El Museo Arqueológico Nacional salta del siglo XIX al XXI

"Hemos traído de golpe una institución del siglo XIX al siglo XX". Con estas palabras ha resumido el director del Museo Arqueológico Nacional (MAN), Andrés Carretero, la renovación integral que ha sufrido este espacio museístico tras unas obras que han durado seis años y que lo han mantenidocerrado al público los últimos dos años y medio. Sus puertas volverán a abrirse a los visitantes el próximo martes 1 de abril, tras su inauguración oficial el lunes por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y lo harán de forma gratuita hasta el día 20.

Fuente: Laura G. Torres | RTVE.es, 27 de marzo de 2014

Una inversión de 65,2 millones de euros para aumentar un 13% su superficie útil y pasar de los 19.280 metros cuadrados a los 23.303, de los que aproximadamente10.000 metros cuadrados corresponden a sus 40 salas expositivas -se ha ganado un 30,2% de espacio expositivo- en las que se muestran alrededor de 13.000 piezas arqueológicas restauradas casi en su totalidad.

Estas son algunas de las cifras que se han dado en la presentación a la prensa del renovado MAN, pospuesta dos días por el luto tras la muerte de Adolfo Suárez, a la que ha asistido el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, quien no ha dudado en afirmar, "sin arrogancia", que esta actuación lo sitúa "entre los más importantes museos arqueológicos de Europa", asimilándola a las intervenciones del Museo de la Acrópolis de Atenas o del Neues Museum de Berlín.

Foto: Museografía. Sala de Prehistoria. MIKA CARTIER

Wert, que ha considerado la inversión "ajustada" teniendo en cuenta lo conseguido y en comparación con la realizada en esos otros museos europeos, ha presentado la remodelación como una "prueba de la continuidad institucional" -comenzó a planificarse hace 15 años- y se ha mostrado convencido de que este "museo nuevo" es ahora "más atractivo, acogedor, interesante, accesible y visitable".

Un lavado de cara de dos siglos

Inaugurado en 1867, en estos casi 150 años, al Arqueológico Nacional solo se le habían hecho "apaños", el último de ellos en los años 60, ha explicado Carretero, que ha insistido en que la envergadura de esta remodelación ha transportado a un museo decimonónico "a la actualidad por completo" y se ha renovado "desde los cimientos a la techumbre", literalmente. No obstante, esa actualización se ha hecho también con un "planteamiento reposado" y "sin experimentar con juegos y colores" para que dure al menos 25 años, ha aclarado su director.

El "museo de la historia de España", como lo han definido Wert y Carretero, también harenovado y actualizado su discurso museográfico para hacerlo más didáctico, de forma que el usuario elija el nivel de complejidad en el que quiere sumergirse, desde lo más básico a lo más erudito.

Foto: Sala de Egipto. El Nilo. Luis Asín

Aunque es necesario que un museo arqueológico tenga "texto" para explicar el significado de sus objetos -"por mucho que te esfuerces en mirar, una piedra no te dice nada", ha expresado plásticamente el director del MAN-, tampoco se quería que el usuario encontrase "una Biblia al lado". Así, explica, se ha conseguido que el visitante primero "vea los objetos", luego pase a unas "ilustraciones complementarias", en un tercer nivel contemple los mapas que muestran la distribución geográfica del objeto, a continuación vea un audiovisual y, "solo si le interesa mucho, en un quinto nivel, encuentre el texto". 

Otro de los ejes fundamentales de la reforma, ha sido la accesibilidad para adaptarlo a todas las personas con necesidades especiales.

De los primeros homínidos a Isabel II

Las 13.000 piezas que exhibe ahora el Museo Arqueológico Nacional -2.000 menos que antes, pero sin dejar de representar ningún momento histórico- muestran "la historia de los pueblos que han habitado en el territorio de lo que hoy es Españahistóricamente", con objetos que van desde los primeros homínidos al reinado de Isabel II, pues el recorrido acaba en 1867 con la creación del museo, ha explicado su director.

