Los antiguos romanos pobres comían al igual que los animales

Mandíbula de un hombre de unos 30 años enterrada en el cementerio de Roma, Castellaccio Europarco, durante el periodo imperial. Muestra signos de caries y un absceso. Los huesos muestran un alto porcentaje de mijo en la dieta de este hombre. CRÉDITO: Kristina Killgrove

Fuente: LiveScience | Stephanie Pappas | 1 de marzo de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

Los antiguos romanos son conocidos por comer bien, tal como se puede ver en los mosaicos imperiales en los que se representan suntuosas muestras de frutas, verduras, pasteles, y, por supuesto, el vino. Sin embargo, el 98 % de los romanos, que no pertenecían a la élite y cuyas fiestas no quedaron preservadas por el arte, pudieron haber quedado obligados a comer alpiste.

La gente común en la antigua Roma comía mijo, un cereal despreciado por los ricos, ya que sólo sirve para el ganado, según un nuevo estudio publicado en la edición de marzo de la Revista de Arqueología Antropológica (Journal of Anthropological Archaeology). El consumo de mijo podría estar vinculado a la situación social en general, dado que los habitantes de los suburbios relativamente pobres consumían más este tipo de grano que los habitantes ricos de la ciudad.

Los resultados provienen de un análisis de esqueletos anónimos en los cementerios de la antigua ciudad.

"No sabemos nada acerca de sus vidas, por lo que estamos tratando de utilizar el análisis bioquímico para estudiarlos", dijo Kristina Killgrove (izquierda), antropóloga de la Universidad de West, Florida, y que encabeza el estudio.

La antigua dieta mediterránea

Estudios sobre la salud de la semana pasada anunciaban la moderna dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, pescado y frutos secos, como una buena manera de evitar las enfermedades del corazón. Sin embargo, en la antigua Roma la dieta variada se basaba en la clase social y donde vivía una persona.

Los textos antiguos tienen mucho que decir acerca de las fastuosas fiestas romanas. Los ricos podían permitirse frutas y verduras exóticas, así como mariscos y caracoles. Una fiesta formal implicaba múltiples platos, que se comían en posición reclinada y podía durar horas.

Pero los antiguos escritores romanos tienen menos que decir acerca de los pobres, con excepción de las instrucciones de los propietarios de tierras sobre la cantidad adecuada para alimentar a los esclavos, los cuales constituían alrededor del 30 % de la población de la ciudad. Killgrove quería saber más acerca de las personas de clase baja y lo que comían.

Para saberlo, ella y sus colegas analizaron los restos de huesos del fémur de 36 individuos de dos cementerios romanos. Un cementerio, Casal Bertone, estaba situado justo fuera de las murallas de la ciudad. El otro, Castellaccio Europarco, estaba más allá, en una zona más suburbana.

Los esqueletos datan del periodo imperial, el cual se extiende desde el siglo I hasta el siglo III d.C., es decir, durante el apogeo del Imperio Romano. En ese periodo vivían en Roma y sus alrededores entre 1 y 2 millones de personas, dijo Killgrove a LiveScience.

Locávoros romanos


Para determinar las dietas de los esqueletos romanos, los investigadores analizaron los isótopos de carbono y nitrógeno de los huesos. Los isótopos son átomos de un elemento con diferente número de neutrones, y se incorporan al cuerpo a través de los alimentos. Los isótopos de carbono pueden decir a los investigadores qué tipos de plantas son consumidas por la gente. Las gramíneas, como el trigo y la cebada, se llaman plantas C3, pues su fotosíntesis es diferente de las plantas C4, que son, en general, más fibrosas, tales como el mijo y el sorgo. Las diferencias en la fotosíntesis crean diferentes proporciones de isótopos de carbono que se conservan en los huesos de las personas que comen dichas plantas.

Los isótopos de nitrógeno, por otro lado, dan una idea de los tipos de fuentes de proteínas que las personas consumen.

Los huesos de un niño romano del Mausoleo Casal Bertone sugieren que, a su edad de 18 meses, estaba en proceso de destete cuando él o ella murió. CRÉDITO: Kristina Killgrove.


