Los ibéricos de la Edad del Cobre "exportaron" su cultura a toda Europa pero no sus genes

Un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid participa en el mayor análisis de ADN realizado hasta la fecha de individuos que vivieron en época Campaniforme. Científicos de 23 países, incluido un grupo de investigadores del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid (UVa), han publicado hoy en la revista Nature un estudio en el que aportan nuevos datos sobre la dispersión del fenómeno Campaniforme en Europa.

Las culturas de los pueblos antiguos se conocen, en muchos casos, por los artefactos que los arqueólogos recuperan. En el caso del Campaniforme, que se originó alrededor del 2750 antes de Cristo, se caracteriza por la aparición de forma recurrente en las tumbas de la época de un ajuar formado por recipientes cerámicos en forma de campana –como vasos, cazuelas y cuencos- y otros elementos como puñales de lengüeta o brazales de arquero.

Este “kit” funerario, que se difundió por toda Europa occidental y central, dejó de utilizarse entre el 2200 y el 1800 antes de Cristo. Sin embargo, su origen y expansión son una cuestión aún a debate entre la comunidad investigadora: los arqueólogos no conocen con certeza si esta dispersión fue causada por la migración de personas, por una transmisión cultural, o por una combinación de ambos factores.

Foto: Ajuar campaniforme del túmulo de la Sima (Miño de Medinaceli), excavado por Manuel Rojo Guerra.. Foto, Alejandro Plaza, Museo Numantino.

El artículo publicado en Nature clarifica en buena medida este dilema. A partir del análisis del ADN de 400 individuos europeos de la Edad del Cobre y de la Edad del Bronce, 226 de los cuales fueron enterrados junto a objetos campaniformes, los investigadores han podido dilucidar que tanto la transmisión cultural como la migración humana tuvieron un papel importante en la difusión del fenómeno Campaniforme en Europa y que el equilibrio entre estos dos procesos varía según la región.

“El artículo demuestra que lo que se ha venido denominando cultura Campaniforme no es tal, sino que es más bien un fenómeno arqueológico fundamentalmente de índole funerario, aunque no solo, y que evidentemente la razón de su aparición está en las relaciones entre las élites que empiezan a surgir en estos momentos”, explica a DiCYT Manuel Rojo Guerra, quien junto a Germán Delibes y Elisa Guerra componen el equipo de la UVa que ha participado en el estudio.

Grupos previamente asentados en la Península Ibérica

En el caso concreto de la Península Ibérica, el estudio apunta que los grupos que adoptan las cerámicas campaniformes estaban ya asentados previamente. “Desde el punto de vista genético son los descendientes de las poblaciones calcolíticas. Son gentes que ya estaban aquí y que en un momento determinado adoptan el ‘kit’ campaniforme”, destaca Rojo Guerra.

En Centroeuropea se produce una situación similar. El Campaniforme también aparece en el seno de poblaciones previamente establecidas que se habían instalado en el solar europeo procedentes de las estepas euroasiáticas y que conformaban lo que arqueológicamente se conoce como ‘cultura de Yamnaya’. Pero no pasa lo mismo con las poblaciones campaniformes del Reino Unido, donde el estudio confirma la llegada de grupos humanos completamente nuevos procedentes de Centroeuropa.

Foto: Ambientación de jefe campaniforme: Idea, Manuel Rojo Guerra. Dibujo: Luís Pascual Repiso.

Asimismo, en otras partes del continente, como el sur de Francia o el norte de Italia, “se observa la llegada de gentes pero también que las poblaciones locales habían alcanzado ese estadio de jerarquización social en el que los ítems campaniformes tenían un valor simbólico importante”, detalla el investigador de la UVa, quien ha trabajado codo con codo con el investigador de la Universidad Autónoma de Madrid Rafael Garrido.

