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Algunos de los fósiles estudiados.
Fuente: CENIEH | 21 de octubre de 2014
María Martinón-Torres y José María Bermúdez de Castro del Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) acaban de publicar en la revista American Journal of Physical Anthropology, junto con científicos del Institute of Vertebrate Paleontology and Palaeoanthropology de Pekín (IVVP), el estudio de un maxilar infantil y varios dientes aislados encontrados en Xujiayao, un yacimiento del norte de China, que revela que durante el Pleistoceno Superior el gran continente asiático pudo estar habitado por una especie desconocida todavía sin catalogar.
Foto: El director del Centro Nacional de Investigación Humana y codirector de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, y la investigadora María Martinón-Torres.
El análisis detallado de la morfología dental de estos fósiles, datados entre 60.000 y 120.000 años, pone de manifiesta que la población de Xujiayao comparte rasgos tanto con neandertales como con los representantes más primitivos de Homo erectus asiático, y estaría fuera de la variabilidad de nuestra especie. Los autores de este análisis apuntan la posibilidad de que se trate de un homínido todavía no descrito y que habría coexistido en el tiempo con humanos modernos y neandertales.
Cabe recordar que estudios recientes sobre ADN antiguo han revelado la existencia en Siberia de una población acuñada como “denisovanos” de la que se conoce muy poco sobre su anatomía. Los “denisovanos” también habrían habitado Asia en el Pleistoceno Superior, serían diferentes de Homo sapiens y de Homo neanderthalensis y se habrían mezclado genéticamente con un linaje primitivo todavía por determinar. Los investigadores tampoco descartan la opción de que Xujiayao represente la persistencia en China de una población antigua, quizá un descendiente de Homo erectus clásico.
“Nuestro trabajo pone de relieve la gran variabilidad de las poblaciones humanas de Asia durante el Pleistoceno y advierte de la necesidad de reconsiderar la taxonomía de muchos de los fósiles hallados en este continente”, afirma María Martinón-Torres
¿DENISOVANOS EN CHINA?
Por María Martinón-Torres
La llegada del “nuevo” a la familia me ha dado mucho que pensar. Hay paleoantropólogos que son muy reticentes a incluir en sus propuestas filogenéticas especies de las que disponemos de cientos de fósiles y que han sido publicadas y discutidas en las revistas de mayor impacto científico. Sin embargo, no han dudado en añadir en sus árboles una rama nueva para los “denisovanos”, una ¿especie? de la que prácticamente no conocemos ninguno de los caracteres que la hacen distinta al resto de las especies homínidas conocidas, salvo su ADN.
Los restos humanos hallados en una cueva de Denisova (Siberia) consisten en un par de dientes y una pequeña falange cuyo estudio morfológico no nos dice demasiado. Estos fósiles no presentan ningún rasgo diagnóstico o típico de ningún taxón salvo caracteres que podríamos considerar, así, a grandes rasgos, como primitivos. Pero nada más. Lo que ha dado tanto protagonismo a los “denisovanos” en el árbol familiar son sus genes. El análisis genético de estos pocos fósiles revela que el ADN de estas poblaciones es distinto del ADN de todos los homínidos de los que se ha podido extraer y analizar su genoma, que no son todos.
En otras palabras: el análisis del ADN extraído de estos huesos siberianos apunta a que los “denisovanos” 1) no son ni Homo neanderthalensis ni Homo sapiens (aunque su genoma indica que se ha mezclado con ambos); 2) presentan una relación próxima con los neandertales, con quienes habrían compartido un ancestro común hace unos 300.000 años y con quienes también se habrían mezclado; 3) exhiben también un componente genético “misterioso” que habrían adquirido por mezclarse con un homínido desconocido, originado hace más de un millón de años y que nadie sabe quién es, pero que según algunos investigadores podría tratarse de un ancestro del clásico Homo erectus ; 4) revela también una historia de cruce genético con los ancestros de las poblaciones actuales de Oceanía y algunas regiones asiáticas como Australia, Nueva Guinea y algunas islas del Pacífico. En resumen, la de los “denisovanos” parece ser una hélice de ADN de filigrana cosmopolita que nos habla de un pasado familiar bastante “movidito”.
