Los arqueólogos afrontan con grandes dificultades los efectos de la crisis. Como en todos los sectores, les ha cogido de lleno la recesión económica y han visto cómo se han paralizado las excavaciones en el centro histórico malagueño y en la provincia cuando hasta hace poco todo eran catas y vigilancias arqueológicas a raudales. Están viviendo su particular vía crucis con el parón de la construcción, que les ha mandado a las listas del paro o a darse de baja como autónomos.

Fuente: Alejandra Guillén, Málaga | La Opinión de Málaga.es, 5 de julio de 2010

Algunos sondeos sueltos y vigilancias puntuales en la capital dibujan un panorama muy negro para la profesión. En este sentido, el arqueólogo Juan Bautista Salado, quien lleva trece años ejerciendo el oficio, tiene los datos que confirman esta caída libre de los trabajos. El año pasado contrató a 30 peones y a cuatro arqueólogos; en éste, sólo a cuatro peones.

Desde 2002 a 2009 han trabajado a un buen ritmo con proyectos de años anteriores, fueron «los años dorados desde el punto de vista empresarial». Ahora se enfrentan a un futuro incierto, con la desaparición de muchas empresas de arqueología por la «competencia desleal», apunta Salado. «Es un sector muy cerrado con muchos profesionales y muy pocas obras, que ha llevado a muchos a tirar los precios para quedarse con los proyectos. Esto supone un abaratamiento de los costes que nos lleva a trabajar en precario. Yo no estoy dispuesto a pasar por ahí. Las cosas valen su dinero y los promotores desconocen que empresarialmente les es rentable contratar a un buen arqueólogo, porque luego lo barato sale caro», detalla Salado.

Por su parte, los responsables de Arqueosur, Alberto Cumpián y Pedro Sánchez, capean el temporal como pueden. Son doce años de experiencia en el subsuelo y la crisis, como a todos, también les ha perjudicado. Aseguran que el problema más común en estos momentos para estas pymes son las «tremendas» cargas financieras que soportan, al tener que afrontar ellos mismos los pagos de estos trabajos, porque el promotor paga generalmente a muchos meses vista.

¿Cómo se subsiste sin ingresos y llenos de trampas? se preguntan. «Salen trabajos pero sin dinero, nadie paga nada al principio y nosotros tenemos que cubrir esos gastos con nuestros ahorros o pidiendo préstamos al banco. Hay que cogerlos a la fuerza porque es lo que hay, pero vivimos con una gran inseguridad y temor a que al final no nos paguen», comenta Pedro Sánchez.

Para salir de este atolladero, Cumpián y Sánchez consideran que las instituciones y la iniciativa privada tendrían que apostar por el turismo cultural, que en Málaga es una «marca arqueológica» que habría que explotar y «funcionaría si se sabe potenciar».

Salado, por su parte, considera que existe una cantidad ingente de información científica de todos estos años de excavaciones, por lo que sugiere que las administraciones deberían aprovechar ese volumen de datos para compilarlos en un trabajo de investigación. «La Gerencia de Urbanismo y la Junta de Andalucía tendrían que impulsar este estudio, porque en Málaga estamos en el primer nivel científico del país y al final la arqueología es ciencia y hay que aprovechar esta cantidad de información», agrega.

El sector de la restauración sobrelleva mejor estos malos tiempos. Así lo cuentan los veteranos de Quibla Restaura, Joaquín Gallego, Estrella Arcos y Francisco Zambrana, que desde el año 1996 ocupan un hueco muy importante en la recuperación del patrimonio histórico-artístico. El carácter multidisciplinar de estas empresas, que abarcan diversas especialidades, desde la imaginería, la restauración religiosa, artística, mural hasta la recuperación y la reintegración de los restos arqueológicos, le permite esquivar la crisis. Y además, han abierto nuevas líneas de negocio en otros puntos de la geografía andaluza y preparan presupuestos para trabajos en Granada, Sevilla o Almería.

Conocen muy bien las dificultades en el sector de la arqueología, porque ellos también las padecen. Joaquín Gallego dice que los proyectos arqueológicos se han reducido «muchísimo» y si salen el cobro es «difícil». Subraya que los que dependen de obras nuevas están atravesando un «mal momento». «Ahora nadie paga en efectivo; todos son pagarés a meses vista. El único que nos ha pagado con dinero líquido ha sido el propietario del Museo del Vidrio y Cristal de Málaga, Gonzalo Fernández-Prieto, por la recuperación de las pinturas murales de la fachada del edificio», apunta.

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