Red social de Arqueologos e Historiadores
Ayer miércoles, dia 21 de abril, nos desayunábamos con la espectacular noticia (véase más abajo) de que se habían localizado en un búnker del yacimiento arqueológico castreño de la Campa Torres (Gijón) nada menos que 20.000 objetos (de los que, por lo visto, nada se sabía hasta ahora) producto de las excavaciones que habían llevado a cabo en los años 80 y 90 los arqueólogos José Luis Maya (ya fallecido) y Francisco Cuesta. Para más inri, resulta que el re-descubrimiento (si cabe hablar así) de estos vestigios fue en la primavera de 2009, es decir, hace prácticamente un año, y nada se había dicho al público sobre tan curioso y sorprendente acontecimiento.
Algo realmente insólito y escandaloso. Uno siempre se había preguntado por qué era tan escaso el material ofrecido en el museo situado en la Campa Torres. Cuando se preguntaba por ello al personal del museo, nadie sabía responder qué había ocurrido con los materiales hallados (si es que se habían hallado) tras las excavaciones realizadas. Al final, uno suponía que se encontrarían guardados y en fase de estudio, o que serían depositados en el Museo Arqueológico de Asturias, el cual llevamos años y paños esperando a su definitiva reapertura.
Lo sorprendente es que los responsables de la excavación (José Luis Maya y Francisco Cuesta) nada comunicaron en su día sobre el depósito del material excavado, y ninguna autoridad, municipal y autonómica, siguió el control del asunto. O sea, escándalo sobre escándalo, máxime cuando, además, nos enteramos por la prensa de que "las excavaciones de la Campa fueron paralizadas en 1996 por Cultura tras evaluar un informe técnico que revelaba graves incorrecciones en la forma de desarrollar el trabajo, denunciadas por la Junta de Excavaciones".
¿Por qué no se controló, a partir de ahí, por parte de las autoridades, el fruto de las excavaciones realizadas? Es un misterio que lógicamente deberá exigirse que se aclare.
Encima, no parece nada seguro que el material recuperado cuente con una debida clasificación, catalogación y contextualización arqueológica (aunque desde instancias municipales y autonómicas se comunica que sí), lo que añade un factor de preocupación e indignación en medio del escándalo.
En fin, paso, sin más a exponerles las noticias para que cada cual saque sus propias conclusiones:
Aspecto que presentaba el depósito cuando fue encontrado.
Halladas en el búnker de la Campa Torres más de 20.000 piezas de las excavaciones
El ex director del yacimiento y actual responsable del Museo de Grandas atribuye a la gerencia del parque el mal estado del material encontrado
Vía: LNE / M. S. MARQUÉS / 21 de abril de 2010
El grueso de los materiales procedentes de las excavaciones de la Campa Torres de Gijón, un conjunto de más de veinte mil piezas, entre las que se encuentran bronces, cerámicas y otros elementos exhumados de las construcciones castreñas, fue localizado hace unos meses en una especie de zulo clausurado en la zona del antiguo búnker del actual museo.
El paradero de una parte importante de la colección procedente de las excavaciones de la Campa era una de las incógnitas más comentadas del mundo de la arqueología asturiana, si bien nunca se cursó denuncia alguna que pudiera arrojar pistas sobre su localización.
Las excavaciones del yacimiento castreño de la Campa, dirigidas por el fallecido José Luis Maya y por Francisco Cuesta, actual director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, se iniciaron a mediados de los años ochenta para finalizar a finales de los noventa. En ese tiempo ambos firmaron diferentes artículos dando a conocer la tipología del yacimiento. En alguno de ellos se hace el estudio de piezas cuyo paradero se desconoce aún hoy, como es el caso de las ánforas.
Foto: José Luis Maya, izquierda, y Francisco Cuesta, en la Campa Torres.
Francisco Cuesta niega cualquier responsabilidad sobre lo sucedido, aludiendo a los más de diez años que lleva sin pisar la Campa Torres. «Hace mucho que no voy por allí, casi milenios, por tanto no sé qué se hizo con los materiales que depositamos en una especie de almacén. Estaban en perfecto estado y recogidos en bolsas y cajas», declaró a LA NUEVA ESPAÑA.
