Foto: La excavación dejó al descubierto fases constructivas.
Tras la primera campaña de excavación 2006/2007 en la que se descubrió la muralla fenicia y construcciones de los siglos VII y VI a.C en octubre vuelven los trabajos
Vía:
LAURA MONTALVO / El Ideal.es, 19 de mayo de 2008
Las excavaciones en el Cerro Montecristo de Adra, para sacar a la luz el legado fenicio de Abdera, se retomarán a partir del próximo mes de octubre, según han anunciado tanto la alcaldesa de Adra, Carmen Crespo, como la concejala de Cultura, Cristina Cano.
Este trabajo, dirigido por el profesor de la Universidad de Almería
José Luis López Castro, en el que también colabora la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, continuará con las prospecciones iniciadas en años anteriores y tras el estudio y análisis de la campaña de excavación desarrollada entre 2006 y 2007, en la que se localizó la muralla de la ciudad fenicia, así como áreas de producción metalúrgica y viviendas fenicias de los siglos
VII a IV a.C. Asimismo se ha documentado una cisterna romana de época altoimperial posiblemente relacionada con la producción de salazones de pescado. Este trabajo ha sido posible porque tras varios acercamientos desde el año 2000 entre la Ual y el Ayuntamiento y en 2005 se solicitó el Proyecto General de Investigación arqueológica 'Las ciudades fenicias en la costa almeriense. El Cerro de Montecristo de Adra', que fue aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales en junio de 2006. En octubre de 2006 dieron comienzo los trabajos de excavación en el cerro, dirigidos por López Castro y sufragados con una subvención de la Consejería de Cultura y la aportación económica del Ayuntamiento.
Según el informe de esta excavación, al que ha tenido acceso IDEAL, Los trabajos comenzaron con la exhumación del corte 3 de la excavación de urgencia de 1986 y se prolongaron hasta febrero de 2007, procediéndose posteriormente a las labores de registro fotográfico, dibujo a escala, topografía y geo-referenciación, así como a la protección y enterramiento parcial de los restos inmuebles, de manera que los trabajos de campo correspondientes a la primera anualidad finalizaron el día 19 de abril de 2007. Los resultados de 2006 amplían a
VII las fases constructivas descubiertas anteriormente y confirman la existencia de una importante secuencia estratigráfica desde mediados del siglo VII a.C. hasta el siglo IV a.C., con varias fases constructivas superpuestas. Cada fase ha añadido importante información: la primera se data a mediados del siglo VII a.C y consta de una habitación de unos 3 por 2 metros formada por dos muros; la segunda puede datarse en el siglo VI a.C y consta de un sistema de edificaciones formado por dos habitaciones. La fase III se puede datar provisionalmente hacia finales del siglo VI a.C. y comienzos del V y consiste en la división de la gran estancia del siglo VI a.C. mediante la construcción de un muro. La cuarta fase Fase data del siglo V a.C. y la quinta a finales de ese mismo siglo. La sexta, última fase de habitación documentada en el corte 3 corresponde ya al siglo IV a. C.
Restos humanos
Hay una séptima fase, una fase intrusiva formada por una fosa que albergaba un enterramiento humano, una pequeña fosa de unos 50 cm. de diámetro con restos humanos de un esqueleto incompleto que no guardaba posición identificable alguna, ni estaba acompañado de elementos de ajuar. El esqueleto conservaba parte del cráneo, de una de las extremidades superiores y de una de las inferiores, así como algunas costillas y vértebras. El sedimento de la fosa contenía materiales romanos tardíos.
«Todo ello nos inclina a pensar que se podría tratar del enterramiento secundario en un bancal de cultivo, de parte de los restos de un enterramiento tardorromano o altomedieval de los que habitualmente salpicaban las ruinas de las ciudades romanas, una vez abandonadas, que tal vez fue hallado casualmente en trabajos agrícolas, de manera que los restos menos destruidos, ya incompletos, pudieron ser depositados en una segunda fosa», según el informe del profesor. Las excavaciones en otra zona (corte 14) permitieron comprobar la existencia de una cisterna romana de mampostería recubierta de opus signinum, con baquetones de refuerzo en los vértices del fondo de las cisterna, posiblemente cubierta por un cierre de bóveda de cañón. Para su construcción se efectuó en su momento un recorte vertical de la roca para apoyar en el desnivel la cisterna. No eran los restos de dos piletas de salazones, como se había planteado en un principio.
Muralla
Por otro lado, con motivo del seguimiento de acondicionamiento del camino de acceso al yacimiento, se planteó un sondeo en la zona en la que se había detectado una posible unidad constructiva (corte 15). Los trabajos arqueológicos realizados revelan que dicha construcción se trata de un paño de la
muralla fenicia de Abdera, con fases datadas entre los siglos VII a.C e incluso II a.C. «el descubrimiento de la muralla reviste un particular interés, no sólo por su entidad arqueológica, su monumentalidad y las posibilidades de musealización futuras, sino por el enorme caudal de información que aporta sobre la historia de la ciudad, su topografía y su trazado urbano, lo cual nos permite identificar mejor las áreas del yacimiento situadas presumiblemente intramuros y extramuros y orientar las futuras investigaciones». En su informe al término de la excavación, López Castro asegura que se han cubierto «todos los objetivos generales y científicos inicialmente planteados excepto el de las piletas de salazón. Se ha obtenido un área urbana en extensión de los siglos VII a. IV a.C. y se ha obtenido un importante registro paleoambiental y material que permitirá profundizar en el conocimiento de los aspectos arqueológicos, ambientales y económicos que nos planteábamos como objetivos durante la fase de estudio de materiales».