«Homo naledi» podía trepar a los árboles y manejar herramientas

Pie y mano del Homo naledi. Imagen de Peter Schmid/Will Harcourt-Smith.

Fuente: ABC.es | 6 de octubre de 2015

El pasado 11 de septiembre se hacía público el descubrimiento de una nueva especie de hominino, Homo naledi, que, por sus características anatómicas únicas, resultaba un firme candidato a ser el «eslabón perdido» entre los últimos australopitecos (aún no humanos) y los primeros representantes del género Homo, al que todos nosotros pertenecemos.

El hallazgo fue hecho en Suráfrica, en lo más profundo de la cueva Rising Star, a unos 50 km. de Johanesburgo, donde en 2013 aparecieron los primeros restos de la nueva especie. En total, y a pesar de que solo se ha explorado una mínima parte del yacimiento, se recuperaron más de 1.500 restos óseos, pertenecientes a quince individuos diferentes, y desde entonces numerosas instituciones científicas de todo el planeta, entre ellas el Museo Nacional de Ciencias Naturales, del CSIC, se fueron sumando al análisis de los huesos.

La variedad de los fósiles hallados es enorme, ya que representan prácticamente todas las partes del esqueleto y pertenecen a individuos de ambos sexos y todas las edades. Una auténtica «golosina científica» a la que muy pocos paleontólogos han sido capaces de resistirse. El problema es que, pese a los esfuerzos de los investigadores y debido a la inaccesibilidad del yacimiento (se trata de una profunda sima en el fondo de una cueva de muy difícil acceso), no ha sido posible llevar a cabo una datación de los restos. De modo que no se sabe si tienen más de dos millones y medio de años (la edad de los autralopitecos) o menos de cien mil, en cuyo caso Homo naledi sería un superviviente arcaico que convivió con los primeros representantes de nuestra propia especie, pero no un antepasado nuestro.

Imagen de la recreación del Homo Naledi.

Así las cosas, acaba de aparecer en «Nature Communications» (aquí y aquí) la segunda tanda de estudios relacionados con Homo naledi. Se trata de dos trabajos que hacen hincapié en el análisis de los pies y las manos del homínino y que tratan de dilucidar si eran capaces, o no, de caminar y utilizar las extremidades superiores tal y como lo hacemos nosotros.

Si prescindimos de la falta de una datación y nos fijamos solo en sus características físicas, Homo naledi parece realmente un «eslabón perdido». De hecho, su capacidad craneal (apenas 500 cm cúbicos frente a los 1.200 cm. cúbicos de nuestra especie), junto a las características de su torso y el juego del tórax con la pelvis le acercan mucho a los australopitecos. Pero su dentadura, masticación y estructura de sus manos y pies se parecen mucho más a las nuestras.

Y es en eso, precisamente, en lo que más se han fijado los dos nuevos estudios publicados en «Nature». Juntos, indican que Homo naledi pudo tener una adaptación única que le permitía, al mismo tiempo, trepar y vivir en los árboles y caminar erguido sobre sus dos extremidades inferiores, como nosotros, recorriendo a pie grandes distancias. Sus manos, además, parecen capaces de llevar a cabo las tareas más precisas y delicadas.

Según los investigadores, las conclusiones de los dos estudios, tomadas en conjunto, indican una fuerte disociación entre las funciones de los miembros superiores e inferiores de Homo naledi, y proporcionan una serie de importantes pistas de cómo pudieron ser la forma y las funciones que caracterizaron a los esqueletos de los primeros representantes del género Homo.


Los pies, modernos

William Harcourt-Smith (izquierda) es el autor principal del estudio titulado «Los pies de Homo naledi». Y se basa en los 107 huesos de pies de la nueva especie hallados en la cueva surafricana, entre los que se encuentra un pie derecho adulto y perfectamente conservado. El análisis de esos fósiles muestra que los pies de Homo naledi comparten numerosas características con los del hombre moderno (nosotros), lo que indica que estaba perfectamente adaptado para permanecer erguido y caminar sobre sus dos piernas. Los autores, sin embargo, señalan que la curvatura de los huesos es mayor de la que ostenta nuestra especie.

«Fue todo un viajero de largas distancias -afirma Jeremy Desilva (derecha), coautor de la investigación-, con un pie muy arqueado, cuyo dedo gordo no le permitía coger objetos pero con sutiles diferencias respecto a los seres humanos de hoy».

Dasilva, que ya había descrito los pies de Australopithecus sediba, un precursor de los humanos que vivió en Africa hace unos dos millones de años, asegura que el pie de Homo naledi «podría ser similar al de Homo erectus. Este es el primer humano con proporciones similares a las nuestras, con piernas largas y brazos cortos. Pero al mismo tiempo, el cerebro de 'Homo naledi' es mucho más pequeño que el de 'Homo erectus' y sus hombros y dedos curvados se parecen a los de Lucy (un australopiteco). Es una nueva combinación de rasgos que no habíamos visto antes».


