Aparecen en Atapuerca los restos de 20 individuos con una antigüedad de 4.500 años en el sepulcro colectivo de la Cueva del Mirador

Dos investigadores trabajan en el yacimiento burgalés. | R. Ordóñez / Ical
Fuente:leonoticias.com | L. Sierra | Ical | 10 de juio de 2012

El equipo de arqueólogos que trabaja en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca ya ha comenzado a obtener resultados en esta nueva campaña, que se concretan en el último hallazgo producido en la Cueva del Mirador, donde han aparecido los restos de 20 individuos en un sepulcro colectivo con una antigüedad superior a 4.500 años.

Los restos han sido encontrados en la zona central de una cavidad que comenzó a explorarse hace ahora dos años y que en las últimas semanas ha sacado a la luz material óseo de una veintena de individuos. Sin ir más lejos, en el día de este martes eran apreciables en la zona los restos de ocho personas diferenciadas, según explicó el responsable del yacimiento, José María Vergés, quien indicó que los restos se corresponden con una antigüedad de 4.500 - 4.300 años aproximadamente.

Foto: Cueva del Mirador

El sepulcro en el que se han encontrado los restos funcionaba como una cámara dolménica en el que pueden diferenciarse una zona de enterramiento de una comunidad o una familia, hecho que se ha de comprobar y para lo cual se están haciendo estudios de adn.

Los cadáveres se depositaron en la parte central y a medida que pasaba el tiempo, la comunidad iba apartando los restos hacia el perímetro, de modo que se fueron amontonando con el paso del tiempo. Eso explica por qué al encontrar los restos algunos se encuentran en conexión anatómica y otros, desplazados.

La importancia del yacimiento es notable, si bien es cierto que estos son comunes en toda Europa. Uno de las peculiaridades del de Atapuerca es la cantidad de restos óseos que han aparecido, pese a que en algunos momentos temporales se han producido saqueos. Asimismo, la excavación destaca por su “lentitud y exhaustividad”, puesto que la idea es “obtener mucha información de estas comunidades de la edad del Calcolítico”, apostilló Vergés.

 

Enterramientos

La Cueva del Mirador es el yacimiento más avanzado en el tiempo de toda la sierra burgalesa, y en el que se conservan restos de los enterramientos de la Edad de Bronce. En concreto, el Mirador es, si cabe, más importante, ya que en este espacio se han encontrado restos del Calcolítico (4.800 - 4.300 años), momento en el que la cueva se utiliza como “cueva sepulcral”.

De este modo, hay tres fases muy bien diferenciadas: una primera que se corresponde con el sepulcro colectivo del Calcolítico; una posterior con restos canibalizados que dieron cuenta de una serie de individuos que fueron “hervidos y troceados”, y un último individuo que es de la Edad de Bronce.

Si bien es cierto que durante miles de años la cueva fue utilizada como un sepulcro, después una comunidad de pastores del Neolítico la utilizó como lugar en el que guardar su rebaño.

Los restos encontrados dejan a la superficie ocho cráneos, si bien es cierto que otros doce ya han sido excavados. A falta de que se produzcan las últimas dataciones, todo apunta a que se trata de hombres y mujeres de distintas edades, pero no menores. “No hay niños en estos sepulcros. No sabemos. Es un tanto extraño porque la mortandad infantil era muy elevada”, subrayó Vergés.

 

El equipo de arqueólogos en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca.

Los restos han sido encontrados en la zona central de una cavidad.

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Respuestas a esta discusión

Los 23 individuos de El Mirador se parecen a poblaciones alemanas

Fuente: Diario de Burgos.es | 22 de julio de 2014

El yacimiento de la Cueva de El Mirador funcionó como una cámara dolménica hace 4.400 años, en el periodo Calcolítico (entre el Neolítico y la Edad del Bronce). Hasta el momento los investigadores han conseguido sacar a la luz los restos de 23 individuos y las primeras pruebas de ADN confirman que tienen parecidos con las poblaciones neolíticas alemanas. Las razones de esa similitud las determinarán nuevos estudios, así como también si pertenecían o no a una misma familia o a un mismo grupo.
 
