ELVIÑA, YACIMIENTO ABIERTO
INVESTIGACIÓN E INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL
CASTRO DE ELVIÑA (A CORUÑA): ESTADO DE LA CUESTIÓN
José Mª Bello Diéguez (
museo@sananton.org)
Begoña González Afuera (
bgafuera@telefonica.net)
Museo Arqueolóxico e Histórico da Coruña
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RESUMEN
Desde 2002 se desarrolla la fase actual de intervención arqueológica en el Castro de Elviña, con trabajos de excavación, consolidación, estudios de laboratorio y proyección didáctica, en el seno del denominado Proyecto Artabria, promovido y financiado por el Ayuntamiento de A Coruña con la colaboración de otros organismos de gobierno (singularmente la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia y los Ministerios de Cultura y Fomento).
El objeto de esta comunicación es presentar el estado actual de dichas investigaciones y actuaciones, ofreciendo los resultados de los trabajos de campo y de laboratorio que se han obtenido hasta el momento, los cuales permiten establecer varias fases de ocupación bien diferenciadas por materiales, estructuras y secuencias estratigráficas, así como delimitar áreas de funcionalidad específica en los espacios del castro.
Asimismo se presentan los programas arqueométricos que se están llevando a cabo en colaboración con el Instituto Universitario de Xeoloxía “Isidro Parga Pondal” de la Universidade da Coruña, y las actuaciones de protección y apoyo a la visita pública que se realizan en el Castro de Elviña.
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La vida del Castro de Elviña se desarrolló como un Guadiana desde su primera excavación en 1947. Iniciada por Luis Monteagudo desde la Universidad de Santiago, la dirección pasó el año siguiente a José Mª Luengo, Comisario de Excavaciones Arqueológicas, por decisión del Estado. Las excavaciones se desarrollaron anualmente hasta 1953 (fig. 1), quedando paralizadas desde entonces hasta 1979, año en que el Museo Arqueolóxico e Histórico coruñés, coordinado con otras instituciones en el Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento”, retomó las actuaciones con dirección de Felipe Senén López, con campañas anuales de limpieza, reexcavación de lo previamente excavado y finalmente excavación de nuevos espacios, hasta su paralización tras la campaña de 1985. El castro volvió entonces a un estado de abandono a la maleza y a la destrucción hasta 2002, en cuyo mes de julio se puso en marcha la actual fase de tercera fase de intervenciones, en la que todavía estamos. ¡Y que dure!
Desde el comienzo de la nueva fase empleamos internamente el lema “
Elviña, yacimiento abierto” para recordarnos el estilo y la filosofía que queríamos informase nuestras actuaciones. El castro está abierto porque, efectivamente, lo abrimos para conocer lo que oculta en sus entrañas. Pero es también un “
yacimiento abierto” porque queríamos que lo estuviese para la ciudadanía, de todas las edades y procedencias. Curiosamente, la primera actuación fue, paradójicamente, la de cerrar con una valla de obra el yacimiento abierto. Paradoja, que no contradicción: el cierre, el vallado del yacimiento posibilitó su apertura en los dos sentidos indicados. Permitió definir y acotar el área de protección, en la que se actúa en el control de la vegetación “natural”, en el mantenimiento de caminos y en la protección de antiguas estructuras agrarias, y permitió a su vez la visita ordenada de las personas interesadas en ella, tanto en grupos como de forma individual. Desde el principio ésa fue una de las preocupaciones principales, y poco a poco se van mejorando las instalaciones que la posibilitan, como veremos con algún ejemplo.
Es “
yacimiento abierto” para los ciudadanos, también, porque abierto está desde el principio no sólo a la visita, sino a la participación activa de voluntarios, estudiantes o no, expertos o no, en todas las tareas de excavación y derivadas. Es posible que las intervenciones en el futuro próximo deban ser abordadas por profesionales en lo fundamental; de todas formas, intentaremos que la presencia de voluntarios siga siendo posible, pues entendemos que las ventajas derivadas de ésta son muy superiores a los inconvenientes, que también existen. Sea cual sea el desarrollo futuro, lo abordamos con esta voluntad explícita.