El MAN, en sus 40 salas, vuelve a mostrar al público todos sus tesoros de la Prehistoria -de yacimientos como Los Millares o El Argar-, la Protohistoria -con la dama de Elchecomo protagonista absoluta-, la Hispania romana -piezas de Mérida, Medina Sidonia...-, la antigüedad tardía y la época medieval -el visigodo Tesoro de Guarrazar-, y la Edad Moderna, además de su importante colección numismática y medallística.

Foto: Museografía. Hispania Romana. DR. SOMBRA

También están representadas otras civilizaciones, como la egipcia o la griega,aunque existe un "desequilibrio" en las colecciones que obedece a la tradición coleccionista. Así, la colección de cerámica griega es probablemente la segunda mejor del mundo porque se coleccionó por la familia real durante 200 años, mientras que otras culturas mediterráneas están representadas desde el punto de vista del trabajo de los arqueólogos españoles en el extranjero.

A la colección permanente habrá que sumar las temporales que acoja el nuevo espacio de casi 700 metros cuadrados dedicado a este efecto y que se inaugurará, "pronto" pero en una fecha aun por confirmar, con el tesoro de la fragata "Nuestra Señora de las Mercedes", extraído por la empresa cazatesoros Odyssey y que desde que España logró recuperarlo se exhibe en Cartagena.

Pero eso será próximamente. Mientras, hay tres kilómetros de recorrido expositivo que redescubrir en el nuevo Museo Arqueológico Nacional.

Visitas: 1350

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el marzo 29, 2014 a las 5:49pm

Vídeo: El Museo Arqueológico Nacional reaparece renovado

Comentario por enrique pradenas zuñiga el marzo 30, 2014 a las 2:36pm

Interesante y excepcional video del Museo Arqueologico Nacional,mis felicitaciones por este excelente video y por el trabajo que hay en ello..........

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 1, 2014 a las 12:46am

Rajoy inaugura el Museo Arqueológico, el que

"mejor representa la historia de España"

Fuente: Qué.es | 31 de marzo de 2014

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha inaugurado el Museo Arqueológico Nacional (MAN), que este martes abre sus puertas al público general tras haber permanecido en obras durante los seis años, tiempo en el que ha sido sometido a una gran reforma que ha afectado tanto a su morfología como a su recorrido expositivo.

 

En su discurso, el presidente ha destacado que este es "el museo que mejor representa la historia de España", una institución pública que tiene por objeto "ofrecer a la sociedad una interpretación rigurosa atractiva y critica del pasado".

 

En palabras de Rajoy,  este museo realiza una "interpretación de la cultura material" que perteneció a los distintos pueblos de la actual España y del ámbito mediterráneo desde la antigüedad hasta épocas recientes en "una síntesis compleja y dinámica" de la historia.

 

"Los bienes arqueológicos de los diferentes yacimientos y monumentos que han jalonado el territorio español construyen lentamente el relato de nuestra historia hasta completar una narración fascinante de lo que fuimos, de los que somos, y servir de ejemplo de lo que juntos podemos alcanzar", ha subrayado el presidente del Gobierno.

 

Asimismo, ha recalcado que este museo es "el lugar de Iberia, Hispania, España, de sus mitos de sus ritos y de sus creencias" y sus colecciones representan "un lugar común donde reencontrarnos con nuestro pasado, museo donde todos nos vemos reflejados en el espejo de nuestra historia".

 

MÁS ESPACIO PARA VISITANTES

 

Las obras han incluido la rehabilitación del edificio desde sus cimientos hasta la cubierta y la ampliación de las áreas públicas, que permitirá a los visitantes tener una mejor visión de las piezas que componen la colección del museo, en el que además podrán tener lugar más actividades.

 

Entre las mejoras destaca el nuevo acceso, que elimina barreras arquitectónicas y facilita la creación de un amplio espacio de acogida, que ha multiplicado por cinco su superficie.

