Foto: La fíbula de Preneste S. VII a. C. Roma.
Vía: laRepubblica.it | Giovanni Gagliardi| 5 de junio de 2011 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Investigaciones científicas realizadas por "La Sapienza" (Universidad de Roma) y el Consejo Nacional de Investigaciones (CNR) han confirmado la autenticidad de la preciosa fíbula etrusca y la de su inscripción, la evidencia más antigua de la lengua latina.
¿Verdadera o falsa? El caso de la fíbula Prenestina, expuesta en el Museo Nacional de Etnografía "Luigi Pigorini", ha quedado finalmente resuelto. La autenticidad del precioso broche, datado en el siglo VII a. C., y de su inscripción, considerada la evidencia más antigua de la lengua latina ha sido confirmada por estudios científicos realizados por Daniela Ferro, del Instituto para el Estudio de Materiales Nanoestructurados (ISMN) del Consejo Nacional de Investigación, y por Edilberto Formigli, restaurador y profesor de la Universidad "La Sapienza" de Roma y Florencia.
La fíbula, hallada en Palestrina, la antigua Praeneste, había sido objeto de un intenso debate sobre su autenticidad y contexto desde su lanzamiento oficial en 1887 por el arqueólogo alemán Wolfgang Helbig (izquierda).
Los dos especialistas, que durante años han llevado a cabo análisis multidisciplinares sobre la tecnología y la orfebrería antigua, han presentado hoy, en el Museo 'Pigorini', los resultados de la investigación micro-analítica realizada en el laboratorio del Departamento de Química de la Universidad de Roma con el microscopio electrónico de barrido.
La joya de oro, de 10,7 cm de largo, y datada en torno a la mitad del siglo VII a. C., tiene, en la parte exterior del soporte, la inscripción "Manios med fhefhaked Numasioi"; en latín clásico: "Manius me fecit Numerio", esto es, "Manio me hizo para Numerio", el más antiguo testimonio de la lengua latina que ha sobrevivído.
"El estudio de una reliquia", dice Daniela Ferro, del Ismn-CNR, "requiere la elección de métodos de análisis no destructivos y no invasivos. El uso de la microscopía electrónica de barrido, acompañada con microsondas electrónicas de rayos X de dispersión de energía, permite observaciones de alta resolución de la superficie y, al mismo tiempo, adquirir datos sobre la composición química de sus elementos. En particular, la fíbula ha sido estudiada con un instrumento equipado con una cámara que le permite moverse ampliamente sobre el objeto e investigar todas sus partes sin dañarlo".
El equipamiento científico ha permitido establecer la metodología y composición en la misma antigüedad que la datación previamente asignada al broche, a pesar de los intentos de limpieza y abrasión de los últimos siglos. De hecho, a pesar de que con el oro aún no se han encontrado métodos de datación, ahora sabemos que algunas técnicas de orfebreria habían alcanzado un alto grado con los etruscos y existen numerosos estudios hoy en día que describen sus características.
"Es un artefacto de alta joyería, hecha en la parte del soporte con una lámina de alto contenido en oro, un material dúctil para ser grabado con la punta de una aguja", añade la investigadora. "La inscripción se realizó de la misma manera. También han sido identificadas las reparaciones llevadas a cabo antiguamente, como la presencia de un pan de oro para ocultar una pequeña fractura, mientras que el uso de amalgama de oro para fortalecer la parte móvil de la lengüeta (es decir, la punta ndr) podría ser reciente. Es poco probable que un falsificador operase en la particularidad de su procesamiento y usara aleaciones de oro en un período donde el conocimiento de los procedimientos de orfebrería etrusca no eran particularmente conocidos en detalle, por lo que no podría haberlos conocido salvo con sofisticadas herramientas tecnológicas disponibles sólo hoy en día".
Vía: laRepubblica.it | 5 de junio de 2011
La fíbula de Preneste: un siglo de debates.
El preciosos broche fue objeto de largas discusiones acerca de su autenticidad y también de vicisitudes atormentadas.
Fue presentado oficialmente por primera vez por el arqueólogo alemán Wolfgang Helbig en 1887. El investigador afirmaba haberla comprado a un amigo en 1876, y señaló como lugar del hallazgo la tumba Bernardini. Un sepulcro principesco, descubierto en 1851 y excavado desde 1871, cerca de la antigua ciudad de Praeneste, la actual Palestrina.
A continuación, la fíbula Prenestina fue donada en 1889 al Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia por el anticuario Francesco Martinetti, quien la compró probablemente a Helbig. En 1900 fue transferida al Museo Nacional de Prehistoria, Etnografía y Kircheriano, del Colegio Romano, uniéndola al inventario de restos de la tumba Bernardini, una tumba principesca del periodo orientalizante descubierta en Palestrina en 1876. La pertenencia de la fíbula a la tumba Bernardini no era, sin embargo, segura.
En 1960 el conjunto de restos de esta tumba fue trasladado al Museo Etrusco de Villa Giulia, mientras que la fíbula permaneció en el Museo de Prehistoria y Etnografía. El 27 de noviembre 1979 estalla un verdadero "caso": la fíbula de Preneste es declarada una falsificación. La erudita Margherita Guarducci (izquierda), en una reunión de la Accademia de Lincei, niega la autenticidad de la pieza argumentando que la inscripción se hizo en Roma a finales del siglo XIX por el mismo Wolfgang Helbig.
Arqueólogos, epigrafístas y lingüistas se agitan. Las reacciones son inmediatas y vivaces, tanto en apoyo de la autenticidad del objeto y de la inscripción, como en apoyo de la falsedad de la inscripción, grabada en la edad moderna. Mientras tanto, en los libros de texto no se menciona la inscripción de la fíbula.
Al final de los años ochenta Edilberto Formigli estudia la estructura física de la fíbula y confirma su autenticidad. No obstante, para algunos lingüistas seguía habiendo dudas sobre la inscripción.
María //
9 Jun 2011
David Montero
Dos puntualizaciones:
No ha habido una polémica entre lingüistas y científicos. En mi época de estudiante, mi profesor de latín (el Sr. Ruíz Elvira) la daba por cierta y nos tuvo un par de meses dándole vueltas. (Ramón, la importancia de la fíbula no era arqueológica, sino para la filología latina). Había, por tanto, división en ambos campos.
No creo que se pueda negar a priori la importancia de las investigaciones con microscopía y otras técnicas para ayudar o resolver eventualmente algunos problemas de datación. Me parece que hay multitud de ejemplos en que este tipo de análisis han resultado concluyentes o casi. Pero las circunstancias favorables para la resolución de problemas mediante analíticas de este tipo no se dan siempre. Aquí nos encontramos con un sólo objeto a datar y en el que ha podido encontrarse un detalle decisivo: la reparación con técnicas etruscas de una fractura que, es de suponer, afecta a las inscripciones.
No siempre se puede encontrar esas circunstancias favorables, como lo demuestra el hecho de que sigue habiendo problemas de datación o dudas de autenticidad en bastantes casos. "La Ciencia" no es una técnica mágica que resuelve todos los problemas de la arqueología. Y jugar a enfrentar "filólogos" y "científicos" un jueguecito como aquél de policías y ladrones.
9 Jun 2011
Alicia M. Canto
Sujetemos un poco las campanas...
Muy interesante de nuevo este post de G. Caso de los Cobos sobre la inscripción que porta la espléndida fíbula de oro de Preneste y el nuevo giro que se acaba de dar al debate que desencadenaron contemporáneamente (durante muchas décadas no lo hubo, y aparecía en todos los manuales) A.E Gordon en 1975 y sobre todo, la gran epigrafista Margherita Guarducci en 1980, en un larguísimo artículo (luego ampliado en 1984 y 1991, reunido todo en un libro en 2007). Autora que, por cierto, en el reportaje de La Repubblica no es citada con un mínimo detalle, siendo ella y sus poderosos argumentos de todo tipo (también analíticos, véase su "Appendice") el principal "testigo de cargo".
Espero contestar de paso a algunas de las preguntas aquí planteadas, y aportar detalles que suelen ser desconocidos del gran público.
Como en otros recientes y notorios casos, la fíbula, de fines del VII o comienzos del VI a.C., es auténtica. El problema es determinar cuándo se hizo la inscripción, y en estos últimos tiempos, también si las técnicas de análisis físico-químicas pueden prevalecer sobre consideraciones de otros tipos, no necesariamente sólo lingüísticas (qué manía...), sino también epigráficas y vitales. Porque la investigación -a veces realmente policiaca- de la Guarducci, amplísima y minuciosa, sacó también a la luz importantes datos, digamos, "no científicos", de tipo personal y económico, como las estrechas relaciones amistosas y comerciales entre los protagonistas de la historia, el luego prestigioso arqueólogo alemán W. Helbig y el anticuario, marchante y falsificador ocasional F. Martinetti, así como proporcionó el análisis grafológico a través de distintos escritos de W. Helbig (quien llegó a ser director del Instituto Arqueológico Alemán de Roma), con cuyos trazos coincidían plenamente (lo que en aquellos años suscitó mucha indignación en distintos autores germanos, véase el dossier de A. Cristofori en http://www.telemaco.unibo.it/rombo/iscriz/intro.htm#BiblioFibula). Ambos, Helbig y Martinetti, progresaron mucho en sus respectivas carreras y consideración social a raíz de aquel espectacular "hallazgo".
Sin llegar a creer la sugerencia hecha por Calder en 2003 (fuerte, pero con cierto fundamento), es claro que la historia que en su día (1886-1887) contó Helbig tenía sus lagunas, como la fecha y el lugar del supuesto hallazgo, que en sus propios relatos resultaron ser contradictorios. Lo cual no importó para la aceptación general y el alborozo filológico-epigráfico, que enterró la opinión crítica, y hasta la vida profesional y mental, del pobre arqueólogo Giovanni Pinza (1905), por ejemplo, a quien siempre por justicia me gusta recordar. Pero, al respecto del “Goliath” al que Pinza se enfrentaba, voy a recordar lo que, resumiendo a Guarducci, el gran epigrafista Arthur E. Gordon dejó escrito sobre Helbig en 1982:
"On the one hand, the life of a much respected scholar, much honored by the Italians and the French; on the other...[an] unscrupulous businessman, who with his collaborator Martinetti made a fortune out of illegal, fraudulent activities--illegal in acquiring antiques as well as in getting them transported out of Italy by bribery, not to mention the fraud involved in embellishing genuine antiques to get higher prices and in creating fake antiques.” (una fuente accesible de la cita: http://www.archaeology.org/online/features/hoaxes/praeneste_fibula...., dentro del dossier de Archaeology sobre falsos mundiales http://www.archaeology.org/online/features/hoaxes/index.html, entre ellos el hispano y sonado de Veleia http://www.archaeology.org/0909/insider/index.html).
Por mi parte, sobre este tema, que está dentro del problema de los falsos epigráficos, que profesionalmente siempre me han interesado (por ejemplo, 2006), y aunque falta leer con detalle el nuevo estudio físico-químico, visto el dossier de prensa actual sobre "El uso de la microscopía electrónica de barrido, acompañada con microsondas electrónicas de rayos X de dispersión de energía..." (qué impresionantes términos...), sigo creyendo que la fíbula es buena (casi nadie lo pone en duda) y la inscripción falsa. Sin entrar en otras consideraciones, sólo con ver esta impresionante foto de detalle (María siempre tan intuitiva...) es fácil advertir que un orfebre tan exquisito no pudo grabar una inscripción tan miserable, que arruina su valor estético, por mucho que se alegue, para justificar la inscripción misma, que era "para honra del orfebre", "un seguro contra el robo", o cosas similares.
Por último, pero de mucha importancia, creo: En el artículo de La Repubblica se cita dos veces a otro experto en arqueometría, Edilberto Formigli, en estos términos: “La autenticidad del precioso broche, datado en el siglo VII a. C., y de su inscripción, considerada la evidencia más antigua de la lengua latina ha sido confirmada por estudios científicos realizados por… y por Edilberto Formigli, restaurador y profesor de la Universidad "La Sapienza" de Roma y Florencia… Edilberto Formigli estudia la estructura física de la fíbula y confirma su autenticidad. No obstante, para algunos lingüistas seguía habiendo dudas sobre la inscripción”.
