Fotografía facilitada por el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, José Juan Jiménez, de una cerámica aborigen de Aguimes. EFE

Fuente: laopinion.es | 11 de abril de 2016

Los antiguos canarios reflejaron en la decoración de cerámicas y pintaderas eclipses concretos de Sol y de Luna, según un estudio pionero del arqueólogo José Juan Jiménez González (izquierda), que ha registrado 448 fenómenos astronómicos de este tipo visibles en Canarias en los siglos XIV y XV.

Con esta investigación la decoración de cerámicas y pintaderas "cobra otro sentido", afirma en una entrevista a EFE José Juan Jiménez, conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, que impartirá el miércoles 13 de abril la conferencia "Arqueología en penumbra. Eclipses" en el Museo de la Naturaleza y el Hombre (MNH).

El evento supone la quinta "Cita etnoastronómica" abierta al público que organiza la Asociación de Amigos del MNH con el apoyo de Museos del Cabildo de Tenerife y José Juan Jiménez detallará cómo incidieron los eclipses en la arqueología canaria y su representación en objetos arqueológicos.

También ahondará en qué supuso para los antiguos canarios que la luminosidad se difuminase en la penumbra con una periodicidad cíclica "que ellos fueron capaces de registrar -para predecir los eclipses- mediante el cómputo de lunaciones citado en las fuentes etnohistóricas, para lo cual debieron conocer el Saros o Ciclo de Saros que acontece cada 223 lunas nuevas, o sea cada 18 años y 10 u 11 días".

Todo comenzó con varias cuestiones que se planteó el especialista: "¿por qué en algunos vasos cerámicos reprodujeron escenas que alternaban y solapaban las figuras del sol y de la luna? ¿Para qué las superponían en algunas pintaderas circulares?".

Entonces decidió contrastar esas semejanzas iconográficas con imágenes de eclipses y realizó un pormenorizado registro de 448 de ellos: 87 de Sol (19%) y 361 de Luna (81%) visibles desde Canarias en los siglos XIV y XV, "una catalogación sistemática con sus coordenadas de observación, fechas y horarios de avistamiento, magnitudes, conjunciones geocéntricas, declinaciones, ortos y ocasos, entre otros indicadores".

Estos datos los trasladó a programas informáticos "para lograr su conectividad revirtiéndola luego a imágenes y gráficos".

De esta forma "se pueden recrear esos eclipses mediante secuencias concatenadas sucesivas e ilustrar aspectos sorprendentes" indica Jiménez, que también es doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna.

El conservador del Museo Arqueológico ha desarrollado una pionera experimentación práctica que vincula eclipses concretos con la decoración de sendos objetos arqueológicos y esta aplicación científica le permite concretar y proponer cronologías astronómicas para fechar descubrimientos arqueológicos carentes hasta ahora de datación convencional.

Además brinda la posibilidad de que los resultados no dependan del estado de muestras primigenias que pudieron estar expuestas a una contaminación o inadecuada manipulación, sino de la precisión de los cálculos y registros obtenidos de esos fenómenos astronómicos y hallazgos arqueológicos, añade el experto.

José Juan Jiménez menciona como ejemplo la pieza cerámica de tendencia ovoide e hiperbólica, bien conservada, procedente de Agüimes (Gran Canaria) y depositada en el Museo Canario, pintada al almagre en la panza con una circunferencia con radios externos y reserva interior, dos círculos con líneas radiales y dos anillos circulares con reserva, que para el especialista suponen las distintas fases de un eclipse de sol.

Ahora sugiere para esta cerámica una fecha astronómica "situada en el siglo XIV, entre los años 1350 y 1387, cuando se produjeron eclipses de sol de gran magnitud claramente visibles desde aquella localidad aborigen y, más concretamente, alude al eclipse acontecido el jueves 17 de julio de 1376 por su semejanza formal con el reproducido en la vasija".

Por tanto, "resulta evidente que los motivos decorativos de algunas cerámicas y pintaderas reproducen acontecimientos celestes extraordinarios para aquella sociedad", concluye el arqueólogo.

Al respecto recuerda el investigador que las sociedades canarias nativas también contaban con el cielo para observar fenómenos astrales y organizar sus tareas, como la orientación y alineación de construcciones hacia el sol, la luna, los planetas, las estrellas y las constelaciones, que influían en sus creencias, tradiciones orales y mitos celestes.

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