 

Además, también se ha llevado a cabo la recuperación de las cubiertas acristaladas de los patios que facilitan la circulación y agrandan el espacio expositivo, la mejora de los núcleos de comunicación, el aprovechamiento de la planta bajo cubierta para servicios internos y biblioteca.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el abril 1, 2014 a las 1:08am

Nos colamos en el Museo Arqueológico Nacional

Fuente: revistavanityfair.es | Ianko López | 31 de marzo de 2014

El Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, acaba de ser inaugurado por todo lo alto con la presencia del presidente Rajoy. Pero, días antes, Ianko López se ha colado en una visita guiada por su director. Una reapertura esperada y con algunas sorpresas.

“Ven mañana a las 10 de la mañana”, me urge por teléfono la responsable de prensa del Museo Arqueológico Nacional, “el director ofrece una visita guiada a algunos corresponsales extranjeros y creo que a ti también te puede interesar”.

Yo también lo creo, desde luego. ¿Visitar el remodelado museo, que llevaba casi tres años cerrado, cuatro días antes de su reapertura y con el mejor guía imaginable? ¿Dónde hay que firmar? Así que me presento allí puntualmente, y compruebo que a estas alturas continúan los preparativos de última hora. Ya en la puerta no me recibe el responsable de prensa, ni los conservadores, sino algunos de los montadores y operarios que traen, llevan y colocan todo tipo de trastos aquí y allá.

Para resumir la primera impresión, diré que sorprende el torrente de luz natural que entra por los amplios vanos, la amplitud de los espacios y la extraña sensación entre orgánica y high-tech que transmite el uso continuo del travertino, la madera de Merbau y el metal gris mate. Me pregunto fugazmente por la vigencia que tendrán estos dos últimos materiales dentro de un par de décadas (siendo optimistas), para a continuación buscar allí el lugar que me corresponde, sea el que sea. Los atareados trabajadores me ayudan, de lo más solícitos. “¿La visita? Ah, sí, creo que es por ahí”: señalan un punto vago al fondo de la entrada, donde un puñado de personas con tarjetas identificativas colgando de sus cuellos parece estar esperando que ocurra algo importante. “Los corresponsales”, me digo. Y hábilmente me infiltro entre ellos, para averiguar que en efecto se trata de periodistas y expertos de países como Francia, Italia o Finlandia. Me propongo no abrir demasiado la boca para que no se note que yo de corresponsal extranjero, más bien poco (uno es políglota y tal, pero lo del acento delata bastante), y sonrío como hacen los demás en un alarde de mimetismo del que hasta yo me sorprendo.

Y en esto llega el director del Museo, Andrés Carretero. Digámoslo ya: es un tipo encantador, cada una de sus palabras tiene el peso de quien sabe perfectamente de lo que está hablando, y se esfuerza en que tú llegues a saberlo también. Un diez para este señor.


Foto: © Ianko López

Comenzamos la visita en una efectista sala oscura donde dos grandes paneles muestran todo tipo de imágenes móviles y fijas en un recorrido de varios milenios de historia, vamos, lo que es un mosaico audiovisual de toda la vida. Allí aprovecha el señor director para recitar la letanía de grandes cifras de la superproducción que estamos a punto de presenciar: seis años de obras, cuatro de ellos dedicados al edificio y otros tres, en parte solapados, al montaje de la exposición. Treinta empresas externas trabajando para ello a lo largo de todo el proceso. 23.000 metros cuadrados de superficie. Tres kilómetros de exposición, en cuarenta salas. Más de un millón de objetos en sus fondos, de los cuales se exponen unos 13.000. Un coste total de 65 millones de euros, de los cuales 36 corresponden a la obra, 18 al montaje y el resto a otros gastos como la restauración de las piezas.

El corresponsal finlandés interrumpe para apuntar que él ha visitado muchos museos arqueológicos en todo el mundo, pero que éste es el primero en el que ve que se exponga un tríptico flamenco del siglo XVI. Coincido con él en que eso revela una concepción algo amplia de la arqueología. Carretero recoge el guante con elegancia y apunta que posiblemente si estuviéramos ante una nueva institución el nombre que debería llevar es “Museo Histórico Nacional”. Pero había un legado, y ese legado conviene respetarlo. Damos por buena la explicación.

