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Foto: Los restos dejan ver la cara y el torso de un joven./ E. C.
La pintura, que decoraba una estancia de la domus, es la de una figura humana.
«El Chao Samartín es insólito en muchos aspectos». Con estas palabras, Ángel Villa, director del Plan Arqueológico del Parque Histórico del Navia, restaba importancia a un descubrimiento inédito en Asturias sobre el que, no obstante, habló con orgullo y satisfacción. El hallazgo del primer retrato de época romana que se halla en un asentamiento castreño representa un gran hito de la arqueología de la región.
Vía: I. GÓMEZ| GRANDAS DE SALIME, El Comercio Digital.com, 30 de agosto de 2008
Sin embargo, «no ha sido una gran sorpresa», aseguró el experto: «Nuestro trabajo es muy lento, muy cuidadoso, requiere mucho tiempo y mucha paciencia, y en ese proceso, hemos ido encontrando piezas que dejaban entrever la pieza, por lo que la sorpresa queda anulada», dijo. Además, según anotó, «estamos encontrando piezas de otras figuras humanas, aunque no están tan formadas y no son tan expresivas como ésta».
Y es que, según precisó Villa, la pintura, datada en el siglo I después de Cristo, fue encontrada «en una estancia de la domus, que se abre a un patio columnado, que apenas está investigada».
La misma deja ver con claridad la cara y el torso de un joven que sostiene una liebre. La pintura, a falta de profundizar en los trabajos de excavación que se desarrollan a lo largo del verano, formaba parte «de un programa ornamental que se instaló en la domus», el principal icono del conocido yacimiento del concejo de Grandas de Salime.
Mitología o alegoría
En cuanto a las dimensiones de la pieza encontrada, Villa indicó que «es completamente prematuro aventurarlo». No obstante, dado el elevado número de fragmentos que se han localizado -«cientos», según indicó-, y la longitud de los rasgos que pueden apreciarse, sí se atrevió a anticipar que «es el retrato de un cuerpo entero».
Foto: El hallazgo ha tenido lugar este mes, durante la campaña de excavaciones. / E. C.
Aunque se desconoce por completo quién es la persona que fue plasmada sobre la pared de la estancia romana: «En esta época era tan habitual que se retrataran figuras mitológicas o alegóricas, como una figura real», explicó el experto.
En cuanto a la técnica empleada para su confección, Villa explicó que no representa ningún avance notable pues «quienes desarrollaban los ornamentos de casas de este tipo, procedían de las capitales de provincia o, puede ser, que de la propia península itálica. En todo caso, seguían patrones predeterminados».
Además de la elevada fragmentación que muestra la pintura, Villa indicó que «está en un estado de conservación bastante deficiente». Sin embargo, «es posible restaurarla» para reproducir y exponer el descubrimiento: «Cuando el restaurador está con los arqueólogos a pie de obra se hace mejor, y en eso estamos», indicó Villa.
Lenta restauración
No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer, también lento y minucioso. La labor de restauración que acometerá Olga Gago arranca de un punto de partida idóneo: «Cuando tenemos un buen registro de campo es más fácil unir las piezas, porque en principio los restos que se encuentran en ubicaciones más próximas, forman parte de un mismo panel».
El resto, depende de «tener un espacio suficiente para limpiarlas, estudiarlas y consolidarlas y, después, pegarlas. Pero todo ello, y dado que en este caso son muchos elementos, requiere mucho tiempo y mucha paciencia», recalcó Ángel Villa, que dirige las excavaciones de este yacimiento desde el año 1995.
Las excavaciones del castro de Grandas de Salime, original del año 800 antes de Cristo, se realizan de forma continuada desde 1990. No obstante, el director del Plan Arqueológico del Parque Histórico del Navia aseguró que «aún queda mucho por exhumar», por lo que no descarta nuevos hallazgos sorprendentes.
(2) Roma en medio del castro
El patio de columnas en el Chao Samartín convierte al yacimiento en único en España. La estancia porticada contiene ocho basas de granito rodeadas de un corredor.
Vía: Eduardo García, Grandas de Salime | La Nueva España.es, 1 de septiembre de 2008
La última campaña de excavaciones arqueológicas en el Chao Samartín (Grandas de Salime), que finalizó el pasado viernes, ha definido y consolidado un descubrimiento «sin parangón» en los castros asturianos: el patio romano de columnas, una referencia a la arquitectura clásica en pleno ambiente castreño que pudo tener vigencia hasta finales del siglo I de nuestra era y que demuestra el carácter de capitalidad que llegó a tener este asentamiento, convertido ya, según muchos, en el castro con mayor potencialidad arqueológica de España.