A Cuesta no le sorprendió el hallazgo porque «sabía que estaban allí», lo que el arqueólogo dice desconocer es el estado en que se encontraron, responsabilidad que atribuye a la actual directora de Museos del Ayuntamiento de Gijón, Paloma García.
Los cientos de cajas con las piezas de la Campa se localizaron tras descubrir una puerta que se encontraba oculta tras un armario. Una vez abierta, la escena que ofrecía no era la propia de un depósito arqueológico, sino más bien cientos de cajas apiladas y revueltas que llenaban la totalidad del espacio. La humedad y el abandono hicieron el resto, pudriendo etiquetas y deshaciendo paquetes, con el consiguiente perjuicio para la clasificación y contextualización de los materiales.
Paloma García, que lleva la gestión del parque de la Campa Torres desde el año 2000, desconocía el paradero de las piezas. «Me ocupo del parque, pero los responsables de los materiales procedentes de una excavación son los arqueólogos que la dirigen, así lo recoge la ley de Patrimonio». «Ellos son los responsables hasta que hacen la entrega y en este caso ni el Ayuntamiento de Gijón ni la Consejería de Cultura tenían constancia de su entrega».
Foto: Las cajas tal como se encontraron en el zulo hace pocos meses.
La responsable del parque afirma que los arqueólogos no dieron parte oficial del depósito a ninguna institución, como era su obligación. Paloma García asegura que el Ayuntamiento de Gijón es especialmente cuidadoso con las colecciones arqueológicas, de las que siempre se hace un inventario para después, en la mayoría de los casos, hacer un seguro a las piezas. Pone como ejemplo las procedentes de las excavaciones de la fábrica de salazones, de Veranes o Cimadevilla, yacimientos cuyas colecciones se custodian en las mejores condiciones, tras ser depositadas por los responsables de la excavación.
Las piezas ahora localizadas son de vital importancia para situar cronológicamente el yacimiento, aunque la falta de clasificación las descontextualiza e impide saber su localización estratigráfica. Las excavaciones de la Campa fueron paralizadas en 1996 por Cultura tras evaluar un informe técnico que revelaba graves incorrecciones en la forma de desarrollar el trabajo, denunciadas por la Junta de Excavaciones.
Muralla del Castro de la Campa Torres (Foto: G.C.C.)
Un yacimiento polémico con dataciones cuestionadas desde su origen
Vía: LNE / M.S.M / 21 de abril de 2010
El yacimiento castreño de la Campa Torres no consigue alejar la polémica de su historia. Las conclusiones cronológicas del yacimiento hace tiempo que están en entredicho al mostrar su desacuerdo con las mismas muchos expertos que no consideran acertadas las dataciones realizadas por los investigadores para la muralla de módulos.
En más de una publicación se cuestiona la metodología desarrollada por el tándem Maya-Cuesta, a los que se atribuye una errónea interpretación de los datos, lo que va a originar una falta de fiabilidad en las conclusiones para la muralla y las cabañas adjuntas.
Algunos expertos han indicado que aunque subsisten dudas sobre el procedimiento empleado en sus intervenciones arqueológicas, no cabe duda de la existencia de un importante horizonte prerromano en el yacimiento. En lo que ya no están tan de acuerdo es en que el origen de la muralla se pueda situar entre los siglos VI y V como hacen los autores de la excavación. Para buena parte de la profesión esas fechas están retrasadas al menos tres siglos, y niegan que se pueda hablar de Primera Edad del Hierro para situarla en el tiempo.
Para Maya y Cuesta, la edificación de la muralla debe asignarse al citado período de tiempo, propuesta que no es aceptable para otros investigadores, que se basan en los resultados de yacimientos como los castros de Moriyón, Castillo de San Martín y el Chao Samartín, donde la estratificación y las fechas radiocarbónicas no permiten remontar su construcción más allá del siglo IV a. de Cristo.
A la, para algunos, errónea atribución de la muralla de módulos se unen también críticas que hablan de «escasa finura del trabajo técnico, tergiversación de la estratigrafía y descuido en la documentación». En resumidas cuentas, un rosario de irregularidades que cuestionan un trabajo de más de una década que supuso una importante inversión económica.