"Encontramos que la gente comía cosas muy diferentes", dijo Killgrove. En particular, los antiguos italianos eran locávoros. En comparación con las personas que vivían en las costas, por ejemplo, los romanos comían menos pescado.

También se encontraron diferencias entre las personas que vivían dentro de Roma. Los individuos enterrados en el mausoleo de Casa Bertone (un espacio de nivel relativamente alto, al menos para los plebeyos), comieron menos mijo que los enterrados en el sencillo cementerio que rodea el mausoleo de Casa Bertone. Al mismo tiempo, los que están enterrados en el cementerio más extenso de Castellaccio Europarco habían comido más mijo que cualquiera de los Casa Bertone, lo que sugiere que eran menos ricos que los que vivían cerca o dentro de las murallas de la ciudad.

Un fragmento de cráneo de un adolescente enterrado en la necrópolis de Casal Bertone, Roma. El adolescente consumió un dura dieta de mijo en la infancia, pero la cambió al trigo en los años anteriores a su muerte. Los poros en los huesos de la órbita del ojo, conocido como 'cribra orbitalia', sugieren que el adolescente estaba anémico. CRÉDITO: Kristina Killgrove

Los textos históricos describen el mijo como pienso para los animales o alimento en caso de hambruna, dice Killgrove, pero los hallazgos de los investigadores sugieren que muchos de los romanos ordinarios dependían de la facilidad de cultivar cereales. Un hombre, cuyo proporción de isótopos muestra que era un gran consumidor de mijo, era probablemente un inmigrante, según revelaron las investigaciones posteriores. Pudo haber sido un recién llegado a Roma cuando murió, llevando consigo los signos de la dieta de su país. O tal vez siguió comiendo el alimento al que estaba acostumbrado, incluso después de llegar a la ciudad.

"Todavía hay mucho que aprender sobre el Imperio Romano", dijo Killgrove. "Solemos pensar que ha sido estudiado, y estudiado hasta la muerte, en los últimos 2.000 años, pero hay miles de esqueletos en Roma que nadie ha estudiado ... Esto nos puede dar información acerca de la gente común en Roma y de la que nada sabemos por los registros históricos".

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Comentario por María // el marzo 6, 2013 a las 8:23am

Pero el mijo no es una comida sólo para animales. Es un cereal básico para la alimentación en buena parte de Africa,se vende en los herbolarios porque lo toman los vegetarianos etc.Es como decir que el maiz es sólo para animales sólo porque en algunos sitios se use para eso.

 De todas formas, es verdad que una dieta basada sólo en el mijo es insuficiente, sobre todo  para personas que debían de trabajar muchísimo.

Propiedades del mijo:

http://www.botanical-online.com/medicinalsmijo_medicinales.htm

Comentario por José Mudarra el marzo 6, 2013 a las 6:30pm

Ciertamente sabemos muy poco de como vivía el pueblo. La mayoría de datos que conocemos de la vida cotidiana de los antiguos romanos se refieren a la clase alta y eso no nos dice nada en cuanto a la alimentación, modo de vida y demás de las clases humildes. Es cierto, queda mucho que saber ene ste sentido.

Comentario por María // el noviembre 8, 2020 a las 12:15pm

Cierto. En general, la mayor información, hasta ahora, ha  venido de las élites a través de los textos que dejaban, de sus objetos, etc., y de la idea que se tenía tradicionalmente de que más interesante estudiarlas a ellas, que dejaban restos más espectaculares.

Por suerte ahora ya se considera igual de importante entender la vida de las otras clases sociales y hay instrumentos para estudiar la alimentación, la procedencia, etc., que permiten hacerlo.

Me doy cuenta, releyendo el artículo, de esto: Un hombre, cuyo proporción de isótopos muestra que era un gran consumidor de mijo, era probablemente un inmigrante, según revelaron las investigaciones posteriores. Pudo haber sido un recién llegado a Roma cuando murió, llevando consigo los signos de la dieta de su país. O tal vez siguió comiendo el alimento al que estaba acostumbrado, incluso después de llegar a la ciudad.

Es decir, que podía ser de origen africano, donde se ha consumido siempre  mijo. ¿Un esclavo, quizá?

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