Finalmente, es “
yacimiento abierto” porque también lo está el proceso de obtención de resultados de la excavación, abierto a la contemplación pública desde el momento mismo de su aparición. Las visitas públicas, en las que no hay la menor prohibición de tomar fotografías o imágenes, se mantienen durante las campañas de excavación; pero también están abiertos los laboratorios y talleres, situados en este caso en el llamado
Coliseum, a la visita colectiva o individual, sin más requisito que la curiosidad por conocer los materiales exhumados y cómo trabajamos con ellos y con los demás datos registrados. Nuestra pena es no haber sabido convencer a los responsables –de momento, que todo se andará– de la potencialidad didáctica de la visita de escolares a los laboratorios, combinada con la visita al yacimiento. Las visitas organizadas previamente, como la de la
Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Pontevedra, o las visitas individuales de colegas, son ya muchas; creo que no nos desmentirán si afirmamos que todos los datos han estado a disposición de quien quiso conocerlos. Algunos han aparecido ya en tesis doctorales leídas por personas no vinculadas a Elviña: no cabe mayor satisfacción que la contribución al avance del conocimiento general, no sólo a través de nuestro trabajo sino también del de otros.
Este planteamiento abierto tiene también su premio inmediato en el intercambio de conocimientos, en el que fuimos obsequiados con nuevos planteamientos que no se nos habían ocurrido, o con la identificación de materiales para nosotros desconocidos. No nos avergüenza reconocer lo que no sabemos; nos avergonzaría disimular nuestra ignorancia y perder una nueva oportunidad de aprender. Y oportunidad hemos tenido con sabios colegas como Xulio Carballo, Pepa Rey, José Manuel Caamaño, Fernando Carrera, Juan Naveiro, Rui Morais o Alfredo González Ruibal, citados a modo de breve ejemplo de quienes nos han ayudado y ayudan con generosidad. Presentamos disculpas a quienes no han sido citados; en ningún caso deben considerarse excluídos. Elviña es también “
yacimiento abierto” a la colaboración.
Fig. 1: En el plano general del castro, se señalan las zonas intervenidas en 1947-1953 (1), 1979-1985, con limpieza de las anteriores y excavación nueva en la croa (2) y 2002-2006, con sondeos longitudinales y excavación en área en la esquina SW de la croa (3).
Cuando en 2002, después de una intensa campaña de roza de la vegetación descontrolada y de tala del auténtico bosque de eucaliptos que poblaba el castro, éste volvió a ser visible con su aspecto tradicional, la imagen resultó en cierta forma sorprendente. Al pie de unas potentes murallas en las que se abría una puerta flanqueada por torreones, se desparramaba un grupo de edificaciones aisladas, en ocasiones muy alejadas unas de otras, de configuraciones ciertamente curiosas. Una de ellas, rectangular con un extraño añadido circular en uno de sus lados que recordaba un horno típico de casa campesina. Cerca, del otro lado de la puerta, un recinto de planta casi triangular del que procedía el llamado “ídolo fálico” sobre el que, según su descubridor, se sentaban a horcajadas las mujeres del castro para impetrar fecundidad. Pegada a ésta, un pequeño habitáculo de planta cuadrada. Bastantes metros más allá, solitario, el impactante aljibe con su pozo profundo al que se desciende por escaleras enfrentadas. Nuevo espacio vacío y, finalmente, el edificio rectangular del que procede el famoso “tesoro” áureo. Al Sur, también solitaria y alejada de sus vecinas, una construcción de planta circular con su suelo y el arranque de su pared parcialmente excavados en la roca (fig. 1, 1). Nada que ver con el apretado conjunto de construcciones que parecen pelearse por un espacio que se ocupa de forma abigarrada, respetando tan sólo pequeñas áreas angostas, que resulta habitual en los más conocidos castros excavados en una cierta extensión.