A lo largo del recorrido, compruebo que abundan los audiovisuales, la mayor parte de ellos infografías que huyen abiertamente del realismo. Parece haber una auténtica obsesión por que el visitante esté en todo momento en contexto, sin salirse de él ni por casualidad. La línea cronológica seguida es cartesiana (¿hegeliana?). El que se pierde es porque quiere. Detrás de esto subyace un objetivo último clarísimo: el salto de gigante desde un oscuro museo polarizado entre investigadores “duros” y lánguidas visitas escolares, al auténtico polo de atracción que el público en general (sobre todo el turista, ese oscuro objeto del deseo) tengan ganas de visitar.


Foto: © Ianko López

En el área de Prehistoria, sin duda la estrella es Lucy (porque así la han bautizado en el Museo), la reconstrucción del esqueleto de un homínido de unos tres o cuatro millones de años de antigüedad, que desde su urna de cristal nos observa con una chulesca postura de  cowboy. La segundona: unas urnas más allá, la Pelirroja, una neanderthal que data de cuando la depilación brasileña no estaba desde luego en la mente de nadie.

Pero, hablando de estrellas, después de atravesar estelas de piedra, ajuares funerarios (y los exquisitos toros de Costitx, unas cabezas de bronce por las que Picasso habría matado), llegamos hasta Ella. La Dama de Elche reina al fondo de una enorme galería que el visitante se ve empujado a atravesar a paso ligero, ignorando las joyas que se exhiben en los expositores a ambos lados (¡atención al Tesoro de Guarrazar y sus deslumbrantes coronas de oro!), e incluso a su compañera de sala, la Dama de Baza, que por tener tiene hasta un trono, y guarda restos de policromía. La de Elche no. Ella, uniformemente gris, con sus gigantescos rodetes proto-Leia Organa y sus ojos mayestáticamente entornados, parece decirnos: “aquí no vas a ver un busto como el mío, tesoro”Todo el mundo quiere fotografiarla. Y Carretero se presta a aparecer en las fotografías (a estas alturas nos queda claro que tiene la paciencia de un santo), y hasta pone cara de “esto va en mi puesto”.

La operación se repite en el patio de la estatuaria romana, donde los bustos marmóreos de los emperadores preceden a las regias representaciones sedentes de Tiberio y su madre, Livia (la reina de todas las matronas romanas, a la que Sian Philips convirtió en una de las villanas televisivas más impactantes de todos los tiempos en la setentera “Yo, Claudio”), elevados sobre el espectador de tal manera que casi dan ganas de ponerse de rodillas ante ellos. De todos modos, yo me quedo con los maravillosos mosaicos que les preceden: son de una exquisitez enloquecedora, y no puedo evitar el homenaje privado a los artesanos anónimos de cuyas manos (y cerebros) surgieron.

A partir de ahí, admito que en mi recuerdo las estatuas romanas, las copas griegas, los sarcófagos y máscaras funerarias egipcias, la arquitectura medieval e incluso una pequeña exposición sobre la moneda a lo largo de la Historia (atención: el viejo teléfono de monedas ya merece figurar expuesto en un Museo Arqueológico) conforman un todo compacto. “Es que para ver todo esto decentemente harían falta al menos dos visitas largas”, me tranquiliza Carretero, sin duda al percatarse de mi expresión de estar sobrepasado. “Pero ya volverás”.

Por cierto, que desde el 1 de abril (día de la apertura al público) hasta el 20 del mismo mes, la entrada será gratuita para todo el mundo. Los que no quieran aglomeraciones pueden esperar hasta que pase este plazo. El precio de la entrada general será de tres euros (vamos, un chiste comparado, no sé, con el Prado o el Guggenheim), pero además la lista de colectivos a los que no se cobrará entrada forma una letanía interminable: jóvenes, jubilados, estudiantes, parados, profesores, familias numerosas, guías de turismo, discapacitados y acompañantes… “Vamos, que prácticamente habrá que proponérselo para tener que poner un solo euro”, sonríe Carretero.

Pues sí, volveré. Y sé que lo haré acompañado.

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