Los restos encontrados se encuentran en muy buen estado de conservación. Pueden verse diferentes partes del cuerpo (el fémur derecho ha servido para determinar el número de individuos), sin embargo los científicos estaban extrañados de que faltaran varios cráneos. El misterio ha quedado resuelto esta campaña al seguir excavando más a fondo: estaban colocados en las paredes de la cueva debido a la reutilización del sepulcro. Se han recuperado ocho. «El cráneo es el elemento que tiene más volumen, como el sepulcro se iba reutilizando, el cráneo molestaba en la zona central y lo apartaban. De este modo, en la parte central de esta cavidad los cuerpos aparecen en conexión anatómica y hacia el perímetro aparecen huesos sueltos. Siempre es la misma dinámica. Sería un poco como pasa en los cementerios actuales», apuntó Josep María Vergés, coordinador de las excavaciones en este yacimiento.
 
Hasta el momento se han contabilizado 23 individuos (uno ha salido a la luz esta campaña) y todo indica que podría ser la cifra definitiva. La mayoría de ellos tienen entre 20 y 40 años y sorprende sobremanera la escasez de individuos infantiles. «Lo normal es que hubiera más individuos infantiles, debido a que la mortalidad a esas edades era alta, pero hay tres y el resto son adultos», añadió el investigador. 


Tampoco se ha determinado cuántos son hombres y cuántas mujeres y si estaban o no emparentados. «Si eran de la misma familia el enterramiento se prolongaría durante muchos años, pero si son de una comunidad o de distintos grupos familiares sería un periodo más corto. Hasta ahora nos hemos centrado más en caracterizar a la población para ver a qué otras poblaciones se parecen y no tanto el sexo».


Precisamente, los análisis de ADN practicados a estos restos fósiles han puesto de manifiesto su enorme parecido con los grupos del Neolítico de Alemania. «Parece que hay relaciones con Alemania, no se sabe si unos bajan u otros suben... Tenemos que seguir trabajando sobre el tema. El ADN está bien conservado, lo que permite obtener mucha información».


Vergés aseguró que el estudio genético de las poblaciones requiere mucho tiempo y, además, es una disciplina relativamente reciente. «Todos los datos nuevos que obtengamos son muy interesantes y permitirán establecer el mapa genético». 


Precisamente, la revista científica Postone publicará próximamente un artículo sobre la genética de los individuos de la cueva de El Mirador. Y es que este yacimiento tiene una de las secuencias más completas y antiguas del Neolítico de la península. Las secuencias están completas y separadas, lo que permite hacer una radiografía cultural y ambiental de los antiguos pobladores.
 


Otro detalle que ha llamado la atención de los investigadores es que los restos no tienen ofrendas junto a ellos. «Eran muy austeros. Solo hemos encontrado tres cuencos lisos sin decoración, conchas fluviales nacaradas, candiles de asta de ciervo y una aguja para el moño de hueso».

El ADN nuclear determinará el parentesco de los 23 individuos de El Mirador (Atapuerca, Burgos)

Fuente: diariodeburgos.es | 26 de junio de 2016

Las incógnitas que plantean los yacimientos de Atapuerca se van resolviendo campaña a campaña. En la cueva del Mirador, donde se ha hallado un sepulcro colectivo con al menos 23 individuos de una antigüedad de 4.500 años (periodo Calcolítico), hay varios interrogantes que previsiblemente este año encontrarán respuesta.

De campañas anteriores ya sabemos que estos restos tienen parentesco con poblaciones alemanas del Neolítico, tal y como confirmaron los estudios del ADN mitocondrial (el de la línea materna), que la mayoría tiene edades entre los 20 y 40 años y que apenas hay individuos infantiles, la población con mortalidad más alta en aquella época.