No resulta extraño que, ante ese panorama tan alejado de lo que se entiende y entendía por arquitectura castreña, Luengo hubiese optado inicialmente por pensar que “se trata de un castro totalmente romano, levantado en el siglo I de nuestra Era, por las cohortes conquistadoras de Roma”. Y a pesar de que los hallazgos de sucesivas excavaciones pusieron de manifiesto la existencia de niveles indígenas anteriores a lo propiamente romano, la imagen de la arquitectura del poblado siguió siendo la misma: construcciones aisladas, más rectangulares que curvas, sin conexión alguna entre sí, al pie de la muralla que rodeaba la croa, al menos por la excavadas vertientes Sur y Este. Visto el panorama, lo indígena prerromano, más que estar, se le suponía. ¿Y en el interior de la
croa? Misterio. No se excavó nada dentro de la croa hasta finales del siglo XX, hasta 1985 (fig.1, 2), pero los resultados no han sido publicados.
La situación hoy es otra. Dentro de la
croa, aunque muy deteriorado y arruinado, ha salido a la luz un grupo de construcciones que, si bien con configuraciones formales diferentes de lo más conocido del área meridional de la Gallecia, pueden responder a esquemas estructurales similares. Los espacios se articulan aquí en torno a una calleja o pasillo enlosado, y la diferenciación entre interior con hogar y horno y vestíbulo abierto a un enlosado no tiene la planta en pinzas, sino que se hace mediante la división de una planta ovalada común. Pero todo tiene ya un aire más próximo a lo que se viene tomando como canónico para lo castreño final (fig. 2 y 3).
Fig. 2.: Construcciones y calle enlosada en la croa.
Fig. 3: Edificio con vestíbulo, hogar y horno.
Incluso alguna de las construcciones está dotada de un sistema de canaletas de evacuación de aguas que, partiendo de un agujero practicado en el punto más bajo del pasillo enlosado, discurre bajo los pavimentos para desaguar en el límite de la edificación, donde se une a otro canal procedente de otro punto (fig. 4). Las aguas evacuadas van a una zona libre de estructuras y llena de lodos en los que se encuentra multitud de restos cerámicos, algunos de buen tamaño, lo que indica que dicha zona fue usada como basurero (fig. 5).
Fig. 4: Canales de evacuación de aguas.
Fig. 5: Área de lodos de desagüe con materiales.
La construcción de un murete sobre las deposiciones más antiguas ayuda a establecer la secuencia estratigráfica en esta amplia área en la que se suceden deposiciones de lodos y derrumbes; también tienen reflejo estratigráfico las modificaciones que afectan a alguno de los edificios del área que comentamos (
área 13 en la jerga interna de la excavación, fig.1), situada en el interior del ángulo SW de la croa. El caso más claro es el del que llamamos
ámbito 1, en el que la planta del edificio activo se ve modificada en al menos dos ocasiones, revelándose la planta inicial, más abierta y redondeada, al excavar el espacio entre la edificación y la muralla (al que llamamos internamente, de forma ciertamente impropia, “camino de ronda”).
Fig. 6: Modificaciones en la planta del ámbito 1.
Salvo en puntos muy concretos, la excavacion no llegó a esas fases iniciales más profundas, que en muchos casos desaparecieron por las modificaciones posteriores, cuando no desaparecieron todas ellas quedando tan sólo la roca madre en superficie o bajo una leve capa de sedimentos. En general, la fase que quedó a la luz es la que llamamos “Fase 3”, que es la que aparece en las figuras y en la que se configuran las estructuras con la planta visible en la actualidad; a ésta le sigue una Fase 4, en la que se mezclan los niveles de destrucción con los de acumulación de materiales que, si bien continúan los de la fase anterior en muchos aspectos, en otros presentan novedades que nos permitirán aproximarnos a la historia del castro.
