Red social de Arqueologos e Historiadores
El Campaniforme es una manifestación arqueológica de la Edad del Cobre en Europa occidental, que ocupa un periodo cronológico relativamente restringido, entre el 2700-2600 y el 2000 AC aproximadamente, y que se caracteriza por la presencia en dotes funerarias de una serie de cerámicas ricamente decoradas y con un repertorio de formas restringido (vasos campaniformes, cuencos, cazuelas,etc.), que aparecen, junto a diversos objetos acompañantes tales como adornos de oro (diademas, pendientes, plaquitas, etc.), elementos de cobre, ya sea armas o instrumentos (leznas), y otros objetos de alto valor simbólico (botones de hueso de perforación en V, brazaletes de arquero de piedra). La distribución del este estilo en su fase más antigua comprende en lo que se denomina el Campaniforma Marítimo las costas del Mediterráneo Occidental y del Atlántico Europeo. El Campaniforme surge precisamente en ese momento del III milenio cuando cristalizan una serie de transformaciones que se vienen desarrollando desde finales del Neolítico, que consolidan el surgimiento de diferencias sociales y que originan líderes que tratan de asegurar su posición por medio de propiedades suntuarias (bienes de prestigio.)
Las cerámicas campaniformes y sus objetos acompañantes exhiben el estatus social de sus propietarios, pues solo pertenecerían a las aristocracias. Para explicar su amplia dispersión geográfica no sería necesario acudir al movimiento migratorio de pueblos, si bien tampoco se excluye totalmente misiones comerciales, sino que se podía atribuir al desarrollo de los sistemas de intercambios, así como a diversos mecanismos útiles para estos personajes aristocratas que facilitasen mediante regalos suntuarios los pactos políticos, las alianzas matrimoniales, etc. Así se elaboraría una tupida red social y surge una sociedad compleja con intercambios a larga distancia de productos de prestigio, una sociedad capaz de soportar las alianzas, en una relación estable.
La difusión del Campaniforme es muy similar a la que presentan las culturas Megalíticas y del Bronce Atlántico por las costas e islas del Norte europeo, si bien además se aprecia una penetración en el continente europeo siguiendo los cauces de los ríos. Yo estoy de acuerdo con la investigadora Laure Salano que plantea un origen sudlusitano para las cerámicas campaniformes, basándose en el Campaniforme Marítimo y que se verá reforzada además por la nueva hipótesis que a continuación planteo.
¿Cual podría ser el motivo de comercio que creó la ruta marítima y comercial campaniforme, desde finales del neolítico hasta finales del calcolítico? A esta cuestión tratará de responder con la hipótesis que aquí voy a plantear. Los elementos integrantes del complejo campaniforme no son distintivos de un pueblo determinado sino elementos materiales que se intercambian entre los distintos grupos de la Europa prehistórica (así se transmitiría esta moda en la cerámica aunque la fabricación de la misma fuese local) y que señalan un comercio a larga distancia, siendo los mismos artefactos campaniformes testigos de este comercio. El comercio entre esas zonas en Epoca Campaniforme lógicamente tendría que deberse a productos apreciados en las zonas de destino, pero de los que carecían en las mismas. ¿Que productos más mediterráneos que el vino y el aceite? En particular el vino pudo en si justificar el comercio desde el sur de España, unido su consumo al de una cerámica suntuaria. Eso justificaría unas redes comerciales de larga distancia que se consolidaría en el "Bronce atlántico" (cuando el estaño jugó un gran papel en el comercio de toda la zona que comprende el sur de España y las costas del Norte de Europa) de productos fácilmente transportables y convertibles en su valor de inmediato. Lógicamente cobraban tanto más valor un producto cuanto más distante estuviese el punto de llegada, por lo que esto justificaría un gran estimulo a la dispersión del comercio de productos únicos y de prestigio. Al mismo tiempo al ser productos de gran valor y aprecio sería un salvaconducto para los comerciantes de esas rutas. Desconozco los productos de canje en ese posible comercio de vino (algo de lo que se careciese en el Mediterráneo occidental y si lo hubiese en las costas nordatlánticas) cuando aún en ese momento el estaño no se requería en la península ibérica por no haber aparecido aún el bronce.
