Demuestran que los primeros seres humanos comían carne de animales de gran tamaño

Un equipo de investigación liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha encontrado evidencias de que los primeros homínidos del género Homo eran capaces de conseguir carne de animales de más de una tonelada de peso. El hallazgo puede tener importantes implicaciones en relación a la inteligencia de nuestros antecesores.

Vía:www.plataformasinc.es / UCM/ Comunidad de Madrid/ 23 de noviembre de 2009

El trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista Journal of Human Evolution y ha encontrado, a partir del estudio de miles de huesos fósiles hallados en un yacimiento de la Garganta de Olduvai, en Tanzania, que los primeros homínidos consumían carne de grandes animales como el búfalo prehistórico o Pelorovis –un animal de más de una tonelada de peso con una cornamenta que podía alcanzar los 3 metros de punta a punta-, el búfalo africano o el hipopótamo. La investigación refuerza la idea de que la carne no sólo no era un alimento marginal en la dieta de estos homínidos, sino que era una parte fundamental de la misma.

Según explica el investigador complutense que ha dirigido este trabajo, Manuel Domínguez Rodrigo, los especialistas ya conocían que estos seres “comían carne y cazaban animales de tamaño pequeño y medio para ello. Teníamos evidencias de que el comienzo de la caza en el ser humano tiene unos dos millones de años de antigüedad. La novedad que vemos aquí es que partir de este momento de la evolución, hace aproximadamente 1,2 millones de años, la carne de estos animales de hasta 300 kilos de peso no es suficiente y los seres humanos empiezan a cobrar piezas de animales más grandes. Aunque había indicios anteriores de esta actividad, éstos eran muy escasos. En ningún yacimiento anterior al millón de años se documenta este consumo con tal intensidad como en éste”.

La gran cuestión que plantea este hallazgo es si estos primeros Homo >cazaban también a estos enormes mamíferos o si, por el contrario, aprovechaban los despojos dejados por otros carnívoros y actuaban como carroñeros, tal y como se ha pensado tradicionalmente. El equipo investigador está ahora mismo intentando responder a esa pregunta y, si bien los datos no son aún concluyentes, todo apunta a que algunos de estos grandes animales podrían haber sido cazados por estos grupos humanos.

Las implicaciones que este descubrimiento tendría en relación al conocimiento de la evolución de la inteligencia humana serían enormes. La evidencia de caza por parte de nuestros antecesores es una prueba indirecta de que estos primeros seres del género humano eran más inteligentes de lo que se pensaba hasta ahora. De ahí la importancia en la investigación que se está llevando a caben o estos momentos, donde la hipótesis de la caza de animales grandes está siendo puesta a prueba. Como explica Domínguez Rodrigo: “Para cazar animales de tamaño pequeño y medio, y más aún para cazar animales tan grandes, son necesarias una estrategia y cierta capacidad de organización, ya que tenía que ser una actividad colectiva. Esto implica una capacidad de comunicación más compleja de lo que se observa en ningún otro primate. Podría ser comunicación verbal, pero aún no lo sabemos”. Por otro lado, la caza de de gran tamaño por parte de grupos humanos pequeños no puede obedecer tanto a la necesidad inmediata como a la planificación del consumo de carne en días posteriores. “Esto es algo que no encontramos en ningún otro primate”, prosigue Domínguez, y constituiría una señal de que contaban también con cierta capacidad de planificación más allá de lo que se pensaba hasta el momento.

Foto: Garganta de Olduvai


Los investigadores han realizado su trabajo en un yacimiento de 1,2 millones de años de la de Garganta de Olduvai, en Tanzania, llamado ‘BK’. Se trata del segundo yacimiento de más un millón de años en el mundo con evidencias físicas de que los homínidos consumían carne y ahora es el primer lugar en el que se demuestra que hace más de un millón de años se comía carne de grandes animales con regularidad, ya que el depósito abarca más de tres metros de niveles arqueológicos que abarcan cientos o miles de años. Los arqueólogos han encontrado miles de fósiles y de herramientas de piedra tanto de pequeño como de gran tamaño, y de una diversidad asombrosa: desde cuchillos y lascas hasta yunques, hachas de piedra o hendedores. Uno de los retos que se plantea ahora el equipo investigador es averiguar para qué servían estas herramientas, ya que consideran que algunas de ellas eran utilizadas para descarnar a los animales, pero otras tenían otras funciones aún desconocidas.