“Este es quizás el estudio más grande que se haya hecho con muestras de restos humanos correspondientes al periodo Campaniforme de toda Europa central y occidental. Lo que aportamos de forma definitiva es que el Campaniforme no es una cultura que surja en un sitio determinado y se expanda, sino que son una serie de elementos característicos adoptados por distintas culturas en distintas zonas geográficas”, concluye Rojo Guerra.

Referencia bibliográfica (Aquí):
Olalde, I., Brace, S., Allentoft, M.E., Armit, I., Kristiansen, K. et al. (2018). The Beaker phenomenon and the genomic transformation of northwest Europe”. Nature doi:10.1038/nature25738

Artículos relacionados: 

* Ancient-genome study finds Bronze Age ‘Beaker culture’ invaded Britain (17/05/2017). Nature.

* Ancient Britons 'replaced' by newcomers (21/02/2018). BBC News.

Fuente: Cristina G. Pedraz | DICYT, 21 de febrero de 2018 

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Comentario por Jose MT el febrero 23, 2018 a las 5:04pm

Sólo el video (pero no el texto) menciona el origen aparentemente ibérico de la cultura campaniforme, punto implícito en el título a la entrada. El texto tampoco menciona la afinidad genética entre las gentes del neolítico en G. Bretaña e Iberia.

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 24, 2018 a las 12:32am

Vajilla prehistórica y ADN cierran un debate arqueológico centenario

Vasos campaniformes de Los Millares, en el Museo de Almería, y de La Rambla, en el Museo de Córdoba. / R. Risch.  

Hace entre 4.750 y 4.500 años, un tipo de cerámica muy decorada, conocida como vaso campaniforme por su forma de campana invertida, se extendió por el oeste y centro de Europa, marcando un periodo clave de la prehistoria del continente. Desde hace un siglo los científicos debaten intensamente si su difusión se debió a un proceso migratorio a gran escala, a la expansión de prácticas sociales o una combinación de ambos factores.

Ahora, el mayor estudio de ADN antiguo realizado hasta la fecha revela que tanto la transmisión cultural como la migración humana tuvieron un papel importante en la difusión del fenómeno campaniforme en Europa, aunque con distinto peso según la región. Para llegar a esta conclusión se han analizado los restos de 400 esqueletos prehistóricos de numerosos yacimientos europeos (11 en la península ibérica), de los que 226 fueron enterrados junto a objetos campaniformes.

El estudio se ha publicado en Nature y ha contado con la participación de investigadores de las universidades Autónoma de Barcelona, Valladolid, Complutense y Autónoma de Madrid, Alcalá, Murcia, Santiago de Compostela y el Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), entre otras instituciones nacionales.

Según los resultados, la expansión del fenómeno campaniforme desde Iberia –donde se ha obtenido el registro más antiguo de este estilo cerámico– hasta el centro de Europa se debió a intercambios culturales y no por un movimiento migratorio de población. Iñigo Olalde  (izquierda), genetista de la Harvard Medical School en Boston (EE UU), primer autor del artículo, señala que el ADN de los esqueletos de las tumbas campaniformes ibéricas no tenía una relación de proximidad con los del centro del continente.

Por su parte, el también coautor David Reich (derecha), investigador del Howard Hughes Medical Institute y del Broad Institute del MIT y Harvard, destaca: “Se trata del primer claro ejemplo, a partir de ADN antiguo, de que las cerámicas no siempre iban de la mano de la población”.

Aislamiento genético entre Iberia y Europa central

“Es muy interesante observar cómo Iberia, por una parte, y Europa central, por otra, mantuvieron un aislamiento genético al final del Neolítico, hace unos 5.000 años, a pesar de las numerosas evidencias arqueológicas de interacciones y contactos entre ambas regiones”, subraya Roberto Risch  (izquierda), profesor del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coautor del trabajo.

