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Fuente: diarioinformacion.com | 31 de julio de 2015
La última campaña de excavaciones que se ha realizado en el yacimiento ilicitano de Caramoro I ha sacado a la luz joyas, adornos y restos de marfil procedentes de África y que ponen de relieve el peso comercial de este enclave datado en la Edad de Bronce.
Durante los días comprendidos entre el 29 de junio y el pasado sábado 25 de julio se ha desarrollado un proyecto de investigación arqueológica y estudio de patrimonio en el yacimiento correspondiente a lo que hace 4.000 años en el 2200-1500 a.C., durante la Edad del Bronce, fue un poblado fortificado que vigilaba desde su peña el Vinalopó.
Éste ha sido uno de los proyectos que ha realizado la Universidad de Alicante en colaboración con el Museo Arqueológico y de Historia de Elche «Alejandro Ramos Folqués». En él, han trabajado una decena de personas entre las que se contó con estudiantes de la Universidad de Alicante.
Correspondiente a la cultura del Argar, «Caramoro I», sirvió como emplazamiento para las labores de control entre la frontera que hace 4.000 años delimitaba dos sociedades: El Argar al sur y, al norte, el denominado «Bronce valenciano».
Esta última excavación es la continuación de un trabajo que empezó a realizarse a principios de los años ochenta por el que fuera el director del Museo Arqueológico de Elche, Rafael Ramos Fernández. Más tarde, en 1989, el estudio de la excavación fue retomado por el profesor de la Universidad de Alicante, Alfredo González Prats y por la arqueóloga Elisa Ruiz Segura. Fue durante esta excavación cuando se hallaron los restos, que hoy se encuentran en el MAHE, del enterramiento de un niño de un año de edad, con señales de haber recibido un fuerte golpe en el cráneo (abajo).
Nuevos hallazgos
A lo largo de las dos actuaciones realizadas entre las décadas de los ochenta y los noventa, se puso al descubierto un complejo arquitectónico formado por una muralla de piedra cuyo perímetro alcanza los 35 metros, así como un bastión que ayudaba a defender la única entrada al poblado en el que se han ido destapando varias viviendas.
Javier Jover Maestre, director de la excavación que se ha realizado este verano, aseguró que de los 35 metros de perímetro que alcanza el muro que delimita la fortificación «se conservan casi tres metros de altura».
Por otra parte, el director indicó que «también se conservan habitaciones de gran tamaño, pero lo más importante es que tenemos constancia de la existencia de un pequeño taller de fabricación de objetos de marfil, evidentemente africano, que son portados probablemente en rodajas a la Península Ibérica».
Según el profesor, se han encontrado collares y demás adornos de marfil, algo que «es la evidencia más significativa de que, probablemente, esas piezas se distribuían desde aquí hacia otros poblados más allá de lo que sería la cultura argárica. "Caramoro I" serviría para controlar la frontera dentro de esta cultura». El profesor Jover afirmó que ya cuentan con suficientes muestras como para datar con carbono 14.
A partir de ahora empezarán a llevarse a cabo los estudios de datación y documentación entorno a los hallazgos con el fin de seguir nutriendo el patrimonio del MAHE, que espera contar, el año que viene, con una nueva exposición que muestre cómo era la vida en el «Caramoro I».
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