Todo esto significa que los “denisovanos” podrían representar una población de Homo erectus, de Homo heidelbergensis asiático o incluso una forma diferente de ser “neandertal”. Pero también es posible que no pertenezca a ninguno de ellos y represente a una nueva especie por (re?)descubrir en cuyo caso sí merecería una rama nueva en el árbol. En realidad el principal problema es ese. Poner una especie “hecha de ADN” en un árbol de especies “hechas de huesos”. Es un poco como lo que sucede en la película del Sexto Sentido, protagonizada por el gran Bruce Willis. Los personajes se cruzan pero no se tocan, porque pertenecen a otra “dimensión”. Es algo así como una presencia fantasmal, un “ente genético” entre fósiles, ese pariente un poco especial para el que nos hemos visto obligados a acondicionar el cuarto del fondo, pero al que no sabemos todavía cómo tratar y al que en realidad nunca hemos visto.
El caso es que, con los “denisovanos” los paleoantropólogos estamos un poco “vendidos”. ¿Cómo podemos ponerles cara? ¿Cómo podemos saber si esos dientes, esa falange, y ese ADN multicolor no se corresponden en realidad con una especie de las que ya conocemos? Nos quedan pocas opciones. Una sería conseguir extraer ADN de algún fósil homínido, bien caracterizado (por ejemplo un Homo erectus) y que este coincida con el de los “denisovanos”. Otra es que se encuentren más fósiles de “denisovanos” que nos permitan de verdad compararlos anatómicamente con el resto del registro fósil y asignarlos a alguno de los taxones que ya conocemos. Tanto una como otra son complicadas. Aunque haber conseguido extraer y analizar ADN de más de 400.000 años de antigüedad en la Sima de los Huesos abre la puerta a las posibilidades más insospechadas, es prácticamente imposible que vayamos a encontrar ADN de un Homo erectus o cualquier otro homínido extinguido con los que poder comparar porque los años habrán hecho estragos y degradado su herencia genética.
Este pensamiento viene a colación del maxilar de un niño y varios dientes de adulto encontrados en Xujiayao, un yacimiento del norte de China y cuyo estudio acabamos de publicar en la revista American Journal of Physical Anthropology. Los restos humanos hallados en este yacimiento tendrían entre 60.000-120.000 años de antigüedad, es decir, pertenecieron al Pleistoceno Superior, un periodo en el que los neandertales ya ocupaban Europa, Homo sapiens habitaba África y en Asia… pues poco se sabe sobre qué pasaba en Asia. El estudio de los dientes del niño de Xujiayao revela un mosaico de caracteres primitivos y derivados en Xujiayao que 1) estaría fuera de la variación de H. sapiens, 2) presentan sin embargo otros rasgos que son comunes (aunque no exclusivos) de los neandertales y 3) lucen otros caracteres que son típicos de las poblaciones de H. erectus clásicos del Pleistoceno Inferior y Medio, a pesar de ser mucho más recientes.
A la luz de las coincidencias entre el análisis anatómico de Xujiayao y la descripción genética de los “denisovanos”, no voy a negar lo tentador que sería sugerir que Xujiayao podría ser un “denisovano”, tanto por la combinación y polaridad de caracteres que presenta así como por su geografía y su cronología. Pero seré prudente y me remito a la presentación a la comunidad científica de un homínido de “estatus taxonómico desconocido” que habitó la tierra al tiempo que lo hacían H. sapiens, H. neanderthalensis y, en nuestra opinión, no pertenece a ninguno de los dos taxones. Podría tener rasgos en común con los neandertales, pero un fuerte toque oriental lo hace distinto también a estos. Pudiera representar también la persistencia, en Asia, de un homínido que aún no conocemos bien. Solo sé que, con Xujiayao, mi “sexto sentido” está alerta.
Fuente: museoevolucionhumana.com | 22 de octubre de 2014
Hallada una posible nueva especie humana en Asia
Podían haber acabado molidos en un mercadillo como supuesta pócima mágica para endurecer el pene, como ocurrió durante décadas, pero los restos fósiles hallados en el yacimiento chino de Xujiayao acabaron en las manos de la paleoantropóloga española María Martinón-Torres. Era enero de 2013 y sintió “perplejidad y sorpresa”.
Son un hueso del centro de la cara de un niño y varios dientes aislados de hasta cuatro humanos que vivieron hace entre 60.000 y 120.000 años en lo que hoy es el norte de China. Los investigadores que los han analizado hablan de un “estatus taxonómico desconocido”, que es la manera elegante y académica de admitir que no tienen ni idea de a qué tipo de humano pertenecieron.
