Una exposición arqueológica ilustra la preocupación egipcia por la estética

EFE /La Vanguardia- Barcelona - Un centenar de piezas arqueológicas, algunas inéditas, ilustran desde hoy en el Museo Egipcio la preocupación de los antiguos pobladores del Nilo por la estética y por lo que hoy denominamos moda.

El presidente de la Fundación Arqueológica Clos, Jordi Clos, ha explicado hoy que la exposición, que estará abierta hasta el 20 de julio de 2012, pretende rendir homenaje a la estética y al "refinado gusto" de los antiguos egipcios por el cuidado del cuerpo y, en especial, al modo en que se ataviaban con vestidos, joyas, tatuajes, perfumes y aceites".

La muestra presta una atención especial a los tejidos, en concreto al lino que cultivaron, trabajaron y tejieron con destreza y por ello, ha comentado la directora del museo, Mariàngela Taulé, la Fundación ha restaurado dos túnicas plisadas de lino del Museo Egipcio de Turín, que se presentan por primera vez al público y de las que se conservan en el mundo menos de 20.

También se ha financiado la limpieza de piezas procedentes del Museo Egipcio de Florencia, que ha permitido recuperar la policromía original de un fragmento de tumba de la necrópolis de Tebas (Reino Nuevo, dinastía XIX) y de la figura de la diosa del cielo Nut, pintada en el fondo de un sarcófago de Baja Época (dinastías XXVI-XXX).

Algunas de las piezas que provienen de Florencia forman parte del nacimiento de la Egiptología, ya que fueron llevadas a Italia después de la primera expedición franco-toscana a Egipto (1828-1829), organizada por Jean-François Champollion e Ippolito Rossellini tras descifrar los jeroglíficos.

En un primer ámbito, centrado en el Período Predinástico, los elementos del tocador son los protagonistas, entre ellos las "paletas de cosméticos", fabricadas en grauvaca y sobre las que se colocaban las pinturas de ojos y cuerpo realizadas con malaquita y galena.

Agujas de cabello, peines de largas púas y contenedores en piedra para ungüentos completan el repertorio del tocador.

En un segundo apartado, un enterramiento infantil en cesta con su correspondiente ajuar funerario da testimonio de la tradición de las sepulturas con enseres vinculados al cuidado del cuerpo.

En la exposición se puede ver la sepultura de un bebé de dos años, fechada en las dinastías V-VI (2465-2152 aC), procedente de la necrópolis de Guebelein, formado por una cesta de paja atada con cuerdas y lino, dos sandalias de cuero o restos de collar de cuentas.

El estudio iconográfico de estelas funerarias recupera escenas como las prácticas higiénicas, la corrección de las posturas y el sentido del orden implícito en el concepto de belleza en Egipto, como suceden en la estela de Nes-Henu (2770-2649 aC), procedente del Museo de Bellas Artes de Lyon.

En otras estelas se pueden reconocer pequeños cofres, espejos y recipientes para ungüentos o flores de loto cuyo perfume tenía el poder de la regeneración.

Otro de los elementos recurrentes en los ajuares funerarios son las sandalias, mientras que uno de los aspectos más sorprendentes de la civilización egipcia es la presencia de pelucas hechas con pelo natural, así como la representación de una variada y rica gama de peinados tanto para hombres como para mujeres.

En la exposición se pueden contemplar peines, trenzas de pelo natural y representaciones femeninas que muestran sofisticadas pelucas bajo conos de cera perfumados.

En el recorrido se exhiben asimismo espejos, pasadores para el cabello, cuchillas de afeitar y pinzas, recipientes de cristal y alabastro para ungüentos perfumados, cucharas de tocador o vasijas de kohol, que era uno de los elementos de maquillaje más conocidos.

Entre las joyas, el complemento más preciado, el collar, es el que presenta mayor cantidad de variantes.

La muestra se cierra con un conjunto de sarcófagos en los que aparecen los rostros masculinos tallados y pintados para el Más Allá, así como un vestido de cuentas de fayenza que era colocado sobre la momia y solía servir de soporte a representaciones divinas vinculadas a la resurrección y a la protección del difunto.