Las mános, únicas

El segundo estudio, liderado por la paleoantropólogo Tracy Kivell (izquierda), describe las manos de la nueva especie basándose en los cerca de 150 fósiles encontrados de esta parte del cuerpo, entre los que, de nuevo, figura la mano derecha de un adulto casi completa y del que solo falta un hueso de la muñeca.

La mano de Homo naledi revela una combinación única de rasgos que nunca se habían apreciado en ningún otro fósil humano. Los huesos de la muñeca y el pulgar, por ejemplo, muestran características anatómicas compartidas con las de especies mucho más modernas, como los Neandertales, o incluso la nuestra. Y sugieren que Homo naledi era perfectamente capaz de agarrar fuertemente objetos con sus manos y de utilizar herramientas de piedra.

Sin embargo, los huesos de los dedos de las manos están más curvados que en la mayoría de los fósiles de especies humanas primitivas. Y se parecen más a los de Lucy (un Australopithecus afarensis), lo que sugiere que también podían utilizar sus manos para trepar cómodamente a los árboles. Esta mezcla de características propiamente humanas con otras mucho más primitivas demuestra que Homo naledi estaba «doblemente especializado» y era, por lo taanto, capaz de combinar el uso de herramientas complejas con la locomoción arborícola.

«La adaptación de la mano de 'Homo naledi' para el uso de herramientas, en combinación con su pequeño cerebro, tiene interesantes implicaciones sobre qué necesidades cognitivas son realmente necesarias a la hora de fabricar y utilizar herramientas -afirma Kivell-. Y, dependiendo de la edad que resulten tener estos fósiles, 'Homo naledi' podría haber sido el autor de las antiguas herramientas de piedra que hemos encontrado ya en Suráfrica».

Los resultados de ambas investigaciones parecen confirmar, pues, que el lugar evolutivo de Homo naledi está, precisamente, en la transición de australopitecos a humanos. Solo falta que los científicos sean capaces de hallar un método de datación que sea aplicable y que permita asignar a los fósiles una edad concreta. Solo así sabremos si estamos, o no, frente al auténtico «eslabón perdido» de la Humanidad.

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Comentario por Percha el octubre 7, 2015 a las 12:00pm

En El País:

Las manos y los pies del ‘eslabón perdido’ hablan de su doble vida

DANIEL MEDIAVILLA

Hace menos de un mes, se presentó en público a Homo naledi, una nueva especie humana. Sus descubridores lo describieron a partir del análisis de 1.500 fósiles humanos de al menos 15 individuos encontrados en una cueva próxima a Johannesburgo (Sudáfrica). El estudio inicial sugería que aquellos cadáveres fueron depositados allí por sus congéneres, un comportamiento funerario que se había asociado a especies humanas más avanzadas. Los naledi combinan rasgos más primitivos, como un cerebro de pequeño tamaño, con unos dientes pequeños, habituales en los homínidos más modernos. Características como estas, unidas a la imposibilidad de precisar cuándo vivieron, han dejado muchas incógnitas sobre la etapa de la evolución en la que localizarlo.

Esta semana, la revista Nature Communications publica dos análisis de las manos y los pies de los homínidos sudafricanos y los resultados muestran esa naturaleza híbrida entre rasgos que se suelen asociar a los simios y otros que se suelen relacionar con los humanos.

El análisis comparativo de las manos de esta especie con las de otros humanos, liderado por Tracey Kivell, investigadora de la Universidad de Kent, muestra que la muñeca y la palma se parecen a las de los neandertales o los humanos modernos, y como estos cuenta con un pulgar largo y fuerte. Todos estos rasgos sugieren que tenía la capacidad de manejar herramientas con precisión. Por otro lado, los huesos de los dedos, más largos y curvados, indican que también mantenían la habilidad para trepar a los árboles y moverse por sus ramas.

En el estudio de los pies, liderado por William Harcourt-Smith, se observan características similares a las manos. Por un lado, tienen similitudes con los pies de los humanos modernos, bien adaptados a caminar erguidos. Sin embargo, los dedos de los pies también tienen los huesos más curvados que los individuos de nuestra especie. En definitiva, parece que mantenía una doble vida que va a seguir dando que pensar a los antropólogos.

En un comunicado de la Universidad de Witwatersrand, Kivell plantea que los rasgos propios del uso de herramientas de Homo naledi en combinación con su pequeño cerebro “tiene interesantes implicaciones sobre los requisitos cognitivos necesarios para hacer y utilizar herramientas”. Además, considera, que, dependiendo de la edad de los fósiles, existe la posibilidad de que esta especie sea la creadora de algunas de las herramientas de piedra que se encuentran en Sudáfrica.

