San Isidoro: sobre la rebelión de Hermenegildo

San Isidoro (1655), obra de Bartolomé Esteban Murillo, Sacristía mayor de la catedral de Sevilla.

No existen fuentes donde conste que San Isidoro sentía más aprecio por la unidad del territorio peninsular que por su fe católica, y que ésta era la razón por la que recriminaba la rebelión de Hermenegildo contra su padre Leovigildo. En su crónica, San Isidoro menciona a Hermenegildo como usurpador de poca importancia, entre la serie de levantamientos múltiples que Leovigildo hubo de sofocar, y omite que Hermenegildo se rebela en nombre de los católicos frente al arrianismo hereje encabezado por su padre.

Hay diversas interpretaciones sobre los hechos relacionados con la cuestión. Entre las interpretaciones se encuentra que San Isidoro recriminaba a Hermenegildo el haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre, y que San Isidoro sentía aprecio de la unidad política por encima de la religión, lo que habría servido a la lenta configuración social del sentimiento patriótico español.

Algunos datos y hechos relevantes sobre San Isidoro y Hermenegildo, las fuentes de la época y el contexto histórico

El hermano de San Isidoro, Leandro, se oponía a Leovigildo y sufrió su persecución. El otro hermano de Isidoro, Fulgencio, fue obispo de Cartagena y Écija, y su hermana Florentina fue abadesa de “cuarenta conventos”. Recaredo, hermano de Hermenegildo, a los tres años de ser rey, se convierte al catolicismo con lo que se establece como oficial la religión católica en la sucesión de los reyes visigodos, siendo Leandro Arzobispo de Sevilla. Isidoro sucede a su hermano Leandro al frente del arzobispado. Los padres de Isidoro, que pertenecían a una familia de alto rango social del Reino visigodo de Toledo, se habían exiliado a Sevilla al quedar Cartagena en poder de la provincia bizantina de Spania. Se cree que la madre de Isidoro, Teodora, era visigoda. Se especula de forma incierta que la reina Teodora, primera esposa de Leovigildo, sería hermana de Isidoro, y que, por tanto, Hermenegildo y Recadero serían sobrinos de Leandro e Isidoro.

San Hermenegildo en prisión (Goya, Museo Lázaro Galdiano)

Hermenegildo se hace católico después de haber sido gobernador de la Bética donde había sido encomendado por su padre Leovigildo. Se rebela en nombre del catolicismo contra su arriano padre Leovigildo, y para ello consigue inicialmente la ayuda de los católicos bizantinos, que poseían la provincia de Spania en territorio peninsular y Baleares, finalmente los bizantinos pactarán con Leovigildo. Los suevos de la Gallaecia inicialmente parecen aliarse con Hermenegildo, pero finalmente pactan con Leovigildo. Al resultar perdedor, Hermenegildo se refugia en Córdoba, es apresado y ordenado matar por su padre.

Las actas conciliares no mencionan a Hermenegildo y su rebelión que duró triunfante cinco años en la Bética, ni su conversión al catolicismo, ni las persecuciones que sufrieron los católicos por parte del rey arriano Leovigildo. Las fuentes hispanas omiten que Hermenegildo era católico, ni siquiera Leandro, siendo Arzobispo de Sevilla, hace mención a Hermenegildo con motivo del III Concilio de Toledo, en el que Recaredo se convierte oficialmente al catolicismo acompañado de un nutrido grupo de nobles y obispos visigodos.

Leandro, antecesor de Isidoro en el cargo de arzobispo, había influido de algún modo en la rebelión del joven Hermenegildo contra su padre Leovigildo, había intercedido en su conversión al catolicismo e intermedió con los bizantinos en los contactos de Hermenegildo de los que buscaba apoyo. Leandro había conocido a Gregorio Magno cuando estaban destinados en Constantinopla, con quien mantuvo desde entonces una constante comunicación epistolar. No hay mención del papel de Recaredo en la guerra entre su padre y su hermano, sólo que un año más tarde ordenó matar al ejecutor de Hermenegildo, lo que nutre la teoría de que había de existir un pacto de silencio entre la jerarquía real y la eclesiástica sobre la rebelión de Hermenegildo. Cuando San Isidoro escribe su crónica, y menciona a Hermenegildo como usurpador sin importancia, San Isidoro es Arzobispo de Sevilla, cargo que ostentó más de tres décadas, y desde hacía más de cinco décadas la religión católica se encontraba establecida como la oficial, la nobleza visigoda se había convertido al catolicismo, el alto clero católico se había integrado como estamento del reino visigodo, y reciente Suintila había unificado el territorio de la península ibérica tras conquistar la Spania bizantina.