Sin embargo, esto no es así, ni dudaron "algunos lingüistas", sino el propio arqueómetra. Tras su detenido análisis de la pieza y el estudio de varios aspectos, entre ellos el de la pátina, lo que Edilberto Formigli realmente escribió en 1992 (“Indagini archeometriche sull’autenticità della fibula prenestina”, Mitteilungen des Deutschen Archäologischen Instituts, Römische Abteilung, 92, 329-343) fue esta conclusión final (en una traducción francesa que tengo):
“Le problème plus important, celui de l’authenticité de l’inscription, reste toutefois non résolu. D’autre part, vu les manipulations subies par la fibule et le recouvrement des lettres par une patine qui ne nous est pas donnée d’extirper puisqu’elle constitue maintenant aussi un document historique, je doute qu’avec des méthodes archéométriques on puisse réussir à l’avenir à dire quelque chose de vraiment définitif».
Así que, de momento, las informaciones facilitadas por la prensa (¿o por la fuente científica?) son incompletas; y algunas, como acabamos de ver, no responden a la realidad. Formigli con sus métodos dio por no resuelto el tema de la autenticidad de la inscripción, y además no preveía que se pudiera conseguir nunca.
Así que, nuevamente: cautela... No se puede uno ya creer casi nada tal cual aparece en la prensa, o casi todo hay que contrastarlo. Ya veremos si la posibilidad físico-química de fechar una inscripción moderna sobre un objeto antiguo verdadero ha llegado, o no. Yo, naturalmente, sospecho que no. Como el arqueómetra Formigli, dicho sea de paso ;-)
Sintiendo el "jarro de agua fría", mis saludos.
P.D.- A María, sobre el tema del texto: De ser auténtica, siguiendo a Michel Lejeune, que lo explicó muy bien, sería la primera muestra conservada de la lengua latina, pero no de su escritura, pues utiliza el signario etrusco (aunque "de aquella manera", añado).
9 Jun 2011
jorge hugo bertran vall
creo que se termina con esto unas de las controversias , sobre el arte del siglo VII antes de cristo,esto puede ser una gran noticia.
jorge hugo bertran esparafita (bertranvall)
9 Jun 2011
María //
9 Jun 2011
Alicia M. Canto
María: No hay de qué, y a mi vez gracias. Aprovecho para hacer la traducción del texto de Formigli que puse antes, un texto suyo más, de 1992, y alguna nueva reflexión-pregunta a cuenta de ello.
"Sin embargo, el problema más importante, el de la autenticidad de la inscripción, queda sin resolver. Por otro lado, a la vista de las manipulaciones sufridas por la fíbula, y del cubrimiento de las letras por una pátina que no nos es posible levantar, por constituir ahora ella misma un documento histórico, dudo que se pueda acertar en el futuro, con los métodos arqueométricos, a afirmar algo verdaderamente definitivo".
Sobre ello decía Formigli justo antes de esta conclusión (en el punto 5), que la pátina rosácea que presentaba la fíbula (compuesta de materia orgánica, sobre todo ceras) era completamente distinta de las normales en excavación, y que (literalmente) "se trata, pues, de una pátina artificial aplicada para devolver a la fíbula un aspecto antiguo después de los tratamientos del siglo XIX. Como los "cráteres" (sic) de ataque químico están recubiertos con esta pátina, de ello se deduce que son anteriores a la aplicación de la misma".
Los tales cráteres o circulitos se aprecian bien en esta foto del CNR:
El Prof. Formigli ha participado también en la presente investigación, y supongo que explicará debidamente en la futura conferencia del 11 de junio las causas de su cambio de idea y de su pronóstico negativo, que imagino tendrá que ver con nuevas tecnologías de análisis.
Muy bien, eso sería posible, no sabemos aún bien los detalles de la nueva investigación, y una base tienen que tener.
Pero a continuación ambos expertos tendrán que pasar a explicar por qué creen que sería necesario, en el siglo XIX, aplicar un ácido corrosivo (exactamente la única y famosa "Agua regia") a una pieza de oro tan valiosa en todos los órdenes, y a continuación tapar las letras con una "pátina de antigüedad", para que volviera a "parecer antigua".
El propio Formigli, casi al final de su artículo, ya identificaba en la joya tal uso del "agua regia". Y una de las opciones que daba para explicarlo era "el camuflaje de una inscripción moderna escrita sobre la fíbula antigua".
Espero que haya allí alguien presente que se anime a preguntarles por unas manipulaciones tan chocantes y, al menos desde aquí, yo sí dejo tan curiosas cuestiones en el aire.
9 Jun 2011
Augusto Pugliese Rossi
Sigo sin aclararme, Dra. Canto. El Consiglio Nazionale delle Ricerche, una institución oficial y pública, ha hecho un estudio tanto del alfiler como de la incisión y el resultado ha sido que: “Los equipos científicos utilizados han hecho posible verificar que la factura y la composición química son compatibles con la datación del siglo VII aC atribuida al alfiler, no obstante las intervenciones de limpieza y pulido realizadas en el ‘800. También la inscripción resulta antigua (sic) en base a las investigaciones microestructurales de las áreas afectadas por los surcos, confirmándola como el más antiguo testimonio en lengua latina” (Le apparecchiature scientifiche utilizzate hanno reso possibile accertare metodologie e composizione chimica compatibili con la datazione attribuita alla spilla al VII secolo a.C., nonostante gli interventi di pulitura e lucidatura eseguiti nell'800. Anche l'iscrizione è risultata antica sulla base delle indagini microstrutturali delle aree interessate ai solchi, confermandola come la più antica testimonianza in lingua latina). Si por un lado todos sabemos que los progresos que ha realizado la metalografía desde finales del siglo XIX hasta la actualidad hacen improbable que lo que “colaba” en esa época no sea detectado hoy, por el otro no alcanzo a comprender el interés que pueda tener el CNR italiano para falsificar los resultados de un análisis.
En lo que hace al texto de la inscripción, en el enlace del artículo de A. Cristofori de su post (http://www.telemaco.unibo.it/rombo/iscriz/intro.htm#BiblioFibula) se dice que: “La fíbula llevaría el texto latino arcaico Manios med fhefhaked Numasoi, cuyo equivalente en latín clásico sería Manius me fecit Numasio; tendremos en este caso el llamado “motivo del objeto parlante”: es la misma fíbula la que habla, mencionando al artesano que la ha fabricado y la persona a la cual el objeto estaba destinado. La antigüedad del objeto estaría demostrada ante todo por el curso hacia la izquierda de la escritura, por la forma de las letras, comparable a la de algunas antiquísimas inscripciones griegas de Cumas, y finalmente por la lengua, que presentaría un nominativo de la 2ª declinación en –os, el acusativo del pronombre personal med, el perfecto del verbo con duplicación y el dativo de la 2ª declinación en –oi” (La fibula riporterebbe il testo latino arcaico Manios med fhefhaked Numasioi, il cui equivalente in latino classico sarebbe Manius me fecit Numasio; avremmo in questo caso il cosiddetto motivo dell'oggetto parlante: è la stessa fibula che parla, menzionando l'artigiano che l'ha eseguita e la persona cui l'oggetto era destinato. L'arcaicità dell'iscrizione sarebbe dimostrata innanzitutto dall'andamento della scrittura, che è sinistrorso, dalla forma delle lettere, paragonabile a quella di alcune antichissime iscrizioni greche di Cuma, infine dalla lingua, che presenterebbe un nominativo della II declinazione in -os, l'accusativo del pronome personale med, il perfetto del verbo col raddoppiamento, il dativo della II declinazione in -oi.).
Vale decir que si tanto el análisis metalográfico del objeto y sus incisiones como el estudio lingüístico del texto dan como resultado que son del siglo VII aC, creo que es razonable concluir que el conjunto es auténtico.
La tosquedad del grabado en comparación con la delicadeza de la factura de la fíbula no es, a mi juicio, argumento suficiente como para considerarlo falso. Por el contrario, Helbig y Martinetti, indudablemente dos inescrupulosos, me parece que se hubieran esmerado más, encomendando a un grabador competente la incisión del texto.
9 Jun 2011
Giorgio Di Francesco
9 Jun 2011
Augusto Pugliese Rossi
9 Jun 2011
María //
9 Jun 2011
Alicia M. Canto
Sr. Pugliesse Rossi: Gracias por su mensaje, aunque me deja desolada el que, de todo lo que esta mañana dije, y hasta mostré en fotografía, Ud. concluya que "La tosquedad del grabado en comparación con la delicadeza de la factura de la fíbula no es, a mi juicio, argumento suficiente como para considerarlo falso."
Eso es reducir casi a la nada, no ya lo que expliqué, que me parece que fue algo más que ese único argumento, sino toda la investigación de M. Guarducci, a la que me referí. De hecho, A.E. Gordon, que había revisado años atrás con cuidado muchos de los datos sobre la fíbula, en 1975 y en 1978, pero se había inclinado finalmente por la autenticidad, se retractó en su libro de 1983, convencido del todo por Guarducci (supongo que los argumentos filológicos de E. Hamp en 1981 también le influyeron), abandonando su propia posición.
Me extendí también sobre el pesado (por importante) testimonio de uno de los dos investigadores que precisamente presentan este nuevo estudio, E. Formigli, y sobre las pátinas, los ácidos, su escepticismo anterior.... datos no mencionados como precedentes en la nota del CNR y que pienso tampoco están exentos de interés en el momento actual.
No me son desconocidos buena parte de la bibliografía, algo inabarcable ya, sobre esta pieza, y los argumentos a favor y en contra. Es natural que encuentre Ud. todavía más bibliografía a favor pues, como ya comenté, la auctoritas de Helbig, a pesar de sus contradicciones y circunstancias, y el aire muy posible de sus rarezas lingüísticas (aunque en realidad, de todas las que Ud. cita de Cristofori, en 1886 sólo la reduplicación fhefhaked/vhevhaked no tenía precedentes claros pero, a la vista de algunas posteriores, era lógica), bastó para que la fíbula se asentara con fuerza en cualquier obra que sobre filología, epigrafía, arqueología, etc. que se publicara sobre la Italia arcaica. Véase aquí un comentario en 1972 del gran Susini a Gordon en ese sentido: “…oggi in Italia storici, epigrafisti, archeologici e linguisti sono tranquillamente orientati verso l’autenticità”. O sea, todos, de todas las disciplinas, creían en la fíbula. Y así fue desde 1887 hasta 1975 y, sobre todo, 1980.
Si en estos 30 años siguientes la opinión de muchos expertos de los distintos campos, incluídos los filólogos (sólo un par de ejemplos: Congreso UCLA 2000, o Baldi 2005) ha ido cambiando claramente hacia la falsedad, de toda la pieza o sólo de la inscripción (en esto sí hay discrepancia), es porque el conjunto de los variados argumentos de M. Guarducci fueron lo bastante convincentes. En resumen, que hay mucho más en contra de la autenticidad de la fíbula de Preneste que "la tosquedad del grabado".
Para no repetirme, pues, diré sólo, de cara a esas “investigaciones microestructurales de las áreas afectadas por los surcos”, que tiene que ser muy bien explicado cómo, si se sabe (y lo reconoció el propio E. Formigli en 1992) que la pieza fue “atacada químicamente” en el XIX, mediante el único ácido que es capaz de corroer el oro mismo (y, de entrada, sí destacaré que eso parece algo más agresivo y cáustico que la simple “limpieza y pulido” que se puede leer en la nota de prensa del CNR), pudo salvarse de su acción algo de una supuesta pátina original que hubiera previamente en los surcos (tapada por la del siglo XIX), como para poder ser la inferior analizada con las suficientes garantías.
Dicho de otro modo: En principio no comprendo cómo un ácido que ataca el oro, y que dejó la superficie de la cara inscrita de la fíbula en el penoso estado que ya vimos (y, clicando más, a gran escala), no fue capaz de “llevarse por delante” todo lo que (de ser auténtica) pudiera haber en los surcos del epígrafe. Si esta duda tan pedestre me la explican y demuestran bien, seré capaz de cambiar de opinión, cómo no. Pero por ahora no lo “capisco”.
Sí me interesa aclarar, finalmente, que en ningún momento he hecho referencia alguna a nada como lo que Ud. deduce con su “no alcanzo a comprender el interés que pueda tener el CNR italiano para falsificar los resultados de un análisis”. Que yo sepa -y a la vista está-, yo no he hablado de más falsificación que la del tándem Helbig-Martinetti y sus posibles causas, y he planteado algunas cuestiones que también habría que resolver. De “falsificar análisis el CNR” no he dicho ni pío, ni osaría.
Ya sé que estamos en un mundo muy tecnológico, pero no por ello todo se puede resolver con física y química, y todas las dudas y rarezas deben quedar bien explicadas, si se quiere que esta flamante investigación tenga el mismo peso y convicción que tuvo en 1980 la de M. Guarducci (que también, recuerdo, aportó varias analíticas). Un saludo.
