La especie de Lucy y de Selam (Australopithecus afarensis) tenía muy probablemente un estilo de vida parcialmente arborícola

Foto: Calavera y vértebras del 'Australopithecus Afarensis' llamado Selam.

 

Fuente: LiveScience | Charles Choi| 25 de octubre de 2012 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)

 

A pesar de la capacidad de caminar en posición vertical, los primeros antepasados de la humanidad, representados por la afamada "Lucy" (izquierda) probablemente pasaron gran parte de su tiempo en los árboles, permaneciendo como trepadores muy activos, aducen investigadores.

 

Los seres humanos son los únicos, entre los primates vivientes, en los que el caminar bípedo -sobre dos pies- es su modo principal de locomoción. Esta postura erguida liberó sus manos para usar herramientas, uno de los factores clave que está detrás de la dominación de los seres humanos del planeta.

 

Entre los primeros parientes conocidos de la humanidad que sin duda se sabe caminaban erguidos está el Australopithecus afarensis, la especie que incluye a la aludida "Lucy", de 3,2 millones de años de antigüedad. Los australopitecos son los principales candidatos de los antepasados directos del linaje humano, los cuales vivieron hace alrededor de 2,9 a 3,8 millones de años en África oriental.

 

Aunque Lucy y sus parientes no arrastraban los nudillos, sí ha sido objeto de acalorados debates si  pasaban también gran parte de su tiempo en los árboles. Descubrir la respuesta a esta pregunta podría arrojar luz sobre las fuerzas evolutivas que dieron forma al linaje humano.

 

"Cuando observamos cómo nos convertimos en humanos, un momento importante de nuestra historia fue el abandono de un estilo de vida en los árboles, y cuándo ocurrió es la gran pregunta", dijo a Live Science el investigador Zeresenay Alemseged (izquierda) paleoantropólogo de la Academia de Ciencias de California.

 

Para ayudar a resolver esta controversia, los científicos han analizado exhaustivamente, por primera vez, dos omóplatos completos del fósil "Selam", un esqueleto exepcionalmente bien conservado de una niña A. afarensis de 3 años de edad, con una datación de 3,3 millones años, hallada en Dikika, Etiopía. Los brazos y los hombros pueden dar ideas sobre cómo de bien ellos trepaban.

 

"Este estudio nos acerca un paso más hacia la respuesta de ¿cuándo nuestros antepasados ​​abandonaron la conducta trepadora?", dijo Alemseged, quien descubrió a Selam en el año 2000. "Parece que esto ocurrió mucho más tarde de lo que muchos investigadores han sugerido previamente".

 

Los investigadores pasaron 11 años extrayendo con cuidado los dos omóplatos de Selam del resto del esqueleto, el cual estaba incrustado en un bloque de piedra arenisca. "Debido a que los omóplatos son finos como el papel rara vez fosilizan, y, cuando lo hacen, están casi siempre fragmentados", advierte Alemseged. "Así que encontrar los dos omóplatos completamente intactos y unidos a un esqueleto de una especie conocida y fundamental fue como obtener el premio gordo".

 

Los investigadores encontraron que estos huesos tenían varios detalles en común con los de los simios modernos, sugiriendo que habían vivido parte del tiempo en los árboles. Por ejemplo, la cavidad para la articulación del hombro apunta hacia arriba, tanto en Salam como en los simios actuales, un signo de un trepador activo. En los seres humanos estas cavidades se enfrentan a los lados.

 

Foto: Omóplato derecho de Salam.

 

Las cavidades de articulación del hombro adulto de Lucy también apuntan hacia arriba, lo que sugiere que, al igual que los simios modernos, su especie estaba equipada para trepar a los árboles a lo largo de su ciclo vital. Los seres humanos, por otra parte, nacen con unas cavidades algo hacia abajo que gradualmente se mueven hacia afuera cuando maduran como personas.

 

"La cuestión de si el 'Australopithecus afarensis' era estrictamente bípedo o si también trepaba a los árboles ha sido intensamente debatida durante más de 30 años", dijo en un comunicado el investigador David Green, de la Universidad del Medio Oeste, en Downers Grove, Illinois. "Estos importantes fósiles proporcionan una fuerte evidencia de que estos individuos seguían todavía trepando a los árboles en esta etapa de la evolución humana".