Para las fuentes no hispanas, Hermenegildo fue un mártir católico frente al arrianismo hereje de su padre Leovigildo. Francia, “Hija mayor de la Iglesia”, “el reino más cristiano”, se había situado en una relación preeminente con el Papado y los reyes francos eran reconocidos por Roma como protectores de sus intereses, mientras que los arrianos visigodos eran herejes. La familia del obispo Gregorio de Tours, la principal fuente francesa sobre Hermenegildo, fue víctima de las persecuciones a los católicos por parte de los arrianos en Francia. La nieta del rey visigodo Atanagildo, princesa franca y católica, se casa con Hermenegildo por alianza entre madres visigodas, y huirá a territorio bizantino tras caer derrotado su marido. Las principales fuentes no hispanas, Gregorio Magno y Gregorio de Tours, omiten los motivos de la rebelión de Hermenegildo, no ponen interés en el hecho de la rebelión, sino en el aspecto ejemplar de la conversión católica de Hermenegildo frente a la herejía arriana de su padre.

San Isidoro refiere a la rebelión de Hermenegildo en un breve pasaje de Historia de los godos, vándalos y suevos, crónica de menor importancia en comparación con su muy extensa, polifacética y enciclopédica obra, escrita más de cincuenta años después de los hechos, sobre la base de lo previamente glosado por Juan de Biclaro, y donde San Isidoro se prodiga en alabanzas al reino de los visigodos y a las tierras de Hispania. Menciona en su crónica a Hermenegildo entre la serie de “usurpadores” alzados contra Leovigildo, y omite que Hermenegildo se rebela en nombre de los católicos frente al arrianismo hereje encabezado por su padre.

San Isidoro y su familia formaban parte distinguida del establishment visigodo y del proyecto político del reino, de la que formaba parte la conquista completa del territorio de Hispania. La alianza entre los estamentos de la nobleza germánica visigoda y la cada vez más poderosa jerarquía del clero católico hispanorromano era el procedimiento característico como surgían los estados feudales de Europa. Este tipo de alianza se había establecido ejemplarmente en la Galia desde que los francos-germanos se expandieron por el territorio de Francia integrándose con la población galorromana, y su conversión al catolicismo galorromano fue necesaria para la consecuente integración desde el comienzo de su reinado, lo que serviría de referencia. A partir del ascenso al trono de Recaredo, y su conversión al catolicismo, la jerarquía católica hispanorromana adquirirá una posición cada vez más relevante como estamento del reino.

En el III concilio de Toledo Recaredo se convirtió a la fe católica; a él asistió Juan de Biclaro. La conversión de Recaredo I es un cuadro del pintor Antonio Muñoz Degrain (1888) que se conserva en Madrid, Palacio del Senado.

Tras la descomposición del Imperio romano de Occidente, la Iglesia de Roma se va configurando en conflicto, alternativamente, entre la relación con los reinos germánicos herederos del Imperio de Occidente, herejes arrianos, y el Imperio romano de Oriente, quien designaba a la religión católica como la oficial del Imperio y donde los papas dependían de ser confirmados por el emperador de Constantinopla para ser reconocidos.

El papa Gregorio Magno, coetáneo al período en el que acontece la rebelión de Hermenegildo, fue una de las principales fuentes no hispanas sobre Hermenegildo, al que alaba como mártir de la fe católica frente a los herejes arrianos, pero no por la rebelión contra su padre. El papado de Gregorio se considera como el primero que en época altomedieval se instituye como poder, con vocación independiente del Imperio romano.

La Bética, profundamente romanizada y con poderosas aristocracias terratenientes hispanorromanas hostiles a los visigodos, y que tenían su bastión más importante en Córdoba, era una provincia conflictiva para el dominio visigodo en la que gobierna Hermenegildo mandatado por su padre Leovigildo. Además, la Bética se encontraba parcialmente en poder bizantino, la mayor parte del territorio que abarcaba su provincia de Spania. Justiniano había conquistado muchos de los territorios perdidos del Imperio romano de Occidente, pero no la Galia ni los territorios germanos, y la posesión de la provincia de Spania formaba parte del plan de conquistar de nuevo Hispania para el Imperio. El apoyo inicial bizantino a Hermenegildo y el posterior acuerdo con Leovigildo era parte de la estrategia de conquista; se cree que las tropas bizantinas llegaron a extender sus posesiones en el interior de la Bética hasta la capital Córdoba. Años antes de la rebelión de Hermenegildo, los bizantinos habían mediado en la guerra civil visigoda entre Agila y Atanagildo, desde una posición clave que le otorgaba la legitimidad imperial y de la que se aprovecharon para obtener la posesión de la provincia de Spania.

