El MNAR de Mérida incorpora a su colección permanente la escultura de un togado procedente del Teatro Romano

Las grandes dimensiones de la pieza, de más de 2,5 m. de altura, y su elevado peso han hecho preciso el empleo constante de dos grúas para los traslados y cambios de posición durante el proceso. La restauración ha sido llevada a cabo por Juan Altieri, bajo la supervisión de José Luis de la Barrera.

 

Fuente: Extremadura de hoy.com, 20 de diciembre de 2011

 

El Museo Nacional de Arte Romano (MNAR) de Mérida ha incorporado a su colección permanente la escultura de un togado (siglo I d.C.) procedente del frente escénico del Teatro Romano de la capital extremeña. Ésta apareció en las excavaciones llevadas a cabo en este monumento a principios del siglo XX por José Ramón Mélida y Maximiliano Macías, y formaba parte de la decoración del frente de la escena.

 

A pesar de su importancia, esta pieza no formó parte de la exposición del Museo emeritense, dadas las "dificultades que su reconstrucción planteaba". Y es que, tallado en un gran bloque de mármol, el togado está fracturado en dos grandes fragmentos. El más pequeño corresponde a la parte inferior de la escultura, en el que quedan la mitad derecha de la plataforma de apoyo, los pies y la parte baja de la toga. El otro fragmento, de mayor tamaño, corresponde a la zona superior, de la que no se conserva la cabeza.

 

 

Al mismo tiempo, además de fracturado, el togado está incompleto, ya que no se conserva una gran parte de la zona central, correspondiente a la zona media de las piernas, tal y como informa en un dossier el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.

 

Así pues, para la restauración del togado era "imprescindible" la reconstrucción de la zona perdida, de modo que se pudieran posicionar y unir correctamente los dos grandes fragmentos conservados.

 

También era necesario ampliar la base de la escultura, para dotar a la zona inferior de la suficiente resistencia estructural para soportar la parte superior, que se estima supere una tonelada de peso. Precisamente, durante la reconstrucción de la escultura se han fijado ambos fragmentos mediante seis varillas de acero de 19 mm. de grosor.

 

A su vez, las varillas se empotraron en el mármol, en orificios de 5 cm. de profundidad, pegándose al mármol mediante un mortero de elevada resistencia, elaborado con resina epoxi mezclada con polvo de mármol. Al mismo tiempo, una de las varillas de acero une la parte superior directamente con el suelo y, por último, para reforzar la unión de los fragmentos, todas las varillas quedaron embutidas en un núcleo interior de hormigón.

 

Reintegración de la escultura

 

El paso siguiente a seguir dentro de este largo proceso fue la reintegración de la escultura, reconstruyendo la superficie de la zona perdida. La parte trasera, la ampliación de la base y la caja cilíndrica de apoyo se modelaron en mortero de cemento blanco y arena de mármol, mientras que la parte delantera perdida se modeló en arcilla, modelado del que se obtuvo un molde en escayola.

 

Sobre el molde se hizo un vaciado ligero en resina epoxi, de apenas un centímetro de grosor. El vaciado se fija atornillado al núcleo de hormigón, por lo que podrá desmontarse en un futuro traslado de la escultura, evitando así posibles fracturas, apunta el MNAR.

 

Finalmente, la restauración concluyó con la reintegración de color de la zona restaurada, de modo que en su visión de conjunto se aprecia la escultura íntegra, si bien de cerca se diferencia perfectamente la zona restaurada, por su diferente textura.

 

Hay que tener en cuenta que las grandes dimensiones del togado, de más de 2,5 m. de altura, y su elevado peso han hecho preciso el empleo constante de dos grúas para los traslados y cambios de posición durante el proceso. Además, según el MNAR, han obligado a que la reconstrucción se realice en la propia sala donde ahora se expone, por lo que los visitantes del museo han podido presenciar de cerca la fase final del proceso de restauración.

 
A partir de ahora, el Togado (siglo I d. C.) ha quedado incorporado a la colección permanente del Museo, Sala III, -Espectáculos Públicos-, completando así el discurso museográfico del Museo, junto a las piezas que conforman el programa iconográfico del frente escénico del Teatro Romano de Mérida.


Cabe destacar que la restauración ha sido llevada a cabo por el restaurador Juan Altieri, bajo la supervisión del conservador José Luis de la Barrera.

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