En el siglo XVI una comunidad indígena sacrificó a presos de raza negra, según recientes descubrimientos en el estado de Tlaxcala
CIUDAD DE MÉXICO (09/ENE/2013).- Los recientes descubrimientos en el estado de Tlaxcala indican que en el siglo XVI una comunidad indígena sacrificó a presos de raza negra, quienes eran parte de los grupos de conquistadores, cita un artículo publicado en el más reciente número de la revista "Arqueología mexicana".
Escrito por Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pacheco, el título "El sacrificio de negros al inicio de la conquista de México" da cuenta de las evidencias de la captura y sacrificio ritual de los miembros de una caravana proveniente de la Villa Rica de la Vera Cruz, entre 1519 y 1520.
Lo anterior comprueba que no sólo había europeos de raza blanca en la conquista y del impacto que causó el tono de la piel de la raza negra a los indígenas.
De acuerdo con los hallazgos, los prisioneros de este color de tez fueron sacrificados en diferentes festividades del calendario ritual Náhuatl, a fin de transmutar la energía de los sacrificados a los ofrendantes.
El sitio, que fue ocupado primero por teotihuacanos y luego de permanecer cientos de años deshabitado, se habitó por grupos acolhuas, ya que se detectaron los vestigios de una hoguera, varios grupos de entierros y restos óseos que fueron analizados por Carlos Serranos Sánchez, especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Igualmente, se localizaron fragmentos de huesos humanos quemados, obsidiana verde y gris e insectos, además de otros materiales metálicos de manufactura europea como un anillo, clavos y un silbato con el rostro de un negro.
Es de mencionar que uno de los vestigios denominado "Entierro 30-M", corresponde a un individuo amerindio con las características de los indígenas del Centro de México, por la posición y objetos encontrados se infiere que estuvo atado, lo que hace suponer que no sólo fueron sacrificados hombres negros, sino también indígenas y mediterráneos.
Según el resultado de las investigaciones, se trata de una persona de raza negra que fue descarnada y que posiblemente su carne fue ingerida.
Otro de los hallazgos derivados es el "Entierro 30-N", que corresponde a un cráneo humano de sexo femenino, también de raza negra, en el que se observó evidencias de exposición al calor y cortes en diferentes lugares.
Los estudios en el laboratorio, a cargo de la física Lilia Escorcia Hernández, confirmaron que se trató de un sacrificio y descarnamiento de las personas inhumadas en el sitio.
También se definió que es problable que el predominio de los rasgos negroides se deba a herencia parterna, pues basándose en los hechos históricos de la época, era más viable la mezcla de un negro esclavo con una indígena de América, que el viceversa.
En cuanto al entierro "30-I" se dice es un conjunto de huesos humanos desarticulados, sin embargo, de este no se pudo identificar la etnia pero sí una edad que oscilaba entre los 18 y 20 años.
Del "Entierro 30-LL" se determinó que se trataba de una mujer adulta de raza negra, quien también fue descarnada; sus restos dieron cuenta de la presencia de una anemia severa.
Por las características del entierro múltiple, se infiere que los sacrificios se presentaron debido al color y rasgos físicos de los prisioneros.
Además, consultando datos arqueológicos y fuentes históricas se pudo concluir que la ceremonia del sacrificio se efectuó durante la "Xócotl buetzi", gran festividad de los muertos que se
realizaba entre el 11 y 30 de agosto de 1520.(Xócotl era un dios mexica de las estrellas que gobernaba sobre el fuego y las estrellas. Se le identifica con el dios azteca y tolteca Xólotl).
La dinámica de la ceremonia consistía en el ofrecimiento de la sangre de las víctimas a dioses específicos. El acto posiblemente se relacionaba con la salida del Sol; posteriormente se llevaba a cabo el levantamiento de los restos, que eran trasladados a un lugar cercano a la hoguera, donde serían sacrificados.
Aún con vida se les sacaba del fuego y se les trasladaba a la piedra de los sacrificios (lo que representaba el viaje del astro al cenit), posteriormente se les extraía el corazón y se ofrecía al Sol. Una vez concluido el acto se les decapitaba, desmembraba y descarnaba para ser ingeridos y así trasmigrar las fuerzas y el conocimiento de los ofrendados.
Los restos óseos humanos se arrojaban a la hoguera, mientras que la carne de los sacrificados estaba destinada a ser ingerida por personajes importantes en la organización social y religiosa del sitio prehispánico.