Los científicos han encontrado lo que los arqueólogos denominan un “suelo de ocupación”, es decir, un asentamiento donde estos seres humanos habitaron y realizaron diversas actividades. En este yacimiento los investigadores han encontrado más de 300 kilos de herramientas de piedra, ordenadas por áreas de actividad. “Sabemos que traían la materia prima y fabricaban aquí las herramientas. Uno no hace eso si no es con una intención muy concreta. Además, este sitio se utilizó durante miles de años. Nuestro objetivo ahora es reconstruir las características ambientales del lugar en esa época para saber por qué estos homínidos estuvieron aquí durante tanto tiempo”, ha afirmado Domínguez.

Para discernir si la carne que comían estos seres humanos provenía de la caza o de la carroña, los investigadores han buscado un método que lo probara de manera indirecta: observar qué partes de los animales son las que consumen carnívoros como leones y qué partes dejan para los carroñeros. Si las muescas y señales de corte están preferentemente en estos últimos lugares, se podría deducir que los seres humanos se comportaban como carroñeros. Los resultados obtenidos por ahora indican, sin embargo, que estos seres humanos accedían a la carne de todas las partes del cuerpo de los animales. Así era con certeza en animales pequeños y medianos, como cebras, antílopes y gacelas, y así lo apuntan resultados preliminares obtenidos en relación a la caza de animales grandes.

Los trabajos de excavación del yacimiento BK de Olduvai, en Tanzania, han sido codirigidos por Manuel Domínguez Rodrigo, de la Universidad Complutense de Madrid, Audax Mabulla, de la Universidad de Dar es Salaam, en Tanzania, Henry Bunn, de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid.

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Bueno, he aquí otra interesante noticia que viene a desmontar determinados presupuestos establecidos con fuerza desde hace tiempo. Está visto que en el vasto campo de la investigación prehistórica hay que ir acostumbrándose a cambios de paradigmas cada dos por tres. Son demasiadas cosas las que todavía se desconocen, y no sólo no disminuyen, sino que aumentan.

Aunque no lo dicen de modo explícito, por el contexto temporal en que se ubica la investigación a la que hace referencia la noticia del post (1,2 millones de años), resulta claro que se están refiriendo al Homo ergaster como un homínido que ya cazaba grandes animales para satisfacer su dieta.

Aun cuando se señalan muchas cosas interesantes a lo largo del post, sin embargo nada se menciona sobre las hipótesis que se manejan en orden a explicar cómo se llevaba a cabo una cacería de este tipo -grandes animales- por parte de una especie que -hasta donde conocemos- ostentaba limitaciones para realizarla con eficacia y sin gran peligro.

Quiero decir: aunque diéramos por bueno (lo cual es mucho dar) que eran capaces de articular un lenguaje rudimentario, que podían tener, asimismo, relaciones sociales de colaboración compleja, y un cerebro de entre 900 y 1.000 c3 que manifiesta posiblemente rudimentarias elaboraciones abstractivas, etc., todavía quedaría por explicar cómo podían realizar esas tareas de caza con la industria lítica que les va asociada, es decir, el Modo 2 o Achelense, conformada básicamente por simples bifaces, hendidores, raederas, etc.

Salvo que fueran capaces de acorralar a un animal en una trampa y allí darle muerte, otra solución no parece factible. Especular con la posibilidad de que podían cazarlo a distancia -mediante jabalinas- se me antoja imposible, dado el utillaje que manejaban y dado el perfeccionamiento que se requiere en su utilización mediante lanzadores que incrementen la fuerza del disparo. Lanzadores que, hasta donde sé, no consta que emplearan.

En esta situación cazar grandes animales requiere -al margen de posibles acorralamientos y trampas- acercarse al mismo lo suficiente como para agredirle, pero esa circunstancia también conlleva serios peligros. ¿Estaban los Homo ergaster en condiciones de poder hacerlo con éxito?

A tenor de lo que se nos cuenta, cabe pensar en esa posibilidad, pero nada se nos dice de qué manera y con qué medios. O sea, una incógnita más.

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Respuestas a esta discusión

Un nuevo artículo periodístico sobre este asunto ha salido a la luz. Aunque en líneas generales redunda en la tesis principal, introduce algunos comentarios novedosos que invitan a proseguir la reflexión.

Pero antes de comentar nada leámos la noticia:

Los humanos, cazadores desde sus orígenes

El paleontólogo español, en el yacimiento de Tanzania. |Manuel Domíguez-Rodrigo.

Vía: elmundo.es /Rosa M. Tristán | Madrid / 04 de enero de 2010

Un equipo de paleontólogos españoles se ha hecho fuerte en la Garganta de Olduvai y sus alrededores, al norte de Tanzania. El lugar es conocido como la cuna de la humanidad, porque fue en esa falla africana donde los antepasados humanos dieron sus primeros pasos evolutivos. Y lo hicieron, según los expertos españoles, cazando grandes animales, cuya carne se convirtió en una parte fundamental de su dieta.