 

 

 

Foto

 

Al mismo tiempo, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que muchos rasgos del A. afarensis, como el hueso de la cadera, las extremidades inferiores y los pies, son parecidos a los humanos de forma inequívoca y adaptados para caminar en posición vertical.

 

"Este nuevo hallazgo confirma el lugar central que la especie de Lucy y de Selam ocupa en la evolución humana", dijo Alemseged. "Si bien era bípedo como los humanos, el 'A. afarensis' era todavía capaz de trepar. Aunque no era totalmente humano, el 'A. afarensis' estaba claramente en camino".

 

"El esqueleto de Selam es una mina de oro de información científica", añadió Alemseged. "Creemos que va a seguir siéndolo a medida que avancemos con el trabajo de su preparación y limpieza".

 

Foto: Otra vista de Selam del cráneo, la mandíbula, vértebras y  la escápula derecha visible.

 

Green y Alemseged han publicado sus hallazgos en el número 26 de octubre de la revista Science.

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Por su parte, Science news aporta algunos detalles más y opiniones de los expertos. Entresacamos lo más relevante:

 

 

Lucy y sus cohortes pasaban mucho tiempo a pie, pero trepaban a los árboles para alimentarse de frutas y escapar de los depredadores, propone Green. Basado en el nuevo análisis de los fósiles de Dikika, comenta: "los miembros juveniles del A. afarensis pueden haber estado más activos trepando a los árboles que los adultos".

 

Un análisis previo de la niña de Dikika, llamada Selam por sus descubridores, sugirió que los omóplatos -en parte encajados en la roca en aquel momento- se asemejaban a los de los gorilas (SN: 9/23/06, p 195.). Green y Alemseged, desde entonces, están liberado a los fósiles de la roca circundante. Las comparaciones con otros homínidos fósiles, simios actuales y humanos modernos, sugieren que los omóplatos de Selam son, en líneas generales, suficientemente simiescos como para haberle permitido trepar regularmente a los árboles.
Una cresta ósea en la parte posterior de los omóplatos de Selam corre en diagonal, como en los simios actuales, añaden los investigadores. La misma cresta se extiende horizontalmente en la parte superior de los omóplatos de los humanos.

 

Los hombros simiescos de Selam representan un acomodación evolutiva del A. afarensis para combinar el andar bípedo con trepar a los árboles, escribe la antropóloga Susan Larson, de la Universidad Stony Brook, en Nueva York, en el mismo número de la edición de Science.

 

Green y Alemseged necesitan llevar a cabo un análisis más detallado de las diversas marcas óseas en los omóplatos de Selam para apoyar un escenario en el que frecuentemente se trepaba a los árboles, dice el antropólogo Yohannes Haile-Selassie, del Museo de Historia Natural de Cleveland.

 

Haile-Selassie dirigió un equipo que descubrió un esqueleto masculino parcial de A. afarensis, de 3,6 millones de años de antigüedad, conocido como "Big Man" (SN:. 7/17/10, página 5). Todo acerca de lo que han hallado, incluyendo sus pies, piernas, pecho, espalda y un omóplato superviviente, apunta a un modo de andar casi parecido al de los humanos para la especie de Lucy, según señala.

 

Si Green y Alemseged demuestran en un trabajo futuro que la pierna y el pie de la niña de Dikika se movían en concierto con su hombro para poder trepar, dice Haile-Selassie, "entonces pueden muy bien tener una especie diferente a la del A. afarensis".

 

Rasgos esqueléticos, tales como la orientación de la cavidad del hombro, pueden pasar de una especie ancestral a una especie descendiente porque son cruciales para la supervivencia o como elementos funcionalmente irrelevantes, dice la antropóloga Carol Ward, de la Universidad de Missouri, en Columbia. "Esto provoca que el significado de los omóplatos de la niña de Dikika sea difícil de interpretar".

 

El A. afarensis probablemente conservaba algunas características de los hombros de los primeros homínidos que trepaban a los árboles, pero no tenían ningún impacto en lo que ya se había convertido un estilo de vida basado en la tierra, dice el antropólogo Owen Lovejoy, de la Universidad Estatal de Kent, en Ohio. Lovejoy participó en la investigación de los restos del "Big Man".

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