Vía:Diario de Jaén | 4 de enero de 2011

Desde el próximo día 9 de enero hasta el 3 de marzo, la Universidad de Jaén llevará a cabo su cuarta campaña de excavación en la necrópolis de los nobles de Asuán (Egipto), bajo la dirección del profesor del Área de Historia Antigua, Alejandro Jiménez Serrano.

 

Este año la campaña se desarrollará, según informa la UJA en un comunicado, durante siete semanas y en ella participarán diecisiete investigadores, la mayor parte de ellos de la Universidad de Jaén.

Según explica el director de las excavaciones, las convulsiones políticas que ha sufrido Egipto durante el último año han hecho peligrar la presencia de los investigadores de la Universidad de Jaén, pero el nuevo clima democrático permite augurar una situación estable y supone un compromiso de la institución jiennense en la defensa y conservación del patrimonio egipcio.

En este sentido, Alejandro Jiménez afirma que, de hecho, el proyecto de la Universidad de Jaén es uno de los más importantes que desarrolla España en el país de los faraones, tal y como lo demuestra el hecho de tratarse de un proyecto de I+D+i Nacional, contar con las subvenciones de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y la colaboración desinteresada de empresas e instituciones privadas, entre las que destaca la Fundación Qubbet el-Hawa.

Este año, aparte de continuar con los trabajos de excavación y conservación, el equipo de la Universidad de Jaén va a experimentar una nueva tecnología en 3D, gracias a la desinteresada colaboración del Estudio de Ingeniería Jesús de la Torre, que ha provisto al proyecto con un escáner de última generación. Esta nueva tecnología se va a utilizar en la documentación de inscripciones jeroglíficas y de restos materiales hallados en la excavación, de tal forma que la Universidad de Jaén se situará en la vanguardia de la utilización de nuevas tecnologías aplicadas a las ciencias humanas.

El proyecto

Desde el año 2008, la Universidad de Jaén lleva a cabo un ambicioso proyecto de investigación en una de las necrópolis más importantes de Egipto. Allí, desde la VI Dinastía (2250 a. C.) se enterraron los más altos funcionarios de la provincia más meridional de Egipto. Dada la situación estratégica de la zona, sus responsabilidades en las relaciones con el Desierto Oriental, las rutas de comunicación con el Desierto Occidental y, sobre todo, los contactos con Nubia, permitieron a estos nobles jugar en muchos momentos papeles decisivos en las relaciones internacionales y comerciales de Egipto. Además, la zona era rica en afloramientos de diversas rocas de gran calidad que eran demandadas por la corte para la realización de estatuas y otras construcciones, por lo que también se encargaron de gestionar el avituallamiento de las expediciones y de los canteros.

Por lo que conoce el equipo de la UJA hasta el momento, según explica Alejandro Jiménez, la necrópolis fue utilizada ininterrumpidamente desde la VI Dinastía hasta finales de la XII Dinastía (1800 a. C.), si bien hay tumbas y enterramientos de periodos posteriores. Qubbet el-Hawa destaca sobre todo por la cantidad y calidad de las biografías de los personajes enterrados. Cualquier visitante puede encontrarse con los textos inscritos en las tumbas de Herjuf, Pepi-Najt Heqa-ib I, Sabni I, Sabni II, Sarenput I y Sarenput II, sólo por citar algunos de los más conocidos.

Los trabajos de investigación del proyecto Qubbet el-Hawa se han centrado por el momento en tres tumbas: nº 33, nº34 y nº 34h. En las dos primeras, se están llevando labores de excavación arqueológica, mientras que la última está siendo consolidada antes de ser restaurada.

Las tumbas nº 33 y 34 datan de la segunda mitad de la XII Dinastía. En 2009 se pudo determinar que el hipogeo nº 33 en realidad estaba precedido por el mayor complejo funerario exterior por el momento localizado en la necrópolis. Dentro del recinto, fue construida la tumba 34, lo que quizá pueda interpretarse como una relación de parentesco entre aquellos enterrados en la misma zona. En este sentido, el director de las excavaciones espera que futuros hallazgos puedan confirmar esta hipótesis, porque “lamentablemente, por el momento no se ha podido determinar quiénes eran los ocupantes de algunas tumbas, en el caso de la 34, debido seguramente a la acción de los saqueadores en la antigüedad y a las posteriores excavaciones llevadas a cabo desde finales del siglo XIX”.

Sin embargo, la tumba 33 augura mejores resultados, ya que todavía no se ha llegado a los niveles del Reino Medio. Y es que después de tres campañas de excavación, dos de ellas en el interior del hipogeo, sólo se han retirado los niveles posteriores al Reino Medio. Por lo que se ha podido comprobar hasta el momento, poco después de que se enterrara el noble que mandó construir la tumba nº 33, el interior de la sepultura fue invadida por una lengua de tierra que cubrió todo el interior. Sobre esa superficie de arena, durante el reinado de Tutmosis III (1450 a. C.) fueron depositados un gran número de cadáveres, algunos de ellos guardados en ataúdes de madera. Unos quinientos años más tarde, fueron enterrados aún más individuos. Finalmente, en el siglo VI a. C., se introdujeron los últimos cuerpos, algunos de ellos en sarcófagos de arenisca. Es muy posible que poco después entrasen en la tumba saqueadores que destrozaron todos los enterramientos y terminaron quemando los restos orgánicos. El incendio tuvo que provocar tan altas temperaturas en el interior que el nicho que preside la cámara de culto y que, originalmente, tenía una decoración esbozada sobre el yeso, se destruyó casi en su totalidad.

Alejandro Jiménez comenta que los saqueadores pasaron por alto algunas cámaras del interior que proporcionarán una gran información al equipo investigador y que por el momento no se pueden detallar hasta que las autoridades egipcias lo permitan. “Sin embargo, continúa la incógnita de quién fue el personaje que construyó la tumba. Lo único que se tiene claro es que vivió en una época muy cercana al gobernador Sarenput II. Uno de los objetivos para la campaña de este año es solucionar esta incógnita”, declara el profesor del Área de Historia Antigua de la UJA.

Una de las herramientas básicas para conocer quiénes fueron las personas enterradas en el complejo funerario de las tumbas 33 y 34 será la excavación de una cámara intacta hallada en el exterior de la tumba 34 durante la campaña de 2009 y de la que por el momento sólo se sabe que estuvo ocupada por un tal Sarenput (diferente a los ya conocidos). El ataúd, originalmente una obra maestra, está en muy malas condiciones debido a la termita, por lo que la labor de las restauradoras será esencial para evitar mayores pérdidas que información. En la tumba 33 se espera llegar a los niveles más antiguos (Dinastía XII), y sobre todo, acceder al pozo de más de diez metros de profundidad que fue inspeccionado con video en 2008 y donde originalmente pudo estar enterrado el noble que ordenó construir la tumba. En la tumba QH34h, en la que fue enterrado Khunes (finales del reinado de Pepy II, 2150 a. C.), se continuarán los trabajos de consolidación en la parte superior de los pilares y en el techo.

Los trabajos arqueológicos del equipo de investigadores de la Universidad de Jaén en Egipto podrán consultarse diariamente en Internet en la dirección web del proyecto www.qubbetelhawa.es.

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