Fernando I trasladó los restos de San Isidoro desde la taifa de Sevilla, bajo su vasallaje y tributo, a la Basílica de San Isidoro de León, donde permanece en actualidad. Autor de la primera enciclopedia cristiana, figura como uno de los Padres de la Iglesia cristiana, el último de la Iglesia de Occidente, junto a los hispánicos, Osio de Córdoba, Martín de Braga y Leandro de Sevilla, y el galo Gregorio de Tours. Isidoro de Sevilla fue canonizado el año en que muere Felipe II. Inocencio XIII lo nombra Doctor de la Iglesia, durante el reinado del primer Borbón en España, Felipe V.

En interés de resaltar el carácter católico universal de la monarquía hispánica, a instancias de Su Católica Majestad, Felipe II, el papa Sixto V canonizó a Hermenegildo en el milésimo aniversario de su muerte. Desde el s. XII la cabeza de San Hermenegildo se encontraba custodiada como reliquia por las monjas del Monasterio de Sijena (Huesca), lo que supone que desde antiguo Hermenegildo era reivindicado y venerado como parte de la tradición católica hispana. Un año después de la canonización, a petición del propio Felipe II y por mediación del obispo de Vich, las monjas de Sijena cedieron la cabeza de San Hermenegildo al Monasterio de San Lorenzo del Escorial, donde todavía se conserva. Junto a San Fernando es el santo patrono de la monarquía española.

Conclusiones

Se puede interpretar que San Isidoro recriminaba a Hermenegildo por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre, cuando menciona en su crónica a Hermenegildo entre la serie de “usurpadores” alzados contra Leovigildo, mientras éste pretendía una política de conquista, “unificación”, de todo el territorio peninsular en torno al reino visigodo y al arrianismo hereje.

Sin embargo, durante el reinado de Leovigildo no era completo el dominio visigodo del territorio peninsular, ya que el sureste pertenecía a la provincia bizantina de Spania de la que hubo de salir huyendo la familia de Isidoro, aunque Leovigildo había invadido y conseguido anexionar la Gallaecia del noroeste, en poder del reino suevo desde casi dos siglos, y que nunca había estado bajo poder visigodo hasta entonces.

Folio 26v miniado del Códice toledano (siglo IX) de las Etimologías (ahora en la Biblioteca Nacional de España, signatura: Vitr. 14-3). Escrito en minúscula visigoda de la escuela toledano-sevillana, procede de la Catedral de Toledo.

Se puede interpretar que San Isidoro sentía aprecio de la unidad política por encima de la religión, en la medida que en su crónica defendía al Reino visigodo de Toledo por encima del hipotético catolicismo que pretendía la rebelión de Hermenegildo, aunque el espacio que se dedica a este pasaje en la enorme obra de San Isidoro, es minúsculo, comparativamente, máxime cuando la obra de San Isidoro destaca en primer lugar el haber escrito la primera enciclopedia universal del cristianismo. Además, San Isidoro escribe su crónica más de cincuenta años después de los hechos, cuando la Iglesia católica se encuentra asentada como la oficial, omitiendo que Hermenegildo era católico, y que su hermano Leandro, poco después Arzobispo de Sevilla con Recaredo, su predecesor, había ayudado de algún modo a Hermenegildo en el proceso que precede a la rebelión.

Es excesivo, por anacrónico, definir como sentimiento patriótico español a la posición de San Isidoro con relación a la rebeldía de Hermenegildo. Sin embargo, el hecho de que con Recaredo se inicia la relación estamental del alto clero católico y la nobleza germánica, característico del feudalismo europeo, se puede interpretar como sentimiento patriótico español desde el punto de vista del papel que el alto clero católico representaba, el cual anhelaba reconquistar la posición que ostentaba en la Hispania romana, donde había poseído plena jurisdicción del territorio peninsular dependiendo de Roma, y ahora que la Hispania de los visigodos había quedado huérfana del Imperio tras su descomposición.

En todo caso, este anacrónico sentimiento patriótico español, será sustituido por otro sentimiento patriótico español durante ocho siglos en la Hispania de al-Ándalus. Además, es más que probable que el hermano y predecesor de San Isidoro, Leandro, fuera consejero de Hermenegildo, y que el propio Isidoro estuviera defendiendo de algún modo su estatus de privilegio y el de toda su familia, por encima de otras causas, en el entramado del poder visigodo del que formaban parte, lo que no es incompatible con un sincero interés por querer restaurar la unidad peninsular de la Hispania tardorromana, pero ahora independiente de Roma, obligada por la descomposición del Imperio y en conflicto de legitimidad con los bizantinos. En el reino visigodo, el clero católico había perdido parte de la influencia, poder, privilegios fiscales y derechos eclesiales, que ostentaba en la Hispania tardorromana, donde disfrutaba de plena jurisdicción en todo el territorio peninsular. Las menciones de las fuentes hispanas de la época sobre Hermenegildo, siempre fuentes de la iglesia católica, y las acciones de Leandro, San Isidoro, y del alto clero del que formaban parte, reflejan una clara concepción patrimonial del territorio peninsular que tenía la iglesia católica hispana, ya por entonces adquirida en época tardorromana.