Según sus conclusiones, desde el principio, fabricábamos lanzas y compartíamos la comida con otros congéneres, lo que implica un grado de organización social.

Estos hallazgos, publicados en la revista 'Journal of Human Evolution' y más recientemente en un libro (financiado por el Ministerio de Cultura), han dado un vuelco a la hipótesis que había tomado fuerza y que defiende que los primeros humanos fueron carroñeros, que se aprovechaban de la caza de los grandes carnívoros porque no tenían suficiente inteligencia para luchar contra los peligrosos felinos.

Cuando los españoles llegaron al yacimiento de Peninj, en los años 90, el equipo, dirigido por el paleontólogo de la Universidad Complutense Manuel Domínguez-Rodrigo, buscaba profundizar en el comportamiento en los primeros humanos. ¿Eran todos carroñeros como las hienas? ¿O ellos mismos mataban? Y luego, ¿Eran solidarios o cada uno iba a lo suyo?

"Elegimos Peninj porque era una ventana única al pasado de hace 1,5 millones de años. Y porque era un lugar desalentador para otros paleontólogos, a 320 kilómetros de una ciudad. Nadie había vuelto allí desde los años 60,cuando se fueron los Leakey. Y tuvimos suerte. Fue un yacimiento muy generoso en fósiles con nosotros", recuerda Domínguez-Rodrigo.

Demasiados carnívoros

Los primeros años se los pasaron haciendo estudios geológicos y estatigráficos, con ayuda de los expertos Luis Alcalá, director científico de Dinópolis, y Luis Luque. Con el tiempo, lograron que esa ventana fuera de un kilómetro cuadrado: desvelaron que allí hubo una sabana de vegetación abierta, con infinidad de grandes carnívoros, muy competitivos con nuestros antepasados, los 'Homo habilis', a la hora de conseguir comida. Descubrieron también que el comportamiento de los primeros humanos no fue igual en todos los lugares, algo que nunca se había planteado.

La clave fue el análisis de filos de bifaces de piedra con el microscopio: tenían restos de madera, lo que significa que fueron lanzas. "Hasta ahora se consideraban solo piedras y nadie concebía que se cazara a pedradas un búfalo, cuyos restos habíamos encontrado en el yacimiento junto a las herramientas. La idea de que los humanos carroñeaban surgió en Estados Unidos, en un intento de dar una visión menos agresiva del ser humano. Pero si fuera así, en Peninj se habrían quedado siempre con los restos que no querían otros animales, es decir los peores, y lo que veíamos en el yacimiento eran piezas muy nutritivas", explica el paleontólogo.

"También hemos hecho un estudio que demuestra que lo que parecen marcas de dientes en los huesos son señales de raíces"
, añade a EL MUNDO.es.

Según su hipótesis, había tantos carnívoros la zona que, sin cazar, habría sido muy difícil conseguir carne. Descubrieron, además, que iban a unos lugares para conseguir la materia prima de sus lanzas, otro para tallarlas y otro más al que transportaban la caza: "Todo indica que lo consumían de forma colectiva porque había restos de animales de entre 100 y 200 kilos. Además, en esa época las crías humanas ya eran indefensas y necesitaban mucha energía para sobrevivir", argumenta.

Hace cuatro años, el equipo trasladó su trabajo a la Garganta de Olduvai, donde al principio tuvo muchos problemas con los investigadores norteamericanos, que trataron de boicotear su trabajo.

Pero lo descubierto en Olduvai, el lugar donde Mary Leakey se tropezó con los primeros restos de un 'Homo habilis', ha confirmado lo ya sospechaban: también allí hubo humanos que comían animales de más de una tonelada: hay fósiles de más de 20 búfalos 'pelovoris'. "Nos ha permitido constatar que hace 1,2 millones de años, los seres humanos empezaron a necesitar animales muy grandes porque la carne era fundamental en su dieta y para cazarlos necesitaban una estrategia, organizar la actividad de forma colectiva, lo que implica una mayor capacidad de comunicación verbal", apunta Domínguez-Rodrigo.

Ante las grandes posibilidades que ofrecen estos yacimientos para conocer nuestro pasado, existe el proyecto de crear en España un Instituto de Investigaciones en África, con apoyo de varias universidades, Dinópolis y el CSIC, cuya sede estaría en Madrid y que sería el centro en el que los hallazgos sobre el terreno serían estudiados en profundidad. El director del Museo Arqueológico de Madrid, Enrique Baquedano es otro de los colaboradores en los trabajos en Olduvai implicados en este proyecto.

