Mujeres de un grupo de danza aborígen en Australia. / CORBIS
Fuente: EL PAIS.com | Javier Sampedro| 21 de abril de 2014
Un análisis de la diversidad genética y de las medidas craneales de 10 poblaciones africanas y asiáticas indica que los humanos se dispersaron fuera de África en dos tandas, y que la primera de ellas fue mucho antes de lo que se pensaba. La segunda migración, que dispersó a los humanos por el norte de Eurasia hace 50.000 años, viene a corresponder con lo que se conocía hasta ahora como la única salida fuera de África. Pero, según el estudio de la Universidad de Tubinga, fue precedida por una migración muy anterior, que empezó hace 130.000 años, y de la que proceden los actuales aborígenes australianos y pobladores de Papúa-Nueva Guinea y las islas de la Melanesia.
La idea simple de que la humanidad que vive fuera de África procede de una pequeña población que salió de ese continente hace 50.000 años está sufriendo notables revisiones. Primero como consecuencia de hallazgos arqueológicos que han revelado la presencia de humanos en Arabia y Oriente Próximo antes de esa fecha. Y segundo, por las comparaciones de los genomas de las poblaciones actuales de todo el mundo, que revelan un cuadro bastante más complicado de lo que se pensaba. Y no solo por los cruces de los humanos modernos con neandertales y denisovanos.
El consenso actual es que nuestra especie, el Homo sapiens, se originó en África hace de 100.000 a 200.000 años —según datos paleontológicos y los genéticos—, pero su dispersión posterior por África y el resto del mundo es objeto de controversia. “Nuestros resultados apoyan una dispersión inicial hacia el este por el sur del continente asiático que empezó tan pronto como hace 130.000 años, y otra posterior hacia el norte de Eurasia hace 50.000 años”, dice la directora de la investigación, Katerina Harvati (izquierda), del Centro Senckenberg de Evolución Humana de la Universidad de Tubinga. Presenta el estudio en PNAS junto a colegas de la Universidad de Ferrara y el Museo Nacional de Historia Natural de París.
Harvati y sus colegas han estudiado múltiples individuos (entre 10 y 215) de 10 de las poblaciones esenciales para discriminar entre los posibles modelos de dispersión de los humanos modernos: habitantes nativos de Australia (aborígenes), Asia central, África oriental, Japón, Melanesia,negritos del norte de Filipinas (aeta/agta), Nueva Guinea, norte y sur de India y Sudáfrica.
La hipótesis de esa doble migración se había propuesto hace años, pero en una forma muy distinta. Según la idea antigua, la primera dispersión habría ocurrido muy poco antes de la segunda, y habría dejado su marca genética en los actuales pobladores de Australia, Melanesia, Papúa-Nueva Guinea, los hablantes de lenguas dravídicas del sur de Asia y los aeta/agta (negritos) de Filipinas.
Los nuevos resultados hablan de una primera migración antiquísima, y que solo ha dejado huellas genéticas y morfológicas en los aborígenes australianos y los melanésicos. Los negritos, o pobladores de corta estatura, piel oscura y pelo rizado del sureste asiático, como el resto de los habitantes nativos del sur de Asia, pertenecen a la segunda migración, o bien se mezclaron tanto con ella que han perdido sus marcadores genéticos ancestrales.
Fuente: PNAS. / HEBER LONGÁS / EL PAÍS
Conclusión: “Hubo una dispersión hacia el este y otra hacia el norte de Eurasia”
“Nuestros resultados”, escriben Harvati y sus colegas, “son consistentes de forma general con el punto de vista de que los actuales aborígenes australianos descienden de un linaje que ha permanecido relativamente aislado desde el pleistoceno medio”, es decir desde hace unos 130.000 años. Eso no quiere decir que la colonización original de Australia ocurriera en esa época remota —todo apunta a que data de hace unos 50.000 o 60.000 años—, pero sí que la salida de África de ese linaje fue muy anterior. La interpretación directa de estos datos es que les llevó 80.000 años alcanzar el continente australiano.