Hermenegildo resultó el perdedor, pero sirvió para espolear la conversión católica de su hermano Recaredo como rey, y benefició a elevar la posición de la jerarquía católica visigoda a partir de entonces. No sabemos qué hubiera pasada si el vencedor hubiera sido Hermenegildo, pero probablemente hubiera ocurrido algo parecido a lo que pasó tras la conversión de Recaredo, siempre que esto no hubiera sido aprovechado por los bizantinos, lo que temería Isidoro y su familia, puesto que fue lo que sucedió tras la guerra civil entre Agila y Atanagildo, que sirvió para establecer la posesión de la provincia bizantina de Spania. Cabe la duda del papel que Leandro había jugado en la mediación con la jerarquía católica bizantina, y hasta qué punto apoyó la rebelión.

Hermenegildo se proclamó rey en Sevilla, y en poco tiempo se apodera de la Bética y de la Lusitania, acuña moneda propia con el lema REGI A DEO VITA (que Dios conceda vida al rey), la primera vez que un monarca visigodo utilizaba una leyenda de tipo religioso en sus monedas, una forma característica del Imperio bizantino, el mismo lema con que fue aclamado como rey por el clero católico. Quizás Hermenegildo esperaba el apoyo directo bizantino como se lo habían dado a los francos de Clodoveo convertidos al catolicismo, cuando éstos atacan y vencen a los visigodos arrianos en el Reino de Tolosa, lo que obligó a los visigodos a reducirse al Reino de Toledo. Quizás, también, Hermenegildo esperaba el apoyo de los francos con quienes había emparentado al casarse con una princesa franca, cosa que anhelaba su hermano menor Recaredo y no pudo conseguir rechazado por la aristocracia franca, dos veces intentó fallidamente casarse con hijas de nobles francos. La esposa de Hermenegildo, Ingundis, princesa franca, católica y de origen visigodo, emparentada con Atanagildo, sale huyendo a territorio bizantino, tras la derrota de Hermenegildo, donde muere en el camino. Por orden del emperador, entregan su hijo a su abuela franca lo que causa la ira de Leovigildo, su nieto se llama Atanagildo, no parece casual que tuviera el mismo nombre de quien representaba a la facción opuesta en la guerra civil visigoda, situación que será utilizada en los conflictos del Imperio bizantino y los reinos francos.

Es de suponer que lo que perseguía la jerarquía católica visigoda hispana, como fue mediante Recaredo, o como habría sido con Hermenegildo, probablemente, si hubiera vencido, era alcanzar lo que, un siglo antes, había logrado fructíferamente en Francia la jerarquía católica galorromana al unir su destino al de los francos convertidos al catolicismo, con la diferencia de que los francos germanos eran un pueblo del norte del territorio francés, y los visigodos un lejano pueblo extranjero migrante de origen sueco, completamente ajeno a la cultura de los pueblos hispanos, sin voluntad de integrarse con los hispanos, hasta el punto que sólo fue en el período final visigodo, más de un siglo y medio después de Recaredo, con Recesvinto, cuando se promueve una única ley para visigodos e hispanos, el Liber Iudiciorum.

Salvando las distancias, este papel de la Iglesia como estamento integrado en el Estado feudal, aunque parcialmente unitario en lo territorial, lo emularán en Castilla en la llamada Reconquista, con cierto paralelismo con francos y bajo su influencia, pero diez siglos después, ya que en el norte los castellanos (várdulos) se expanden en la mayor parte del territorio peninsular, al que dan su nombre, Castilla, como los francos se lo habían dado a Francia, y donde se integran con otros pueblos hispanos, pero en este caso  sin necesidad de convertirse al catolicismo puesto que ya lo eran en su Castilla original (Vardulia). Sin embargo, a diferencia de Francia, durante siglos en Castilla convivieron musulmanes, judíos y cristianos hasta que terminó por imponerse la política germánica de los Habsburgo y el integrismo de la jerarquía católica romana, que desplaza a la católica mozárabe autóctona, lo que fue reduciendo al mínimo el número de judíos y musulmanes hispanos por obligada conversión o expulsión de su territorio.

