Aspecto del claustro de la finca Mas del Vent, cerca de Palamós (Girona). /VINCENT LEROUX

José Ángel Montañés / El País

¿Quedan todavía en España joyas artísticas desconocidas, aunque sean del siglo XII? Parece que sí. La última y sorprendente noticia al respecto ha saltado en las proximidades de Palamós (Girona), con el hallazgo (¿o habría que decir redescubrimiento?) de un claustro excepcional, sobre cuyo origen románico los expertos albergan pocas dudas y al que se ha buscado muchas semejanzas con el del monasterio de Santo Domingo de Silos, en Burgos.

El anuncio saltó durante las recientes jornadas que bajo el título Arte fugitivo organizó el grupo EMAC de investigación sobre románico y gótico de la Universidad de Barcelona. Lo presentó Gerardo Boto, profesor de Arte Medieval de la Universidad de Girona, especializado en el análisis de la plástica monumental románica y en la iconografía y la organización del espacio eclesiástico medieval. De pronto, Boto dejó a profesores y estudiosos con la boca abierta cuando explicó que, en el jardín de una finca privada de Palamós, existía desde hacía más de medio siglo un claustro románico. Los asistentes a las jornadas no dieron crédito cuando este experto en historia y arte de la Edad Media desveló que no se conocía su procedencia exacta y que el monumento no estaba inventariado como bien cultural, ni por supuesto, protegido por administración alguna. En definitiva, que era un edificio anónimo, sin nombre ni apellidos.

Gerardo Boto conoció la existencia de esta construcción de forma casual. La edición francesa de la revista de decoración AD publicó, en su número 94 de julio y agosto de 2010, un espectacular reportaje sobre la vivienda del suizo Kurt Englehorn y su mujer Carmen, en Mas del Vent, una inmensa finca de 22 hectáreas localizada en la zona de la Fosca, en el término de Palamós. En el reportaje, el fotógrafo Vincent Leroux no pudo evitar fijar su objetivo en la enorme galería de arcos románicos del claustro que bordeaba la piscina. Pese a las reticencias del propietario, el fotógrafo tomó la imagen de aquel espectacular conjunto de piedra que bordeaba la no menos espectacular piscina entre los pinos: la imagen fue publicada en la revista a doble página.

Desde que tuvo constancia de la existencia de este nuevo edificio, Boto ha intentado sin descanso acceder al interior de la vivienda para estudiarlo, pero los propietarios del mismo no se lo han permitido. “Jamás he podido acceder al interior de la propiedad”, confesó decepcionado el historiador durante su presentación. Pero sí consiguió las fotografías de Leroux, de 80 megas de calidad, algo que le ha permitido buscar en primer plano las características de lo que, según su opinión, es un claustro románico con todas las de la ley.

Según Boto las galerías miden, aproximadamente, 20,8 y los 21,9 metros de largo, unas medidas que determinó a través de las imágenes aportadas por Google Earth. Cada una de ellas presenta diez arcos sobre columnas y capiteles dobles, salvo en el medio, que es cuádruple. De las otras dos galerías que acabarían de cerrar el claustro de 44 capiteles no se conservan columnas ni arcos y los capiteles reposan directamente sobre las basas.

Tras analizar estas imágenes Boto asegura que el claustro de Palamós es comparable, en distintos aspectos, a los de Silos y Las Huelgas, los dos en Burgos, y al de Santa Maria de Ripoll, en Girona, porque en todos ellos, algo infrecuente en los claustros españoles o hispanos, las columnas dobles están esculpidas por separado, mientras que los capiteles que las coronan forman un solo bloque.

Además, en los capiteles de Palamós aparecen representadas figuras humanas y gran número de elementos vegetales y animales, sobre todo aves, leones y jabalíes, y monstruos, como grifos, arpías y dragones... pero no escenas religiosas. El investigador resaltó las grandes dimensiones “insólitas en el panorama del románico hispano” de los arcos: más de tres metros y medio desde la clave de los arcos hasta las bases, independientemente de que algunos de los fustes fueran nuevos para restituir los perdidos.