10 Jun 2011
Guillermo Caso de los Cobos
No tengo que decirle, Dra. Canto, lo mucho que se agradecen sus intervenciones. La exhaustiva información y comentarios que nos ha ofrecido hace que, efectivamente, haya que ser más exigentes con las notas de prensa que se han dado al respecto de la investigaciones científicas llevadas a cabo con esta famosa fíbula de Preneste.
En este sentido, es verdad, hay que decir que ha trascendido muy poco (por no decir poquísimo) sobre las razones científicas que se han obtenido de dicha investigación y que permiten no tener en cuenta ya, o dejar de lado, primero, la propias conclusiones-objeciones sobre la autenticidad de la inscripción que había manifestado Formigli en 1992 (y que Ud. ha recordado y expuesto muy claramente), y, segundo, las no menos importantes contribuciones críticas que elaboró M. Guarducci.
Obviamente, es de suponer que el propio investigador Formigli habrá encontrado suficientes razones científicas como para desdecirse de aquellas conclusiones del año 1992, y que tanto él como su compañera de investigación, Daniela Ferro, han logrado obtener, al mismo tiempo, datos suficientes y consistentes como para poder soslayar el trabajo de denuncia de falsificación que en su día presentó la eminente epigrafísta y arqueóloga M. Guarducci. Pero todo ello es de tanta trascendencia que extraña no se haya dado más información al respecto, incluso con un simple documento en PDF resumiendo las conclusiones principales del estudio de investigación llevado a cabo y colgado en la página oficial del organismo CNR.
Dada esta carencia informativa, he tratado de buscar por la red algo más sobre el asunto, pero sorprendentemente sólo encontré una noticia del Il Messaggero que aporta algo nuevo a lo ya publicado, si bien es, asimismo, muy parco (de ella hablaré más abajo). Ante esta escasez de información y comentarios (ni siquiera los blogueros italianos sobre temas de arqueología fueron más allá de dar la noticia) he supuesto que todo el mundo estaría esperando a la rueda de prensa que tenía anunciada el CNR para el día 11 de este mes de junio (es decir, para mañana), pero curiosamente -al indagar por la red- me encuentro con que esta rueda de prensa o presentación la tenía anunciada el Museo Nacional de Prehistoria y Etnografía "L... (que es donde la tiene convocada el propio CNR) para el pasado día 6 de junio.
O sea, una de las dos convocatorias está, o estaba, equivocada (no creo que sean dos presentaciones en el mismo lugar con sólo cinco días de diferencia, no resulta lógico), y me temo que es la del CNR, porque no sólo hay un cartel anunciador en la web del museo citado con la fecha 6 de junio, sino que en la noticia que refiero de Il Messaggero se alude a que esta presentación ya tuvo lugar. Y digo me temo, porque, sí es así, si la presentación de los resultados de la investigación ya ocurrió y no trascendió mucho más a la prensa, pues nos quedamos sin salir de al menos algunas de las dudas que Ud, Dra. Alicia, ha planteado muy oportunamente.
En la noticia del Il Messaggero a la que hago referencia, y que puede explicar algo de los porqués que han llevado a los investigadores a concluir que la fíbula de Penestre y su inscripción son auténticas, puede leerse el siguiente párrafo:
"La Fibula è costituita di ben 12 componenti, anche di dimensioni minime, e per ogni pezzo la lega impiegata (oro, argento, rame) presenta raffinate variazioni percentuali a seconda delle necessità (maggiore elasticità, maggiore resistenza, maggiore precisione per la cerniera…): è una caratteristica nota nelle oreficerie etrusche. Di più: l’oro col tempo cristallizza, e qui la cristallizzazione è uniforme pure su una piccola riparazione (che perciò è anch’essa antica) e soprattutto sui solchi dell’iscrizione, che quindi non è stata incisa in un secondo momento. Tutto risolto? No: la Fibula è autentica, ma il dibattito, già fra i numerosi presenti alla giornata di studio, si rilancia. Viene davvero da Preneste? Che vuol dire esattamente quel testo? Manios è autore o committente? Era un oggetto che si usava nella vita quotidiana, o era un dono per il corredo di un defunto? Non finisce qui".
Lo que, traducido, viene a decir:
La fíbula está constituida por 12 componentes, incluyendo los de dimensiones mínimas, y en cada pieza la aleación empleada (oro, plata, cobre) presenta una refinada variación porcentual según sea necesario (mayor flexibilidad, mayor fuerza, mayor precisión en la bisagra...): es una característica que se encuentran en la orfebrería etrusca. Es más, el oro con el tiempo se cristaliza, y aquí la cristalización es de manera uniforme en una pequeña reparación (que también es antigua) y especialmente en los surcos de la inscripción, la cual, por tanto, no fue grabada en un momento posterior. ¿Todo resuelto? No. La fíbula es auténtica, pero el debate ya está entre los numerosos asistentes a la jornada donde se planteó el estudio. ¿Viene de verdad de Preneste? ¿Qué quiere decir exactamente ese texto? ¿Manios es el autor o el promotor? Se trataba de un objeto que se utilizaba en la vida cotidiana, o fue un regalo para el ajuar de un difunto? No termina aquí.
O sea, al parecer son dos los aspectos principales los que han motivado las conclusiones sobre la autenticidad de la pieza en cuestión: la rotura y la cristalización uniforme del oro que ostenta la fíbula. Es de suponer que si la rotura es antigua, y además afectó a la inscripción, y su reparación es coherente con los surcos de la misma (y con la cristalización de la aleación de oro empleada), parece que se puede concluir que la inscripción no es posterior.
Si además, como se dice, la cristalización del oro de toda la pieza es uniforme y no hay discontinuidades ni siquiera en los surcos de la inscripción, supongo entonces que habrá que aceptar las conclusiones de autenticidad que se han ofrecido, salvo mejor opinión en contrario (como suele decirse), o haya mejor argumento explicativo.
Tal como lo veo (aunque puedo estar equivocado, naturalmente) no es entonces que haya una pátina original por debajo (tapada por la del siglo XIX) que permite concluir que la fíbula es auténtica, sino que es la propia estructura interna cristalina del oro, congruente con la inscripción, la que lo hace.
En consecuencia, podría deducirse que quizá el agua regia empleada se utilizó de manera somera para limpiar la pieza (tal como apunta la nota del CNR, y aunque fuese un método agresivo, pero no tanto como para descomponer la estructura cristalina del oro y de la inscripción que ostenta), y que incluso se trató de darle una pátina de antigüedad para asegurarse de que sería admitida como auténtica, aunque entiendo que esto es una mera especulación que se me ocurre para tratar de explicar el porqué se hizo tal cosa.
En fin, habrá que tratar, si es posible, de hacerse con el estudio analítico llevado a cabo para tener los conceptos más claros y más seguridades al respecto.
10 Jun 2011
José Luis Santos Fernández
Una hebilla de oro... y de polémica
Nuevos estudios refuerzan la tesis de que la 'Fíbula prenestina', considerada como la primera inscripción en latín y eterno objeto de disputas, es auténtica.
Fuente: Tommaso Koch, Roma | El País.com, 10 de junio de 2011
Enterrados desde hace siglos, Manio y Numerio se han visto sin embargo catapultados dentro de una olla a presión rebosante de polémicas sobre la autenticidad de la inscripción, una controversia abierta a finales de los ochenta y a la que, ahora, nuevos resultados de una investigación realizada con técnicas punteras espera poner la tapadera de una vez.
El pasado lunes, la química Daniela Ferro, del Instituto italiano para el estudio de los materiales nanoestructurados, junto con el restaurador y profesor universitario de Ciencias Aplicadas a los Bienes Culturales Edilberto Formigli presentaron en el Museo Pigorini las conclusiones de meses de análisis. Según los dos estudiosos, no caben dudas de que la fíbula, y sobre todo su inscripción, son auténticas.
"Hemos unido las competencias de la química física [el ámbito de la química más cercano a la física] sobre las ligas, la observación con microscopios electrónicos y microsondas con rayos X a los conocimientos sobre las técnicas de orfebrería de los etruscos", detalla Ferro. "Los metales, como el oro, se cristalizan y este proceso revela su envejecimiento. Es indudable que el broche y su inscripción proceden de una época mucho más lejana en el tiempo que los 120 años de las hipótesis de falsificación", asegura la científica italiana.
Daniela Ferro se refiere sobre todo a las tesis de Margarita Guarducci, arqueóloga romana que en noviembre de 1979 sostuvo que la fíbula era falsa y que el director del Instituto Germánico en Roma, Wolfgang Helbig, había realizado la inscripción a finales de 1800, una época en la que la falsificación de obras romanas estaba de moda. Helbig, arqueólogo alemán, había sido el primero en presentar oficialmente la hebilla en 1887, y a la sazón había contado que la había adquirido de un amigo hacía algunos años. La fíbula pertenecía a la llamada Tumba Bernardini, sepulcro de la edad orientalizante (siglos VIII-VII a. C.) hallado en 1876 en Palestrina, un municipio de la provincia de Roma.
Las acusaciones de Guarducci desencadenaron un debate donde no existían grises y cada estudioso se decantaba por una de las dos hipótesis: falsa o auténtica. Entre tanto, los manuales escolares prefirieron evitar líos y cancelaron las referencias a la inscripción. Manio y Numerio pasaron del salón principal al sótano de la historia.
Hacia finales de los años ochenta, Formigli hizo la primera de sus dos jugadas importantes en esta trama y confirmó la autenticidad de la fíbula con un análisis físico. Quedaba pendiente la inscripción, hasta ahora.
"La relación aporta pruebas objetivas y es muy convincente", sostiene el presidente del Instituto Nacional de Arqueología e Historia del Arte italiano, Adriano La Regina. El profesor de etruscología y superintendente arqueológico de Roma durante 30 años concluye: "Podemos readmitir a la fíbula en los manuales de historia latina". La Regina subraya, sin embargo, lo que parece ser el último paso por dar: "El estudio ha de recibir el respaldo de la comunidad científica. Para eso hace falta que sea publicado".
En un correo electrónico Daniela Ferro asegura que eso "depende del superintendente del Pigorini" y que "aún no se sabe". El propio superintendente del museo, Luigi La Rocca, admite que no puede ofrecer "datos ciertos", aunque informa de que el estudio se publicará "muy pronto", probablemente en la revista Mediterranea, editada por el Consejo Nacional de las Búsquedas. La Rocca presume del "enorme paso adelante" que supone el hecho de que los expertos que participaron en la presentación, "extremadamente representativos del panorama de lingüistas, epigrafistas y etruscólogos", consideraran acabadas las dudas sobre la autenticidad de la fíbula. ¿La Fíbula prenestina, un caso resuelto?, se preguntaba el titular de la conferencia del lunes. A la espera de una respuesta definitiva y de que el broche y su inscripción dejen por fin caer su ancla en la Historia, la enésima novedad sobre el enredo sí ofrece una certeza: entre tantos anuncios y desmentidos, los nombres de Manio y Numerio ya suenan un poco más familiares.
Cronología de un enredo
- 1887. El arqueólogo alemán Wolfgang Helbig presenta oficialmente la Fíbula prenestina.
- 1900. La hebilla pasa al Museo Nacional Prehistórico Etnográfico del Colegio Romano y es incluida en la colección
de la Tumba Bernardini, un sepulcro de la edad
orientalizante (siglos VIII-VII a. C.) descubierta en Palestrina, cerca de Roma, en el 1876.
- 1919. El broche no es citado en la primera publicación sobre la tumba por diversas dudas sobre su pertenencia a esa colección funeraria.
- 1978. Otra publicación sobre la Tumba Bernardini cita a la fíbula en un apéndice.
- 1979. La arqueóloga Margarita Guarducci asegura que el broche es falso.
- Finales de los años ochenta. El restaurador y profesor Edilberto Formigli demuestra con un análisis físico la antigüedad de la fíbula, pero no de su inscripción.
- 2011. Edilberto Formigli y la química Daniela Ferro, tras utilizar microscopios electrónicos, microsondas con rayos X y realizar otros análisis, aseguran que la inscripción también es auténtica.
10 Jun 2011
Augusto Pugliese Rossi
Estimada Dra. Canto:
Soy yo quien debe agradecerle su amable respuesta. La tengo en el más elevado concepto, leo atentamente sus intervenciones que siempre me resultan instructivas y nada deploraría más que supusiera que pretendía discutir con Ud. un tema de su especialidad. Todo lo contrario: mi intención era confesarle mis dudas y tratar de formarme una opinión, como dilettante que soy, sobre la autenticidad de la inscripción de marras.