A pesar de que suscriben una interpretación de fechas equivocada, los arqueólogos defienden la importancia de la Campa Torres porque se trata del único yacimiento asturiano de época prerromana que cuenta con materiales de importación. En Gijón se localizaron sigilata itálica, vasijas ibéricas, ánforas grecoitálicas y materiales púnicos, entre otros. Está presencia de bienes llegados de otras zonas indica la existencia de una relación comercial prerromana, y estos vestigios son los únicos de toda Asturias.
Hablando de vestigios, a los críticos con la actuación de Maya y Cuesta no les pasa por alto la escasez de materiales ofertados por un yacimiento en el que se excavó durante más de una década una superficie de varios miles de metros cuadrados. Atribuyen la escasez a que no se documentaron bien las ocho únicas casas exhumadas en un recinto donde hubo una ocupación de más de ocho siglos.
El PP pide al PSOE responsabilidades por el hallazgo de la Campa Torres
Según Pecharromán "se han perdido el grueso de los materiales procedentes de las excavaciones que se hicieron hace más de 20 años y nadie ha dicho nada"
Vía: LNE / 21 de abril de 2010
El Partido Popular de Gijón pedirá al PSOE que asuma responsabilidades políticas y legales por el hallazgo de 20.000 piezas de las excavaciones en un búnker de la Campa Torres. Así, el concejal del PP, Manuel Pecharromán, pedirá explicaciones sobre el hallazgo al concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Gijón, Justo Vilabrille.
Según dijo hoy Pecharromán en declaraciones a Europa Press, los populares pedirán la comparecencia urgente de Vilabrille para que aclare una asunto que "deberían afrontar tanto Ayuntamiento como Consejería, actual y de la época".
"Se han perdido el grueso de los materiales procedentes de las excavaciones de la Campa Torres, que se hicieron hace más de 20 años y nadie ha dicho nada. Es cuanto menos escandaloso", añadió el concejal, que aseguró que las piezas abandonadas se encontraron hace unos meses y "ni siquiera entonces se informó de ello".
Asimismo, Pecharromán recordó que Asturias tienen una Ley de Patrimonio Cultural que se aprobada en 2001, que obliga a las administraciones a velar por el patrimonio arqueológico. Obligación que para el concejal no se está cumpliendo.
Con el fin de "aclarar" el hallazgo y establecer las responsabilidades correspondientes, el PP preguntará en el Pleno de Participación Ciudadana, Políticas Integrales, Vivienda y Deportes, desde cuándo tiene conocimiento el Ayuntamiento de la desaparición de materiales procedentes de las excavaciones de la Campa de Torres, así como qué personas conocían esta situación.
También abordarán la existencia de una relación documentada o inventario de esas piezas arqueológicas, cuál es su contenido y relevancia, y quién o quiénes realizaron esa relación o inventario. Además de cuáles han sido los materiales desaparecidos, y de cuáles se desconoce aún su ubicación.
Los populares también mostrarán su interés sobre a quién se notificó el descubrimiento y por qué no se informó a los concejales del Grupo Popular, a los medios de comunicación y a la ciudadanía. Asimismo, pedirán que se aclaren las acciones que va a emprender el gobierno municipal para aclarar lo sucedido en relación con estas piezas y las responsabilidades personales que en su caso se pudieran derivar.
El Partido Popular en la Junta General del Principado también presentará preguntas para que la Consejería de Cultura explique lo ocurrido, según adelantó Pecharromán.
Los arqueólogos ven «ocultación y dejación» en el abandono de piezas en la Campa Torres
La falta de registro supondrá la imposibilidad de conocer la evolución del poblado que se desarrolló en la zona durante más de ocho siglos
Vía: LNE / M. S. Marqués / 22 de abril de 2010
La noticia del hallazgo de más de veinte mil piezas arqueológicas abandonadas en un zulo del museo de la Campa Torres y procedentes de las excavaciones realizadas en ese castro durante varias campañas ha causado sorpresa e indignación en ámbitos científicos y políticos. Las valoraciones, que en su mayoría han hecho hincapié en la responsabilidad de los propios directores de la excavación y de las administraciones vinculadas a las mismas, subrayan la gravedad de unos hechos que consideran merecedores de alguna sanción.