Representación de los puntos anatómicos investigados: sobre la base del hueso temporal la historia de la población de los humanos anatómicamente modernos puede rastrearse mejor que usando otras áreas del cráneo. Por tanto, estos datos fueron utilizados en el estudio con el fin de incluir, además de los datos genéticosn, los patrones de migración. Aquí se muestra la forma media del hueso temporal de todos los individuos examinados en el estudio. Foto: © Katerina Harvati / Universidad de Tübingen / Senckenberg
Los nuevos resultados pueden explicar algunas paradojas que resultaban desconcertantes con el esquema previo. Por ejemplo, si solo hubo una migración fuera de África, ¿cómo se explican las evidencias arqueológicas de ocupación por humanos modernos en la península arábiga, que datan de hace 125.000 años? Es cierto que esas evidencias no incluyen por el momento ningún fósil humano, pero sí artefactos de piedra muy parecidos a otros hallados en Etiopía, que se clasifican como modernos y datan de unos 150.000 años atrás. Una migración original de humanos modernos fuera de África, en cambio, cuadra excepcionalmente bien con esos datos descolocados. De modo similar, cuadra bien con las últimas interpretaciones sobre el clima primitivo en el continente, que nos hablan de unas devastadoras sequías que empezaron a asolar el este de África hace justo 135.000 años, de nuevo en una correspondencia temporal casi perfecta con los nuevos datos de Harvati y sus colaboradores.
Y, por supuesto, la existencia de una migración hace 130.000 años hace innecesario encontrar una explicación para otra paradoja: los larguísimos milenios que se suponía que habían transcurrido entre el origen de la especie humana moderna y su salida de África. Por todo lo que sabemos ahora, es perfectamente posible que nuestros ancestros emigraran del continente madre un día después de su creación por los siempre asombrosos y a menudo enigmáticos mecanismos de la evolución, los verdaderos hacedores de todo cuanto existe en la biología del planeta Tierra.
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Guillermo Caso de los Cobos
La historia de Homo sapiens se complica
8 mayo, 2014
El estudio del ADN antiguo (paleogenética), obtenido con grandes dificultades en unos pocos fósiles, lleva más de una década ofreciendo resultados espectaculares. La suma de esos resultados al progresivo conocimiento del genoma humano actual nos sorprende cada poco tiempo con nuevos avances. Es evidente que estamos ante un aspecto de la ciencia muy joven, con capacidad de seguir progresando durante muchos años. Sin embargo, no todo consiste en analizar a ciegas esos resultados. Los expertos en ADN antiguo han de guiarse e inspirarse en que los arqueólogos, geocronólogos o paleontólogos van averiguando sobre los yacimientos arqueológicos, sobre los propios fósiles o sobre la variabilidad de las poblaciones recientes.
Este ha sido el caso de un trabajo publicado el 21 de abril en la revista de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos (PNAS). En la última década se han hallado varios yacimientos en el sur de la península de Arabia, datados por los expertos en unos 130.000 años. Si los datos son correctos, se puede proponer una primera expansión de nuestra especie muy anterior a la reconocida en un principio (hace unos 50.000 años) y ocurrida por el estrecho de Bab el-Mandeb, situado entre los actuales estados de Djibouti, en África y Yemen en el sur de la península de Arabia. Este paso habría requerido ciertas capacidades para la navegación, a pesar de la corta distancia entre África y Asia por esta región. La ruta de la primera expansión habría seguido por el estrecho de Ormuz hacia el sur de la India y ahí hacia el sudoeste asiático. La segunda expansión habría sucedido a través de Corredor Levantino, donde los humanos modernos encontraron la oposición de los Neandertales durante miles de años antes de conseguir su propósito.
Estos resultados no son contrarios a la teoría del origen único de nuestra especie en una población subsharariana, cuya antigüedad estaría en torno a los 200.000 años. No obstante, los autores del último trabajo en la revista PNAS reconocen que la antropología clásica tiene todavía mucho que aportar en el reconocimiento de las poblaciones recientes de nuestra especie. Pese a que la variabilidad genética de Homo sapiens es pequeña debido a nuestro origen tan reciente, tenemos que reconocer que la variabilidad fenética (el aspecto externo) de muchas poblaciones recientes, relativamente próximas desde el punto de vista geográfico, es muy distinto.
Es por ello que se propone una primera expansión por Bab el-Mandeb, que siguió la ruta del sur de Asia para colonizar el continente australiano y las islas de Melanesia. La segunda expansión a través del Corredor Levantino seguiría preferentemente la ruta europea y un nuevo camino hacia Asia, pasando por el norte de la cordillera del Himalaya. Las dos expansiones llegaría a encontrarse y, por supuesto, a mezclarse entre sí dando lugar a nuevas poblaciones y borrando en muchos casos (pero no siempre) la evidencias genéticas de la primera expansión. Este escenario explicaría las diferencias de ciertos polimorfismos genéticos entre las poblaciones actuales. Si a ello sumamos los genes que fuimos incorporando de nuestro contacto con poblaciones antiguas (por ejemplo los Denisovanos o los propios Neandertales) en nuestra expansión por el planeta, podemos comprender que la todavía corta historia evolutiva de Homo sapiens es mucho más compleja de lo que se consideró hace tan solo 25-30 años, cuando se propuso la teoría de la Eva mitocondrial.