A pesar del alto grado de destrucción, la cantidad de materiales exhumados resulta desbordante. El número de elementos siglados, en los que se incluyen la abrumadora cerámica, pero también vidrio, piedra, bronce, hierro, plomo y hasta un pequeño fragmento de helicoide de oro, ronda en estos momentos los 20.000; los que han sido archivados en las salas de reserva son lógicamente muchos más. Por ello sólo expondremos aquí algunos rasgos de los que nos parecen más significativos, sin ánimo alguno de exhaustividad, y advirtiendo de que se trata de un estudio todavía en curso, por lo que lo que ahora se diga puede verse modificado por nuevos resultados todavía no conocidos. Pero en estos momentos, para esta Fase 3, contemporánea de la utilización de la potente muralla de entre 4 y 5 m de grosor y que debió tener otros tantos de altura, en la cerámica no importada diferenciamos tres formas principales que pueden servir de modelos en torno a los que pivotan otras formas derivadas: las formas “en cinco”, las formas “en ese” y las formas “en uve”.
Cerámicas lisas. Formas "en cinco", "en ese" e "en uve".
En la primera, el labio es horizontal y se une al cuello, cilíndrico, en ángulo próximo al recto; el cuello, por su parte, se une a la panza globular en carena angulosa bien marcada, recordando todo ello la forma de un número 5.
Fig. 7: Forma "en cinco".
Fig. 8: Fragmentos de formas "en cinco".
Por su parte, la forma “en ese” recuerda a la anterior, pero las uniones entre borde y cuello y entre éste y panza son curvas, suaves, sin carena marcada; de la misma forma, el cuello no será cilíndrico sino cóncavo, uniéndose suavemente a borde y panza y recordando en su perfil a la letra S.
Fig. 9: Forma "en ese".
Fig. 10: Fragmentos de formas "en ese".
En la forma “en uve” el borde es recto y oblicuo, y se inserta directamente en la panza, globular como en las formas anteriores, formando ángulo o carena marcada, sin que exista cuello diferenciado; en el perfil, uniendo los bordes o prolongándolos hasta que se crucen nos daría una figura similar a la letra V.
Fig. 11: Forma "en uve".
Fig. 12: Fragmentos de formas "en uve".
Las vistas no agotan las formas de la cerámica. Hay formas intermedias, otras como las cerradas, sin cuello ni borde, y grandes contenedores muchas veces con borde reforzado al interior, con o sin doble reborde, con la forma que Pepa Rey llama “Borneiro A”. De la clasificación de P. Rey existen también, con cierta abundancia, fragmentos de la llamada “pieza singular Recarea” y en menor proporción bordes “tipo Corredoiras”.
Aunque en menor proporción que las lisas, éstas con acabados de alisado sencillo o más cuidado, llegando al bruñido, no son infrecuentes las piezas decoradas con muy diferentes técnicas: impresa, incisa, peinada, plástica, bruñida, cepillada… Un conjunto no exhaustivo de ejemplos se encuentra en las figuras 13 a 19:
Fig. 13: Cerámicas con decoración incisa.
Fig. 14: Cerámicas con decoración de lunas y peinada.
Fig. 15: Cerámicas con decoración impresa estampillada.
Fig. 16: Cerámicas con decoración cepillada y con bruñidos irregulares.
Fig. 18: Cerámicas con decoración plástica.
Fig. 19: Cerámicas con decoración de "puntas de diamante".
Bajo una primera impresión de homogeneidad y monotonía se esconde en la cerámica una fuerte diversidad. Y esta diversidad no se refiere sólo a formas, acabados y decoraciones, sino que se ve reflejada también en los tamaños, que con una misma concepción estructural formal dan lugar a una variedad de piezas tal que es lícito suponer funciones bien diferenciadas (fig. 20).
Fig. 20: Restitución hipotética de cerámicas de la Fase 3, a partir de las dimensiones reales de la-bio, cuello y arranque de panza.