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Bien, en primer lugar comprobamos que, en medio de la tesis que se plantea, se menciona al "Homo habilis" como uno de nuestros antepasados que competía con los grandes carnívoros a la hora conseguir su sustento alimenticio. ¿Quiere ello decir entonces que es ésta la especie "Homo" que consideran artífice de los útiles hallados y de la cacería de grandes animales que se ha observado? La verdad es que no parece que quede muy clara esta cuestión, al no decirse de modo taxativo. ¿Será sólo una referencia que se hace sólo de pasada a esta especie "Homo", porque también se tiene en mente que pudiera ser otra, tal cual puede ser el "Homo ergaster" que mencionábamos en un comentario anterior?

Digo esto, porque si ya nos costaba asumir que el "Homo ergaster" fuera el protagonista de la tesis que se ofrece, pero que, en todo caso, era el candidato más probable, mucho más complicado nos debería parecer ahora que sea el "Homo habilis".

Si damos por buena la referencia del "Homo habilis", entonces hay que concluir indirectamente más cosas con arreglo a las declaraciones que se ofrecen. Es decir, habría que pensar que estamos ante un "Homo habilis" más avanzado en el tiempo (1,4 -1,2 millones de años), bastante más evolucionado, que muy posiblemente conviviera con el "Homo ergaster" (el cual proviene probablemente de aquél, pero que no sería óbice para que se produjera dicha convivencia), y que, por tanto, pudiera asumir la tecnología lítica más depurada que va asociada a este último.

Téngase en cuenta, además, que los paleontólogos nos dicen algo muy importante (y muy lógico, por lo demás, aunque, por lo visto, nunca se haya planteado): "...que el comportamiento de los primeros humanos no fue igual en todos los lugares". Esto es, que bien puede considerarse que las capacidades del "Homo habilis" pudieron haber sido otras (en este caso, como digo, más evolucionadas) a lo largo del tiempo y de su distinta ubicación geográfica. Es un aspecto muy a tener muy presente y que obligaría a cambiar la concepción que se tiene de las aptitudes del "Homo habilis".

Residualmente, habría que explicar luego cómo se produjo esa convivencia entre ambas especies, pues, como se sabe, hay teorías que sostienen que el "Homo habilis" acabaría sucumbiendo ante la superioridad tecnologica del "Homo ergaster" por la obtención de los recursos.

En segundo lugar, se nos dice que, tras los análisis, han comprobado que algunos bifaces tenían restos microscópicos de madera, lo que significa concluir (a pesar de la mala redacción de la noticia, que parece presuponer que los bifaces eran lanzas o las puntas de las mismas) que se utilizaron para elaborar lanzas, algo que nosotros poníamos en duda en nuestro primer comentario, dado que, aparte de no hay registro fósil de las mismas y que se supone que es una etapa demasiado temprana en su fabricación, se nos hacía difícil comprender cómo podrían utilizarlas con eficacia en la caza si no disponían de artilugios lanzadores que incrementaran la fuerza del disparo, y que en dichas especies no consta que se usaran.

Ciertamente, el hecho de que posiblemente se usaran lanzas no deja de ser un gran descubrimiento indirecto, pues retrotraería en casi un millón de años la frabricación de lanzas para la caza si las comparamos con las únicas que han llegado hasta nosotros: las lanzas de Schöningen, de hace unos 400.000 años.

Ahora bien, ¿hasta qué punto puede concluirse que los "Homo habilis" y los primeros "Homo ergaster" fabricaban lanzas a partir de la evidencia de los restos microscópicos de madera encontrados en los bifaces? ¿Es que acaso estos restos no pueden responder a otra causa que no sea la de la fabricar lanzas? ¿Acaso no puede ser resultado de cortar simplemente madera para cualquier otro objetivo?

Cabe concluir, desde luego, que para cazar grandes presas se hace necesario disponer de algo más que de bifaces punteagudos y cortantes. Intuyo que, si dichas lanzas se fabricaban, éstas era muy rudimentarias y que más que servir para ser lanzadas a distancia (y mucho menos con algún tipo de lanzador) se utilizarían para ser clavadas directamente sobre el animal, aun cuando ello conllevara riesgos por la proximidad exigida (la cual podría ser mitigada, como ya se ha dicho, mediante la utilización de trampas o acorralamiento del animal).

En fin, como siempre, cuanto más se sabe, más preguntas nuevas salen a relucir y más complejo es casar las posibles respuestas.

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