El mito del "genocidio español": las enfermedades acabaron con el 95% de la población

Mural de Diego Rivera sobre la Conquista de México. Palacio Nacional de la Ciudad de México. Wikipedia

Fuente: ABC.es | César Cervera | 28 de abril de 2015

El término anacrónico de «Genocidio Americano» es uno de los puntales de la leyenda negra que vertieron los enemigos del Imperio español para menoscabar su prestigio. En un grabado holandés del siglo XVII aparece Don Juan de Austriahéroe de la batalla de Lepanto, vanagloriándose del martirio de un grupo de indígenas americanos. La mentira es insultantemente estúpida: el hijo bastardo de Carlos I de España jamás participó de la conquista ni siquiera pisó suelo americano. Así, entre mentiras, cifras exageradas y episodios novelados, se gestó el mito que pervive hasta la actualidad de que los españoles perpetraron una matanza masiva y ordenada de la población americana. La verdad detrás de esta controversia histórica muestra que el auténtico genocidio, pese a que los españoles no escatimaron en brutalidad para llevar a cabo sus propósitos, lo causaron las enfermedades portadas por los europeos.

La catástrofe demográfica que sufrió el continente americano desde 1492, el año del Descubrimiento de Cristóbal Colón, es un hecho irrefutable. Antes de la llegada de los españoles se ha estimado tradicionalmente que la población del continente se encontraba entre los 40 millones y 100 millones. No obstante, el hispanista venezolano Ángel Rosenblat  argumenta en su estudio «La población de América en 1492: viejos y nuevos cálculos» (1967) que la cifra no pasaría de 13 millones, concentrándose los mayores grupos en las actuales regiones de México y de Perú, ocupadas por el Imperio azteca y el Inca, respectivamente. Sea una cifra u otra, la disminución demográfica fue dramática: el 95 % de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón, según el investigador estadounidense H. F. Dobyns.

La sangría demográfica hay que buscarla en dos factores: el traumatismo de la conquista (las bajas causadas por la guerra, el desplome de las actividades económicas y los grandes desplazamientos poblaciones) y las enfermedades. Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo y pagaron a un alto precio el choque biológico. Cuando las enfermedades traídas desde Europa, que habían evolucionado durante miles de años de Humanidad, entraron en contacto con el Nuevo Mundo causaron miles de muertes ante la fragilidad biológica de sus pobladores. Un sencillo catarro nasal resultaba mortal para muchos indígenas. El resultado fue la muerte de un porcentaje estimado del 95% de la población nativa americana existente a la llegada de Colón debido a las enfermedades, según los cálculos del ecólogo Jared Diamond.

Retrato de Bartolomé de las Casas

No obstante, fueron las grandes epidemias las que provocaron el mayor impacto. Una epidemia de viruela que se desató en Santo Domingo entre 1518 y 1519 acabó con prácticamente toda la población local. Esta misma epidemia fue introducida por los hombres de Hernán Cortés en México y, tras arrasar Guatemala, bajo hasta el corazón del Imperio Inca en 1525, donde diezmó a la mitad de la población. Precedido por la viruela, la llegada de Francisco Pizarro a Perú a Perú fue el golpe final a un imperio que se encontraba colapsado por las enfermedades. La epidemia de viruela fue seguida por el sarampión (1530-31), el tifus en 1546, y la gripe en 1558. La difteria, las paperas, la sífilis y la peste neumónica también golpearon fuerte en la población.

El genocidio en la leyenda negra

«Los españoles han causado una muerte miserable a 20 millones de personas», escribió en su texto «Apología» el holandés Guillermo de Orange, esforzado padre de la propaganda negativa del Imperio español. Con la intención de menoscabar el prestigio de la Monarquía hispánica, dueña absoluta del continente durante casi un siglo, los holandeses, los ingleses y los hugonotes franceses exageraron las conclusiones del libro «Brevísima relación de la destrucción de las Indias», escrito por el fraile dominico Bartolomé de Las Casas. Este fraile que acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje no había imaginado que su texto iba a ser la piedra central de los ataques a España cuando denunció el maltrato que estaban sufriendo los indígenas. Como explica Joseph Pérezautor de «La Leyenda negra» (GADIR, 2012), Las Casas pretendía «denunciar las contradicciones entre el fin –la evangelización de los indios– y los medios utilizados. Esos medios (la guerra, la conquista, la esclavitud, los malos tratos) no eran dignos de cristianos; el hecho de que los conquistadores fueran españoles era secundario».

Grabado de T. De Bry para «la Historia de la destrucción de las Indias».