Foto: El arqueólogo Jorge Camino
Para el arqueólogo Jorge Camino lo ocurrido permite hablar de «ocultación de patrimonio público» y de «incumplimiento de las obligaciones profesionales». Como responsable de diferentes campañas de excavación, Camino sabe que contextualizar el material es fundamental «porque ahí está todo el valor, es lo que va a indicar la edad del material y el contexto histórico al que pertenece». También considera procedente realizar un inventario con los datos de identificación de la pieza y su contexto, y someterla a limpieza y restauración. «Todo lo que no sea seguir estas pautas, que por otro lado son las que exige la legislación, va a restar fiabilidad a la excavación. Sin datos de procedencia se pierde el valor histórico contextual».
De este razonamiento se desprende que lo sucedido en la Campa Torres «va a impedir que tengamos conocimiento pormenorizado de la evolución del poblado vigente en la zona durante más de ocho siglos». Los expertos saben bien que la tipología de las piezas por si misma no es suficiente para identificar su historia ya que en muchas ocasiones siguen el mismo modelo varios siglos lo que dificulta poder realizar una datación concreta. Tras lo sucedido tampoco será posible conocer el área de distribución al que estaban asociadas, es decir, el lugar en el que aparecieron, bien sea una de las cabañas, una calle u otro lugar. Según el arqueólogo la pérdida es considerable. «Un depósito de materiales que no esté bien referenciado hace que el yacimiento pierda parte de su significado histórico y cronológico».
Tras calificar de grave lo ocurrido, sostiene que la Administración no puede desentenderse de este tema y debe averiguar que pasó. «Es su competencia saber por qué se llegó a esta situación». También mantiene que Cuesta es responsable como director de la excavación y «no puede trasladar esa responsabilidad a nadie».
La arqueóloga Carmen Fernández Ochoa
Siguiendo la legalidad vigente, lo mismo opina Carmen Fernández Ochoa, actual directora de las excavaciones de Gijón, que entiende que la responsabilidad de los materiales arqueológicos es del director mientras los tenga en depósito para su estudio. Del hallazgo desconoce los detalles y el elenco de materiales «por lo tanto no sé hasta donde puede llegar el perjuicio ocasionado al patrimonio». Catedrática de Prehistoria de la Universidad Autónoma, Fernández Ochoa, que dice no tener relación alguna con la Campa Torres, subraya que situaciones como ésta tienen mucho que ver con el acopio de materiales que hacen los investigadores para su estudio, una tarea para la que carecen del apoyo y que muchas veces acaba como lo visto ahora.
Añade que tras el fallecimiento de José Luis Maya se desconoce en que situación quedaron esos bienes. «De cara a una posible continuidad debería estar todo registrado», afirma. Aunque en esta ocasión Fernández Ochoa no ha querido cargar las tintas sobre lo sucedido, con anterioridad cuestionó la labor de Maya y Cuesta en la Campa Torres en un artículo sobre los castros y el inicio de la romanización en Asturias en el que hablaba de dudas sobre el procedimiento empleado en la excavación.
No fue la única en poner en duda la forma de llevar el desarrollo de la excavación, otros como Almudena Orejas, Javier Sánchez-Palencia, Alfredo González-Ruibal, Elías Carrocera, María Dolores Fernández-Posse o el mismo Jorge Camino también fueron críticos con los resultados presentados. El mayor desacuerdo estuvo en la datación de la muralla de módulo, que llevó a los expertos a referirse en varias publicaciones a «los más que dudosos datos de la Campa Torres».
El arqueólogo Miguel Ángel de Blas
Sobre el reciente hallazgo de las piezas en el búnker de la Campa opina también el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, Miguel Ángel de Blas, que lo considera un «hecho extraño e infrecuente» y se confiesa muy sorprendido por la noticia. «No me podía imaginar que hubiera un cúmulo de testimonios arqueológicos aparcados en un lugar del que no se tenía constancia».