El vino se empezó a producir durante el neolítico, según los testimonios arqueológicos hallados en los montes Zagros, en la región que hoy ocupan Georgia, Armenia e Irán; a partir de Vitis vinifera sylvestris, su fabricación ha estado unida y a la aparición de la cerámica en ese periodo. Precisamente en este area se desarrollan las plantas hermafroditas de Vitis vinifera que se convierten asi en la variedad Vitis vinifera sativa la que se extiende por el Mediterraneo, si bien hay una variedad con cloroplastos de tipo A cultivada en el occidente del Mediterraneo y las de clorotipo C y D que se desarrollan y cultivan en el Mediterrneo oriental y Cercano Oriente. Ello parece evidenciar un desarrollo independiente en la Península Iberica del cultivo de la vid.
La caracteristicas de la vid salvaje son de plantas caducifolias trepadoras (lianas) que crecen en terrenos azonales bien adaptadas al encharcamiento, pero que necesitan de mucha luz (por eso tienen zarcillos para trepar) y un grado relativamente alto de humedad. Esta planta se asocia pues bosques caducifolios preferentemente bosques en las riberas de los rios en donde trepan por los arboles. En Andalucia existen dos variedades de vid silvestre (vid agraz o labrusca) conocidas con las denominaciones de Virgiliana y Garabatona siendo un territorio donde su presencia era muy comun en los bosques de la Algaida (Sanlucar de Barrameda) sobre terrenos arenosos y humedos al pie del Guadlquivir. Hoy en dia las vides salvajes estan en claro retroceso por destrucción de su habitat. La vid cultivada llega con los fenicios sobre el s. IX a España como demuestran los hallazgos en yacimientos arqueologicos de pepitas de vid domestica ( estas pepitas se distinguen perfectamente de la visd silvestre cuyos granos no son tan lalargados sino redondeados).
La evidencia más antigua de la producción y consumo de vino, es una vasija del año 5400 a. C., hallada en el poblado neolítico de Hajii Firuz Tepe, en los montes Zagros. La vasija contiene un residuo rojizo, presumiblemente vino. Posteriormente, la fabricación y el consumo de vino se extendió por toda la cuenca mediterránea pues la existencia de la vid en la cuenca mediterránea es autoctona, por lo que no es arbitrario deducir que si ya en el mesolítico se consumia la uva fresca y posteriormente se introdujera la elaboración del vino. El transporte y la conservación de este preciado líquido se haría en pellejos de cabra o de ovejas. Al parecer la especie salvaje de vitis vinifera se asociaba al tratarse de una planta rastrera y trepadora a arboles el los que se podía fijar como olmos, arces o robles. La coincidencia de la vid y con la levadura exógena Saccharomyces cerevisiae, microorganismo que no se encontraba en principo entre la flora propia de la vid, pero sí en otras especies arbóreas pudo originar una espontánea inoculación en las uvas y la consecuente fermentación de su jugo, que permitiese el descubrimiento del vino. Por eso si la vid estaba dispersa por el Mediterráneo y su primer cultivo pudo consistir en el desbroce del terrreno y acercar nuevos esquejes a otros arboles próximos para multiplicar su producción dentro de zonas arboladas de forma espontanea. La vid en un terreno libre de arbolado si la mano del hombre no interviene se extiende caoticamente y dando escasos frutos y consumiendo la mayor parte de sus energías en la creación de nuevos brotes y largas ramas erráticas de materia leñosa con hojas, por eso un segundo paso en cultivo "desarrollado" consistiria en aplicarle la poda y ponerle unos tutores para alejarla del suelo y que no se pudran los racimos o la consuman los animales (documentado en Chipre en el III milenio a.C. para la vid domesticada). Estas practicas son posteriores a las primeras de cultivo, pero en todo caso el cultivo de la vid en su forma primitiva se comprueba que fue unido al desarrollo de la agricultura del cereal en todo medio oriente , por lo que si a todo el Mediterráneo llegó la domesticación de los cereales, de igual modo pudo llegar la domesticación de la vid allí donde la planta fuese viable o se diese de forma espontánea.