Se trata del corazón de la domus, toda una casa del poder en el castro. Los arqueólogos han sacado a la luz un total de ocho columnas de un granito quizá llegado de la zona de Boal o de canteras de Galicia; una estancia porticada que serviría para recibir a los visitantes y para despachar asuntos, y que además permitía nutrir de luz y ventilación a toda la casa. El patio conectaba directamente con la entrada a la domus.
En medio de los basamentos de las columnas, rodeados de un corredor a modo de claustro, el director técnico de las excavaciones, Rubén Montes, asegura que «hace tan sólo cinco años esto era un ambiente impensable».
La domus, cuya planta estaba ya identificada en anteriores campañas, no deja de deparar sorpresas, aunque no es ni con mucho la mejor «despensa» de materiales del castro. «A finales del siglo I la domus no se reutiliza, sino que se expolia, todo lo utilizable se usa», explica el arqueólogo Ángel Villa, director del plan arqueológico del Navia-Eo. De hecho se sospecha que en algún momento de la Edad Media la antigua casa del señor romano fue reconvertida en centro religioso cristiano. Una sospecha en la que tienen mucho que ver las tumbas -algunas infantiles- de los siglos IX y X halladas en las inmediaciones.
La historia se superpone y configura en el Chao Samartín un lugar mágico. El poder romano se asienta aquí no por casualidad. Villa está convencido de que «este castro ya venía desempeñando un papel de capitalidad en su entorno». Lo que hace Roma es añadir poder a las estructuras de poder. El Imperio logra en muy poco tiempo una eficacia administrativa asombrosa. Finalizada la conquista militar, Roma se asienta, crea su mapa fiscal y patrocina una aristocracia local que le va a servir de intermediaria a la hora de la recaudación y que está plenamente consolidada a finales del siglo primero.
Es probable -aunque aquí entramos en el terreno de las conjeturas- que el primer inquilino y promotor de la domus del Chao Samartín fuera un administrador romano, que con el paso de las décadas dejaría paso a un recaudador local. Los arqueólogos han constatado una fase inicial de construcción de la domus con trabajo muy fino, y otras posteriores de retoques más gruesos. En cierto modo es ley de vida.
Las estancias que se abren al patio porticado tenían una profusa decoración mural en sus paredes. Miles de pequeños fragmentos policromados cubren las mesas de los laboratorios de la excavación a la espera de formar parte de un puzle de enorme complejidad. Algunos de los paneles podrían ser recuperados y recompuestos algún día.
Técnica clásica donde las haya. Se trata de frescos sobre mortero, cuyo último enlucido es finísimo. Es entonces cuando se aplica el fondo de color y, sobre él, la decoración geométrica y las figuras. Cuando observamos algunos de los fragmentos se ven con claridad las incisiones con compás que los artesanos realizaban como guía para las pinturas posteriores.
La arqueóloga Susana Hevia rescata de una de las cajas en el laboratorio del equipo en Grandas de Salime una pequeña pieza, ya catalogada, cuya perfección pone la piel de gallina. Es precisamente un compás de bronce del siglo I, época de Claudio, que podríamos usar veinte siglos más tarde. Apenas quince centímetros de perfecta simetría.
En la llanura sobre la que se asienta el Chao Samartín, en Grandas de Salime, una pertinaz neblina cubría el pasado viernes prados y caminos. Es una neblina habitual, que probablemente no era tan frecuente cuando el poblado castreño estaba en su apogeo al comienzo de nuestra era. La niebla de la mañana viene de la mano del cercano embalse, producto de la modernidad.
Era el último día de la campaña y hasta el Chao Samartín subió Pepe Naveiras, Pepe el Ferreiru, alma del Museo Etnográfico de Grandas de Salime (22.000 visitantes anuales, ojo al dato). Se han cumplido treinta años desde que Pepe el Ferreiru comenzó a excavar, ayudado por útiles caseros, en una finca de la familia de Manuel Barcia. Bajo aquel prao se escondía un monumento y una historia épica, la de un pueblo cuyo asentamiento primitivo fortificado está probado en el año 800 a. C. y que fue abandonado a raíz del terremoto que asoló el castro entre el año 160 y el 170 de nuestra era.
En una de las vitrinas del fantástico museo del Chao Samartín se expone un pequeño recipiente de cerámica con la imagen de un león estampada en su superficie. Fue una de las primeras piezas rescatadas del olvido y el subsuelo por Naveiras y quienes le ayudaron. Pepe el Ferreiru observa el trabajo de los jóvenes arqueólogos en el Chao Samartín.
«Hacía ya algún tiempo que no pasaba por aquí. Esto es impresionante, increíble», recita casi para sí. «Esto es acojonante».
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