Espero que entienda mi desconcierto. No estamos aquí ante una pieza fuera de todo contexto a la que se pretende vender mediante la proclamación de su autenticidad por parte de expertos en vaya a saber uno qué cosa, como sucede con los “Evangelios” de Jordania; no, en este caso la noticia es que la controvertida inscripción de un objeto que se encuentra en un museo ha sido datada, mediante análisis metalográficos, como contemporánea a la fabricación del objeto. La institución que realizó los análisis es estatal, técnicamente competente y, hasta donde alcanzo a comprender, neutral en cuanto al resultado de la controversia.
También debo destacar que si hasta ahora la inscripción ha sido polémica es porque no es absurda. Por el contrario, algunos expertos han sostenido su autenticidad y, aunque mi ignorancia me vede todo pronunciamiento en un sentido u otro, sí puedo concluir que existe cierta posibilidad de que en el siglo VII aC alguien escribiera ese texto de esa manera.
En tercer lugar, el análisis del CNR es un hecho nuevo, posterior a todos los trabajos e investigaciones sobre la pieza y su texto que se realizaran hasta ahora.
Luego de esta sucinta enumeración de los elementos con que cuento para formarme un juicio espero que comprenda, respetada Dra. Canto, mi desconcierto sobre el estado actual de este debate y disculpe mi torpeza al expresarlo.
10 Jun 2011
Augusto Pugliese Rossi
María:
Opinar sobre la inscripción de la fíbula me produce un cierto temor de ser mal interpretado. Cuando afirmé que "La tosquedad del grabado en comparación con la delicadeza de la factura de la fíbula no es, a mi juicio, argumento suficiente como para considerarlo falso.", quería significar que ese hecho, por sí solo, puede utilizarse tanto para argüir que el grabado es falso como que es auténtico. Como, lamentablemente, desconocemos donde se encontró el broche, aún en el caso de suponerla auténtica sabríamos lo que dice pero no lo que significa: Manio pudo haber sido el que fabricó la pieza, el que la encargó o alguien que la compró para dársela a Numerio; el receptor Numerio, a su vez, pudo haberla recibido para usarla o como ofrenda integrante de su ajuar funerario. Así, puestos a conjeturar que por alguna razón que desconocemos lo importante era que se supiera que "Manios med fhefhaked Numasioi", podemos imaginar varias circunstancias que expliquen la tosquedad con que ha sido incisa la inscripción. De lo que sí podemos estar seguros, y de manera absoluta, es que las chapuzas no son un patrimonio exclusivo de nuestra época.
Por otra parte, los “fabricantes de antigüedades” suelen ser gente cuidadosa del detalle; si así no fuera estarían condenados al hambre. Lo que convierte en especial a la fíbula de Praeneste es la inscripción y supongo que gente con la capacidad de inventar un texto en latín arcaico lo suficientemente bueno como para traer de cabeza a una legión de filólogos durante un siglo, tendría la capacidad de conseguir un grabador que reprodujera con total exactitud los más representativos ejemplos de letras de inscripciones etruscas o griegas del siglo VII aC. Desde antes de los etruscos y hasta la actualidad, Italia ha sido una tierra de magníficos artesanos.10 Jun 2011
María //
Si , Augusto, es que si la fíbula con su inscripción tuviera un contexto arqueológico conocido y seguro habría que aceptar que ,contra toda nuestra lógica,alguien grabó eso de esa manera;pero como no lo hay, podemos imaginar tantos argumentos a favor como en contra.
Se ha comprobado con métodos físico químicos que la fíbula en sí fué hecha cuando se decía ,pero si la inscripción presenta dudas serias y razonables a un número suficiente de filólogos y epigrafistas ,es lógico que se siga planteando la duda de si la inscripción pudo ser hecha después y me imagino que eso es lo que se desea que expliquen y demuestren los laboratorios:que la inscripción es contemporánea.
Como dice la Regina(en la noticia que ha puesto Jose Luis):
"La Regina subraya, sin embargo, lo que parece ser el último paso por dar: "El estudio ha de recibir el respaldo de la comunidad científica. Para eso hace falta que sea publicado"."
Y la información todavía no está disponible:
"El propio superintendente del museo, Luigi La Rocca, admite que no puede ofrecer "datos ciertos", aunque informa de que el estudio se publicará "muy pronto""
Así que realmente la última palabra aún no está dicha.
11 Jun 2011
María //
Corrección:
me imagino que eso es lo que se desea que expliquen y demuestren los laboratorios:que la inscripción es contemporánea.
Quería decir coetánea de la fíbula.
yo también espero que ,como dice Alicia,se hagan allí las preguntas y las objeciones que ella plantea.
11 Jun 2011
David Montero
Un blog es un lugar donde se especula más de lo debido con todo el derecho (porque si no esto no sería un blog sino un congreso académico). Así que lo primero que hay que tener en cuenta es que se está especulando. Dicho eso, resulta un lugar común que ya le aburre a uno mismo repetir que no se podrá saber con cierto rigor la probabilidad de que la inscripción de la fíbula sea auténtica hasta que no se haya presentado un informe completo y debatido entre la comunidad experta. Esto no haría falta ni decirlo.
Pero en el terreno de las especulaciones en las que nos movemos, y obviando la posibilidad de que los periodistas metan morcillas y los autores de los informes se pongan estupendos y magnifiquen los resultados de su investigación -ambas cosas bastante frecuentes-, hay que decir que no veo motivos para una resistencia numantina contra la pobre fíbula y los métodos de la arqueometría basados en el análisis de materiales.
Si el análisis de la cristalografía garantiza que la capa de oro de la fíbula es homogénea en superficie y surcos. Si el análisis arqueológico de las técnicas empleadas remite indefectiblemente al periodo etrusco. Si los lingüistas no encuentran razones que apunten a la implausibilidad del texto. Si todos estos supuestos y alguno más que me dejo son ciertos, entonces no veo por qué hemos de seguir dudando de la autenticidad del artefacto y su inscripción.
Que la honorabilidad de sus descubridores sea más que dudosa no quiere decir nada, puesto que descubrimientos esenciales han sido hechos por aventureros que más que arqueólogos parecían aves de rapiña (¿hace falta poner ejemplos?). Que la factura del texto no convenga a la finura del resto del trabajo, tampoco es concluyente, como ha sido argüido convincentemente por alguien más arriba con diversas alternativas plausibles. Que haya un estudio de grafología que apunte a la falsedad tampoco es definitivo. No será la primera vez que los grafólogos meten la pata y habría que analizar el propio estudio para ver el grado de fiabilidad de sus conclusiones.
Y que el actual garante de la autenticidad expresara sus dudas en el pasado, más bien parece abonar la teoría de la autenticidad que la contraria. Dado que de sabios es rectificar y los sabios no suelen rectificar hasta que no tienen más remedio.
Por lo tanto, desde el nivel especulatorio, habrá que saludar a la fíbula como un hallazgo realmente excepcional. Cosa de la que me congratulo, porque después de haber gastado dos meses de vida académica con ella y creer que era falsa, estaba por demandar por hacerme perder el tiempo a la autoridad competente que me la había vendido. Es un alivio.
11 Jun 2011
María //
David,por lo que he leído ,nadie pone en duda que la fíbula es auténtica; la única duda es sobre la inscripción y Alicia lo que ha dicho es :
Dicho de otro modo: En principio no comprendo cómo un ácido que ataca el oro, y que dejó la superficie de la cara inscrita de la fíbula en el penoso estado que ya vimos (y, clicando más, a gran escala), no fue capaz de “llevarse por delante” todo lo que (de ser auténtica) pudiera haber en los surcos del epígrafe. Si esta duda tan pedestre me la explican y demuestran bien, seré capaz de cambiar de opinión, cómo no. Pero por ahora no lo “capisco”.
Así que no veo resistencias numantinas;yo como es lógico no puedo tener opinión pues acabo de enterarme de la existencia de la fíbula y de la polémica ,pero si una especialista en falsos epigráficos espera más información,pues es lógico mantener las reservas.
11 Jun 2011
María //
Y también es lógico que los especialistas no especulen y menos en público sino que conserven su opinión hasta tener toda la información y entender que esta es de peso.
Sobre el argumento de Augusto de que se habría buscado un falsificador mejor y más cuidadoso para la inscripción desde luego que es lógico,pero es el reverso del del orfebre descuidado,así que,argumentos hay en todos los sentidos que es lo que yo quería decir y creo que él también.
11 Jun 2011
David Montero
María:
Ya he captado que el problema es la inscripción. Quizás me he expresado mal.
He tratado de sopesar los datos que nos había aportado Alicia Canto con los que aportaban las noticias de prensa. Desgraciadamente no he tenido tiempo de leer atentamente todos los enlaces que ella puso, pero creo que dio una especie de resumen de las objeciones que ella consideraba más importantes.
Sobre ello he construido mi especulación de aficionado de blog. Si hubiera estado en un congreso o hubiera puesto en juego un imaginario prestigio de especialista seguro que hubiera sido más cauto.
11 Jun 2011
David Montero
11 Jun 2011
ramon loza lengaran
11 Jun 2011
Guillermo Caso de los Cobos
Primero: ¿y quién dice que lo sea?
Segundo: ¿qué quiere decir Ud. exactamente con ello respecto a la cuestión de fondo que nos ocupa?
La utilización por mi parte del adjetivo "antigua" está realizada a tenor de la información que proporciona el periodista de "Il Messagero", al referirse a la reparación que ostenta la fíbula como consecuencia de haber padecido ésta una rotura. Aunque el periodista no precisa el alcance temporal que implica el adjetivo "antigua", es obvio que quiere decir que la reparación es al menos tan antigua como en el tiempo en que fue realizada dicha fíbula. Es decir, el periodista quiere destacar con tal adjetivo que tal reparación no es "moderna", vamos, que no es tampoco fruto una posible falsificación.
Luego, no se trata de querer dar al adjetivo "antigua" un valor arqueológico (eso lo supone Ud), sino que con ello se describe, simplemente, que la reparación tiene una antigüedad similar a la propia elaboración de la fíbula.
Un saludo
11 Jun 2011
ramon loza lengaran
Pero es que fuera, de la arqueología, los objetos antiguos se convierten en meras "antiguedades". Ni falsas ni autenticas, directamente, nada. Bueno, si, la museística se suele interesar por este tipo de cosa pero no los arqueólogos.
Un saludo
11 Jun 2011
Guillermo Caso de los Cobos
Tal como me sospechaba la presentación de los resultados del estudio llevado a cabo sobre la fíbula de Preneste ya había tenido lugar el pasado 6 de junio, y la que se anunciaba para el día 11 del mismo mes era un mero error de la página del CNR, puesto que no ha habido más información al respecto.
Ante ello, y dado que no se había ofrecido al menos un resumen de este trabajo de investigación en la web del CNR, me decidí enviarle un e-mail a la Dra. Daniela Ferro (dirección que proporciona la aludida web) solicitándole que me enviara algún documento-resumen de dicho trabajo, si es que lo tenían disponible y era posible.
La Dra. Daniela Ferro me ha contestado muy amablemente, diciéndome que los resultados del estudio científico se acabarán publicando, si bien están a la espera de obtener los fondos necesarios para ello.
Como compensación me ha enviado un escrito en el cual resume sustancialmente el trabajo que han llevado a cabo. Y puesto que me ha dado permiso para ello, paso a exponerlo para conocimiento de todos con su consiguiente traducción (de la que espero indulgencia si se aprecia que es mejorable, que seguro que sí) por si alguien lo encuentra así más cómodo:
In generale, lo studio di un gioiello antico, impone la scelta di utilizzare metodi analitici non distruttivi e non invasivi, per questo la microscopia a scansione elettronica (SEM) accoppiata alla microsonda elettronica per raggi X a dispersione di energia (EDS), è quello che permette osservazioni ad alta risoluzione della superficie e contemporaneamente ottenere valori della composizione chimica in elementi, senza alcuna alterazione del reperto.
In particolare, la fibula è stata studiata con la strumentazione LEO1450VP-INCA300 che presenta il vantaggio di avere una camera porta campioni di dimensioni tali da permettere un’ampia movimentazione del campione, potendo così indagare ogni minima parte dell’oggetto.
Questo ha consentito di andare oltre le precedenti osservazioni del Formigli , che utilizzò una strumentazione con camera piccola, e nello stesso tempo di confrontare i suoi dati con quelli attuali dal momento che le strumentazioni utilizzate si basano sullo stesso principio.
All’apparecchio analitico SEM, è stato inoltre aggiunta una sorgente di raggi X in modo da ottenere anche misure di composizione in elementp attraverso la fluorescenza X così da ottenere dati analitici confrontabili, su una stessa micro-area del reperto.