El profesor Boto explica entusiasmado: “Tanto en el aspecto estilístico como en el temático, la mayor parte de los capiteles de Palamós están enraizados con el repertorio del claustro de Silos, tanto con el llamado Primer Taller, realizadas hacia 1100, como del llamado Segundo Taller, realizados hacia 1165. No hay duda: el operario que realizó estos capiteles conocía las formas y los registros de Silos”.

Boto se cuestionó durante tiempo la autenticidad del conjunto y se planteó la posibilidad de que todo fuera, tan solo, un decorado cinematográfico. Pero ahora, y a falta de que otros expertos confirmen su diagnóstico, no tiene dudas: “Seguí la pista de los posibles reproductores por moldes o por labra directa y en el siglo XX solo un moldeador tomó moldes de los capiteles de Silos, cuyos positivos en yeso se encuentran en el Museo de Reproducciones Artísticas, en el Victoria and Albert de Londres, en el museo de la Real Academia de Bellas Artes y en el propio Silos, pero no son los de Palamós. Tampoco hay constancia que se instalara en el monasterio ningún cantero para reproducir los capiteles”, explica.

Pero la prueba más contundente sobre la autenticidad del conjunto la encontró Boto en el Archivo Municipal de Palamós. Allí ha localizado una serie de imágenes del proceso de montaje de las arcadas que se remonta a 1959. “En ellas se ven la naturaleza pétrea de las piezas, su peso, su erosión de siglos y las marcas de montaje incisas normales en piezas románicas. Las fotos no muestran ningún atisbo de modernidad o falsedad. Si estos arcos no son auténticos, podemos dudar de la autenticidad de todo lo que vemos en fotos y en directo”, concluye tajante.

Según la revista francesa que dio a conocer la existencia del claustro románico, la construcción fue adquirida por el abuelo del actual propietario en Madrid, en los años cincuenta. Boto no duda de la fecha y apunta que quizá llegaron en 1958 a Palamós, pero sí de la procedencia: en su ponencia defendió que procedía de la provincia de Segovia o Burgos. “Seguro que este singularísimo patio porticado conoció estaciones intermedias en su trayecto desde su origen hasta su destino actual junto al Mediterráneo. No sabemos si estos estadios intermedios estuvo montado o empaquetado en cajas”, comenta.

Paralelamente a la acción investigadora de Boto, la Asociación de Amigos del Románico emprendió el año pasado una campaña para conseguir que se inventaríe y proteja la construcción y que sus dueños permitan analizarla. “En febrero de 2011 escribimos a los representantes legales de los dueños exponiéndoles nuestra intención de estudiarlo y conseguir una protección patrimonial acorde con su relevancia histórica artística. No nos han contestado”, se lamenta Juan Antonio Olañeta, presidente de la asociación. “No entendemos por qué no permiten el acceso, si tenemos en cuenta que la vivienda se alquila”, asegura Olañeta. En efecto, en la página web del grupo Rough Luxe , propiedad de Kurt Englehorn, se pone a disposición del cliente 11 fabulosas mansiones repartidas por todo el mundo, entre ellas la de Mas del Vent de Palamós. En la descripción se asegura que es una vivienda del siglo XVIII reformada por el equipo de arquitectos RCR para disfrutar de la naturaleza, pero para nada menciona el claustro, que tampoco aparece en las imágenes promocionales.