Si la vid se recolecta o cultiva en un area favoralbe en clima benigno y húmedo, ya tenemos el elemento de comercio entre la zona Mediterránea y las del Noratlantico en donde no se puede cultivar estas plantas y por lo tanto habría necesidad de este liquido misterioso que sin duda estaba muy bien considerado por las elites de esas sociedades, haciéndolo testigo imprescindible en celbraciones de contenido mágico ritual en primer lugar y en segundo lugar en cualquier acontecimiento, banquete de importancia o tratado.
En este proceso es importante comprender que la vinificación es un proceso puramente anaeróbico y su conservación igual, es decir sin la presencia de oxígeno. A toda costa hay que evitar que el vino llegue a "oxidarse" lo cual ha sido siempre un problema hasta el descubrimiento de los barriles y las botellas con tapones de corcho. Por eso la elaboración se haría en recipientes de cerámica, pero su transporte en pellejos que así se garantiza que no el entre el aire. La fermentación tiene como principal efecto la conversión de los azúcares del mosto en alcohol etílico por parte de levaduras del género de las Saccharomyces. Si la fermentación del mosto se deja continuar se obtiene vinagre. Por eso a parte de que solo se produce en ciertas climas el secreto del vino está en a interrumpir el proceso de fermentación y evitar la decrepitud del vino que si no se convierte en vinagre, y para ello tuvo que añadir todo tipo de productos, como resinas, pez etc y conservarlo en pellejos.
En relación al comercio del vino es conocido como en el s. XVI d.C. se producían vinos en la costa de España claramente distintos a los de “tierra adentro”, pues eran los destinados a la exportación. Estos vinos costeros respondían a los dictámenes de los compradores "nordatlanticos", como los exigentes consumidores ingleses (el tostado de Ribadavia, Oporto, vinos de Jerez, el Málaga, el tinto de Alicante,) Todos esos vinos que se producían en las zonas cercanas a los puertos de embarque mientras que los vinos de tierra adentro, por su parte, eran de consumo propio y no trascendían fuera del entorno. Este comercio pudo tener su paralelo en la época calcolítica.
Por su parte acompañando al comercio del vino como producto principal en esa ruta, no se puede descartar tampoco el comercio del aceite de acebuche (Olea europaea oleaster), que aunque de un sabor peor que el aceite del olivo (Olea europaea ) y un rendimiento más pobre, también podría ir su comercio unido a dicha ruta gracias a a sus propiedades medicinales y a ciertas propiedades mágicas. El acebuche es un olivo silvestre (los dos son la misma especie pero el primero es una subespecie o variedad más primitiva del olivo cultivado) que se diferencia en que tiene un porte arbustivo debido al ramoneo de los herbívoros y en que da un fruto (acebuchina) bastante más pequeño sobre todo en la drupa, por tanto con menor rendimiento en aceite, que el fruto del olivo. Ambas variedades de árboles son tan parecidas que en arqueología no se pueden distinguir bien ni por los tamaños de los huesos (carpología) ni por su polen (palinología), aunque sí por el estudio de la composición química de los carbones de su madera.No obstante aunque el cultivo del olivo fue posterior a la época a que nos referimos, la acebuchina por su abundancia en el sur de la península, podía ser objeto de una relativamente fácil recolección y molturación al menos desde el Neolitico Reciente. Actualmente también existe en la zona cantábrica de la península acebuches en el medio natural y es de suponer que también existiese en el Neolitico, aunque con más escasez de ejemplares respecto al sur o levante de la península , pues la climatología le es menos favorable . Que el aprovechamiento del olivo silvestre o acebuche no fuera totalmente desconocido en la península ibérica, lo prueba que en los yacimientos arqueológicos de Garcel o Fuente del Alamo (Almería) (3000- 2500 a.C) correspondiente a la Cultura del Argar donde se han encontrado vestigios de acebuchina tomada como alimento, sin que se sepa si extraían su aceite. Además son otras muchas cuevas (Toro y Nerja , Neolitico Reciente) y otros yacimientos como Campos o los Millares (Calcolítico) donde se han encontrado restos de acebuchina. Mientras restos aceitunas de olivo cultivado aparecen por primera vez en la península en Doña Blanca (Cádiz) con anterioridad a la primera Edad del Hierro, por ello al parecer es en esta zona donde se empezaría el cultivo agrario de los olivos introducido por los fenicios, por su parte los griegos lo introducirían en Ampurias.
