Cráneo del Sahelanthropus tchadensis. Foto: Wikipedia.

Fuente Scientific American | Kate Wong | 4 de abril de 2013 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)

Un cráneo de siete millones de años de antigüedad, hallado en el desierto de Djurab, en Chad, puede, en efecto, representar el primer miembro conocido de la familia humana.

Los investigadores dieron a conocer el especímen en 2002, y provocaron un gran revuelo al afirmar que dicho fósil era un antepasado nuestro. Lo asignaron a una nueva especie, Sahelanthropus tchadensis  (apodado como Toumaï), y dijeron que estaba muy próximo al momento en que el linaje humano se separó de nuestro pariente vivo más cercano, el chimpancé.

Sin embargo, los críticos respondieron que el cráneo era probablemente de un mono en lugar de un homínido (una criatura que está en la línea que conduce hasta nosotros), si se tenían en cuenta sus características primitivas. Pero un nuevo análisis del cráneo, específicamente de su caja craneana, apoya la afirmación de los descubridores de que Toumaï es un homínido.

Thibaut Bienvenu, del Colegio de Francia, y sus colegas, reconstruyeron el endocasto de Toumaï, es decir, el molde interior del cráneo, el cual revela la forma del cerebro. Debido a que el cráneo fósil está distorsionado y lleno de una matriz altamente mineralizada, tuvieron que hacer su reconstrucción virtual, lo que significa que se hizo mediante imágenes de microtomografía de rayos X 3D sincrotrón, y luego introduciendo esos datos en un programa que les permitió retirar la matriz y corregir la distorsión en la pantalla.

La reconstrucción virtual resultante del endocasto reveló que Toumaï tenía una capacidad craneal de 378 centímetros cúbicos, en consonancia con las estimaciones anteriores. Esto lo ubica dentro del rango de la capacidad craneal del chimpancé. En comparación, los humanos modernos tienen cerebros alrededor de tres veces más grandes.

Pero aunque el cerebro de Toumaï era simiesco por su pequeño tamaño, aparentemente se parecía al de un homínido en otras características. En una presentación realizada el pasado 2 de abril, en la reunión anual de la Sociedad de Paleoantropología, Bienvenu informó que el endocasto muestra fuertemente los lóbulos occipitales proyectados en la parte posterior, un tronco cerebral inclinado y una corteza prefrontal lateral amplia, entre otras características cerebrales propias de los homínidos.

Anteriormente, Michel Brunet (izquierda) y sus colegas argumentaron que Toumaï era un homínido sobre la base de rasgos que incluían sus dientes caninos relativamente pequeños, lo cual se asocia con una disminución de la agresividad, y la posición hacia adelante de su foramen magnum (la apertura de la médula espinal en la base del cráneo), que se estima propia de la posición erecta. Ambas características se consideran señas de identidad de la humanidad.

Pero los escépticos argumentaron que otros rasgos, tales como sus voluminosos arcos superciliares y aspectos de la parte trasera y de la base del cráneo, señalan que el fósil representa a un mono. Las marcas del endocasto reforzarían la interpretación original.

Bienvenu dijo que el endocasto de Toumaï "ofrece una ventana única sobre la primera etapa de la evolución del cerebro humano", y muestra evidencias de la reorganización del cerebro hacia la condición humana mucho antes de que el tamaño del cerebro hubiera comenzado a expandirse. Añadió que esta temprana reorganización cerebral fue probablemente una consecuencia del cambio a la posición erecta.