“El estudio muestra que la introducción del vaso campaniforme en Europa central hace 4.500 años no tuvo nada que ver con la llegada de poblaciones de la península ibérica, como se había defendido durante mucho tiempo. La rápida adopción de una vajilla, que debía estar unida a unas prácticas de consumo muy concretas (como alojar bebida o comida en rituales o fiestas), expresa el desarrollo de unas nuevas formas de comunicación entre el sudoeste y el centro de Europa”, añade Risch.

Sorprendentemente, el vaso campaniforme fue adoptado en el centro de Europa por unas poblaciones que acababan de llegar del este. En 2015 realizamos otro gran estudio internacional que mostró que hace unos 4.500 años al menos el 70% de la población del centro y norte de Europa fue sustituida por una masiva migración de grupos del este procedentes de la estepa. Y este nuevo trabajo revela cómo este movimiento siguió avanzando hacia el oeste”, destaca Wolfgang Haak  (derecha), del Max Planck Institute for the Science of Human History (Alemania), otro de los autores.

Movimiento campaniforme hacia el oeste

“Pero, en este movimiento hacia el oeste, el vaso campaniforme ya no es expresión de unas prácticas de consumo colectivas, como lo fue en la península ibérica, sino que se incorpora a tumbas individuales, en las que los hombres suelen aparecer con armas distintivas y distinguidas, como puñales de cobre, arco y flechas”, puntualiza Risch.

El profesor aclara a Sinc: “El significado social del vaso campaniforme cambió en ese recorrido desde la Península hasta Europa central, y de allí a las islas británicas. De un objeto colectivo pasó a ser un símbolo de individuos poderosos. Es un caso claro de manipulación del significado de las cosas en función de los intereses de grupos de poder, algo que ha seguido ocurriendo hasta la actualidad. Un ejemplo paradigmático es el jazz, que pasó de ser una música marginal y rompedora con la tradición clásica, a ser, sobre todo en Europa, una música de las élites”.

En Reino Unido e Irlanda se han estudiado 155 muestras fechadas entre hace 6.000 y 3.000 años. Según el genetista Ian Barnes  (izquierda), del Museo de Historia Natural de Londres, “esos ancestros británicos tenían un perfil genético diferente de los que vivieron poco tiempo después que ellos y al menos el 90% fue reemplazado por la llegada del campaniforme desde el continente. Tras la llegada de esta nueva población, empezaron a existir en la isla británica habitantes con antepasados que tenían características, color de piel y ojos similares a la mayoría de los británicos actuales”.

El 'kit' campaniforme aparece en la Península

Barnes agrega que, curiosamente, hace unos 4.500 años, en la península ibérica también comienza a introducirse entre la gente local el ritual funerario individual, con su ajuar de vasos campaniformes, puñales de metal y adornos como botones y brazales, un autentico 'kit' campaniforme.

"Aquí, al contrario de lo que ocurrió en las islas británicas, no se aprecia un cambio genético”, comenta el profesor Ignacio Soriano  (derecha) de la UAB. “Esta vez los cambios procedían del norte y provocaron una ruptura social importante cuyas consecuencias se verán en la Edad del Bronce, hace unos 4.200 años”. 

En el caso de la península ibérica, se ha observado una continuidad genética directa entre las poblaciones neolíticas previas y las posteriores de la Edad del Cobre y campaniformes.

El también coautor Manuel Rojo Guerra (izquierda), de la Universidad de Valladolid, coincide: "Desde un punto de vista genético, los pobladores de la Península en esa época son los descendientes de las poblaciones calcolíticas. Es decir, son gentes que ya estaban aquí y que en un momento determinado adoptan el kit campaniforme", que aparece en distintas regiones de Europa casi de forma simultánea.

Fuente: SINC | 21 de febrero de 2018

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 26, 2018 a las 11:39am

La misteriosa catástrofe prehistórica que acabó con el 90% de la población británica

Los constructores de Stonehenge son los últimos del pueblo neolítico de Gran Bretaña. Getty

Stonehenge sigue siendo uno de los grandes misterios sin resolver. El famoso círculo de piedras megalíticas construido en el condado de Wiltshire (Reino Unido) alrededor del 2500 a.C. es uno de los monumentos más famosos, de hecho es una de las atracciones más visitadas del país.