Acompañando a la cerámica vista, aparecen en los diferentes niveles de la Fase 3, en menor grado en el interior de los edificios, de forma más abundante en las zonas de acumulación de residuos, ciertos elementos de carácter exótico o importado, que tienen gran valor no sólo como testimonio del tráfico de mercancías, del que cabe suponer que iría acompañado de intercambio de elementos menos materiales de tipo ideológico y tecnológico, sino también como ayuda para situar en el tiempo las construcciones y objetos que estamos viendo, y a las personas que en ellas habitaron y de ellos se sirvieron en sus vidas. En la selección incluída en la figura 21 se representan los principales materiales exóticos presentes en esta fase de la vida del poblado: ánforas grecoitálicas, púnicas africanas y Dressel 1 a; en lo tocante a cerámicas finas, cerámicas campanienses, sobre todo del tipo Campaniense A, posibles fragmentos de
askós púnico y cerámicas pintadas posiblemente ibéricas.
Fig. 21: Materiales preaugusteos en la croa: (1) ánfora grecoitálilca; (2) cerámica campaniense; (3) ánfora púnica africana; (4) posible askós; (5) ánfo-ra Dressel 1 a; (6) cerámica ibérica.
Todas ellas nos remiten a momentos sensiblemente más antiguos que lo que se venía postulando en muchas ocasiones para Elviña, situándonos en un tiempo anterior no sólo a la presencia cercana de Roma en las Guerras Cántabras, sino anterior incluso a la expedición de Décimo Junio Bruto, un tiempo que alcanza hacia atrás el siglo II, si no el III antes de Cristo, para la fase que estamos considerando –y no olvidemos que bajo ella hay otras.
En el sentido contrario, los elementos que ponen límite superior a esta Fase 3, cuyos componentes más locales perviven en la Fase 4, son algunos fragmentos de ánfora Haltern 70 que aparecen en las unidades estratigráficas más recientes de la Fase 3, coexistiendo en alguna ocasión con las Dressel 1, por lo que fecharlas en época de Augusto no parece incorrecto. Podemos proponer por lo tanto que Augusto marca el cambio de Fase 3 a Fase 4, con transformaciones en la configuración del castro, modificación de algunas estructuras, destrucción y arrase de otras y aparición de otras nuevas en las que no nos detendremos ahora. En la Fase 4 las ánforas Haltern 70 se verán acompañadas por decenas de pequeñas cuentas de vidrio transparente al que una fina capa de oro, en plaquitas o en polvo, aplicado en el hueco o entre dos capas de vidrio, da por refracción un aspecto dorado general; es la técnica llamada
gold-in-glass. Un tercer elemento que ayuda a situar esta Fase 4 es la presencia, en la capa superior de una de las áreas de acumulación de residuos, de fragmentos de un plato o fuente de barniz rojo “pompeyano”, tal vez importado más que de imitación local. En cualquier caso está totalmente ausente del área excavada la
terra sigillata, lo que sería impensable si esta Fase IV hubiese traspasado los momentos flavios.
Fragmentos de ánforas Haltern 70.
Cuentas vítreas gold-in-glass.
Fragmentos de plato de barniz "rojo pompeyano".
En la fase 3, sin descartar un comienzo anterior, se ocupa también un amplio espacio adosado a la muralla y fuera de ella, inmediato a la entrada enlosada que, en el ángulo SW de la croa, se descubrió también en las excavaciones de los últimos años. Este espacio se hallaba al comenzar su excavación cubierto por espesas capas de piedras de derrumbe de la muralla, bajo las cuales se extendía una capa horizontal de tierra que, retirada, ocultaba un complejo conjunto de pequeños recintos adosados, un canal tallado en la roca, y una serie de fosas al pie de la roca sobre la que se levanta la muralla, delimitadas por piedras, con restos de combustión, que pueden ser interpretadas como hornos.
Fig. 22: Vista del área extramuros desde la muralla, hacia el Sur.
Fig. 23: “Hornos” adosados a la muralla.