Al profesor, la sensación que producen los hechos es de «dejadez», de «olvido». Tampoco entiende la respuesta de Francisco Cuesta «afirmando no saber nada», lo que le parece tan extravagante como la propia historia. «Esto no es respuesta para un hecho tan grave, aumenta el desconcierto y el aire extraño de la noticia. Es un caso claro de abandono que legalmente debería tener una sanción». Para De Blas, que dirigió durante muchas campañas las excavaciones del Monte Areo, en Carreño, la destrucción de datos por falta de catalogación de los objetos supone la pérdida de un montón de materiales que se quedan sin valor científico.
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Hola, María:
Pues sí, el tal Fernando Cuesta es el mismo que ha sustituido a Pepe "el ferreiro" como director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime (otra cacicada de las que tanto pululan en este país de autonomías caciquiles).
Y por lo que respecta al contenido de la noticia, ciertamente, es de juzgado de guardia. Una de las cosas más sorprendentes es que este arqueólogo, Francisco Cuesta, se haya desentendido, en su día, totalmente de los materiales que sacaron en la excavación y no diera parte de ello a las autoridades, o que no se preocupara para nada del mismo. ¿Así es como valora su trabajo? Desde luego, su labor profesional queda muy en entredicho.
Por cierto, todavía no he tenido tiempo (me he visto obligado a poner algunos post -como éste- para que no perdieran demasiada actualidad) de abordar el aspecto de las estatuillas calcolíticas bajo la óptica de objetos fetiches, pero estoy en ello. En cuanto pueda, lo pongo.
Lo de la agresión al arqueólogo Francisco Cuesta en Grandas de Salime es totalmente condenable, y es de esperar que su autor responda por ello ante la justicia.
Ahora bien, conviene no mezclar los temas o los asuntos, pues esta indigna e injustificable agresión se inscribe dentro del marco de protesta -más o menos popular- que ha supuesto la destitución del Sr. Naveiras Escanlar, conocido como Pepe "el ferreiro", al frente del Museo Etnográfico. Una versión sobre el particular se puede leer en el comentario aparecido en la sección "Foro" de TA firmado por Juan Vega.
Por lo que respecta a los materiales excavados en la Campa de Torres, hoy publica "La Nueva España" que la cosa parece que es peor de lo que se suponía, pues, al parecer, "Los expertos denuncian que hay objetos del yacimiento fuera de Asturias, incluso algunos en casas particulares", lo que es también el colmo, o colmo al cuadrado.
Una de las cuestiones más curiosas y sorprendentes de todo este lamentable episodio es que nadie (ni arqueólogos ni autoridades), en casi veinte años, hubiera preguntado por el destino de estos materiales excavados. Es realmente increíble. Y que el Sr. Francisco Cuesta no se hubiera preocupado del destino de los mismos, como artífice de la excavación, sencillamente, no tiene un sólo pase.
Podéis leer la noticia a continuación:
La alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, en el Museo de la Campa de Torres. Foto. Ángel González.
Las piezas que faltan en la Campa Torres
Vía: LNE / M. S. MARQUÉS / 23 de abril de 2010
¿Hay más piezas del yacimiento de la Campa de Torres fuera de Asturias, como denuncia el arqueólogo Alfonso Fanjul, que asegura que así se lo comunicó Francisco Cuesta, actual director del Museo de Grandas y director en su momento de las excavaciones de la Campa Torres junto al fallecido José Luis Maya?
Fanjul, que participó en una de las campañas arqueológicas, tuvo después interés por realizar estudios de algunas de las piezas del horizonte más antiguo. Se puso en contacto con Cuesta y, según afirma, «me comunicó que esos materiales estaban en un domicilio privado en Barcelona y que no era posible su consulta».
Ahora, el arqueólogo se pregunta qué piezas son las que realmente han sido sacadas de Asturias y dónde se encuentran. Por la gerente de museos de Gijón se conoce que entre los materiales localizados no figuran algunos objetos, caso de las ánforas que ya habían sido dadas a conocer por los arqueólogos. Así las cosas, los expertos ven conveniente que la Consejería de Cultura «se interese por el paradero de dichos bienes de los que Francisco Cuesta debe tener conocimiento, según manifestó en alguna ocasión».