La última investigación al respecto ha sido publicada esta semana en la revista Nature. Se trata del análisis genético del material esquelético británico prehistórico. Es el estudio más grande sobre ADN humano jamás realizado. La investigación fue llevada a cabo por un equipo internacional de 144 arqueólogos y genetistas de instituciones en Europa y Estados Unidos, incluidos el Museo de Historia Natural, la Universidad de Cambridge y la Escuela de Medicina de Harvard.

El estudio ha revelado una nueva evidencia genética: que Gran Bretaña experimentó un misterioso cambio casi total en su población solo unos pocos siglos después de la construcción de Stonehenge. Los expertos sugieren que se desarrolló algún tipo de catástrofe social, económica o epidemiológica.

Las grandes piedras, de 20-30 toneladas, fueron erigidas por agricultores neolíticos cuyos antepasados ​​habían vivido en Gran Bretaña durante al menos los 1.500 años anteriores, y las nuevas investigaciones genéticas, sobre 51 esqueletos de todo el Neolítico del país, han revelado que durante toda esta era estuvo habitado principalmente por personas de piel morena, pelo oscuro y aspecto mediterráneo.

Pero unos 300 o 500 años después de que se construyera la fase principal de Stonehenge, ese aspecto predominantemente mediterráneo de origen neolítico-británico que tenía casi el ciento por ciento de la población lo pasó a poseer apenas un 10% de los habitantes. ¿Qué pasó?

Foto: Tumba excavada en Trumpington Meadows, Cambridge, de una mujer de 16-18 años y un hombre de 17-20 años que datan de los años 2000-1950 a. C. Ambos están enterrados con recipientes campaniformes. El ADN de la pareja se incluyó en el estudio. Fotografía: Dave Webb, Unidad Arqueológica de Cambridge.

Cambio en la población

Esta nueva investigación genética revela que el otro 90% era una población de origen centroeuropeo recién llegada, que parece que llegó a Gran Bretaña entre el 2500 y el 2000 a.C. a través de los Países Bajos. Y cómo ocurrió este drástico cambio poblacional es un misterio total.

No hay absolutamente ninguna evidencia de que se produjese un conflicto a gran escala, por lo que la guerra o el genocidio no son la explicación, apuntan los expertos, según recoge The Independent.

La explicación más plausible es que la población recién migrada tuviera tecnología más avanzada (como el metal), obtuviera el control de las mejores tierras y recursos y lograra marginar económicamente a la población neolítica.

También existe otra posibilidad: que la población nativa de Gran Bretaña no resistiese a algunas enfermedades europeas continentales. Existe cierta evidencia de que la plaga bubónica pudo haber sido la culpable.

La investigación genética revela que el mismo tipo de cambio demográfico extremo no se produjo en el resto del continente. Por lo tanto, es probable que, aunque la isla de Gran Bretaña protegió o aisló la enfermedad de alguna manera, sí que hizo que la población fuera mucho más vulnerable a un eventual cambio catastrófico.

Habiendo descubierto el dramático reemplazo poblacional entre 2500 y 2200 o 2000 a.C. (el paso del Neolítico a la Edad del Bronce), los investigadores ahora se están centrando en la interfaz cultural anterior (alrededor del 4300 a.C.) que se produjo entre los indígenas de Gran Bretaña (los cazadores-recolectores mesolíticos) y la cultura neolítica temprana de origen continental, para ver si se estaban produciendo cambios extremos similares en la población.

Foto: Cerámicas de la cultura del vaso campaniforme halladas en el doble entierro de Trumpington Meadows, Cambridge.

Más que ideas

Siempre ha habido cierto debate y misterio acerca de cómo los principales cambios culturales de Gran Bretaña de produjeron en la Prehistoria. Hasta ahora se pensaba que era a través del intercambio de ideas y de tecnologías o mediante el movimiento de personas.

