortificaciones y el reducido recinto que protegían: el castro alberga tan sólo catorce construcciones, entre las cuales destacan doce cabañas de planta circular u oblonga y dos saunas castreñas, similares a las descubiertas en el castro de Coaña.
En lo que respecta a las saunas, es posible diferenciar dos espacios. Uno de los edificios, cuya construcción data de la Segunda Edad del Hierro, se encontraba en los accesos de entrada al castro, al abrigo de las murallas y en una situación topográfica relevante, con grandes vistas panorámicas.
La llegada de Roma supondría la construcción de termas ex novo en Pendia, lo que explica la existencia de una segunda sauna en el poblado castreño. «En el interior no había restos domésticos, sino materiales», afirmó Fernando Rodríguez del Cueto.