La presencia, en la capa de tierra que cubría y ocultaba las estructuras existentes, de un fragmento de molde de caldero, fragmentos de crisoles y abundantes restos de escorias y restos parcialmente fundidos de bronce y hierro nos llevan a considerar el recinto como un taller de actividades metalúrgicas, sin que podamos ir de momento más allá en cuanto a si en él se produciría la extracción del metal o su transformación. En la parte superior de la capa de tierra mencionada se encontró una fíbula de largo travesaño sin espira, sin que haya aparecido en toda el área resto alguno más reciente. La hipótesis que barajamos es que el cierre y amortización del local industrial se produce también con Augusto, en el momento en que finaliza la Fase 3 de la croa dando lugar a las transformaciones de la Fase 4; unas transformaciones que, en este caso, pueden haber incluído la primera anulación de la muralla de la
croa.
Fig. 24: Fragmento de molde de caldero o sítula.
Escorias.
Fig. 25: Fíbula de largo travesaño sin espira.
Durante la campaña de 2002 se habían abierto sondeos longitudinales en diferentes zonas del castro (fig 1), que permitieron conocer mejor la distribución espacial del mismo; o, cuando menos, permitieron una aproximación al sistema de delimitadores espaciales que, en forma de murallas, define y articula los diferentes espacios del poblado. En el sondeo 5 se exhumó la que hasta el momento es la muralla exterior del recinto castreño, bastante más alejada de la
croa que lo que se venía suponiendo. En el mismo sondeo, en la superficie intramuros, sobre un pavimento de cantos rodados se acumulaba un buen número de materiales de clara atribución romana, como abundantes fragmentos de
terra sigillata hispanica, alguno de
t.s.h.t., restos de Haltern 70 y un posible fragmento de ánfora olearia Dressel 20 entre otros; una ocupación claramente altoimperial, que alcanza el Bajo Imperio, sin que podamos concretar más debido a lo exiguo del sondeo, que en esta parte ocupaba una superficie aproximada de 7 m2. También en el sondeo 6 habían aparecido fragmentos de Haltern 70, pero estaban ausentes otros elementos como las sigillatas y la Dressel 20, mientras que otros como las cuentas de vidrio con dorado interior eran comunes con los materiales de la Fase 4 de la
croa.
Materiales romanos del sondeo 5.
Aun teniendo en cuenta que, salvo en la croa, sólo contamos con sondeos y no con excavaciones en área, los resultados son tan nítidos y tan coherentes que los proponemos como hipótesis para corroborar o refutar en futuros trabajos, partiendo de las siguientes bases:
- Las cerámicas campanienses se distribuyen exclusivamente por el interior de la croa y por el espacio anejo extramuros interpretado como taller metalúrgico (fig. 26).
Fig. 26: Distribución de cerámicas campanienses (en asteriscos), en la croa y en el taller extramuros.
- Las ánforas grecoitálicas e itálicas se distribuyen igualmente por el interior de la croa con carácter exclusivo (fig. 27).
Fig. 27: Distribución de ánforas grecoitálicas e itálicas (en asteriscos), centrada en la croa.
- Las ánforas Haltern 70 se encuentran tanto en el interior de la croa como fuera de ella, en el área 12 y los sondeos 5 y 7 (fig. 28).
Fig. 28: Distribución de ánforas Haltern 70, tanto en la croa como en las terrazas.
- Las ánforas (posibles) olearias Dressel 20 aparecen exclusivamente fuera de la croa (sondeos 5 y 7, fig. 29).
Fig. 29: Distribución de ánforas Dressel 20, exclusivamente fuera de la croa.
- Los fragmentos de terra sigillata hispanica y t.s.h.t. ocupan exclusivamente los espacios extramuros de la croa, encontrándose en los niveles más recientes del área 12 y en la acumulación de materiales romanos del sondeo 5 (fig. 30).
Fig. 30: Distribución de terra sigillata hispánica y terra sigillata hispánica tardía, exclusivamente fuera de la croa.
El panorama apunta a un comienzo del castro en la parte alta, la croa, cuando menos desde el siglo II a.C., con una paulatina ampliación de espacios al pasar el tiempo, ocupándose la primera terraza en tiempos de Augusto, y extendiéndose a la segunda, delimitada por una nueva muralla, en torno a la época flavia.