En cambio, estos nuevos descubrimientos genéticos muestran, por primera vez, que al menos en la transición del Neolítico a la Edad del Bronce fueron las personas las que llegaron, no solo las ideas, como se creía.

Actualmente, en términos genéticos, la población neolítica de Europa sobrevive sustancialmente en un solo lugar: Cerdeña. En Reino Unido, los datos genéticos se obtuvieron de 51 individuos neolíticos (que murieron entre 4000 y 2500 a.C.) y 104 personas de la Edad del Cobre y de la Edad del Bronce (que murieron entre el 2500 a.C. y el 1000 a.C.).

Alrededor del 55% de los restos esqueléticos del Neolítico provienen de grandes tumbas comunes, y el 31%, de cuevas. Alrededor del 88% de los individuos de la Edad del Cobre y de la Edad del Bronce proceden principalmente de tumbas comunes e individuales, y apenas el 9%, de cuevas.

Macroestudio sobre ADN

Este macroestudio fue posible gracias a una colaboración sin precedentes entre la mayoría de los principales laboratorios de ADN del mundo. "Numerosos equipos tenían diferentes muestras clave y decidimos juntar nuestros recursos para hacer posible un estudio que fue más definitivo de lo que cualquiera de nosotros podría haber logrado solo", asegura el coautor del estudio, Kristian Kristiansen (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Gotemburgo en Suecia, a Nature.

Mark Thomas (derecha), profesor de Genética Evolutiva y coautor del estudio, dice: "La enorme escala del reemplazo de población en Gran Bretaña va a sorprender a muchos, aunque cuanto más aprendemos de los antiguos estudios de ADN, más nos damos cuenta de que la migración a gran escala fue la norma en la Prehistoria".

El también coautor de la investigación Ian Armit, profesor de Arqueología de la Universidad de Bradford, afirma que este análisis "muestra de forma bastante concluyente que la migracion de la gente de del vaso campaniforme a Gran Bretaña fue más intensa y a una escala mayor de lo que nadie había pensado antes. Gran Bretaña tuvo una población completamente nueva después de ese periodo".

Fuente: elconfidencial.com | 22 de febrero de 2018

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el mayo 29, 2018 a las 2:54am

El ADN descifra la expansión europea de la cerámica prehistórica

Restos humanos encontrados en el yacimiento de Camino del Molino, en Caravaca. / UMU

Hace entre 4.750 y 4.500 años, era habitual encontrar por el oeste y centro de Europa un tipo de cerámica muy decorada, conocida como vaso campaniforme por su forma de campana invertida, algo que marcó un periodo clave de la prehistoria del continente.

A qué se debió su expansión es algo que ha tenido en vilo a científicos de todo el mundo desde hace un siglo. Varias teorías apuntan a un proceso migratorio a gran escala y otras a la expansión de prácticas sociales o una combinación de ambos factores.

Recientemente, los resultados del mayor estudio de ADN antiguo realizado hasta la fecha revelan que tanto la transmisión cultural como la migración humana tuvieron un papel importante en la difusión del fenómeno campaniforme en Europa, aunque con distinto peso según la región.

El estudio fue publicado en la revista Nature y ha sido desarrollado por un grupo internacional de científicos entre los que se encuentra un equipo de la Universidad de Murcia, junto a otras universidades españolas. El proyecto buscaba un número significativo de yacimientos de toda Europa occidental en los que la calidad de la información disponible permitiera analizar el ADN de restos humanos con vistas a rastrear si se daban movimientos poblacionales sustanciales a finales de la Edad del Cobre, es decir, entre 3.000 y 2.100 a.C., aproximadamente.

Joaquín Lomba, profesor del área de Prehistoria de la Universidad de Murcia, explica que la incorporación de su equipo se dio «por haber excavado un yacimiento como Camino del Molino (Caravaca de la Cruz), con restos humanos bien datados y controlados durante su extracción, en los que se había preservado ADN».