En el ambiente arqueológico, el caso de la Campa Torres no deja de sorprender, y no sólo a los que se manifiestan con su nombre y apellidos. Son muchos más los que prefieren no darse a conocer pero muestran su perplejidad por un caso para el que piden responsabilidades. «El estudio, catalogación y registro es lo que da el valor científico a una excavación, lo contrario sería expolio», afirman.
Las piezas que fueron descubiertas en la Campa Torres tras una puerta cegada por un armario representan el grueso de los contenidos de más de diez años de trabajo. Son un total de 8.322 registros, según el inventario encargado tras su localización por la Fundación Municipal de Cultura, pero el número de piezas es mucho mayor, porque cada registro corresponde a una de las pequeñas bolsas donde se introducen los restos, y muchas de éstas contienen más de una unidad, como sucede en el caso de los materiales cerámicos. Por tanto, las piezas recuperadas pueden sobrepasar la cifra de 20.000.
Una cuestión que no debe pasar desapercibida es que la Campa Torres es Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1980, lo que incluye la especial protección que concierne tanto al espacio como a los objetos extraídos de las excavaciones. La ley del Patrimonio Histórico español en su artículo 42.2 «obliga a entregar los objetos obtenidos debidamente inventariados, catalogados y acompañados de memoria al museo o centro que la Administración determine». Requisito que no se ha cumplido en este caso si como se dice esa comunicación no consta en ningún sitio.
El escándalo de la Campa Torres va "in crescendo". Implicados y responsables políticos evacúan responsabilidades cada uno a su manera, mientras la oposición política y ciudadanos críticos exigen que se aclare tan lamentable asunto, al tiempo que piden dimisiones.
De este modo, nos encontramos con que el PP de Gijón no sólo presenta ante la Fiscalía una denuncia por considerar que puede constituir un delito contra el "patrimonio histórico español", sino que advierte que las piezas abandonadas en un almacén oculto, "apiladas en cientos de cajas sin ningún orden", tienen muchas de ellas sus etiquetas identificativas deterioradas por la humedad, lo que dificulta gravemente su clasificación y ubicación temporal, y anula la "fiabilidad y el valor histórico" de las excavaciones.
Ante ello, el director de Turismo y Patrimonio del Principado de Asturias, José Luis Vega, sale a escena y anuncia que "certifica que los materiales han estado y están claramente siglados, es decir, identificados según las directrices remitidas en aquella época por el Jefe de Servicio siguiendo las indicaciones que, en su momento, se dieron".
Por otro lado, según vimos en un comentario anterior, no ha faltado algún arqueólogo que dijera que algunas piezas están fuera de la región, y, en concreto, en casa de un investigador particular.
Total, que no se sabe exactamente cuántas piezas hay inventariadas y clasificadas (¿se habla de 20.000 o de 8.000?). ¿Cuántas hay en realidad?
Para colmo, todo este escándalo surge después de casi un año de que las autoridades políticas tuvieran concimiento del re-descubrimiento de los materiales excavados en la Campa Torres. ¿Por qué se ocultó, mientras tanto, la información? ¿Qué se hizo durante todo ese tiempo al respecto?
Y después de casi dos o tres días de escándalo en la prensa, ya podemos leer, al menos, la opinión de Francisco Cuesta, el arqueólogo que, junto a José Luis Maya (fallecido) era responsable de las excavaciones de la Campa Torres y del depósito de los materiales hallados. Veamos lo que dice en esta entrevista publicada en "El Comercio", sólo en lo relativo al tema que nos ocupa:
Foto: El arqueólogo Francisco Cuesta
-Ahora aparecen 8.000 piezas de las excavaciones de la Campa Torres abandonadas y le culpan a usted. ¿Qué tiene que decir?
-Eso está relacionado con lo mismo (se refiere al "affaire" conflictivo del Museo de Grandas de Salime) En la Campa, la última vez que estuve fue en 2001 y ni los zulos de ETA duran tanto escondidos. ¿Dejas unas piezas en un almacén y 10 años más tarde te acusan de todo? Nunca me han llamado preguntando si faltan piezas o dónde están. Lo hacen ahora. Todo forma parte de la misma campaña de desprestigio hacia mi persona. Además, las piezas no estaban desaparecidas, insisto. Ahora mismo yo también estoy recabando datos para ver lo que ha pasado.