Las traducciones y reediciones de la «Brevísima relación de la destrucción de las Indias» se multiplicaron entre 1579 y 1700: de ellas 29 fueron escritas en neerlandés, 13 en francés y seis en inglés. Lo que todos obviaron cuando emplearon a Las Casas para atacar al Imperio español es que él mismo representaba a un grupo de españoles con el coraje de denunciar el asunto, la mayoría misioneros, y a una creciente preocupación que atrajo el interés de las autoridades. Los críticos consiguieron que en 1542 las Leyes Nuevas recordaran la prohibición de reducir a los indios a esclavitud y sancionaron el fin del trabajo forzoso, la encomienda. En la controversia de Valladolid, donde por desgracia se sacaron pocas conclusiones finales, se enfrentaron quienes defendían que los indígenas tenían los mismos derechos que cualquier cristiano contra los que creían que estaba justificado que un pueblo superior impusiera su tutela a pueblos inferiores para permitirles acceder a un grado más elevado de desarrollo.

Curiosamente, los enciclopedistas franceses, muy críticos con todo lo referido a España en otras cuestiones, fueron los primeros en ver que las cifras presentadas por de Las Casas –20 millones de muertos causados por los métodos de los conquistadores– eran del todo imprecisas. En «El Ensayo sobre las costumbres» (1756), Voltaire (derecha) afirma que Las Casas exageró de forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia. «Sabido es que la voluntad de Isabel, de Fernando, del cardenal Cisneros, de Carlos V, fue constantemente la de tratar con consideración a los indios», expuso en 1777 el escritor francés Jean-François Marmontel en una obra, «Les Incas», que por lo demás está llena de reproches hacia la actitud de los conquistadores. La Revolución francesa y la emancipación de las colonias en América elevaron a Las Casas a la categoría benefactor de la Humanidad.

Los críticos se convierten en los conquistadores

Más allá del brutal impacto de las enfermedades, es cierto que la violencia de la Conquista de América provocó la muerte directa e indiferente de miles de personas. El que existiera un grupo de personas críticas con los métodos empleados por los conquistadores –un grupo de hombres que perseguían como principal objetivo el hacerse ricos– o que los Reyes españoles plantearan soluciones –aunque fueran incompletas e incluso hipócritas– no exime a España de sus pecados y del daño cometido, pero sí la diferencia de precisamente los países que censuraron una actuación que luego ellos mismos practicaron. Sin entrar a valorar el fangoso proceso llevado a cabo por los anglosajones en Norteamérica, la explotación de caucho en el África negra dejó a sus espaldas 10 millones de muertos en el Congo Belga. «La colonización europea de los siglos XIX y XX fue culpable de crímenes semejantes a los cometidos por los conquistadores españoles. La única diferencia es que no encontraron a un Las Casas para denunciar las injusticias con tanta repercusión», sentencia el hispanista Joseph Pérez en el citado libro.

  • mario f. s.

    Este asunto siempre me llamó la atención por varios motivos. Lo malos malísimos que debimos de haber sido los españoles en otros tiempos y las secuelas que se desprenden, aún hoy en día, de las ideas que desprenden comentarios malintencionados por parte de ciertos representantes.

    La leyenda negra 'inventada' por ciertos europeos con intenciones aviesas de aquellos tiempos se contradice en cuanto nos fijamos en el mestizaje existente en toda América.

    Aquí os dejo un par de enlaces como entretenimiento. El primero, Elsa Malvido y lo que sobre el asunto ha publicado. El segundo, documentales que dicen cosas interesantes para reflexionar.

    http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=19533

    https://www.youtube.com/watch?v=944zTtNAxsg&feature=related

    Saludos.

     

  • María José Grech

    He visto recientemente un reportaje de National Geographic, (que no presupongo proclive a exculpar a los españoles de la mala reputación que nos han colgado y de la que nos hemos ganado por nuestros propios méritos), esgún el cual, al ser localizados cadáveres de población indígena mexicana, muertos por la gripe (no recuerdo exactamente la fecha, pero pudo haber sido perfectamente la de 1558) e identificar la cepa viral que provocó el desastre, pudieron comprobar fehacientemente en el laboratorio, que dicha cepa era de procedencia autóctona, no importada de Europa, y fué la causante de la extinción de casi con el 80% de la población indígena del momento. Pero ya se sabe, es siempre bueno que haya un tonto en la familia para echarle la culpa de todo lo que ocurra.

  • David Montero

    Para que haya un genocidio no hace falta que haya cámaras de gas ni una declaración explícita tipo Solución Final. Tampoco el exterminio de los indios de Sudamérica tiene unas connotaciones tan explícitas como en América del Norte, programado desde el Gobierno de la Nación y las élites comerciales con el apoyo de las clases bajas. Pero que la acción colonial de los españoles fue la causa del exterminio a medias provocado directamente y a medias inducido por las propias prácticas, el racismo y la indiferencia hacia los explotados y marginados es algo elemental. Las leyendas negras son negras y leyendas, pero de ahí no nos vamos a pasar a creernos las leyendas blancas.