Il gioiello è l’unico tra i reperti antichi che contiene tutto il sapere pratico e scientifico dell’artigiano il quale deve ogni volta creare un’opera unica. Basandosi su procedure più o meno attestate nell’epoca e nell’area geografica dove opera, il gioielliere antico apporta delle innovazioni stilistiche e tecnologiche che via via si attestano , ed il loro riconoscimento insieme ad elementi storico artistici ne permettono la contestualizzazione.
L’altro aspetto rilevante è che il metallo , qualunque esso sia, mantiene sia le informazioni delle operazioni che hanno permesso la sua trasformazione in opera d’arte , sia dell’azione del tempo. Il riconoscimento di tali trasformazioni fornisce elementi utili alla definizione della sua antichità.
Non è stato quindi un unico elemento a fornire le prove di autenticità del reperto, ma un’insieme di indicazioni che vanno dall’osservare un modo di operare consono con l’oreficerie etrusca del periodo, come l’uso di leghe auree a diverso contenuto di argento per realizzare i componenti della fibula secondo la funzione d’uso a cui erano destinati, o lo strumento utilizzato per eseguire l’iscrizione, fino ai cambiamenti della microstruttura del metallo nel tempo.
Tutti i risultati ottenuti vanno nella direzione dell’autenticità della fibula sia del corpo che della scrittura.
Si tratta quindi di un lavoro di alta oreficeria, preparato in modo da presentare una lamina di composizione ad alto contenuto d’oro , e quindi particolarmente duttile, per consentire un’incisione eseguita con una punta a stilo usata per trascinamento. Anche la parte sovrapposta dell’iscrizione è stata realizzata nello stesso modo, avvalorando l’ipotesi di una correzione effettuata con lo stesso utensile pressando però maggiormente sul tratto.
Sono state anche individuate parti con restauri operati nell’800 come l’uso di amalgama d’oro per rinforzare la parte mobile dell’ardiglione , mentre un foglia d’oro è stata utilizzata in per nascondere una piccola frattura. Il modo di operare nell’oreficeria etrusca è ora attestata grazie ai tanti studi specialistici pubblicati nella letteratura internazionale, ma trenta anni fa gli studi non erano ancora molto avanzati sia per la scarsa disponibilità dei musei a far analizzare le opere, sia per l’inadeguatezza delle apparecchiature scientifiche a tali studi.
E’ improbabile che un falsario possa aver riprodotto tali minimi dettagli tecnici senza una conoscenza delle procedure dell’oreficeria che, tra l’altro non avrebbero potuto essere rilevate con le strumentazione dell’epoca.
Ci sono invece tracce di pulitura alquanto maldestre, come l’uso di una miscela
acida, probabilmente per pulire la parte scritta e successivamente l’uso di una sostanza abrasiva per riparare ai danni dell’intervento con acidi, operazioni sicuramente non operate in antico .
Purtroppo per l’oro non sono stati ancora trovati metodi di datazione, quindi tutti gli studi si basano sull’uso di una certa composizione di lega aurea o di un materiale saldante o su una specifica procedura in un certo contesto storico geografico. Inoltre oggi siamo in grado di collocare particolari elementi compositivi e la tecnica per realizzarli, quali per esempio la granulazione e la filigrana, che hanno origine nei paesi orientali prima del 2000aC, ma che raggiungono un alto grado tecnico solo con gli Etruschi.
Oggi ci si basa essenzialmente su quella che Formigli definisce “ la datazione tecnologica” come dimostrato nello studio della fibula. Quindi potrei dire che sono tanti gli elementi diagnostici quali prove di autenticità, riportati nello studio attuale che, almeno di innovazioni strumentali imprevedibili oggi, non dovrebbero esserci dubbi sulla loro validità.
Dr.ssa DANIELA FERRO
Primo ricercatore CNR- Istituto per lo studio dei materiali nano strutturati.
Docente a contratto nel Corso di Scienze applicate ai Beni Culturali. Università di Roma Sapienza.
TRADUCCIÓN:
En general, el estudio de una joya antigua impone la elección de utilizar métodos analíticos no destructivos y no invasivos, por lo que la microscopía electrónica de barrido [microscopia a scancione elettronica (SEM)], acoplada a la microsonda electrónica de rayos X con dispersión de energia [microsonda elettronica per raggi X a dispersione di energia (EDS)], permite observaciones de alta resolución de la superficie y a la vez obtener los valores de la composición química de los elementos sin ningún tipo de alteración del objeto.
En particular, la fíbula se estudió con la instrumentación LEO1450VP-INCA300, que presenta la ventaja de tener una cámara de muestras de dimensiones tales como para permitir un amplio manejo de la muestra, pudiéndose explorar todas las partes diminutas del objeto.
Esto ha favorecido ir más allá de las observaciones anteriores de Formigli, el cual había utilizado una instrumentación con una cámara pequeña, y al mismo tiempo confrontar sus datos con los actuales del momento, puesto que los instrumentos utilizados se basan en el mismo principio.
Al aparato de análisis SEM se le añadió también la fuente de rayos X, a fin de obtener, asimismo, las medidas que componen los elementos a través de la fluorescencia de rayos X, proporcionando datos de análisis comparables en una misma micro-área del objeto.
La joya es única entre los restos antiguos, la cual contiene todo el saber práctico y científico del artesano que debe crear una obra única de cada vez. Basándose en su proceder, más o menos atestiguado en la época y en la zona geográfica donde opera, el joyero de la antigüedad aporta las innovaciones estilísticas y tecnológicas que poco a poco se verifican, y su reconocimiento, junto con elementos históricos y artísticos, permiten la contextualización.
El otro aspecto importante es que el metal, cualquiera que sea, mantiene tanto la información de las operaciones que han permitido su transformación en una obra de arte como la acción del tiempo. El reconocimiento de tales transformaciones proporciona elementos útiles para la definición de su antigüedad.
No fue, por tanto, un único elemento el que proporcionó la prueba de autenticidad del objeto, sino un conjunto de datos que van desde observar una forma de trabajar de acuerdo con la orfebreria del período etrusco, como el uso de aleaciones de oro con diferentes contenidos de plata para realizar los componentes de la fíbula según la función de uso a que estaba destinada, o el instrumento utilizado para llevar a cabo la inscripción, hasta los cambios de la microestructura del metal con el tiempo.
Todos los resultados obtenidos van en la dirección de la autenticidad de la fíbula, tanto del cuerpo como de la escritura.
Se trata, por tanto, de un trabajo de alta orfebreria, preparado de forma que presenta una lámina cuya composición tiene un alto contenido en oro, y, en consecuencia, extremadamente dúctil como para permitir una incisión realizada con la punta de una aguja que se arrastra. Incluso la parte superpuesta de la inscripción ha sido realizada de la misma manera, apoyando la hipótesis de una corrección efectuada con el mismo utensilio presionando, pero mayormente sobre los surcos.
Hay también partes que fueron identificadas con las restauraciones hechas en el siglo XIX, como el uso de amalgama de oro para reforzar la parte móvil de la lengüeta, mientras que una hoja de pan de oro fue utilizada para ocultar una pequeña fractura. El modo de operar de la orfebreria etrusca está acreditado gracias a los numerosos estudios que sobre la especialidad se han publicado en la literatura internacional, pero hace treinta años los estudios no eran todavía muy avanzados por la escasa disponibilidad de los museos a analizar las obras, dada la insuficiencia de equipos científicos en tales estudios.
Es improbable que un falsificador pudiera haber reproducido tales mínimos detalles técnicos sin el conocimiento del proceder de la ofebreria, lo que, entre otras cosas, no habría podido detectar con los instrumentos de la época.
Hay rastros de una limpieza un poco torpe, como el uso de una mezcla de ácido, presumiblemente para limpiar la parte escrita, y luego el uso de una sustancia abrasiva para reparar los daños de la intervención con ácido, operaciones, sin duda, no realizadas en la antigüedad.
Desafortunadamente, para el oro aún no se han encontrado métodos de datación y todos los estudios se basan en el uso de una determinada composición de la aleación aúrea, o de un material de sellado, o de un procedimiento específico en cierto contexto histórico-geográfico. Además, estamos hoy en día en condiciones de establecer los detalles de los elementos compositivos y de la técnica utilizada, como por ejemplo la granulación y la filigrana que se originan en los países del Próximo Oriente antes del 2000 a. C., pero que sólo alcanzó un alto nivel técnico con los etruscos.
Hoy en día esto se basa esencialmente en lo que Formigli define como "la datación tecnológica", tal como se demuestra en el estudio de la fíbula. Así que yo diría que hay tantos elementos de diagnóstico como prueba de autenticidad reportados en el estudio actual que, salvo imprevisibles innovaciones instrumentales de hoy en día, no debería haber dudas sobre su validez.
Dr.ssa DANIELA FERRO
Investigadora Senior en el CNR-Instituto para el Estudio de materiales nanoestructurados.
Profesora Adjunta en el curso de Ciencias Aplicadas al Patrimonio Cultural. Universidad de la Sapienza. Roma
16 Jun 2011
ramon loza lengaran
16 Jun 2011
Alicia M. Canto
¡Excelente "scoop" periodístico, Sr. Caso, enhorabuena! Esta síntesis de la Dra. Ferro no parece que esté publicada en Red. Le doy por ello las gracias, a Ud. y por supuesto, a ella. De paso veo que les debía respuesta, a Ud. y al Sr. Pugliese, ambas del día 10 y muy amables. Lo siento, es que los fines de curso, aunque no haya ya clases, tienen algo de absorbentes... ;-)
Entendiendo ahora mejor lo que dicen ambos, y sin mucho tiempo todavía, sólo quisiera comentar, sobre la nueva (e inédita) nota de la Dra. Ferro, que me intriga que, si esto era así, en la oficial del CNR no se dijera nada sobre el "agua regia" (o sea, el ácido corrosivo) con la que a fines del siglo XIX fue "atacada químicamente" la fíbula, según la propia expresión del co-autor, Dr. Formigli, en 1992, que evoqué aquí el día 9 pasado, en italiano y en español, junto con mis dudas al respecto de que de esto no se hubiera recordado nada ahora.
O, más raro aún, que se asegurara en las noticias de prensa iniciales (aquí arriba) que Formigli ya había hablado en 1992 de "la autenticidad del epígrafe", cuando, como demostré reproduciendo sus frases en aquel estudio, era justamente al revés, pues, además de dudar en que la arqueometría sirviera algún día para autentificar el epígrafe, una de las opciones que daba para explicar la manipulación química y el posterior patinado de la pieza en el XIX era precisamente "el camuflaje de una inscripción moderna escrita sobre la fíbula antigua".
Bueno, ciertamente no es la primera vez que vemos cómo uno o más expertos tratan de sepultar sus primeras aseveraciones sobre piezas epigráficas (en este portal hemos comentado algunos casos bien notables), en vez de reconocer lo que en otro tiempo pensaron o publicaron, cuando "rectificar es de sabios", lo que no deja de causar una mala impresión.
Pero, yendo a la nota de ahora, que es lo interesante, observo nuevas afirmaciones, que no se habían producido en lo publicado. Ella se centra continuamente en que los análisis prueban la autenticidad del objeto (como "Es improbable que un falsificador pudiera haber reproducido tales mínimos detalles técnicos sin el conocimiento del proceder de la ofebreria"). Pero, como ya dije, no es de eso de lo que hablamos, pues se acepta bastante generalmente que la fíbula es auténtica. El problema es, como siempre, cuándo se hizo la inscripción. Por ello, aplicar automáticamente las técnicas y resultados físico-químicos que validan la fíbula al epígrafe puede no ser correcto.
Sobre esto observo algo nuevo hasta ahora, que puede haberse hecho necesario citar a causa de preguntas en el mismo sentido que las que manifesté yo aquí, pero que seguro otros colegas en Italia también han formulado. Dice la Dra. Ferro: "Hay rastros de una limpieza un poco torpe, como el uso de una mezcla de ácido, presumiblemente para limpiar la parte escrita, y luego el uso de una sustancia abrasiva para reparar los daños de la intervención con ácido, operaciones, sin duda, no realizadas en la antigüedad".
Aunque en las macrofotos que aquí hemos visto parece que tal "limpieza" ("ataque químico" me gustaba más...) afectó a casi toda la superficie en distinto grado, con que el ácido y el "abrasivo" (esto es nuevo, Formigli hablaba de una pátina artificial rosácea a base sobre todo de ceras) se usaran sólo justamente, como ella misma dice, "para limpiar la parte escrita", ya podrá ella entender que "los de letras" necesitemos mayores explicaciones de cómo el ácido corrosivo no afectó a las "mineralizaciones uniformes" que se dicen, dado que, según tengo entendido, el "agua real" precipita también sus propias mineralizaciones. Acaso se pueden diferenciar ambas, no lo sé, y hasta separarlas para distintos análisis, pero me resulta difícil imaginar que las del ácido no acabaran con las propias del oro.