-Se dice que debería haberlas entregado al Museo Arqueológico.
-Debería preguntar a todos los arqueologos de Asturias cuántos han entregado los materiales al Arqueológico. Antes, Matilde Escortell, antigua directora, siempre nos decía a mí y a todos: «Si tenéis algo que es museable para que entre en vitrina lo recojo, si no tengo los almacenes llenos». En Gijón se quedaba todo el material de las excavaciones. Se comunicaba y quedaban depositados hasta su traslado al Arqueológico. Primero se almacenaban en el Ateneo de La Calzada y luego se trasladaron las piezas a la Campa. Al poco tiempo, muere José Luis Maya, yo dejo la Campa y allí se quedan.
-¿Debería habérselas llevado?
-No lo sé, porque no pregunta a los demás arqueologos qué hacen. Yo las dejé en un almacén. Más tarde, alguien las movió. A lo mejor el que tiene que pedir responsabilidades soy yo; he dejado un deposito, tenía que estar bien custodiado y no lo está.
-¿Va a hacerlo?
-Estoy recabando datos.
O sea, según Francisco Cuesta, sí entregó y comunicó oportunamente los vestigios excavados, al menos a las autoridades municipales de Gijón, por el contexto de lo que habla. Luego, éstos últimos, ya deberían estar dando explicaciones claras de si esto es verdad (es de suponer que habrá documentación de por medio) o no. En cualquier caso, parece nadie más se preocupó del asunto y quedó todo en un lamentable e impresentable olvido.
También se constata que la obligación de comunicarlo al Museo Arqueológico de Asturias no se produjo como mandan los cánones, y que, a su vez, los responsables de este Museo no cumplieron diligentemente con su trabajo, con lo que, unos por otros la casa quedó sin barrer. Algo que bien se desprende las declaraciones del Director de Patrimonio, José Luis Vega, cuando, reconociendo prácticamente los fallos habidos, se dice lo siguiente en esta información:
"Por último, el responsable de Patrimonio del Principado destacó que desde el Museo Arqueológico tienen la responsabilidad de hacer el seguimiento a los requerimientos legales inherentes a las investigaciones arqueológicas. "Todos los investigadores autorizados tienen la obligación de hacer el depósito de las piezas y entregar una memoria. Esto no se está produciendo con la debida diligencia en todos los casos, por eso estamos mejorando el seguimiento del Museo Arqueológico en ese aspecto".
En conclusión: dejaremos ya este asunto, porque está claro que la incompetencia y la desidia de unos y otros lo explica todo. Sólo cabe esperar, al menos, que el material en cuestión sea debidamente recuperado y expuesto en el Museo de la Campa Torres.
Lo que había que decir, de modo principal, ya esta dicho. Así que me limito a poner las últimas noticias para información general de todos:
El tesoro escondido de la Campa
Más de 15.000 restos arqueológicos del yacimiento ocultos durante al menos nueve años en el museo verán la luz. EL COMERCIO enseña por primera vez esas piezas
Vía: elcomerciodigital.com / 25 de abril de 2010
(Una operaria del museo revisa las cajas con los restos hallados, en total son 370, de 30 x20 centímetros aproximadamente. Foto: PAÑEDA)
El suelo de la Campa Torres fue un lujo para los arqueólogos. Prueba de ello son las miles y miles de piezas rescatadas en las excavaciones desarrolladas en ese terreno desde los años setenta hasta la apertura del actual museo en el que se exhibe parte de esa riqueza. Parte, porque en sus almacenes permanecían olvidados, al menos desde hace nueve años, más de 15.000 restos prerromanos y romanos de enorme valor arqueológico y que ahora saldrán a la luz. EL COMERCIO muestra por primera vez algunas de esas piezas, antes incluso de que pasen por un obligado proceso de restauración, que saldrá a concurso público para su posterior exhibición. (NOTA: Salvo las cajas, la edición digital no muestra imágenes concretas de esas piezas).