    Y sobre la seriedad científica de National Geographic, vamos a dejarlo estar. 

  • María José Grech

    Todo episodio de conquista imperialista deja tras de si un reguero de muerte, desolación y destrucción  difícilmente justificables. Y eso es así desde que el mundo es mundo, y abarca todo el período histórico del que tenemos memoria, y presumiblemente también del período de prehistoria que tenemos que desentrañar a traves de la evidencia arqueológica. Y se aplica a todas y cada una de las sociedades que se han desarrollado y expandido sin distinción de tiempo ni lugar. Quizás podamos salvar algunas tribus amazónicas que se han mantenido, por fortuna para ellos, al margen de la civilización, pero, seguramente, porque su escaso número de miembros no les han permitido una expansión exitosa, y han optado por la solución del aislamiento como estrategia de supervivencia.

    La Historia la escriben los vencedores intentando autojustificarse, no es agradable vivir con mala conciencia (si es que la tienen de alguna clase), y en España, cuya gesta conquistadora no sirvió nunca para quitar el hambre a su propio y desamparado pueblo, cuya suerte corrió pareja con la de los nativos americanos, sus élites no supieron aprovechar la oportunidad de remontar su pasado de luchas intestinas y miserias seculares, y hemos ido desangrándonos hasta la extenuación, hasta nuestros días. Y de ello han sacado provecho principalmente las la potencias emergentes en ese momento, utilizando para ello todo tipo de argucias al su alcance. Mas puede la pluma que la espada y surgió la Leyenda Negra, en parte verdad, y en parte eso, solo leyenda malintencionada. Y, sin ánimo de justificar lo injustificable, tanto los unos como los otros hemos compartido brutalidad y masacres. Pero existe una evidencia innegable: casi todos los pueblos autóctonos han sobrevivido a la conquista española, tanto en estado puro como en un amplio y rico mestizaje. En América del Norte, sus tribus "indias" en la actualidad no pasan de ser un adorno marchito y casi extinto en un olvidado florero. Tampoco se merecian ese destino.

    Por último, muchos de los actuales ciudadanos de esas naciones actualmente independientes tampoco son tan inocentes, son los descendientes directos de los originales explotadores racistas, codiciosos y asesinos que se trasladaron allí en "busca de fortuna" huyendo de la miséria y explotación existente en toda Europa.

    Hay que reconocer que la herencia no ha sido maravillosa, que el ser humano no es maravilloso, que cuesta sangre, sudor y lágrimas alcanzar un mínimo de progreso, y muchos siglos de esfuerzos aparentemente vanos. Eso si lo compartimos toda la humanidad.

  • Ricardo Rahman

    Creo que es inútil el hablar del número de americanos nativos que fueron exterminados por enfermedades y los que fueron muertos por los conquistadores. Es indudable que "gracias" a la llegada de los europeos, la población fue diezmada. Pero a lo que no se puede ser ajeno fue al genocidio cultural "en nombre de la Fé": se quemaron todos los manuscritos que se lograron encontrar, se destruyeron sus objetos artísticos, se destruyó su cultura y su Fé para reemplazarla por otras más "civilizadas". Se expoliaron las riquezas que fueron transferidas a España para pagar costosos préstamos de banqueros holandeses, a fin de solventar las guerras. Por supuesto todo esto lo repitieron otros pueblos europeos "colonizadores" que crearon imperios que dieron mayor riqueza y poder a Europa empobreciendo también  a Africa y Asia.

    Como ven, hoy la historia se sigue repitiendo,los hombres se siguen matando y tratando de imponer sus ideas, su Fé y sobre todo su afán de lucro(por las buenmas o por las malas).

  • mario f. s.

    Bueno, voy a tomarme a bien lo que, quienes pueden tener algún estigma que les impide saber el nacimiento de sus propios países, puedan pensar que se les hizo un genocidio tal que les impida tener apellidos europeos, ya no decir españoles, que son los que usan para adornar sus nombres, sean estos latinos o anglos.

    Como sea que he tropezado con un historiador/escritor mejicano o mexicano, como se prefiera, que se toma la historia muy a bien, pero poniendo fecha tras fecha para no enredar mucho la identidad de cada cual, hete aquí una bonita parodia que puede servir de bálsamo a quienes ante los españoles se sienten mal y ante un pueblo autóctono se siente superior.

    https://www.youtube.com/watch?v=38EacYgLor8

    Disfruten y no se enfaden.