La zona Noratlántica carecía de aceites vegetales lo que podría motivar su demanda, y es de suponer más que su uso gastronómico del aceite de acebuchina, un uso religioso, medicinal o cosmético. A diferencia de las grasas animales la combustión del aceite vegetal no produce malos olores ni humos negros desagradables por lo que era adecuado su empleo como combustible en la iluminación de actos religiosas como lo fue también en los templos de la antigüedad en todo el Mediterráneo. Por su parte, sabemos que el aceite de oliva se comenzó a usar en Egipto con fines cosméticos y allí precisamente es donde al parecer se empezó el cultivo del olivo (Olea europaea) hacia el 2000a.C., aunque el origen del olivo o acebuche cultivado se sitúa en Asia Menor. Se asocia la difusión del olivo por el Mediterráneo a partir del s. X-IX a.C a los fenicios., aunque como hemos dicho anteriormente su variedad silvestre el acebuche, ya existía como hemos dicho, previamente en toda la cuenca del Mediterráneo. Son los fenicios, quienes hacia el siglo IX a.C. traen el cultivo del olivo a las costas del sur de la Península Ibérica, desarrollándose su cultivo siempre en terrenos cercanos a los medios de comunicación, como son las orillas de los ríos.
El aceite de acebuchina se conservaría y transportaría en pellejos igualmente, pues aunque la conservación del aceite plantea menos problemas de oxidación (enranciamiento) que el vino, también es aconsejable protegerlo del aire y de la luz. En este sentido decir que el aceite de acebuchina se conserva aún mejor que en el aceite de oliva, pues su contenido en tocoferol (Vitamina E, un antioxidante muy eficaz) es el doble. Este comercio en favor de las aristocracias de aceite desde el sur peninsular hasta el Atlantico Norte, debiera ser secundario respecto al del vino, pues el aceite no tiene como sabemos las propiedades euforizantes del vino y por otro lado el uso de grasas animales para la alimentación en los países anglosajones como ocurre hoy en día es preferida, esto hace que el aceite sea un producto mas prescindible y destinado a usos medicinales y religiosos. A propósito de esto, los romanos consideraban bárbaros los que usaban para su alimentación grasas animales en lugar de aceite de oliva.
Como conclusión, esta hipótesis del “comercio del vino” (y secundariamente del aceite de acebuchina) , justificaría el desarrollo de este estilo Campaniforme, referido al consumo ritual del vino por parte de las elites sociales de la áreas Noratlanticas (o al uso mágico- sagrado del aceite), y justificaría también que el propio estilo campaniforme desapareciese, cuando el consumo del vino se tomó como un valor cultural propio y decae la moda cerámica traida desde los puertos exportadores de vino del sur peninsular .
Difusión del Campaniforme
http://clio.rediris.es/n32/atlas/005.jpg
Sugerente hipótesis la que usted plantea, Sr. Barragán, dentro de la ya conocida idea de la posible asociación de la ingesta de alguna bebida alcohólica con la producción de la cerámica campaniforme, tal como se desprende del trabajo de Rafael Garrido-Pena, "El fenómeno campaniforme: un siglo de debates sobre un enigma sin resolver", así como el mismo que cita Mar de Elisa Guerra Doce, "Sobre la función y el significado de la cerámica campaniforme a la luz de los análisis de contenidos", sin ir más lejos.
No obstante, su hipótesis tiene, a mi modo de ver y hasta donde llego (que seguro no es mucho en este apartado), algunos aspectos que deberían ser más aclarados y/o fundamentados.
1º De los estudios que se han realizado sobre análisis de contenidos lo que se encuentra hasta ahora de modo mayoritario -en referencia a bebidas alcohólicas- es básicamente trazas de cerveza o de hidromiel, pero no de vino (trazas de ácido tartárico), lo cual no deja de ser un dato importante.
Por lo que he podido ver en internet, Rafael Garrido-Pena tiene publicado un trabajo titulado “No sólo cerveza: nuevos tipos de bebidas alcohólicas indentificados en análisis de contenidos de cerámicas campaniformes del valle de Ambrona (Soria)”, pero desgraciadamente no es posible tener acceso al mismo a través de la red.