Existen hechos y datos relevantes que, de forma concluyente, cuestionan el anacrónico supuesto sentimiento patriótico español de los visigodos a los que San Isidoro alaba en sus crónicas. El último legítimo heredero visigodo, Áquila, renuncia por escrito a sus derechos sobre Hispania en favor del califa de Damasco, Al-Walid, a cambio, los omeyas dan a los descendientes de Witiza las propiedades de los reyes visigodos, 3000 entre pueblos y fincas, que las gobiernan con cierta autonomía en Sevilla, Mérida, Córdoba y Jaén, donde se acuña moneda de oro en árabe y latín como las visigodas. De este modo, los herederos del Reino Visigodo de Toledo serán los árabes de la Hispania de al-Ándalus. Cuando se produce la invasión del ejército islámico de Tariq, coge por sorpresa al ejército visigodo de Rodrigo que se encontraba combatiendo contra los vascones quienes siempre habían sido fieles al emperador romano; además, es muy probable que Tariq recibiera el apoyo de nobles visigodos witizanos. La población hispanorromano autóctona percibe el rápido avance del ejército musulmán como oportunidad para deshacerse del yugo opresor extranjero visigodo bajo la incesante hambruna, lo que propicia una rápida expansión musulmana en todo el territorio peninsular mediante pactos con las élites autóctonas hispanorromanas, fomentada por la cultura más tolerante del nuevo poder musulmán para con religiones (especialmente los judíos), leyes y costumbres de los diversos pueblos peninsulares, mayor grado de integración de las oligarquías locales en las instituciones andalusíes, y los avances tecnológicos y culturales que traen bienestar social. Toledo abrirá las puertas a los árabes de la que Rodrigo había salido huyendo, y los vascones acuerdan la capitulación de Pamplona a cambio de respetar su autoridad local y tolerancia religiosa.

San Isidoro, en su crónica, critica a Leovigildo por su política religiosa, porque la “unificación”, para ser posible, antes, Leovigildo, bajo su liderazgo, debía integrarse al catolicismo. San Isidoro critica a Leovigildo, pero, como su deseo terminaría de cumplirse cuando escribe, los visigodos se hacen merecedores de sus alabanzas, puesto que, a sus ojos, aúnan la idea de su proyecto para Hispania. Isidoro de Sevilla, no parece dar importancia para su proyecto político, que hasta el período final visigodo, más de un siglo y medio después de Recaredo, con Recesvinto, no se promueve una única ley para visigodos e hispanos, el Liber Iudiciorum, lo que había supuesto mantener segregado del reino visigodo a los hispanorromanos que no pertenecían al alto clero.

La crónica de San Isidoro desconoce que, un siglo después, sus visigodos venden su Hispania a los árabes, a cambio de un “puñado” de fincas, una facción visigoda ayuda a los musulmanes, y apenas oponen resistencia a la invasión islámica. De haberlo sabido San Isidoro, probablemente, el breve pasaje sin importancia que dedica a Hermenegildo hubiera sido escrito de distinto modo.

Puede que los musulmanes no hubieran conquistado la península con tanta facilidad, si la rebelión de Hermenegildo hubiera triunfado, puesto que podría haber supuesto la unión de las dos facciones visigodas enfrentadas, división visigoda que produjo facilitar la expansión islámica. Hermenegildo representaba la facción de su padre, Leovigildo, y el nombre de su hijo, Atanagildo, representaba la facción opuesta visigoda. Puede que Hermenegildo pretendiera unir ambas facciones visigodas bajo su reinado, razón por la que, quizá, los bizantinos y suevos no apoyaran finalmente a Hermenegildo, y no tanto por el peso de las monedas con que Leovigildo compró sus supuestas voluntades, puesto que la unión de las dos facciones visigodas hubiera fortalecido el reino visigodo, y debilitado las esperanzas bizantinas en anexionar Hispania para el Imperio, y la de los suevos en recuperar su reino en la Gallaecia.

El reinado de Hermenegildo significaba la alianza con los francos, personificada por su esposa, Ingundis, lo que podría haber servido para que los francos carolingios se hubieran visto empujados a frenar la expansión musulmana en la península ibérica, del mismo modo que, después, la frenarán en territorio francés, y establecerán, a consecuencia, la Marca Hispánica en territorio peninsular, lo que propicia el surgimiento de los reinos de Navarra, Aragón y condados catalanes, a partir de los cuales se inicia la reconquista cristiana.