Joaquín Lomba.

Una decena de yacimientos españoles están incluidos en el estudio, de un total de más de cien a nivel europeo. «En un trabajo de este tipo, no es un yacimiento el que aporta la clave, sino la combinación de los datos de un gran conjunto de lugares, y en ese sentido nuestro yacimiento aporta su grano de arena y es tan importante como cualquier otro, aunque destaque la calidad de nuestro registro arqueológico», apunta.

El estudio, que buscaba correlacionar la expansión de cerámica campaniforme desde la Península al resto del continente, con un hipotético movimiento poblacional, ha concluido que «ese conjunto de materiales campaniformes pasaron de grupo en grupo mediante intercambio desde la Península, pero sin que los llevaran unas gentes concretas; que llegado a Centroeuropa, las gentes que provenían de las estepas de Europa oriental lo asimilaron como un distintivo de prestigio y lo llevaron consigo mientras se expandían por toda Europa occidental. Esto supuso mezcla con las poblaciones autóctonas en el área francesa y en las Islas Británicas, una mezcla que significó la práctica desaparición del aporte genético de las poblaciones previas, es decir, un cambio poblacional claro en el que la llegada de gentes del continente diluyó a esas comunidades», según Lomba.

Pero mientras eso pasó en el continente, en la Península ese cambio no se produjo, en ese momento. «Una de las líneas de trabajo es ver si cuando llega la Edad del Bronce peninsular, con unos rasgos muy diferentes de los de la Edad del Cobre precedente, va asociada a un cambio poblacional o a la llegada de gentes del continente, o qué. En esas estamos ahora», revela.

Asegura el profesor de la Universidad de Murcia que su participación en el proyecto está directamente relacionada con la calidad de la información que su grupo obtuvo en el yacimiento de Camino del Molino, lo que suponía aportar datos de calidad por el propio yacimiento y por el modo y cuidado con que lo excavaron y estudiaron. A partir de ahí contactó con ellos el equipo internacional a través del grupo de colegas que dirigen las investigaciones en La Bastida de Totana, concretamente Roberto Risch y Rafael Micó (Universidad Autónoma de Barceona, UAB).

Y las relaciones han sido fructíferas, pues continúan trabajando con ese equipo internacional. «Estamos en un proyecto financiado por el MECD tanto yo como Ignacio Martín Lerma, liderado por la UAB, centrado en el análisis de redes en Prehistoria a propósito de esa transición entre Edad del Cobre y Bronce. Y los análisis de ADN han abierto líneas de trabajo a nivel genético que van profundizar en caracterizar a esa población, ver a nivel genético su origen y también el tipo de relaciones entre los individuos», explica.

En su opinión, «esto va a suponer un avance fundamental en la comprensión de su modo de actuar, y si ese cambio de comportamiento tiene o no un correlato en algún tipo de aportación poblacional foránea o si, por el contrario, estamos como en el caso del campaniforme en flujos de influencias y materiales que no van de la mano con alteraciones y movimientos poblacionales. Ya veremos».

Mundo funerario

Joaquín Lomba trabaja desde hace años sobre sociedades del Neolítico Final y la Edad del Cobre en el Sureste, con especial incidencia en aspectos relacionados con su mundo funerario y simbólico. De entre sus trabajos, destaca la excavación de Camino del Molino (Caravaca), que concentra el mayor número de individuos en un solo enterramiento de toda Europa para la Prehistoria. Está permitiendo obtener información relevante sobre el perfil poblacional de los grupos calcolíticos en la zona, en relación con sus diferencias sociales y patrones de actividad.

En paralelo, su equipo está estudiando en la zona de Cieza la expresividad de los grupos del Neolítico final y Calcolítico en las paredes de cuevas, lo cual relata un modo de interacción con el medio que en la Edad del Bronce se perderá completamente.

Fuente: laverdad.es | 28 de mayo de 2018

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