“No se corresponde ni con un humano moderno [Homo sapiens], ni con un neandertal, que son las especies humanas que habitaban la Tierra durante ese periodo, ni con un Homo erectus clásico, que es la especie que sabemos que habitó Asia”, explica Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana. El puñado de huesos fósiles hallados en Xujiayao podría ser todo lo que queda de otra especie humana desconocida y ya extinguida. Sus dioses, su cultura y su modo de vida hay que imaginarlos ahora a partir de unos restos que caben en la palma de una mano.
Maxilar humano hallado en Xujiayao, de unos 90.000 años / AJPA
“Estos fósiles son una incógnita y revelan lo poco que sabemos de lo que ha pasado en Asia, particularmente en este periodo. Homo sapiens estaba en África. Homo neanderthalensis estaba en Europa. Pero, ¿quién estaba en Asia?”, se pregunta la investigadora.
Obtener el reconocimiento de una nueva especie humana en la comunidad de paleoantropólogos, en perpetua trifulca, es más extremadamente difícil, y la española lo sabe. Su estudio, recién publicado en la revista especializada American Journal of Physical Anthropology, huye de proponer directamente una nueva especie humana, pero desmonta otras hipótesis quizá más razonables.
Los dientes de Xujiayao tienen rasgos típicos de neandertales y otros más propios de primitivos Homo erectus, la primera especie humana cosmopolita, que se repartió por Europa y Asia desde su surgimiento en África hace 1,9 millones de años hasta su extinción hace unos 140.000 años. Pero, en cualquier caso, no son dientes de Homo sapiens, los humanos modernos que empezamos a conquistar el planeta por aquella época.
“Puede que se trate de un posible descendiente de un Homo erectus clásico que no se hubiera extinguido”, reconoce Martinón-Torres. Pero serían unos Homo erectus raros, con rasgos hasta ahora considerados como neandertales, que habrían sobrevivido a la desaparición de toda su especie, como hizo precisamente una población de neandertales en Gibraltar hace unos 40.000 años. “O pudiera ser otra cosa todavía no descrita o catalogada”, recalca la paleoantropóloga. La investigadora ha analizado los restos con expertos de la Academia China de Ciencias y con José María Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de Atapuerca, en Burgos, y uno de los padres del Homo antecessor, un homínido que vivió en la zona hace unos 900.000 años.
Los autores proponen otras hipótesis fascinantes para los fósiles de Xujiayao. Aquellos dientes, sugieren, podrían haber pertenecido a denisovanos, una nueva población de humanos descubierta en 2010 en una cueva de Siberia y descrita a partir de tan solo un par de dientes, un hueso del dedo meñique y el análisis de su ADN. Los restos siberianos pertenecieron a una joven que vivió hace unos 40.000 años, un periodo que cuadra con el de los humanos del yacimiento chino. “El problema es que la única forma de confirmar que Xujiayao es un denisovano es consiguiendo ADN de estos homínidos y comparándolo con los fósiles siberianos”, lamenta la investigadora.
Otros expertos ajenos a este estudio son mucho más escépticos con el hecho de que se trate de una nueva especie. Erik Trinkaus, de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), ha analizado restos del oído interno de los homínidos de Xujiayao, detectando rasgos primitivos y otros típicamente neandertales. Pero no quiere ni hablar de que se trate de una nueva especie. Prefiere centrarse en la biología de los fósiles antes que “jugar con los nombres”.
“Lo que han documentado es que una forma arcaica de humano, no neandertal, persistió en el norte de Asia oriental en la etapa más reciente del Pleistoceno, de manera similar a lo que ocurrió con los neandertales en occidente”, opina el investigador estadounidense.
“No creo que haya suficientes evidencias como para sugerir la existencia de una nueva especie”, coincide Tim Compton, del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido). Su colega Chris Stringer, por su parte, cree que la singularidad de los fósiles de Xujiayao podría explicarse por “la introgresión de ADN entre poblaciones arcaicas”, o lo que es lo mismo, la cama redonda que ha sido la humanidad durante cientos de miles de años, con cuatro tipos diferentes de seres humanos (sapiens, neandertales, denisovanos y erectus) teniendo sexo con descendencia fértil.
