El templo de Ventarrón y las excavaciones de los cerros y el valle son una fuente de información fundamental para el estudio del periodo arcaico en el Perú. Con 4.000 y 5.000 años de antigüedad, son los murales policromados más antiguos de América.
Fuente: José Manuel Novoa | El Mundo.es, 9 de junio de 2010
En la última década los descubrimientos arqueológicos en el Perú han sido constantes, hay quien se refiere ya a este país como del Egipto sudamericano. Hasta hace poco lo único que se conocía en el exterior era la cultura incaica, con su insuperable Machu Pichu, sin duda uno de los lugares más bellos del planeta, pero este país ha sido la cuna de numerosas civilizaciones mucho más antiguas que la Inca. Actualmente podemos visitar yacimientos arqueológicos que nos trasladan hasta 5.000 años de antigüedad, sin tener en cuenta los hallazgos de pinturas rupestres o petroglifos datados en 10.000 años a.C.
Hace poco más de un año se iniciaron las excavaciones en el Valle de Ventarrón, cerca de la ciudad norteña de Pomalca, a unos 12 kilómetros de Chiclayo. Explora Films participó en este yacimiento como patrocinador, al igual que en las tumbas 14 y 15 de Sipán.
Lindando con la pequeña aldea de Ventarrón, Walter Alva y su hijo Nacho, el director de estas excavaciones, se habían fijado en un montículo que tenia signos de haber sido expoliado por los huaqueros o saqueadores de tumbas. Nada hacia presagiar, a parte del instinto que todo arqueólogo posee, que bajo esa montañita se podría descubrir algo importante.
Descubrimiento premochica
Tras diez días de excavación con unos 80 trabajadores, se perfilaron unos extraños muros construidos con masas de barro, no con ladrillos de adobe como es habitual en esta región, donde la mayoría de las construcciones antiguas que se descubren son de la cultura moche. Estas enormes masas de barro presagiaban un descubrimiento premochica, es decir de 2.200 años para atrás. Los muros con contrafuertes señalaban un espacio interior en el que había una gran profusión de enterramientos intrusitos con momias de culturas más recientes, como inca y chimú, lo que demostraba que este lugar continuó siendo un sitio sagrado durante mucho tiempo.
Una vez retiradas las momias se siguió cavando hacia abajo. También se iniciaron los trabajos en los arenales de las partes bajas de los cerros que presiden este valle. Se llegó a un recinto, a unos seis metros de profundidad, en el que apareció un horno y justo al lado, detrás de un muro de barro, el principio de un mural policromado. Sin duda, aquello era un templo muy antiguo. Se cogieron muestras de ceniza de la base del hogar y se mandaron a analizar a Beta Carbón In, en Miami. Pronto se sabría la data del hallazgo.
En los cerros, un centenar hombres luchaban contra el polvo, el viento y la arena. En pocos dias dejaron al descubierto unos muros enlucidos y pintados en colores ocre, negro, y blanco, posiblemente la entrada de un santuario. También se hallaron decenas de tumbas cupisnique del periodo formativo. Se trataba de enterramientos ordinarios de gente sencilla, con poco ajuar funerario, pero lo importante era que habíamos retrocedido otros 1.000 años en el tiempo, estábamos al final de la época preceramica.
En el origen de los tiempos
Sólo los conservadores tienen la paciencia de consolidar centímetro a centímetro los hallazgos que desentierran los arqueólogos. En este caso tardaron más de un mes en descubrir totalmente el mural de al lado del horno. Representaba algo nunca visto. Según Nacho Alva, se trataba de un venado cautivo en una red. Seguramente una deidad de una cultura muy lejana en el tiempo de la que no se sabía nada en absoluto. Justamente detrás apareció otra pintura en un muro curvo. Era una pared pintada con bandas de color rojo y blanco, como la bandera del Perú, por lo que se le bautizó como El Mural Nacional.
Por fin llegaron las pruebas del radiocarbono. ¡Impresionante! Las cenizas tenían entre 4.000 y 5.000 años de antigüedad. Se habían descubierto los murales policromados más antiguos de América. El templo de Ventarrón y las excavaciones de los cerros y el valle son una fuente de información importantísima para el estudio del periodo arcaico en el Perú. Una época en la que el hombre se asentó y comenzó a interpretar lo que le decían las estrellas. Creó los primeros calendarios agrícolas y definió las estaciones. En estos templos o santuarios de intercambio de conocimientos acudían peregrinos desde muy lejos para escuchar los consejos de los sabios.
Las excavaciones continúan actualmente. Al lado opuesto al mural del venado cautivo se ha descubierto otro mural idéntico, acotando lo que podría ser el altar principal. En la parte de atrás, otro horno en forma de chacana, la cruz inca, hecha por tierra todas las teorías que había sobre esta formación en cruz, al comprobarse que es mucho más antigua de lo que se creía. Lo ultimo que se ha excavado ha sido un recinto circular, en cuyo entorno se han recuperado catorce tumbas cupisnique. Los descubrimientos continúan, junto a la apasionante aventura de la arqueología peruana.
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