Por el título, aunque habla de otras bebidas alcohólicas (derivadas posiblemente de frutas) nada dice específicamente del vino, si bien, ya digo, habría que hacerse con este trabajo para ver el alcance de sus aportaciones.
En cualquier caso, si fuera vino a lo que hace referencia, estaríamos ante un caso puntual y habría que esperar a que la arqueología nos deparase más ejemplos al respecto.
2º Luego tenemos el problema de la introducción y expansión de la elaboración del vino en el contexto peninsular ibérico y resto de Europa, el cual, introducido por los fenicios, no parece que alcanzara un grado de desarrollo suficientemente impo... y, en consecuencia, se hace muy problemático remontar su consumo y comercio a tiempos en que tiene lugar el desarrollo de la cerámica campaniforme.
3º Por último, a tenor de los dos artículos citados más arriba, en los que no se contempla una expansión de la cerámica campaniforme motivada por rutas comerciales, no parece posible tampoco que pueda adscribirse a una ruta comercial del vino. En todo caso, si se enfatiza que el desarrollo del fenómeno campaniforme puede venir derivado más de las influencias que supondrían el establecimiento de redes sociales (alianzas, intercambios matrimoniales, etc.) que de rutas comerciales propiamente dichas, ello obliga a descartar también la hipótesis de un posible intercambio comercial del vino asociado a la cerámica campaniforme.
No hay que olvidar, por lo demás, tal como subraya Rafael Garrido-Pena, que el análisis de las pastas cerámicas muestran que se trata de producciones locales en la mayoría de los casos. Ni viajaron los pueblos ni tampoco las cerámicas. Difícilmente se ve entonces que la difusión de las cerámicas campaniformes vinieran como consecuencia de una hipotética ruta comercial en la que el vino fuera uno de sus artículos principales.
Vamos a ver Sr. Barragán de la Rosa:
1º Nada tengo que objetar a su interpretación del significado de los banquetes rituales, sociales o guerreros, en los que se tomaba algún tipo de bebida alcohólica (cerveza y/o hidromiel) como elemento de cohesión, grupal, social, militar, etc.
Ahora bien, en la exposición de la teoría del uso y difusión de la cerámica campaniforme, tomando como elemento clave la ingesta de bebidas alcohólicas, se establece que este tipo de vajilla pudo haber alcanzado su desarrollo precisamente por proporcionar un elemento de diferenciación y prestigio social a determinados individuos destacados dentro los grupos sociales que la utilizaban.
Hasta donde se conoce (o yo conozco, tal como le dije en el comentario anterior), el análisis de los restos observados en dicha cerámica indican que lo que se consumía era cerveza y/o hidromiel, no vino. Si usted establece ahora que esos individuos destacados ingerían preferentemente vino, y los individuos subordinados tomaban cerveza (lo que no deja de ser una interpretación muy libre y gratuita del asunto), quiere decirse entonces que encontramos una profunda contradicción entre el análisis de los restos de la cerámica campaniforme y el uso y asociación de la misma que se adjudica a aquellos individuos relevantes que la utilizaban como elemento de prestigio y diferenciación social. Es decir, si la cerámica campaniforme se asocia a esa capa “aristocrática” de los grupos sociales, y éstos tomaban vino (también para diferenciarse de los que tomaban cerveza, tal como usted sugiere), ¿cómo es posible que no se haya encontrado ninguna traza de restos de vino en la misma? Pues sencillamente porque no se tomaba todavía (salvo que los estudios arqueológicos demuestren lo contrario en el futuro).
Lo lógico, y de acuerdo con lo que se sabe hasta ahora, es concluir que todos tomaban cerveza y/o hidromiel (dentro de esos banquetes o reuniones de cohesión social, ritual, militar, etc.), pero los individuos adscritos a esa capa “aristocrática” lo hacían justamente utilizando la vajilla campaniforme como elemento de diferenciación social, militar, etc.
2º No le niego tampoco la posibilidad de que, antes de la llegada de los fenicios a suelo ibérico, se conociera el uso del fruto de la vid como elemento para fabricar vino, pero nada indica que del mismo se hubiera llegado a derivar una profusión y comercio desde el sudoeste peninsular hacia zonas del norte europeo, y que además fuera asociado a la difusión de la cerámica campaniforme en tiempos en que ésta tiene su desarrollo y expansión. Lo siento, pero tal como lo veo, ello sería también una afirmación excesivamente especulativa y gratuita.