Además de integrar a la Iglesia católica con los visigodos, si Hermenegildo tuviera voluntad de integrar a los visigodos con la población hispanorromana en una misma ley, al modo que los francos se integraron con los galorromanos, puede que los hispanos hubiesen apoyado a los visigodos frente a los musulmanes, en lugar de abrir las puertas de Toledo y la capitulación de Pamplona, y colaborar en la expansión musulmana en Hispania.

La herencia de la Hispania de al-Ándalus contribuirá más la configuración social de un anacrónico supuesto sentimiento patriótico español que el Reino visigodo de Toledo, como refleja el hecho de que la realidad de los reinos cristianos, que surgen en el norte peninsular sobre el sustrato autóctono y que se expanden al sur en la llamada Reconquista, poco tienen que ver con el Reino visigodo de Toledo, aunque restablecen, después de ocho siglos, la prevalencia católica romana en todo el territorio peninsular, con la salvaguarda, influencia y a imitación de los carolingios francos, lo que vendrá propiciado por el impulso de la pujante y renovada Europa de hegemonía germánica que surge sobre la base de la cultura romana cristiana.

En la interpretación de que San Isidoro tenía aprecio de la unidad política por encima de su catolicismo, y la anacrónica configuración social del supuesto sentimiento patriótico español visigodo, no cabe admitir la instrumentalización de la historia antigua de la península ibérica con la forzosa misión de hallar el origen de las supuestas esencias nacionales. Hasta un milenio después de los visigodos, España no se constituye como Estado con Felipe V, ni como nación hasta el S. XIX durante la Guerra de la Independencia y la liberal Constitución de Cádiz. Antes habían acontecido ocho siglos de dominio musulmán, después surgirán un rosario de reinos, y tras la unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón, vendrá la tutela extranjera de los Habsburgo del Sacro Imperio. Sobre San Isidoro y la Rebelión de Hermenegildo no cabe aceptar una perversa pretensión histórica anacrónica esencialista.

Durante el franquismo se instauran, como historia oficial, mitos y leyendas del ultra nacionalismo español excluyente, el muy extranjero, remoto e impopular Reino visigodo se sacraliza como origen anacrónico de la nación española. Es frecuente que quienes denuncian con más vehemencia irracional, hoy, la manipulación histórica del nacionalismo catalán y vasco en las escuelas, suelen coincidir con quienes más callan la manipulación histórica del ultra nacionalismo español excluyente del franquismo en las escuelas, en donde fue célebre el ejercicio memorístico de recitar la muy extranjera lista de los reyes godos como si fueran Padres de la Patria. En la actualidad, el prior del Valle de los Caídos dice que España nació en el Reino de los visigodos. El nacional catolicismo, que impuso el común falseamiento y ocultación de nuestra realidad histórica en los libros de texto de Historia en la escuelas, todavía palpita alojado en el imaginario del franquismo sociológico, en las nuevas formas de jacobinismo ultra nacionalista excluyente y tradicionalismo ultra católico, que reniega la realidad territorial de España y la pluralidad de los españoles.

 

(*) Bibliografía: Wikipedia y El tratamiento historiográfico de San Hermenegildo (Beatriz Marcotegui Barber).

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Comentario por David Mateos Dominguez el septiembre 9, 2019 a las 11:01pm

Hola ,

De nuevo como en fechas recientes un texto histórico que no se a cuento de que viene en ésta página de Arqueología, un gran texto donde se nos indica un suceso acaecido en la época Hispano-Visigoda para finalizar el documento cargando en contra de la época Visigoda y contra la época de Francisco Franco donde se enseñaba en las escuelas la lista de los Reyes Godos.....¡ Como si fuera raro estudiar la lista de reyes que gobernaron España en esa época ! Inexplicable ó de una incoherencia importante por parte de Paloma, acaso, lo que realmente hubiera sido extraño es que se hubiera obligado a estudiar la lista de los Reyes de Dinamarca.

Añadir que nunca hay buenos y malos, hay distintas formas de querer ver y apreciar la realidad. En aquella época posiblemente Leovigildo quería evitar una pequeña guerra civil por motivos de religión, mientras que Hermenegildo quería ocupar el poder para tener mas protestad e intereses ( Nada nuevo bajo el Sol )

La forma de terminar el documento es de la peor forma posible, de verdad que me produce vergüenza ajena lo leído en el último párrafo con esa carga política Nazionalista-Separatista-Socialista.  Pura leyenda Negra de la época de Franco que sólo los ignorantes se creen. Esas ideas políticas son las que tú te crees.

Debes de estar tranquila Paloma, España hoy ya es uno de los países mas descentralizados del mundo y ya sabemos que España esta formada por muchos pueblos y culturas que a lo largo de los siglos hemos estado mas ó menos unidos. ( Como por cierto todos los países del mundo )

Sencillamente en la época de Franco se ponía mas énfasis en toda la historia que nos une, hoy tú y los tuyos os gusta marcar la historia que nos desune.