La asociación también se ha dirigido a las diferentes administraciones: Ayuntamiento de Palamós, responsables de patrimonio de Castilla y León y de la Generalitat de Cataluña, y Ministerio de Educación y Cultura, pidiendo que inicien los trámites para protegerlo. En septiembre de 2011 recibieron una breve respuesta de la Generalitat asegurando que se está siguiendo el protocolo de actuación que prevé la ley de patrimonio catalán de 1993. La nota aseguraba: “La actuación ha de conducir a la inspección por parte de nuestros técnicos del citado claustro”. Sin embargo, el director general de Patrimonio, Joan Pluma, reconoce que todavía no se ha hecho: “En unos días se enviara al juzgado un requerimiento con la intención de que nuestros técnicos puedan comprobar su existencia y si es auténtico”, asegura Pluma. Desde el Ministerio, tras la consulta realizada por este diario, han respondido a la asociación que “se ha dado traslado a la petición para estudiarla” y que en todo caso será la Generalitat de Cataluña la que tendrá que valorar las medidas a adoptar. Desde Castilla y León están interesados en el tema, pero no manifiestan intención de hacer nada, más allá de contactar con la Generalitat. Por fin, María Gràcia Artigas, concejala de Cultura y Patrimonio de Palamós, admite conocer la existencia del claustro, pero sostiene que “el ayuntamiento no tiene previsto hacer ninguna acción de forma inmediata. Es como si un particular tuviera en casa un Picasso; no nos corresponde a nosotros, porque al parecer es un elemento patrimonial castellano”. Sin embargo, la ley de patrimonio estatal y autonómica no excluye los bienes en manos privadas.

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Comentario por María // el junio 10, 2012 a las 9:29am

Pues la mezcla de elementos modernos y auténticos explicaría esa sensación tan  rara que produce de que algo rechina (aunque puede ser una falsa impresión,claro)

Gracias,Percha,con retraso:-)

Comentario por Percha el junio 10, 2012 a las 9:58am

Sí, Roberto y María, la mezcla de elementos modernos y antiguos parece, poco a poco, confirmarse. Habrá que ver que importancia cuantitativa tienen esos elementos nuevos. Quizá hasta podría darse el caso de que hubiera elementos de diferentes claustros. No sé, es que todavía me alucina que no se sepa a que claustro podría corresponderse, viendo el tamaño y la calidad del mismo.

El País hoy publica dos artículos sobre el tema:

Es la hora de la Historia de Arte

Gerardo Boto

Soy historiador del arte. Comparto oficio y pasión que con decenas de profesionales de universidades, museos y centros de investigación de todo el mundo. Mis colegas ejercitan esta profesión con serenidad y con tenacidad en el marco de nuestras instituciones, guiados siempre por el compromiso de avanzar en el conocimiento.

La Historia del Arte es una disciplina científica que, entre otros propósitos, procura la valoración y el conocimiento social y académico de esos productos culturales que calificamos como obras de arte, y que todos hemos heredado del pasado, sean de titularidad privada o pública.

La investigación en Historia del Arte es una tarea laboriosa y pertinaz que se encuentra con estímulos y con dificultades en su desarrollo. Los historiadores del arte partimos del afecto por la herencia artística; procuramos establecer un discurso riguroso y explicativo de los contextos y las causas que estimularon la realización de las obras, así como el aprecio sostenido en sus sociedades. Del mismo modo, es evidente que nuestra disciplina ofrece a la ciudadanía de hoy estudios sobre la conservación de las obras del pasado, con sus tortuosos y apasionantes accidentes y cambios.

Aunque trabajamos con obras y productos que surgieron del imaginario de individuos y sirvieron para el imaginario de sociedades completas, la historia del arte es una disciplina fáctica. Nos basamos en los hechos, en las obras, en el análisis empírico y directo de nuestros objetos de estudio. Hasta el viernes pasado yo no había tenido el privilegio de observar de modo directo y empírico las galerías claustrales que se conservan en la finca privada de Mas del Vent, en Palamós (Girona). Sin embargo, a través de imágenes y del trenzado de datos e informaciones dispersas, llegué a cuestionar mi escepticismo inicial. La presunción de que se trataba de una obra que podría contener elementos auténticos, originales del siglo XII, invitaba a plantear su relevancia histórica y cultural y, en consecuencia, reivindicar su protección administrativa por las autoridades competentes. De acuerdo con los indicios, creía que podíamos estar ante una obra de enorme magnitud.