3º Las citas de Tito Livio, Estrabón, etc., que usted subraya, aun cuando pudieran hacer referencia a la antigüedad del consumo del vino entre los pueblos a los que aluden, cabe considerarlas muy posteriores al fenómeno campaniforme, y nada permite que con las mismas podamos remontarnos tan atrás para concluir que el uso y comercio del vino (asociado a la difusión de la cerámica campaniforme) ya vendría derivado desde aquellos tiempos de principios de la Edad del Bronce.
4º En conclusión: es posible que tal vez la arqueología le proporcione algún día elementos suficientes para sustentar con fundamento su sugerente idea, pero de momento me temo que debe todavía esperar o aportar más datos para que su hipótesis pueda tomar mejor forma y llegarse a considerar.
Saludos cordiales
La uva euroasiática (Vitis vinifera) según se dijo en el artículo fue probablemente domesticada, en la región que se extiende desde las montañas de Zagros noroeste de Transcaucasia a las montañas del este Taurus ya en 7000 aC. Si bien la evidencia más antigua de restos de vino nos la ofrece una vasija del año 5400 a. C. encontrada en la misma zona. Resultaría extraño que si después se produce la expansión neolítica de la agricultura referido a la viticultura resultado de la misma mentalidad de cultivar plantas salvajes con utilidad, no se produjese hasta fechas de alrededor del 3.000 a. C. en que hay datos que apoyan que la vinicultura pudo haber viajado desde Oriente Medio hasta la zona del Mar Mediterráneo. En todo caso aún no se conoce las etapas y como se produjo la expansión desde Medio Oriente hasta Europa de la viticultura. Hasta ahora se ha pensado en el vino y la viticultura como fruto exclusivo de la culturización y comercio fenicio. Negándose la posibilidad de una elaboración del vino y protocultivo autóctono temprano, puesto que la planta salvaje existía, aunque ello fuese a costa de un menor rendimiento que el que ofrece la variedad domesticada. Los pellejos y odres no dejan huellas arqueológicas y por ello se prescinde del puesto que pudo ocupar en la distribución de este producto. Teniendo en cuenta que el vino en los odres con resina de pino y otras hierbas, se puede conservar de una manera incluso mejor en ambiente más anóxico que en vasijas cerámicas y con mayores garantías de robustez del envase, es lógico pensar que los odres precedieran a los envases cerámicos.
En mi opinión existe en este sentido actualmente una opinión desfasada en las concepciones de los arqueólogos quienes siguen asociando a la expansión colonial fenicia el conocimiento del vino en las costas mediterráneas. El mundo académico oficial piensa que el vino fue expandido por el Mediterráneo a partir del 700 a.C. y diversos pueblos aprendieron de los fenicios la cultura vitícola. Pero esta conclusión se ha basado en el uso ánforas con una forma particular cuando se destinaban al vino y en trazas de compuestos químicos indicadores a niveles de ultratrazas de que estas ánforas contuvieron vino. Las ánforas son contenedores estaban cerámicos diseñados para el transporte de líquidos y sólidos y permitían la colocación ordenada de carga en el casco de las embarcaciones. Pero debió de existir un paso previo y más primitivo que supondría el uso de los odres.
A partir de los fenicios el patrón de implantación de la cultura vitivinícola pudo ser que el vino se importa inicialmente desde oriente, permitiendo eventualmente en muchos casos que emerja una cultura vitivinícola local siempre que el clima lo permitiese con cepas alóctonas transplantadas. Las vides domesticadas transplantadas después se cruzaron con vides silvestres del lugar dando lugar a todo tipo de variedades cultivadas interesantes que permiten fabricar un vino propio. Las distintas variedades de vides son las que luego se extendieron por toda la cuenca mediterránea. Pero esto no niega que como sostengo , anteriormente existiese una cultura vitivinícola local en algunas áreas más restringidas del Mediterráneo, en mi opinión lo que pudieron hacer los fenicios valiéndome de un símil químico fue inyectar un germen de cristalización que hizo que los pequeños núcleos cristalinos preexistentes se visualizaran y potenciaran de forma masiva.
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