Lo primero que durante el "Franquismo" cada mes se inauguraba una fábrica, HOY cada mes se cierra una fábrica, y lo segundo que para mi España como idea nacional empieza de la forma mas bonita posible, con la leyenda de Hispania en una moneda de Plata con la ceca de Tarraco ( Tarragona ) El comercio y el intercambio de productos une a los pueblos y a las personas.

Saludos

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el septiembre 10, 2019 a las 12:16am

Estimado David Mateos:

Con independencia de las conclusiones de este post (y sus razonamientos), las cuales no suscribo, debo decirle que la pertinencia del mismo en en Terrae Antiqvae, viene dado, en primer lugar, porque esta web no sólo se ciñe exclusivamente a la Arqueología, sino también a la Historia Antigua y Medieval (sin perjuicio de que se pueda ir un poco más allá, cronológicamente, si el asunto es de interés), y, en segundo lugar, porque se procura publicar aquellos posts que se presentan razonablemente bien escritos, están argumentados mínimamente, no son excesivamente tendenciosos en lo político/ideológico, y puedan fomentar un debate.

No estar acuerdo con las conclusiones, desde un punto de vista personal ideológico/histórico, no es, como usted comprenderá, razón para no admitir su publicación. 

Un saludo

Comentario por mario f. s. el septiembre 10, 2019 a las 9:40am

Pues, mi conclusión es que, este artículo peca de política. Se ve a lo lejos.

En cuanto a los visigodos, como los suevos, a los que los gallegos hacen reverencias.

España no está hecha de pueblos, si no de tribus.

Por cierto, mucha importancia a las fechas de las ilustraciones y ninguna a todo lo que se va narrando.

PD.- No suelo intervenir en este blog, pero lo leo con asiduidad. La politiquería se debería dejar a un lado. O decir claramente las ideas políticas que se profesan cuando se vierten opiniones a modo de información.

Saludos a todos.

Comentario por Jose MT el septiembre 10, 2019 a las 4:44pm

Dos puntos que me causan extrañeza: ¿una nieta de Gregorio de Tours? y ¿católicos bizantinos gobernando Spania? En compensación, añado un dato: mi madre, que estudió en el Instituto Escuela, de vez en cuando recitaba la lista de los reyes visigodos, pero en casa también sabíamos que tres de los cinco emperadores buenos (Maquiavelo dixit) fueron de origen hispano. Lo de un cuarto --Honorio, de los malos-- y un quinto --su hermano Arcadio, a quien le tocó saludar primero a los visigodos-- lo he leído luego.  Saludos a todos.

Comentario por Paloma el septiembre 11, 2019 a las 2:40pm

Gracias, Jose. Corregido lapsus de redacción. Un saludo

Comentario por Paloma el septiembre 12, 2019 a las 1:59pm

Estimado Guillermo,

Al margen de que comparto la razón de su comentario, llama la atención que oponga la autoridad de su desacuerdo, sin exponer, y en primer lugar, para pasar a justificar el porqué de la publicación del artículo en TA. A buen seguro, hubiera sido de más grato interés contraponer sus conclusiones y razonamientos.

Gracias, por la labor divulgativa de TA, y contribución al pensamiento crítico de los usuarios, de todos sabido, requerimiento imprescindible para la comprensión de la Historia.

Un cordial saludo

Comentario por Paloma el septiembre 13, 2019 a las 1:41pm

San Isidoro, en su crónica, critica a Leovigildo por su política religiosa, porque la “unificación”, para ser posible, antes, Leovigildo, bajo su liderazgo, debía integrarse al catolicismo. San Isidoro critica a Leovigildo, pero, como su deseo terminaría de cumplirse cuando escribe, los visigodos se hacen merecedores de sus alabanzas, puesto que, a sus ojos, aúnan la idea de su proyecto para Hispania. Isidoro de Sevilla, no parece dar importancia para su proyecto político, que hasta el período final visigodo, más de un siglo y medio después de Recaredo, con Recesvinto, no se promueve una única ley para visigodos e hispanos, el Liber Iudiciorum, lo que había supuesto mantener segregado del reino visigodo a los hispanorromanos que no pertenecían al alto clero.

La crónica de San Isidoro, desconoce que, un siglo después, sus visigodos venden su Hispania a los árabes, a cambio de un “puñado” de fincas, una facción visigoda ayuda a los musulmanes, y apenas oponen resistencia a la invasión islámica.  

