Uno de los edificios que se derribarán adosado a la muralla romana. / MARCEL.LÍ SÀENZ

 

Vía: EL PAIS.com | José Ángel Montañés | 3 de mayo de 2012

 

Poco a poco el monumento más grande de Barcelona, la muralla romana construida hace casi 20 siglos, sale a la luz, tras permanecer prácticamente oculta por otros edificios. De los 1.270 metros de longitud que tiene este perímetro fortificado, en la actualidad solo es visible un tercio. Pero pronto se descubrirá un tramo de unos 40 metros más tras derribar dos de los edificios que lo ocultan. El anuncio se ha realizado durante las jornadas Intervenir en la muralla romana de Barcelona, que concluyen hoy en el Museo de Historia de Barcelona, Muhba.

 

Jaume Ciurana, quinto teniente de alcalde de Barcelona, defensor del Plan Barcino, que persigue hacer visibles y poner en valor los restos romanos de Barcelona, se apuntará un buen tanto cuando, tras derribar los dos edificios de viviendas situados en los número 14 y 16 de la calle del Sots-tinent Navarro, se pueda ver el muro exterior de la muralla. “El derribo se producirá este año. No sabremos su estado hasta entonces y luego veremos la intervención que hay que hacer”, explica Ciurana.

 

Respecto a las fincas de los números 18 y 20, propiedad de las monjas carmelitas y que también están en el punto de mira del Ayuntamiento, Ciurana asegura que “será más adelante y que ahora hay que aprovechar la oportunidad”.

 

El derribo de los edificios correrá a cargo, al 50%, del Ayuntamiento y de la empresa Lakitánia SA, la promotora de un hotel de lujo en el número 7 de la calle de Lledó, justo en la parte interior del lienzo de muralla que quedará descubierto. Tras los derribos y la puesta en valor de los restos, el Ayuntamiento tiene previsto cambiar el nombre a la calle por el de paseo de las Murallas. “Pero eso está muy verde”, explica Ciurana.

 

Restitución hipotética de la muralla romana de Barcelona en el tramo de Baixada de Caçadors, Sots-tinent Navarro y Plaça dels Traginers. / LAURA QUESADA

 

No será la única intervención prevista en la muralla que comenzará en los próximos meses. En la plaza de los Traginers, a unos pocos metros de las fincas que se derribarán en Sots-tinent Navarro, se localizó en la década de 1950, tras derribar otro edificio, la torre redonda situada en el ángulo inferior derecho de la muralla, además de una arcada gótica. Durante décadas esta construcción ha permanecido olvidada, casi desconocida y, por supuesto, cerrada al público. “Ahora se procederá a recuperarla y abrirla, tras un exhaustivo estudio de los materiales de excavación”, explicó Carme Miró, responsable del Plan de Arqueología Urbana del Ayuntamiento de Barcelona.

 

Durante su intervención, Miró explicó que la muralla no cuenta con un alzado que reproduzca su planta y que hasta ahora las intervenciones que se habían realizado para rehabilitarla, tanto públicas como privadas, se habían resuelto siguiendo criterios varios de los diferentes arquitectos. Por eso, aseguró que se estaba trabajando en la realización de un protocolo de actuación, una especie de plan director que analice el monumento de forma unitaria y que empezará a aplicarse en la intervención que se haga tras el derribo de Sots-tinent Navarro.

 

En la jornada de ayer, los investigadores que presentaron sus últimos trabajos relacionados con la muralla estuvieron de acuerdo en que la construcción de la muralla romana de Barcelona —la segunda de la ciudad, tras la que se levantó en el momento de fundar Barcino en el siglo I que quedó amortizada bajo la que vemos ahora— es del siglo III y no del IV como hasta ahora se había defendido. Se sitúa el año del comienzo de la construcción, por los materiales arqueológicos asociados, alrededor del año 350, aunque no hubo acuerdo en si la obra se realizó en unos pocos años o si se alargó en el tiempo.

Las puertas de la ciudad. En la plaza Nova aún sobreviven las dos torres de defensa que flanqueaban una de las puertas de entrada a Barcino. Foto: Ana Jiménez

El proceso que permitirá derribar los dos edificios ha sido largo y, de hecho, no ha concluido. El edificio situado en el número 16 es de propiedad municipal y está desocupado y tapiado desde hace años; los últimos vecinos del inmueble del número 14 —un edificio construido en 1890, de cuatro plantas, con nueve pisos y dos locales—, abandonaron sus viviendas a finales de 2011 sin conseguir que el Ayuntamiento los reubicara. Por su parte, los propietarios están a la espera de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que ha de resolver el justiprecio, al no ponerse de acuerdo con el valor del inmueble con el Ayuntamiento. Ellos pedían 3,5 millones, pero el Consistorio lo valoró en mucho menos. “Está siendo un vía crucis. El Ayuntamiento asegura que el precio es el mínimo porque estamos en una zona marginal y, por tanto, el valor también es marginal. Hasta ahora han abonado el 30% del valor que les da permiso a expropiar”, asegura Bautista Sotelo, el abogado que defiende los intereses de los propietarios. Según Sotelo, en cinco meses el asunto estará solucionado.

 

La eliminación de los edificios también permitirá completar el hotel de lujo que construye Rafael Moneo para la promotora Lakitània y que está reformando en el palacio situado en el número 7 de la calle Lledó, justo en la parte interior del mismo tramo de la muralla. Cuando se aprobaron las obras en 2008 se impuso que sería respetando todos los elementos de interés que había en el edificio, como una galería gótica en el piso superior, un gran patio con columnas del siglo XVII y, sobre todo, la muralla a la que se adosaba y una de sus torres, que conserva, además, la única puerta de acceso al paso de ronda y está decorada con pinturas medievales.

 

Al estar catalogada la muralla como Bien Cultural de Interés Nacional el proyecto, que construirá una de sus suites de lujo en la torre, se condicionó a que el acceso a la muralla fuera público, algo que ayer corroboró Ciurana.

 

El anuncio del nuevo tramo que se recuperará se produce tras la apertura en marzo al público de otros 17 metros del lienzo de muralla, tras la ampliación del centro cívico del Pati Llimona. La ciudad romana de Barcelona, con las 78 torres que se construyeron a partir del siglo III, según la nueva cronología, era conocida por los viajeros como la “ciudad coronada”. Tras las próximas actuaciones serán visibles la mitad.

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