8 May 2014
María Jesús
Los primeros africanos emigraron a través de Egipto hacia el norte
Los resultados, publicados en «American Journal of Human Genetics», responden a una pregunta de largo tiempo en cuanto a si los primeros humanos salieron de África por una ruta a través de Egipto o a través de Etiopía
Una nueva investigación sugiere que los pueblos de Europa y Asia (Eurasia) se originaron cuando los primeros africanos se trasladaron al norte, a través de la región que ahora es Egipto, expandiéndose por el resto del mundo. Los resultados, publicados en «American Journal of Human Genetics», responden a una pregunta de largo tiempo en cuanto a si los primeros humanos salieron de África por una ruta a través de Egipto o a través de Etiopía.
El extenso catálogo público de la diversidad genética en las poblaciones de Etiopía y Egipto desarrollados para el proyecto también ofrece ahora un valioso panel de referencia a libre disposición para los futuros estudios médicos y antropológicos en estas áreas.
Se han propuesto dos rutas geográficamente plausibles para los seres humanos que surgieron de África: a través de Egipto y Sinaí (Camino del Norte), o a través de Etiopía, el estrecho de Bab el Mandeb y la Península Arábiga (Ruta del Sur). Algunas líneas de evidencia han favorecido previamente una opcion y otras la otra vía.
«La consecuencia más interesante de nuestros resultados es que quitamos el velo que ha estado ocultando un episodio de la historia de todos los euroasiáticos, mejorando la comprensión de la historia evolutiva de miles de millo...», afirma Luca Pagani, primer autor del «Wellcome Trust Sanger Institute» y la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.
«Es emocionante que, en nuestra era genómica, el ADN de las personas que viven nos permite explorar y entender eventos tan antiguos como hace unos 60.000 años», resalta este experto, cuyo equipo produjo secuencias de todo el genoma de 225 personas de Egipto y Etiopía.
En estudios previos, ellos y otros científicos han demostrado que estas poblaciones modernas han sido objeto de flujo de genes de las poblaciones de Asia occidental, por lo que excluyeron la contribución de Eurasia a los genomas de los pueblos africanos modernos.
Las regiones genómicas enmascaradas restantes de las muestras egipcias eran más similares a las muestras no africanas y presentes en frecuencias más altas fuera de África que las regiones genómicas etíopes enmascaradas, lo que apunta a Egipto como la puerta de entrada más probable en el éxodo hacia el resto del mundo.
Genomas de alta calidad para un estudio
El equipo también utilizó genomas de alta calidad para estimar el tiempo en el que las poblaciones se separaron unas de otras: las personas de fuera de África se separaron de los genomas egipcios más recientemente que de los etíopes (hace 55.000 años en lugar de hace 65.000 años), apoyando la idea de que Egipto fue la última parada en el camino para salir de África.
«Aunque nuestros resultados no abordan las controversias sobre el momento y las posibles complejidades de la expansión fuera de África, pintan un panorama claro en el que la migración principal fuera de África siguió una ruta hacia el Norte, en lugar hacia el sur», relata otro de los autores, Toomas Kivisild, del Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Cambridge.
El Camino del Norte como la dirección preferencial de salida de África está en mejor concordancia con la mezcla genética conocida de todos los no africanos con los neandertales, que estaban presentes en Oriente Medio en ese momento y con el reciente descubrimiento de los primeros fósiles humanos modernos en Israel (cerca del Camino del Norte) que datan de hace unos 55.000 años.
«Este importante estudio todavía deja preguntas que responder -reconoce el doctor Chris Tyler-Smith, autor principal del 'Wellcome Trust Sanger Institute'--. Por ejemplo, qué otras migraciones también salieron de África por estas fechas, pero no dejaron huella en los genomas de hoy en día. Para responder a esto, necesitamos genomas antiguos de las poblaciones a lo largo de las posibles rutas. Del mismo modo, mediante la adición de los genomas actuales de Oceanía, podemos descubrir si hubo o no una migración de este tipo por separado, tal vez por el sur, a estas regiones».
29 May 2015