No obstante, la existencia de unos rasgos anatómicos modernos que permitan utilizar herramientas no implica necesariamente que aquellos homininos lo hiciesen. A principios de este año, se presentó un estudio que sugería que hace más de tres millones de años los australopitecos ya tenían manos similares a las de los humanos modernos. Entonces, algunos científicos ya planteaban que el órgano esencial para fabricar y manejar herramientas es el cerebro y no la mano, y ponían en duda que con un cerebro tan pequeño como el de los australopitecos se pudiese crear tecnología.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el octubre 27, 2015 a las 1:39am

La controversia envuelve al histórico descubrimiento de la nueva especie humana 'Homo naledi'

El profesor Lee Berger sostiene una réplica del cráneo de la receientemente descubierta especie humana Homo naledi / Reuters / Siphiwe Sibeko

Fuente: RT | 26 de octubre de 2015

El reciente descubrimiento de la nueva especie humana Homo naledi cerca de Johannesburgo, Sudáfrica, no ha sido bien recibido por toda la comunidad científica, la cual cuestiona la temprana publicación de los resultados y que se trate de una especie humana inédita.

La forma en que se ha dado a conocer el descubrimiento de la especie humana del Homo naledi por parte de un equipo dirigido por el paleontólogo Lee Berger ha estado envuelta en la polémica desde el primer momento. La paleontología destaca por el tiempo que los expertos de alto nivel invierten en sus estudios antes de publicar sus resultados y por mantener, por ejemplo, un estricto control de los fósiles hallados en todo monento. En ocasiones, este tipo de procesos duran más de una década.

Por el contrario, Berger y su equipo han actuado en esta ocasión con extraordinaria rapidez, bajo el resplandor de las cámaras de National Geographic y utilizando equipos de jóvenes investigadores para ayudar a publicar sus resultados en una revista de acceso abierto, informa 'The Guardian'. "Decir que los cazadores de fósiles de la vieja escuela lo desaprueban sería una especie de eufemismo", apunta el diario.

Foto: Cráneo del Homo Naledi. University of the Witwatersrand in Johannesburg, South Africa. Photograph: Greatstock / Barcroft Media/Greatstock / Barcroft Media

"Un circo mediático"

Numerosos expertos sostienen que la forma en que los hallazgos fueron revelados y analizados –en menos de dos años– representa un precedente peligroso y "un circo mediático" que amenaza con dividir la paleontología en escuelas viejas y nuevas y puede dañar los intentos de comprender el camino de la evolución humana. 

Entre estos críticos se encuentra el paleontólogo Tim White (izquierda), de la Universidad de California, quien indica que "no se puede hacer buena ciencia con los periodistas respirándote en la nuca" y destaca que Berger les trajo desde el principio "para filmar todo lo que estaban haciendo", lo que tuvo "un impacto negativo en su trabajo". "Los camarógrafos y productores cuestan dinero y, en consecuencia, las cosas se precipitaron (...) hacer las cosas corriendo, en particular para que se adapten a los cineastas, es muy peligroso", apunta.

"Las prisas dañaron los huesos"

Otros críticos alegan que los huesos hallados en la profunda cueva llamada Rising Star, a unos 50 kilómetros de Johannesburgo, fueron dañados por las excavadoras que trabajaban a toda prisa: muchos de los fragmentos tienen manchas blancas, que representan rupturas frescas.

Por su parte, Berger ha rechazado estas acusaciones alegando que incluso antes de comenzar con las excavaciones estas ya existían. "Se trata de una cámara que fue ampliamente utilizada por espeleólogos aficionados; ellos fueron los que causaron el daño. Es por ello que fuimos tan rápido, para detener un daño mayor", indica.

Además, el hecho de que Berger utilice mujeres espeleólogas para recuperar los huesos del Homo naledi con el argumento de que eran las únicas personas lo suficientemente pequeñas para entrar en la cámara no ha hecho más que añadir más polémica a la situación. "Hay muchos espeleólogos masculinos que podían haber entrado allí, pero eso habría echado a perder el gancho publicitario", apunta un crítico.

Foto: Miembros del equipo de investigación dentro de la cueva Rising Star.  Photograph: Greatstock / Barcroft Media/Greatstock / Barcroft Media

Jóvenes recién doctorados y revista de "bajo impacto", ¿la mejor elección?

Tras la extracción de las 1.500 piezas fósiles, Berger realizó un taller en Johannesburgo al que invitó a todos los especialistas interesados recién graduados o doctorados. Este hecho contrasta con el proceso lento y habitual en el que participan expertos con decenas de años de experiencia a sus espaldas. "En esencia teníamos el número de personas suficiente, así que podíamos avanzar más rápido", declaró Berger.

En relación a la publicación en la que publicar los resultados del estudio, Berger ha afirmado que evitó revistas "de alto impacto" como 'Nature' o 'Science' debido a que su proceso de revisión –en el que pares académicos examinan el trabajo de sus contrapartes–exige mucho tiempo. En su lugar, optó por eLife, una revista de libre acceso en línea que tiene un proceso de revisión mucho más sencillo y rápido.

Además, numerosos expertos señalan que el contenido contiene errores. Por ejemplo, algunas de las conclusiones de Berger acerca de que el Homo naledi es una especie distinta del Homo erectus se basan en diferencias en las características craneales. Este sostiene que el primero posee una protuberancia occipital externa en contraposición al segundo. Ante esta afirmación, White indica que el Homo Erectus sí tiene esta protuberancia occipital. "Es un error muy básico", sentencia.

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