En resumen. Aunque, según veo en la noticia de El País que trajo José Luis Santos, "los expertos que participaron en la presentación, "extremadamente representativos del panorama de lingüistas, epigrafistas y etruscólogos", consideraran acabadas las dudas sobre la autenticidad de la fíbula", mi conclusión provisional sigue siendo (y veo que en ello coincidí con lo que dijo el prestigioso arqueólogo italiano Adriano La Regina), que para la inscripción primero y aún hemos de ver el estudio científico de estos análisis, y los datos concretos, ojalá sea pronto.
Y espero que en él ambos autores, Ferro y Formigli, no se olviden de contestar a algunas preguntas de los no tan convencidos (entre los que me encuentro). Cuestiones o "cabos sueltos" que aún quedarán en el aire. Por ejemplo, a qué creen que se debería un "ataque químico" tan innecesario. Porque el oro no precisa prácticamente limpieza (como sabrían perfectamente tanto Helbig como Martinetti), y menos una tan brutal. O bien, otra que se me ocurre ahora, basada en otros estudios previos, válidos (no vamos a olvidarnos ahora la totalidad del estudio de Guarducci...), que formularía entonces a la inversa:
Si se afirma ahora que la inscripción de la fíbula de Preneste es auténtica, y que se hizo en el siglo VII-VI a.C., ¿cómo puede ser que muchos de sus rasgos coincidan con los de la letra del Dr. Wolfgang Helbig, una persona que vivió 2600 años después?
Ahí lo dejo planteado... Un saludo cordial.
16 Jun 2011
Jabo
Hola a todos,
Ante todo decir que no tengo ni idea sobre este tema. Sin embargo si que empleado el microanálisis con microscopia electrónica en varias ocasiones (en un campo muy diferente pero con propósitos similares). Lo que no consigo comprender es como si la pieza ha sufrido tras su descubrimiento un ataque ácido, que habría alterado de un modo muy intenso y de manera diferencial las concentraciones de los elementos depositados sobre la pieza, ¿cómo es posible extraer ninguna conclusión basada en los espectros obtenidos mediante el microanálisis? Por otro lado, estas técnicas son usualmente semicuantitativas con todos los problemas que ello supone a la hora de extraer conclusiones. Supongo que es más complicado de lo que yo estoy entendiendo, porque de otra forma sería un verdadero despropósito. ¿Es posible que exista alguna experimentación sobre como afecta el lavado ácido a los elementos depositados sobre este tipo de material y de esta antigüedad? ¿Se puede consultar los resultados en alguna publicación científica?
16 Jun 2011
Augusto Pugliese Rossi
Guillermo:
Debo darle las gracias por su aporte a este debate, su interés en la búsqueda de datos para enriquecerlo y esclarecerlo y el trabajo que se ha tomado para traducir el resumen de la Dra. Ferro. Ringrazio anche sua autrice, Dottoressa Daniela Ferro, per la loro gentilezza e collaborazione.
Al menos desde mi punto de vista de lego, creo que lo esencial del resumen es que “Todos los resultados obtenidos van en la dirección de la autenticidad de la fíbula, tanto del cuerpo como de la escritura”, de manera que debo aceptarla como tal no obstante sus peculiaridades.
Subsisten las preguntas que hace la Dra. Canto y, en lo específicamente técnico, la del contertulio Sr. Jabo. Supongo que cuando se obtengan los fondos necesarios y se publique en su totalidad el estudio científico, las preguntas quedarán contestadas y las dudas aclaradas.
Por definición el futuro es imprevisible. Me produce un cierto vértigo el pensar lo ajeno que estaba el grabador a la discusión que suscitaría su torpe tarea en un tiempo y civilización tan remotos como inimaginables para él.
16 Jun 2011
Guillermo Caso de los Cobos
Muchas gracias, Dra. Alicia (y a los demás contertulios) por sus palabras, si bien, tal como Ud misma ya ha hecho, a quien hay que agradecer el informe es a la propia Dra. Daniela Ferro, que tuvo la gentileza de proporcionarlo.
Tal informe, aunque abunda y despeja algunas ideas que parecían confusas, otras, es verdad, que todavía requieren de mayor aclaración, sobre todo, como Ud. dice, para los que somos de letras (y, a lo mejor, hasta para muchos que no son de letras). Es decir, hay aspectos que necesitan verse mejor explicados para comprender con exactitud las conclusiones que se han ofrecido. Ante ello, es evidente que lo mejor será esperar a que el trabajo de investigación llevado a cabo se vea finalmente publicado.
No obstante, mientras esta circunstancia ocurre, he estado reflexionando e indagando posibles respuestas sobre las objeciones que Ud. ha expuesto relativas a la agresión que sufrió la fíbula con ácidos y la repercusión que ello implica en una pieza compuesta con metal aurífero. Ignoro si lo que voy a exponer se puede ajustar, con cierto grado de acierto, a la realidad científica del análisis de la fíbula, pero, en cualquier caso, quizás ayude a comprender un poco más el asunto.
Veamos: ante todo, no hay que olvidar que la fíbula no está realizada en oro puro, sino que lleva una aleación con otros metales (la cual sirve para dar consistencia al oro), y, por lo que se ha dicho, esta aleación lleva, por lo menos, plata, si bien no sabemos en qué proporción. Esto es importante porque, dependiendo sobre todo del porcentaje de aleación que tenga, la pieza es más o menos resistente al ataque de los ácidos, y, en consecuencia, tanto su estructura externa como la interna cristalina pueden no verse afectadas muy seriamente.
Al parecer, el agua regia (formada con ácido nítrico y ácido clorhídrico) sólo afecta al oro de 14K (kilates) y muy levemente al de 18K (como se sabe, el oro puro está constituido por 24K). ¿De cuántos kilates de oro está compuesta, al menos, la parte de la fíbula donde lleva la inscripción? No lo sabemos, como he dicho más arriba, pero todo parece indicar que puede ser de 18K, dado que la agresión que recibió de agua regia sólo produjo pequeñas deformaciones, que, por lo visto, se trataron de solucionar con un segundo proceso de abrasión (es verdad que parece un poco raro que el Dr. Formigli hubiera hablado en su día de una pátina rosácea a base de ceras, y ahora se mencione un proceso de abrasión -¿un ácido?- para limpiar los defectos que produjo el agua regia, pero, en fin, supongo que esto también se podrá aclarar), no afectando ambas acciones seriamente ni a la estructura externa ni a la interna cristalina del oro, que es una de las razones principales en las que se basan los investigadores para concluir que hay concordancia (regularidad) entre la pieza en sí y los surcos de la inscripción.
Si esto es así, cosa que lógicamente no puedo afirmar taxativamente, ello podría explicar quizá las razones por las cuales el agua regia no se llevó por delante la inscripción y mucho menos afectó a su estructura interna (lo que quizá también conteste a lo apuntado por el Sr. Jabo). Habrá que esperar a comprobar si puede ser explicado de esta forma (aunque, en principio, aparenta ser plausible).
Ahora bien, no se me escapa que la pregunta que Ud. hace, Dra Alicia, de por qué se realizó, en todo caso, esta "limpieza" de la inscripción es sumamente pertinente y necesita una respuesta adecuada. Lo primero entonces que cabe preguntarse es si los muñidores de la limpieza conocían la composición de la aleación. Es de suponer que, de algún modo, la conocían más o menos (quizá un experto joyero pueda apreciar por el peso y a la vista de la calidad del brillo del metal, si está ante una pieza de 18K), porque, si no, ¿cómo pudieron arriesgarse a utilizar agua regia y estropear absolutamente la misma si ésta tenía, en realidad, una composición en kilates de menor cuantía? Dudo mucho que el Dr. Wolfgang Helbig se hubiera atrevido a ello si, como estaba seguro, tenía delante una fíbula con un texto que podía revolucionar los orígenes de la lengua latina.
Una segunda pregunta salta en seguida a las mientes: ¿hasta que punto una pieza de oro de 18K como era esta fíbula tenía manchas, suciedad o cierta corrosión? Hay que tener en cuenta que una pieza de oro de este tipo puede, a pesar de todo y contra lo que se cree, llegar a padecer determinada corrosión (manchas, oxidación) bajo determinadas circunstancias, pero ésta es de naturaleza escasamente débil (dada la excelente calidad de su aleación con un alto porcentaje -18K equivalen al 75%- en oro). Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que la utilización de agua regia suele utilizarse para favorecer la oxidación del oro, según he podido leer al respecto.
Luego, si dicha corrosión/suciedad no era muy significativa, ¿por qué se utilizó agua regia para su limpieza? Lo lógico habría sido utilizar algún producto menos agresivo, con lo que, de paso, se corrían menos riesgos en dañar o estropear la fíbula. En este sentido, hay que recordar que el Dr. Formigli, en su primer análisis de 1992, donde declaró que la fíbula era auténtica pero falsa la inscripción, había dicho que se utilizó agua regia para dar a la inscripción un aspecto de antigüedad (presumiblemente basado en el hecho de que favorece la oxidación).
Pero, incluso, si la utilización de un producto menos agresivo no era suficiente para quitar los rastros de suciedad, manchas, corrosión, etc., ello, lejos de ser un inconveniente (máxime siendo de carácter leve), sería un factor que habría facilitado la demostración de la autenticidad de la inscripción, cosa que, por otro lado, sabría perfectamente el arqueólogo Wolfgang Helbeig. ¿Por qué hubo entonces ese empeño en utilizar agua regia y quitar todo tipo de rastro de antigüedad en la pieza?
Sólo se me ocurre que tal utilización, primero del agua regia, y luego de un segundo ácido (agua fuerte-ácido nítrico), se realizó para comprobar cuál era el porcentaje en oro que ostentaba la aleación, pues, al parecer, este procedimiento se suele utilizar para tal fin de modo aproximativo (el primer ácido produce mancha, la cual se trata de quitar con el segundo, y dependiendo del tamaño y naturaleza de la misma, y de la facilidad con que se quita con el segundo ácido, se puede llegar a saber la calidad de la pieza). No obstante, esto es una mera especulación, pues no sabemos siquiera si así fue y tampoco cuál era la intención de los autores.
La recta intencionalidad, pues, de la susodicha "limpieza" queda, salvo explicaciones claras que se proporcionen en este sentido, al albur de la sospecha, lo que no deja de producir cierta contrariedad ante las conclusiones científicas ofrecidas con el actual estudio. Por ello, habrá que admitir tales conclusiones, pero, como dijimos al principio, al mismo tiempo es de esperar que en la futura publicación de la investigación se explique o aclaren suficientemente todas estas posibles consideraciones expuestas (si es que son pertinentes, o por qué no lo son).
No entro en apreciar, Dra. Canto, la cuestión grafológica de la inscripción, es decir, de la posible semejanza de los trazos de la inscripción con la escritura del propio arqueólogo Wolfgang Helbig, pues no sé hasta qué punto se puede admitir que un análisis grafológico de la inscripción de la fíbula, cualquiera que sea su veredicto, va a misa. En mi opinión, la grafología, aunque es una herramienta útil, sus resultados están lejos de alcanzar la exactitud. Hay demasiadas dudas sobre el alcance de la misma.
En fin, no me extiendo más. Sólo he tratado de encontrar un poco más de luz en este interesantísimo caso, o, al menos, ver si se podía conseguir más precisión en su análisis.
Como siempre, un saludo cordial.
18 Jun 2011
Alicia M. Canto
Al cabo de casi 4 años vuelvo sobre este apasionante asunto para informar de que por fin acaba de aparecer el volumen dedicado a la mesa redonda romana que nos dio lugar aquí a tan animado debate en junio de 2011. Lo hace en el órgano oficial del Museo Pigorini de Roma: Numero monografico dedicato alla Fibula Prenestina. Bullettino di Paletnologia Italiana 99, 2015 (coll. Archeologia e tutela del patrimonio archeologico-Saggi e Ricerche), Roma.
Aquí puede consultarse su Índice (sólo tres de ellos pueden leerse ya en Academia.edu).