De haberlo sabido San Isidoro, puede que el breve pasaje sin importancia que dedica a Hermenegildo, hubiera sido escrito de distinto modo. Puede que los musulmanes no hubieran conquistado la península con tanta facilidad, si la rebelión de Hermenegildo hubiera triunfado, puesto que podría haber supuesto la unión de las dos facciones visigodas enfrentadas, división visigoda que produjo facilitar la expansión islámica. Hermenegildo representaba la facción de su padre, Leovigildo, y el nombre de su hijo, Atanagildo, representaba la facción opuesta visigoda. Puede que Hermenegildo pretendiera unir ambas facciones visigodas bajo su reinado, razón por la que, quizá, los bizantinos y suevos no apoyaran finalmente a Hermenegildo, y no tanto por el peso de las monedas con que Leovigildo compró sus supuestas voluntades, puesto que la unión de las dos facciones visigodas hubiera fortalecido el reino visigodo, y debilitado las esperanzas bizantinas en anexionar Hispania para el Imperio, y la de los suevos en recuperar su reino en la Gallaecia.

El reinado de Hermenegildo significaba la alianza con los francos, personificada por su esposa, Ingundis, lo que podría haber servido para que los francos carolingios se hubieran visto empujados a frenar la expansión musulmana en la península ibérica, del mismo modo que, después, la frenarán en territorio francés, y establecerán, a consecuencia, la Marca Hispánica en territorio peninsular, lo que propicia el surgimiento de los reinos de Navarra, Aragón y condados catalanes, a partir de los cuales se inicia la reconquista cristiana.

Y puede que si Hermenegildo, además de integrar a la Iglesia católica con los visigodos, tuviera voluntad de integrar a los visigodos con la población hispanorromana en una misma ley, al modo que los francos se integraron con los galorromanos, puede que los hispanos hubiesen apoyado a los visigodos frente a los musulmanes, y no abrieran la puertas de Toledo y la capitulación de Pamplona, y colaborando en la expansión musulmana en Hispania.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el septiembre 14, 2019 a las 2:21am

Estimada Paloma:

En un post tan largo como el que usted ha elaborado, en el que se manejan bastantes conceptos histórico/políticos (Nación, nacionalidades, nacionalismo, Estado, etc.), dentro de lo que supuso el desarrollo de la monarquía visigoda y la interpretación de su posible trascendencia, y que se incardinan además con unas conclusiones interpretativas de corte ideológico (sobre todo el último párrafo del post), presentar y aclarar los puntos de desacuerdo que me provocan los mismos (sin perjuicio de que algunas manifestaciones concretas pueda suscribirlas sin problemas) me obligaría a realizar un esfuerzo para el cual no tengo, sencillamente, tiempo.

Como comprenderá, este tipo de artículos densos en el que se remueven tantas cosas en términos de interpretación histórica (no digamos ya nada si además le sumamos, como digo, planteamientos ideológicos), no se pueden dilucidar con unos cuantos comentarios. Personalmente, y salvo por algún motivo especial o insoslayable que considere conveniente atender, no estoy por una labor al respecto.

Un cordial saludo

Comentario por Paloma el septiembre 16, 2019 a las 10:23am

Guillermo, gracias por su atención y amable respuesta.

Permítame que esté en desacuerdo sobre que mis conclusiones son de corte ideológico, sobre todo el último párrafo, planteamientos ideológicos.

Comprendo que al analizar un hecho histórico existe el riesgo de que los hechos queden mediatizados por prejuicios, emociones, sesgos ideológicos, políticos, morales, económicos, sociales, etc., y cuanto más cercano a la actualidad, mayor riesgo. Uno de los retos del historiador, juez, periodista, árbitro, profesor, científico, es sobreponerse a su condición personal obligado a una voluntad de imparcialidad, donde la verdad factual se impone como base sobre la que se construye el análisis y se extraen conclusiones, y no a la inversa. A partir de ahí, caben las diferentes interpretaciones y opiniones.

Como se puede comprobar, mi último párrafo es riguroso con la verdad factual, los hechos.

Un cordial saludo

Comentario por Paloma el septiembre 27, 2019 a las 8:29am

He incluido en el apartado Conclusiones cinco nuevos párrafos consecutivos. El primero empieza: “San Isidoro, en su crónica, critica a Leovigildo por su política religiosa, porque la “unificación”, para ser posible…”. El último párrafo incluido finaliza: “… puede que los hispanos hubiesen apoyado a los visigodos frente a los musulmanes, en lugar de abrir las puertas de Toledo y la capitulación de Pamplona, y colaborar en la expansión musulmana en Hispania”.

Estos párrafos, previamente, habían sido expuestos en mi comentario del 13 de septiembre.

Saludos

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