 

Vídeo de presentación de la exposición (no consigo incrustarlo)

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3.000 años de última moda en Tebas

Jacinto Antón / El País

El traje se pega como un guante a sus medidas de diosa. Parece ir a la moda. Pero es una moda milenaria y va ataviada para la eternidad. Embutida en un vestido rebosante que atraería todas las miradas en un cóctel, la divina Nut aparece en el pináculo de su belleza y sensualidad. Pintada en un fondo de sarcófago, estaba destinada a apretar su cuerpo para siempre contra una momia (de envidiable suerte). El destino la ha puesto ante nuestros ojos incrédulos.

Es una de las maravillas de la exposición Moda y belleza en el Antiguo Egipto, que puede verse hasta el 20 de julio en el Museo Egipcio de Barcelona, con un centenar de exquisitos e interesantísimos objetos procedentes de seis museos (la mayoría italianos) y de la propia colección del centro catalán. Entre las piezas -algunas inéditas-, que ilustran 3.000 años de moda del viejo país del Nilo (desde el periodo predinástico hasta la Baja Época, hace 2.500 años), destacan dos excepcionales túnicas de lino plisadas del Reino Antiguo, que cuentan la friolera de más de 4.000 años; un peine de marfil de antes de las pirámides; unas trenzas de cabello humano para fabricar pelucas; un pendiente de oro hallado por el mismísimo Champollion, y dos preciosas telas procedentes de la cachette de Deir El-Bahari, el escondite de momias reales encontrado por Maspero (con ayuda involuntaria de los saqueadores Abd el-Rassul) en 1886. Una de las telas (donadas al Museo de Antigüedades Egipcias de Turín por el Museo Egipcio de El Cairo), con un orillo lateral azul, apareció con la momia de la sacerdotisa de Amón Nesitanebisceru, y la otra, que quizá es la que cubría la de Ramsés III, está teñida de rojo (desher). Muchas más cosas sensacionales: paletas de cosméticos de hace 5.500 años; vasitos para ungüentos y perfumes; espejos; tubitos para kohol, el rímel de la época, con bastoncillo-aplicador de marfil; estelas; estatuas; relieves; joyas, todo relacionado con la idea de belleza de los egipcios, que hasta llevaban bolso.

"Egipto es el paradigma de la belleza y el inicio de la cultura de la belleza femenina, y masculina, que llega hasta nosotros; sorprende ver que hace 5.000 años señoras y señores ya se cuidaban", resumió Jordi Clos, cuya colección arqueológica nutre el Museo Egipcio. La directora del centro, Mariàngela Taulé, enmarcó la exposición como segunda parte del proyecto de colaboración internacional que llevó en 2008 a la celebrada exhibición sobre los sarcófagos hallados por Ernesto Schiaparelli en 1903 y depositados en Turín. El museo barcelonés ha colaborado, como entonces, en la restauración e investigación de objetos de primera categoría -y sin embargo a menudo perdidos en las reservas- de ese y otros museos italianos. "Con la excusa de hablar de temas vinculados a la belleza, presentamos unas piezas poco conocidas que se restauran expresamente". La directora destacó los hallazgos de expediciones arqueológicas del XIX y principios del XX, como la franco-italiana de Champollion e Hipólito Rossellini, de la que da testimonio la exposición.

La comisaria vuelve a ser Elvira D'Amicone. Apuntó que el tema, belleza y moda, puede parecer banal, pero muestra en realidad cómo consideraban los cuerpos los antiguos egipcios. Destacó que entonces el concepto de belleza iba vinculado a la salud y la higiene. "El maquillaje, por ejemplo prevenía el polvo en los ojos". La postura correcta y la compostura eran elementos de belleza, y los ornamentos cumplían una función no solo estética sino también de protección mágica.

En el recorrido por la exposición, la comisaria llamó la atención sobre el enterramiento excepcionalmente conservado de un niño en una cesta de mimbre ("no, no se llamaba Moisés", riñó), las huellas digitales de hace 4.000 años en un tapón de barro de un frasco y los tatuajes en lugares estratégicos (!) de las figuritas desnudas de "concubinas del difunto", que le acompañaban al más allá para alegrarle la (otra) vida.

 

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