F. di Gennaro - Dare a Numasios quel che è di Numasios
L . La Rocca - Le vicende della Fibula
E . Mangani - La Fibula Prenestina: oltre un secolo di discussioni
D. Ferro, E. Formigli - Risultati delle recenti indagini archeometriche sulla Fibula di Manios
M . Buonocore - Helbig, Mommsen e la Fibula Prenestina: una settimana prima della presentazione ufficiale del 7 gennaio 1887
G .L. Carancini - Resoconto, trent’anni dopo, di un confronto tra fautori e detrattori dell’autenticità della Fibula Prenestina
G . Colonna - Ripensando la Fibula
C . de Simone - Un sostenitore dell’autenticità della Fibula e dell’iscrizione: ricordi personali
e considerazioni attuali
A . Franchi De Bellis - La Fibula Praenestina è autentica: ulteriore conferma da recenti indagini archeometriche
D .F. Maras - La prima stesura dell’iscrizione di Manios e l’uso epigrafico dell’interpunzione espuntiva
P. Poccetti - Il ‘teorema’ della falsificazione della Fibula: la fine di un romanzo ‘fin de siècle’
M . Sannibale - La Fibula Prenestina: maestri d’arte, committenza e pratica della scrittura nell’Orientalizzante.
..........................
Me quedo por ahora con ganas de leer los que faltan por ser subidos, y sobre todo los de D. Ferro-E. Formigli y A. Franchi De Bellis, que se suponen completarán el detalle arqueométrico de forma más satisfactoria de lo que se anunció en 2011 (recuerdo que la Drssa. Ferro facilitó por entonces un interesante avance al Sr. Caso).
Veo también ahora un breve de 2012 debido al Dr. D. F. Maras: "Scientists declare the Fibula Prenestina and its inscription to be genuine 'beyond any reasonable doubt'”, en Etruscan News, Winter 2012.
Hasta que pueda leer el volumen, pero sobre los que ya he leído, observo que ahora, según inveterada costumbre mediterránea, el péndulo se ha ido al extremo contrario: Todo es bueno-buenísimo, la fíbula ha sido ofendida en su honor durante 30 largos años, y Guarducci y quienes quedamos -y seguimos- convencidos por su argumentación y datos somos parte (esto y más se lee en la introducción de di Gennaro) de la "prepotente offensiva del teorema della falsità", "dell’offensiva iconoclasta" y de una "crociata demolitrice", simpáticas clasificaciones ante las que no puede una por menos que sonreírse, claro. Como diríamos en español: "Ni tanto, ni tan calvo".
A pesar de todo ello, yo al menos no olvido nada de los hechos importantes y decisivos que en su día denunciaron expertos tan notables como A.E. Gordon, D. Ridgway o M. Guarducci, como por ejemplo los turbios negocios con antigüedades que se traían en extraña alianza Helbig y Martinetti, o el análisis grafológico del Instituto Oficial de Urbino (aportado por Guarducci) que reconoció la letra de Helbig, entre otros muchos datos e incongruencias muy reveladores que para los defensores de la autenticidad total ahora parecen haber pasado al trastero historiográfico. Y eso tampoco es científicamente aceptable.
Asi que, "iconoclasta" sin remedio de falsos que es una, por ahora insisto en lo que dije en mis tres comentarios extensos de 2011 (uno, dos y tres): que la fíbula puede ser buena, pero la inscripción no lo es. Ni siquiera el propio arqueómetra Formigli (como tuve ocasión de traer a colación hace 4 años, desmintiendo a la prensa) creía posible que un análisis físico-químico pudiera resolver algún día ese aspecto, que es el crucial. Lo recuerdo con sus propias palabras:
"Le problème plus important, celui de l’authenticité de l’inscription, reste toutefois non résolu. D’autre part, vu les manipulations subies par la fibule et le recouvrement des lettres par une patine qui ne nous est pas donnée d’extirper puisqu’elle constitue maintenant aussi un document historique, je doute qu’avec des méthodes archéométriques on puisse réussir à l’avenir à dire quelque chose de vraiment définitif».
Claro que algo puede haber cambiado, y seguro que mejorado, en las técnicas y los aparatos de estudio, y por eso hay que esperar otro poco para leerlo. Pero es un hecho reconocido por el mismo Formigli que el uso en el siglo XIX de "agua regia" y de ácidos para la “limpieza” de la fíbula (¿y por qué, siendo de oro?, me preguntaba yo entonces) afectó de forma irremediable a los detalles de antigüedad o técnica que pudieran quedar en los surcos de la inscripción.
Que, por cierto, es bastante chapucera, como puede verse en detalle en aquella magnífica fotografía ampliable del CNR italiano, que puse en 2011 y repito hoy:
24 May 2015
Alicia M. Canto
Como ampliación de lo que puse anoche, aquí va un significativo párrafo sobre Helbig debido a A.E. Gordon, en su reseña de 1982 del libro de la Guarducci. Lo reprodujo en 2009 la revista Archaeology, órgano del Archaeological Institute of America, dentro de su dossier sobre "Archaeology's Hoaxes, Fakes, and Strange Sites", bajo el título "Who Made the Praeneste Fibula?":
"On the one hand, the life of a much respected scholar, much honored by the Italians and the French; on the other...[an] unscrupulous businessman, who with his collaborator Martinetti made a fortune out of illegal, fraudulent activities--illegal in acquiring antiques as well as in getting them transported out of Italy by bribery, not to mention the fraud involved in embellishing genuine antiques to get higher prices and in creating fake antiques."
Me parece lo bastante expresivo, aunque es mucho más lo que puede leerse sobre las actividades del prestigioso (en Roma) Wolfgang Helbig, más todo lo que amplió Guarducci en 1980, o los acusadores documentos que se conservan en los archivos de la Ny Carslberg Glyptothek de Copenhague (Gordon, 1982).
En 2009 no se había celebrado aún la mesa redonda, ni se habían dado a conocer los nuevos análisis de la fíbula. Ahora bien, ¿eso debe borrar todo lo que hoy sabemos sobre Helbig y sus trapicheos con Martinetti, o la circunstancia, siempre primer indicio de sospechas, de no poderse saber la procedencia real de la fíbula, o ser ésta ambigua y contradictoria? Creo que no, que nada de eso se puede olvidar ni apartar ahora.
Sin embargo, así parece para algunos. Según el jubiloso avance de F. Maras en 2012 que enlacé anoche:
"The Fibula Prenestina was publicly presented for the first time in 1887 by Wolfgang Helbig (1839-1915), archaeologist and learned scholar, expert of Etruscan antiquities and collaborator of Theodore Mommsen, who was the acknowledged master of humanities in the 19th century".
Leyendo esta breve semblanza, nadie podría imaginarse todo lo que la segunda vida de Helbig esconde, o que "Theodor Mommsen said he was 'a lightheaded fly' and a 'loafer'" ["una mosca alucinada y un holgazán"], o que "Indeed, shortly after Helbig presented the fibula, the first secretary (director [del Inst. Arq. Alemán de Roma]) Wilhelm Henzen died [27-1-1887]. Helbig was made acting director [el cargo al que H. hacía años que ansiaba ascender], but did such a poor job that he was sacked, leaving October 1, 1887... (Archaeology cit.) [o sea, que sólo pudo mantenerse unos pocos meses en el cargo]".
En este momento pendular, de gran "apología fibulística", es precisamente cuando no debemos olvidar nada de todo eso.
24 May 2015
Augusto Pugliese Rossi
Gracias, Dra. Canto, por su actualización del tema. Únicamente he podido leer en el Bullettino el trabajo de M. Sannibale pero tiene Ud. razón: se han vuelto las tornas y parecería herético albergar dudas sobre la autenticidad de la inscripción.
24 May 2015
Guillermo Caso de los Cobos
Me sumo al amigo Augusto en agradecerle, Dra. Canto, que nos haya comunicado que ya se pueden leer algunos artículos del informe final sobre los análisis que se hicieron de esta famosa fíbula.
No obstante, habrá que esperar, efectivamente, a que se publiquen al completo e ir leyéndolos con detenimiento. De todos modos, en los que he visto por encima y de modo apresurado, me ha parecido ver cierta parquedad en la información ofrecida. Quizá en los demás artículos hallemos más material que expliquen, al menos, algunas de las dudas que se habían suscitado.
Saludos cordiales
24 May 2015
Percha
Koenraad, me parece que inscripción que señala está en un recipiente de origen desconocido perteneciente a una colección privada. Podría ser falsa (no digo que lo sea) y entraríamos en bucle. Como siempre.
28 May 2015
Alicia M. Canto
Sr. Van den Driessche: Entro brevemente para instarle a que deje de provocar mi intervención con tantas citas directas, y menos en este asunto de la Fibula Prenestina, del que no tiene ni remota idea. ¡Pero si Ud. se enteró por mí de que existía la ciencia arqueométrica! (podríamos buscar en el dossier veleyano sus primeros comentarios al respecto y comprobarlo).
Olvida Ud. que, además de epigrafista, de formación soy arqueóloga (como Guarducci, por cierto), y debe ignorar (junto a tantas otras cosas) que en la Universidad tengo, no uno, sino dos laboratorios del Departamento justo debajo de mis pies, aparte del Servicio Interdepartamental de Investigación (SIdI) de la Facultad de Ciencias de la UAM, en el que, como todos los miembros de mi Departamento, tengo una cuenta abierta para hacer analíticas. Y este Centro, como verá si se molesta en entrar en esa página, dispone de todos los aparatos imaginables, entre ellos una Unidad completa de Microscopía. ¿O se cree Ud. que yo me hubiera atrevido a publicar un post sobre los límites de la Arqueometría ¡en 2008, hace ya 7 años!, si ya entonces no hubiera tenido al menos una ligera idea de todo ello? Claro, como Ud. habla con tanto desparpajo de lo que ignora, debe de creer que los demás hacemos lo mismo, pero no es así. Así que haga el favor de ir a explicarle a algún otro de “la vieja generación de profesores" lo que es un microscopio de barrido.
Y, en resumen, deje de intentar darme clases de lo que Ud. mismo no tiene una competencia acreditada. ¡Y menos para la Fibula de Preneste!, ya no sé qué me queda por leerle... Si mi opinión diverge en parte (en cuanto al soporte) de la de dos tan respetables expertos como fueron Gordon y Guarducci, será por algo. En todo caso, tengo 40 años de carrera académica detrás que me autorizan a opinar sobre ellos, y una larga praxis de casi 30 años en falsos epigráficos, desde 1987 y la supuesta Tabula Lougeiorum.
Ignora Ud. igualmente que, como el extraño FHEFHAKED, esa nueva Numasiana también tiene sus problemas lingüísticos. O que pudo existir una inscripción desaparecida que tuviera un nombre similar que le diera la idea a Helbig, y que luego desapareciera. Pero, claro, como ahora Ud. también se cree ya un experto etruscólogo, dice que “Visto que el supuesto falsificador no conocía la nueva inscripción, que es la primera mención de los numasianas (sic!), tiene esta casi el valor de prueba de la autenticidad”, y ni siquiera se le ocurren otras varias opciones que existen de que pruebe exactamente lo contrario, pero que no perderé el tiempo en decirle, claro.
Y así todo. Ud., que es geólogo y traductor, que no es ni arqueólogo, ni físico-químico, ni arqueómetra pero, sobre todo, que no es epigrafista, ¡se atreve a decir ayer que unas eminencias mundialmente reconocidas de la epigrafía como Arthur E. Gordon y Margherita Guarducci eran "de nivel prensa rosa", que tenían "una mala nariz" (habrá querido decir "olfato"...), o que "investigaban cotilleos"! Y todo eso además habiendo leído Ud. como mucho las pocas (aunque instructivas) páginas de la reseña de Gordon 1982 del libro de la Guarducci que señalé, porque es seguro que no se ha leído el larguísimo artículo inicial de ella, ni los análisis químicos que incluía, y mucho menos el libro-resumen del “caso” que se publicó en 2007, pues nada de ello cita.
Lo cual sería normal en su caso, porque no es su campo ni tiene autoridad ninguna en él. Pero que, siendo así, se meta a opinar y encima criticando… ya es el colmo. En estos momentos se está desarrollando un debate académico cerrado en Academia.edu sobre algunos aspectos de la fíbula en la nueva monografía, convocado por uno de los autores del volumen de 2015, al cual él ha invitado a 142 expertos en distintas materias. A Ud. no le he visto entre los participantes, y será por algo.
Y sepa que no soy la única que desconfía del resultado de las actuales pruebas físico-químicas. Uno de los colegas italianos del debate, por ejemplo, dice: “Personalmente, poi, ho registrato una certa tendenza a reputare dirimenti e definitive da sole le conclusioni delle ricerche archeometriche: il che sarà vero per l'oggetto, ma ciò si può sostenere con lo stesso livello di attendibilità per l'incisione? Alcuni come la collega Canto non lo credono”.