A pesar de que es preciso retocarlas y algunas de ellas recomponerlas en su totalidad, hay materiales en muy buen estado, lo que sorprende incluso a los responsables del Museo que han empezado a manejarlas, tanto por su lejana fecha de datación (estamos hablando de los orígenes de Gijón, siglos VI y V antes de Cristo y los albores de la romanización, siglo I después de Cristo) como por el estado en el que habían quedado almacenadas y olvidadas en estos últimos años. Según relató a este periódico el historiador y arqueólogo Francisco Cuesta, codirector de aquellas primeras excavaciones, junto al ya difunto José Luis Maya, a la muerte de Maya, los trabajos concluyeron y él dejó todo el material en la Campa en una sala de investigación tal y como era lo habitual. Esa sala se destinó después a la biblioteca donada por los familiares de Manuel Fernández-Miranda por lo que se supone que los técnicos que habilitaron la nueva dependencia trasladaron el material a otro almacén en el que, por razones desconocidas, se le pierde la pista. Sea como fuere, la realidad es que los restos fueron descuidados hasta que en marzo de 2009, se redescubrieron y se procedió a su correcto embalaje y datación. Hoy ocupan alrededor de 370 cajas de 30 x20 centímetros aproximadamente, similares a las que en cualquier oficina contienen folios din-a4.
En su interior, cientos de pequeños elementos, muchos de ellos metalúrgicos, lo que vuelve a confirmar que este sector fue sin duda un motor de prosperidad y crecimiento en el castro gijonés. Además de lingotes de bronce, aparecen sobre todo, objetos de adorno personal como pendientes, colgantes, placas de cinturón, anillos, tachuelas, brazaletes y hasta pinzas de depilar, piezas éstas últimas muy curiosas por cuanto reflejan la escasa evolución que ha tenido un objeto hoy todavía tan en uso.
Los bronces ofrecen un aspecto increíble. Los expertos que los han visto están en condiciones de asegurar que el alma de la aleación fue realmente bueno precisamente por el estado de conservación con el que han llegado hasta nuestros días. Tan sólo los cloruros propios del bronce han teñido de un color turquesa parte de las alhajas, una tonalidad que desaperecerá en cuanto sean sometidas a restauración.
Aparecen en el castro gijonés tantísimos bronces que no se concibe que sus pobladores lo destinaran sólo a su autoconsumo. De hecho, es más que probable que enriquecieran sus arcas a través de una intensa actividad comercial con la que exportaban tanto piezas manufacturadas como la aleación en bruto. Más aún, los investigadores interpretan el nombre de sus gentes, los cilúrnigos, como los caldereros, una prueba importante de la actividad a la que debió de dedicarse buena parte del pueblo.
También hay ejemplos de su actividad pesquera, lo que no es de extrañar en un istmo como la Campa, por lo que también han aparecido nuevos ejemplos de anzuelos tanto de caña como de palengre. Ofrece una idea de la importancia de este legado que permanecía escondido el hecho de que en la exposición permanente sólo hay cuatro ejemplos de anzuelo y en estas cajas han aparecido como mínimo media docena más.
La riqueza del patrimonio radica en la calidad de las especies aparecidas, pero sobre todo en la información que contienen esos restos acerca de la vida en el castro. Han sido recuperadas, por ejemplo, nuevas muestras de sigillatas procedentes del extranjero, en concreto itálicas y sudgálicas, que reconfirman que los primeros astures importaban productos. Sobre todo realizaron una intensa actividad marítima de cabotaje que trajo a esta costa productos de origen mediterráneo, ánforas itálicas llenas de vino y aceite, collares de pasta de vidrio, vajillas pintadas y más ricas de las que estaban acostumbrados a usar en el castro y cerámicas para decorar sus casas.
De las más de 15.000 piezas encontradas, 8.322 aportan información fundamental para describir los rasgos sociales de los cilúrnigos. El resto ayuda a complementar las investigaciones, sirve de apoyo, y todas ellas entusiasman a los investigadores como parte fundamental del puzzle de la memoria histórica más lejana. En este caso la de Noega.
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