Otro estudio en el que estamos trabajando en colaboración con el Dr. Juan Ramón Vidal Romaní, director del Instituto Universitario de Xeoloxía “Isidro Parga Pondal”, es el de las pizarras, un material ajeno al sustrato geológico de la zona pero que tiene presencia en distintos lugares del castro. Claramente vinculadas a algunos de los hogares, se encuentran también en otras zonas, de ocupación o de acumulación de residuos. Atendiendo a la estratigrafía, y aunque aparezcan algunas pizarras en la Fase 3, su número y frecuencia parecen incrementarse claramente durante la Fase 4 y siguientes, es decir, al intensificarse la presencia romana a partir del cambio de era. Los estudios intentan averiguar cuáles son las fuentes de materia prima, así como aproximarse a la función de estos materiales y a los mecanismos de aprovisionamiento. Aunque en estos momentos estemos trabajando más intensamente en las pizarras, la colaboración con el Instituto de Xeoloxía abarca más aspectos, desde la caracterización geológica del castro y las formaciones naturales en las que se asienta hasta el análisis de cerámicas y otros materiales, además de la datación de cerámicas y sedimentos mediante luminiscencia, tanto TL como OSL, ya aplicadas satisfactoriamente en la Torre de Hércules como se detalla en otra comunicación a este Congreso.
Una vez dado este breve paseo por las actuaciones en el castro y sus primeros resultados, volvemos al principio retomando el lema “Elviña, yacimiento abierto”. Y en este sentido señalamos que, si bien el castro ha estado abierto siempre a las visitas, desde el último año se encarga el Museo Arqueolóxico de la gestión de éstas, bajo dirección de la Dra. Begoña Bas como responsable de la didáctica del yacimiento. En colaboración con ella hemos realizado últimamente una mejora de las condiciones de la visita, instalando barandillas, rampas, escaleras y balizado de rutas en los puntos que así lo requerían. Todos los elementos son modulares y no afectan el sustrato, apoyándose sobre él; tan sólo los elementos que precisan ser clavados se introducen en el terreno, mediante clavado simple sin adición de mortero, en una profundidad máxima de 20 cm.
Fig. 31: Barandillas de madera a modo de mirador sobre el área excavada en la croa.
Fig. 32: Rampa que salva un valado y barandillas sobre la croa.
Fig. 33: Escalera modular que salva desniveles y permite la visita al yacimiento.
En la actualidad se realizan visitas gratuitas con guía durante las mañanas de los fines de semana, estando prevista una mayor frecuencia durante los meses de verano. Asimismo se han elaborado ya unidades didácticas, y se trabaja en la señalización informativa dentro del yacimiento así como en la edición de un folleto explicativo.
A Coruña, abril de 2008.
NOTA: Las intervenciones de las campañas de 2002 a 2004 fueron financiadas por la
Dirección Xeral do Patrimonio Cultural, en el marco del Convenio firmado entre la
Consellería de Cultura y el
Concello da Coruña. Las intervenciones sobre la vegetación de 2006 y la dotación de elementos de apoyo a la visita que acabamos de describir corrieron a cargo de sendas subvenciones de la
Dirección Xeral do Patrimonio Cultural. El resto de actuaciones, incluídas las campañas de 2005 a 2007, fueron sufragadas por el
Concello da Coruña. Las intervenciones entre 2008 y 2012 serán financiadas por el Ministerio de Cultura con cargo al 1% cultural. La dirección de los trabajos recae en el arqueólogo José Mª Bello, Coordinador Científico del proyecto. Entre 2002 y 2004 actuaron como ayudantes de dirección la Dra. Beatriz Comendador y el arqueólogo Miguel San Claudio. Desde 2007 actúa como ayudante de dirección la arqueóloga Begoña González Afuera.
[Este texto fue presentado en el
I Congreso Internacional de Arqueoloxía de Vilalba (Lugo) y publicado en sus actas. Las figuras que no llevan numeración fueron añadidas para esta presentación en
Terrae Antiquae.]
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