La siguiente incógnita a resolver es la edad concreta de los restos, el sexo, las patologías que les pudieron llevar a la muerte, sus características físicas y el parentesco entre ellos. «Hemos empezado por lo más difícil, que es el estudio de ADN mitocondrial; ahora nos queda hacer el estudio más común, que lo  haremos cuando tengamos excavado todo el sepulcro para ir relacionando los huesos con cada individuo», asegura Josep María Vergés (izquierda), el investigador que está al frente de las ocho personas que trabajan en este yacimiento.

La excavación en el sepulcro colectivo está prácticamente terminada. Sin embargo, la zona que les queda es muy difícil de documentar y de excavar correctamente por el pequeño e inestable espacio en el que se tienen que mover. Por eso lo que están haciendo estos primeros días de campaña es aparcarlos momentáneamente y excavar en la parte central de lo que sería la cámara sepulcral pero en depósitos por debajo de los cadáveres, es decir, en niveles del Neolítico, periodo anterior a la Edad del Cobre o Calcolítico. «Cuando podamos hacer el hueco suficiente, excavaremos en los extremos y terminaremos con el sepulcro», añade Vergés.

Con todo el material esperan tener terminado antes de final de año la secuencia del genoma de los 23 individuos analizando el ADN nuclear hallado en los fósiles. Ese estudio determinará si los cadáveres encontrados pertenecen a una misma familia o por el contrario son miembros de una comunidad. Si se verificara el parentesco, estaríamos hablando de un sepulcro que se utilizó como tal durante un periodo largo de tiempo; en caso de que fueran miembros de varias familias o de una comunidad, la cueva habría servido como enterramiento durante un periodo más corto.



Una extensa cronología

Las características de la cueva de El Mirador (orientada al sur, espaciosa y con una excelente perspectiva del entorno, como su nombre indica) han hecho de ella un lugar estratégico para las comunidades prehistóricas. Las primeras ocupaciones de las que tiene constancia el equipo de Atapuerca hacen viajar en el tiempo hasta hace 13.500 años, con grupos de cazadores-recolectores como moradores. 

Tras una época en la que fue abandonada -periodo que coincide con el derrumbe de la bóveda-, hace 7.200 años volvieron a elegirlo como hogar y redil los ganaderos y agricultores del Neolítico.

Por razones que se desconocen, y a las que los investigadores de Atapuerca tratan ahora de dar respuesta, hace 4.500 años la cueva fue utilizada como sepulcro. Sin tener tampoco una respuesta, El Mirador dejó de ser usado como enterramiento hace al menos 3.600 años, cuando recuperó la función de hábitat y redil que indican los fósiles hallados.

«Algo debió pasar. Es difícil que una población que durante decenas o centenares de años ha estado enterrando a sus parientes deje de hacerlo, meta el rebaño en el interior y haga un hogar de la cueva. Igual hubo un cambio de población o estuvo despoblada», sugiere Vergés, quien también se plantea otro interrogante: si la población que usó la cueva como sepulcro era ganadera-agricultora, actividades que les corresponde por la época, ¿dónde o cómo mantuvieron los rebaños a cubierto?, ¿y dónde se guarecían ellos?

Éstas y otras cuestiones son las que deberán resolver en las próximas campañas, ya que El Mirador es un yacimiento rico en fósiles y el objetivo de su trabajo es ahondar aún más en la cueva: «La intención es ir bajando niveles pero no solo en vertical, sino también en profundidad para encontrar las galerías que seguro que hubo».
Mientras indagan en ese aspecto, continuarán documentando una extensa cronología: «Estamos excavando un nivel por debajo de los restos humanos que situamos en el final del Neolítico, en torno a 5.000 años. Y de ahí continuaremos hacia abajo que, estimamos, habrá niveles del Mesolítico, la transición entre los últimos cazadores y los primeros agricultores».

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