Los ataques químicos con ácido (con “agua regia”, entre otros) que sufrió la fíbula en el siglo XIX (¿y para qué, siendo de oro, sino para envejecerla?), que debieron destruir cualquier rastro que quedara en sus surcos, ya hicieron decir al propio E. Formigli (el autor ahora con D. Ferro de los nuevos análisis) que creía que por la vía físico-química la inscripción misma no podría documentarse como antigua. Y lo dijo él mismo, no yo, como tuve ocasión de recordar aquí en 2011 ("Le problème plus important, celui de l’authenticité de l’inscription, reste toutefois non résolu... je doute qu’avec des méthodes archéométriques on puisse réussir à l’avenir à dire quelque chose de vraiment définitif..."). Es por su cambio de posición actual por lo que hay que esperar a leer los nuevos resultados, que pueden no ser convincentes, por muy físico-químicos que sean. Pero hasta la lógica, y los paralelos conocidos, dicen (y a otros expertos también les llama la atención) que sobre un objeto de un lujo depurado como lo es esta fíbula no pudo grabarse un texto tan lamentable y lleno de rayajos y repeticiones, sobre todo con lo fácil que es para un artífice corregir cualquier fallo sobre oro. Y no hace falta ningún microscopio de barrido para darse cuenta de ello. Aquí un detalle del comienzo (he invertido la foto para que se aprecie mejor):
Haga como los demás, y siga esperando la resolución judicial del problema que a Ud. le mueve, y que no es precisamente la Fibula Prenestina. Y de las inscripciones deje Ud. que nos encarguemos los epigrafistas, como suele ser la costumbre científica.
29 May 2015
Alicia M. Canto
Sr. Van den Driessche: Como ya le dije, no siga dando la tabarra en un tema sin ser experto en él, y además deformando deliberadamente lo que se le dice.
Su escuálida información sobre la fíbula, desde Gordon 1982 hasta Maras 2012 (quien ya citaba el nuevo aríbalo de Numasiana), procede de los datos y enlaces que yo misma aporté en mis comentarios del 24 de mayo pasado (uno y dos), como el día 26 Ud. mismo reconoció y hasta "agradeció".
Yo no he hablado de "crear pátinas" (aquí se lee, al final, lo que dije el día 24 sobre el agua regia: que era para limpieza), ni tampoco de "buena fama", ni de "argumentos de autoridad", ni he "fardado". Tener experiencia de muchos años, o decir que se tiene, no es lo mismo, es algo que simplemente se acredita mediante docencia y publicaciones. No hay más que echar un vistazo a las suyas (aunque parece que acaba de eliminar las 5 que tenía Ud. ahí antes de ayer, de las que 3 eran manuscritos sobre Iruña-Veleia y una creo recordar que sobre dinosaurios), para ver que Ud. mismo se declara interesado exclusivamente en "Field Geology", o sea, en Geología de campo.
Por eso es muy difícil de creer la gran novedad que nos dice ahora: "Geoquímica... especialidad en la cual tengo un doctorado". Hasta ahora que se sepa Ud. no tenía más doctorado que en Geología. De hecho, a este nuevo "doctor geoquímico" que surge ahora como un hongo no lo menciona ni siquiera Ud. mismo en sus propios perfiles, ni en el de Terrae Antiqvae, ni como blogger, ni en otros sitios veleyanos. Eso sí que es la autofabricacion de un "argumento de autoridad", y por todo lo alto...
Podría seguir, pero no vale la pena, porque lo más importante de todo es que, además de no ser experto en epigrafía, a Ud. en realidad le importan un pito la fíbula de Preneste, Gordon, Guarducci, Maras y la nueva Numasiana, todo junto. Ud. sólo intenta socavar por donde sea, para fines muy distintos. Pero en eso le creerán sólo sus más fieles. O por lo menos aquéllos a los que no les importa que les mientan con un inexistente doctorado, que deben de ser muy pocos.
30 May 2015
Salvador Cuesta
KOEN
SUTOR, NE ULTRA CREPIDAM
Se dice que una vez el famoso pintor Apeles pidió la opinión de un zapatero sobre el color de unas sandalias en una de sus pinturas. El zapatero se entusiasmó y empezó a ofrecer consejos sobre el resto de la pintura; hasta que Apeles le contestó con esta expresión ahora tan popular.
30 May 2015
María //
Supongo que tiene que haber una linea que distinga el interés científico del acoso disfrazado de eso mismo....Ya hay un foro para los trolls :el de Veleia.
30 May 2015
Percha
Koenraad, como geoquímico me gustaría que me explicase una cosa. ¿Para qué es necesario lavar una pieza arqueológica de oro con agua regia? ¿No valdría con simple agua? Y no vale las libre voluntad personal como argumento.
Otra cosa, ¿qué credibilidad científica tendría usted, o los estudiosos de la fíbula, para no personalizar, si se descubriera que en sus trabajos no se han realizado las pruebas alegadas y se han insertado gráficas y fotos falsas, o manipuladas? ¿Dónde iría su carrera científica?
Por último, en el caso de Oded Golan había pruebas físicas en un sentido y en el otro y por eso se absolvió al acusado. Así que dichas pruebas no fueron en absoluto determinantes para aclarar si la pieza es o no auténtica.
30 May 2015
Percha
Gracias, dudo que sea un procedimiento normal, ni ahora ni entonces. También serviría para disimular el amaño reciente sobre la pieza, digo yo. Y quizás se podrían usar ácidos menos agresivos.
Goren reconoció que había restos de pátina en algunas letras. En todo caso las pruebas no resolvieron nada.
Se ha dejado sin responder a la parte intermedia.
30 May 2015
Abo
Cuanto sabe de falsificaciones, Koenraad. No está nada mal.
31 May 2015
David Montero
El caso de Oded Golan se ha cerrado en el juzgado, dejando abiertas todas las posibilidades. En el mundo académico la cuestión se debatió desde diversos ángulos (el filológico también) y ha quedado cerrado en sentido contrario: nadie quiere saber nada de la llamada "tablilla de Jehoash" porque hay argumentos suficientes para considerar que es falsa. En todo caso, hay una cosa clara: no hay una sola opinión científica, sino la de la mayoría casi unánime de los científicos del IAA y una minoría de un organismo geográfico, cuyo nombre ahora no recuerdo, bastante tenaz, es cierto. Así que en ciencia también caben opiniones (es lo más corriente en estos casos) y hay que tener en cuenta diversos criterios. Y que un juez (con un máster en arqueología) haya dictado sentencia no quiere decir más que un juez ha dictado sentencia y considerado que no había evidencias jurídicas de que Golan hubiera falsificado la tablilla. ¿O es que los debates científicos los resuelven los jueces? ¡Estaría bueno!
La teoría de la VERDAD CIENTÍFICA contra las opiniones de los otros es un invento driesschiano que, al parecer ha leído "algún libro" -eso dice-, pero no tiene mucha idea de epistemología.
1 Jun 2015
Alicia M. Canto
Koenraad, la verdad es que resulta Ud. un poco cargante con sus constantes alusiones y "verdades" en una materia que desconoce, y también con su invariable tendencia de transformar a su gusto lo que lee, o cree leer.
En mi frase "Y de las inscripciones deje Ud. que nos encarguemos los epigrafistas, como suele ser la costumbre científica", que según Ud. sería lo mismo que "los estudios de autenticidad son la exclusividad de los epigrafistas", resulta que escribí un "SUELE", se lo repito, "SUELE", cuya misión en lengua española es precisamente dejar un margen posible para otras circunstancias. En este caso lo dejé a propósito para lo poco (pero la mayoría de las veces nada) que pueden completar las ciencias "exactas" al estudio de la grabación antigua o no de un texto. Cosa que Ud. continuamente confunde y equipara con las pruebas hechas sobre los soportes, cuando no son lo mismo.
Repetiré por enésima vez (desde 2006, pronto ya hará 9 años...) que un soporte puede ser antiguo, y no serlo lo escrito sobre él. Y eso vale para los escasos ejemplos en los que se ha querido ampliar por vía físico-química la autenticidad del soporte a la del epígrafe, como serían los casos de Veleia, de la fíbula de Preneste, de la tabula Lougeiorum, o de las tablillas de Astorga. Sí, éstas también, aunque a Ud. y a otros les parezcan ya de autenticidad inamovible (por cierto que la lista de errores básicos que se pueden leer en el artículo que Ud. cita sería bastante larga, aunque Ud. no los advierta).
2) Por otro lado, tiene gracia que me vaya citando como novedades las publicaciones que yo misma he ido dando y enlazando (las de D. Ferro y E. Formigli 2015, o las de Gordon, Guarducci, Maras... todas las de la fíbula que cité la primera),
3) pero cuando asegura Ud. que "...parece que molesta mucho esta posición [que me molesta a mí, se deduce] ... una 'autopsia' por expertos de ciencias naturales es absolutamente necesario"...
¿Qué parte es la que Ud. no entiende, o pretende ocultar o manipular, de mis clarísimas frases a favor de lo mismo, el día 24 de mayo pasado (hace ocho días):
"Me quedo por ahora con ganas de leer los que faltan por ser subidos, y sobre todo los de D. Ferro-E. Formigli y A. Franchi De Bellis, que se suponen completarán el detalle arqueométrico de forma más satisfactoria de lo que se anunció en 2011 [...] Claro que algo puede haber cambiado, y seguro que mejorado, en las técnicas y los aparatos de estudio, y por eso hay que esperar otro poco para leerlo..."
Pero, Dr. Van den Driessche, ¿es de verdad Ud. tan realmente incapaz de darse cuenta de que, si las nuevas analíticas de la fíbula "me molestaran", simplemente me habría callado, no habría dicho nada aquí de la reciente monografía, Ud. tampoco se habría enterado de nada, y al menos en este post estaríamos libres de sus habituales cantinelas? ¡Y menos aún cuando se puede comprobar con tal facilidad que yo misma dejé por escrito que estaba deseando leer las novedades arqueométricas!
De verdad que es Ud. un verdadero tostón. A ver cuándo se cansa de tratar de desacreditarme con tan poco éxito (pues por fortuna aquí scripta manent), y sobre todo cuándo se cansa de usar esta fíbula para "el caso Veleia". Que se le ve demasiado "el plumero"...
1 Jun 2015
Alicia M. Canto
¿Que yo ahora "ya admito la relevancia de investigaciones de tipo físico-químicas para dirimir la edad de una inscripción"? Otra vez deja Ud. claro que no se entera de nada, o simula muy bien que no se entera. Lo que le dije a Barandiaran es exactamente lo mismo: "La datación de la pieza no es la datación de lo que se puede leer en la pieza. No hay pruebas para datar lo que está escrito".
Como dije por aquí y por allá hace muchos años, sólo se podría en el caso de que en el ductus quedaran restos de haber usado instrumentos de un material que no existiera en la antigüedad, y aún así la datación sería siempre relativa.
¿Y qué están haciendo con la fíbula? Pues eso es lo que estoy esperando poder leer, porque, como ya dije aquí mismo hace 4 años, y repetí hace una semana, ni siquiera el propio analista Formigli creía que se pudiera nunca fechar la inscripción de la fíbula, justamente porque en el XIX se limpió con agua regia ("se la atacó químicamente", dijo exactamente), cuando ese ácido se lleva todo por delante, y además tenía una pátina moderna. Se lo repetiré, que él decía lo mismo que yo, y a ver si esta vez se entera:
"Sin embargo, el problema más importante, el de la autenticidad de la inscripción, queda sin resolver. Por otro lado, a la vista de las manipulaciones sufridas por la fíbula, y del cubrimiento de las letras por una pátina que no nos es posible levantar, por constituir ahora ella misma un documento histórico, dudo que se pueda acertar en el futuro, con los métodos arqueométricos, a afirmar algo verdaderamente definitivo".
Sobre ello decía Formigli justo antes de esta conclusión (en el punto 5), que la pátina rosácea que presentaba la fíbula (compuesta de materia orgánica, sobre todo ceras) era completamente distinta de las normales en excavación, y que (literalmente) "se trata, pues, de una pátina artificial aplicada para devolver a la fíbula un aspecto antiguo después de los tratamientos del siglo XIX. Como los "cráteres" (sic) de ataque químico están recubiertos con esta pátina, de ello se deduce que son anteriores a la aplicación de la misma".
Eso pensaba Formigli antes, lo mismo que yo, y espero a saber cómo es que ha cambiado tanto de opinión.
Y sobre las tablillas de Astorga se va Ud. a quedar con las ganas, ya lo leerá cuando lo publique.
Lo que digo, vaya peñazo...
1 Jun 2015
Percha
En fin, caso perdido.
1 Jun 2015
Percha
1 Jun 2015
Percha
Pues si se pueden refutar los estudios simplemente con las argumentaciones que ustedes alegan al informe Navarro, Alicia va a tener razón.
1 Jun 2015
Percha
Ah, y no sigo con su rollo. Este es un foro para hablar de la fíbula y su problemática. Cuando conozcamos los nuevos análisis veremos.
1 Jun 2015