Una empresa colombiana de construcción que removía tierras cerca de Bogotá para levantar viviendas populares se encontró con un cementerio en el que puede haber más de 1.500 tumbas del período prehispánico, algunas con 2.000 años de antigüedad. "Tenemos un sitio arqueológico de grandes proporciones, que se extiende sobre varias hectáreas y nos cubre desde los primeros siglos de nuestra era hasta el siglo XVI, hasta la llegada de los españoles, en lo que toca a la parte principal", explicó a Efe el profesor y director del departamento de antropología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) José Virgilio Becerra.
Vía:
22/04/2008 Alberto Salord
Los trabajos de prospección se centran en un área de unas cinco hectáreas en las que se encontraba la antigua hacienda de El Carmen, aunque las labores de investigación se han centrado en un lugar del terreno por la densidad de vestigios localizados en el mismo. Hasta el momento el equipo liderado por el profesor Becerra y compuesto por decenas de alumnos de la Universidad ha localizado 39 esqueletos de distintas épocas, acompañados de vasijas y útiles que ayudan a establecer su origen y antigüedad.
Unos junto a otros, pero a distintos niveles de profundidad, pueden verse esqueletos en perfecto estado de conservación que abarcan desde la civilizaciones Herrera, del siglo II después de Cristo, hasta la Muisca tardía, del siglo XVI. Los restos en el yacimiento principal muestran tres periodos de ocupación diferenciados, pero más lejos hay hasta un cuarto y un quinto grupo de vestigios, por lo que Becerra cree que "en esta zona tenemos documentos que pueden hacer hablar la historia prehispánica de Colombia sobre un periodo de tiempo de más de 1000 años".
Además, el hallazgo demuestra que hubo una continuidad entre los asentamientos de los Herrera y de los Muisca en el altiplano en el que más adelante se erigió la ciudad de Santafé de Bogotá. Para los antropólogos, las osamentas y vestigios que componen las tumbas ofrecen una información muy valiosa para describir las costumbres de las antiguas civilizaciones indígenas. A partir de las incisiones en el maxilar de una mujer pueden concluir que los Herrera se perforaban la faz con palos de madera o hueso, y los restos de un huso de tejer algodón enterrado junto a un cuerpo femenino podrían indicar que esa mujer era hilandera.
Uno de los hallazgos más interesantes es el de un hombre corpulento cuyos fémures arqueados son síntoma de una enfermedad llamada osteomalacia, causada por una deficiencia de vitamina D y usualmente asociada a la falta de exposición al sol. Por ese motivo, los investigadores piensan que se puede tratar de un "chamán" o sacerdote ya que éstos, en su labor de intercesión entre el mundo de los vivos y los dioses, pasaban largas épocas de encierro y meditación.
Otros cadáveres tienen las falanges de las manos crispadas y están dispuestos en posiciones que indican que pudieron ser enterrados vivos en un ceremonial. A simple vista también puede observarse que muchos de los huesos de estos hombres, mujeres y niños están recubiertos de un poso blanco que corresponde a las fibras de las que se vestían, lo que ayudará a recrear aún más el aspecto de los antiguos pobladores de la región.
Este importante descubrimiento, que se produjo hace cuatro meses, ha puesto sobre la mesa de las instituciones implicadas un debate sobre el futuro del yacimiento, y ya hay voces que reclaman la creación de un museo arqueológico. Becerra cree que "si hay voluntad política todo se podría hacer", pero los intereses económicos y urbanísticos pueden llevar a que las obras con las que comenzó este viaje al pasado terminen en una gigantesca urbanización.