“Habrá quien piense que concluir con un ‘no sé qué es’ es frustrante, pero científicamente es muy estimulante. Hemos comenzado diciendo ‘sé lo que no es’. Espero que con el trabajo de los próximos años y conociendo todavía mejor el registro fósil asiático podamos acabar diciendo ‘ya sé lo que es’", concluye Martinón-Torres.
Evolución humana en Eurasia: un escenario de vértigo
En 2014 publicamos (María Martinón Torres y quién escribe estas líneas) un artículo con nuestros colegas chinos Xing Song, Liu Wu y Wu Xiujie en la revista American Journal of Physical Anthropology acerca de los dientes de fósiles recuperados en la década de 1970 en el yacimiento chino de Xujiayao. Este yacimiento se localiza en la cuenca del río Nihewan, no lejos de Pekín. Cuando realizamos el estudio no se conocía con precisión la antigüedad de los fósiles, que se estimaba entre 340.000 y 90.000 años.
Los fósiles habían cogido polvo en algún cajón durante 40 años y merecía la pena sacarlos de nuevo a la luz. Los primeros estudios habían concluido que los fósiles de Xujiayao pertenecían a una población de transición entre Homo erectus y Homo sapiens, siguiendo la tradición de la escuela de China de aquella época. Puesto que la industria lítica del yacimiento (unos 30.000 artefactos) tiene características posteriores al achelense y los restos fósiles de mamíferos (unos 5.000) apuntaban a una época de finales del Pleistoceno Medio, los expertos preferían apostar por incluir los restos humanos en nuestra especie. Ese era el escenario que encontramos cuando nuestros colegas de China pidieron nuestra opinión y colaboración en el estudio.
Nuestra investigación fue realizada a ciegas, sin ese dato temporal que muchas veces condiciona nuestras conclusiones. Hicimos notar que los dientes conservaban características de Homo erectus, apuntando a una cierta antigüedad. Pero también detectamos cierta modernidad, puesto que los dientes de Xujiayao tienen algunos rasgos compartidos con los neandertales. En algún pasaje de nuestra discusión hablamos de los denisovanos y su posible relación con los fósiles de este yacimiento de China. Todo apuntaba a una evolución muy compleja en el norte de Eurasia, donde los neandertales pudieron expandir los dominios de su imperio, donde una población de origen muy antiguo (denisovanos) persistió hasta el Pleistoceno Tardío y donde la influencia de Homo erectus todavía estaba presente. Un lío tremendo.
Quizá inspirados en ese trabajo, el geocronólogo Hong Ao y varios colegas se decidieron a obtener dataciones en el yacimiento de Xujiayao. Estos autores han publicado sus resultados en la revista Journal of Human Evolution. Empleando el método del ESR (resonancia paramagnética electrónica) aplicado a granos de cuarzo del nivel donde aparecieron los restos fósiles, los geocronólogos han sido capaces de establecer un rango temporal más limitado, en una horquilla de entre 260.000 y 370.000 años. El estudio del paleomagnetismo de la secuencia estratigráfica está de acuerdo con fechar el yacimiento en el Pleistoceno Medio. Es una buena noticia que los yacimientos de China excavados durante el siglo XX puedan colocarse en el marco temporal del que carecían. Es la única manera de comprender un registro muy rico, pero mal conocido.
Los autores de este trabajo están de acuerdo con nuestras conclusiones de 2015 y sugieren la posibilidad de establecer una conexión entre los fósiles de Xujiayao y los denisovanos. Del mismo modo que la evolución humana de Europa se ha ido complicando con nuevos hallazgos, la historia evolutiva del resto de Eurasia parece mucho más compleja de lo que se imaginaron nuestros colegas hace tan solo unas pocas décadas. Los movimientos de grupos humanos, su posible mestizaje, pero también su aislamiento durante miles de años, nos dibujan un escenario difícil de comprender. Si tuviéramos una bola de cristal que nos permitiera echar un vistazo a todos los grupos humanos que poblaron Eurasia desde hace casi dos millones de años hasta la definitiva ocupación del planeta por nuestra especie seguramente nos quedaríamos atónitos. Podemos decir, que casi no sabemos nada de aquella época. Apenas algunas ventanas para asomarnos al pasado y sufrir el vértigo del vacío ante nuestros pies.
Fuente: quo.es | 31 de mayo de 2018
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