La visita fugaz y excitante a las galerías claustrales de Mas del Vent proporcionó una cascada de reacciones instantáneas que se irán decantando en el futuro. Pero deben comprenderse en el marco del encuentro y la contemplación de unos capiteles colmados de imágenes, unas piezas labradas con una exuberancia inusitada y una rotunda corporeidad. Estos capiteles proceden de unos cinceles plurales que esculpieron mejor de lo que dibujaban. Y sin duda están envueltos de piezas modernas que, como en las catedrales severamente restauradas, no llegarían a desmentir el carácter genuino del conjunto.

En este momento, la originalidad del conjunto está siendo examinada por técnicos del departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña. Debemos permitir que trabajen con la mayor tranquilidad posible, elaborando pausadamente sus informes, ajenos al marasmo que estos últimos días ha agitado los ámbitos culturales y académicos, y del que he sido un involuntario protagonista. Lo relevante siempre es el objeto de estudio, la información histórica que encierran las obras que, no por casualidad, denominamos artísticas. Por eso mismo, acaso puede sorprender que entre los técnicos que evaluarán este conjunto no hay —o no se ha anunciado— ningún historiador del arte. Y desde luego el análisis iconográfico puede ser fundamental en este caso. Tengo colegas competentísimos en múltiples universidades que podrían ser consultados. En todo caso, serán ellos los que a la postre juzgarán y evaluarán el valor o no de este hallazgo. Porque el conocimiento siempre es una construcción colectiva desplegada en el marco de una comunidad científica.

Por desgracia, la ausencia de historiadores del arte en la administración no es privativa de este caso. La profesión no ha vertebrado una posición social y una visibilidad que se corresponda proporcionadamente con los aportes epistemológicos y positivos que efectúa. Está fuera de duda que la investigación y la transferencia del conocimiento que despliega la Historia del Arte se conjuga con la de otras disciplinas humanísticas en el afán por avanzar en el saber científico y en la protección de las herencias culturales. A pesar de que puede esgrimirse de modo contundente su utilidad social, estos estudios universitarios a menudo se ven soslayados desde distintas instancias. Es mucho lo que aportan y sólo tienen que explicarse mejor.

El Claustro / PERIDIS (EL PAÍS)

El hijo veraneante de Silos

Peridis

El profesor Gerardo Boto no daba crédito a lo que veía en aquella revista francesa. Camufladas entre los pinos de una verde colina del Ampurdán, pasaban ricamente la tarde, posando para un fotógrafo, las arquerías de un claustro románico que llevaban más de medio siglo de vacaciones en aquel lugar paradisíaco.

“¡Válgame Dios!”, se dijo el estudioso cuando se dio cuenta de que una docena de capiteles estaban a punto de darse un chapuzón en la piscinita situada a los pies del basamento del monumento. “¿Cómo ha podido llegar hasta aquí un hijo del claustro de Silos sin que nadie supiera de su existencia, ni siquiera su padre?”.

Esa misma pregunta me hice yo el viernes 8 de junio cuando conseguí llegar con un nutrido grupo de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión hasta el escondite del monumento.

Viendo aquellas arquerías exclaustradas, incompletas y abiertas al paisaje circundante, no pude por menos de recordarme de mi estancia en el monasterio de Silos pocos días después del atentado de las Torres Gemelas.

Mientras el mundo parecía venirse abajo arrastrado por las torres en su caída, tuve la fortuna de pasearme al ritmo de sus maravillosas arquerías, bajo la protección de sus artesonados y la suerte de poder estar durante un buen rato, a solas, contemplando el jardín monástico en donde los índices de los cipreses nos apuntan hacia el cielo mientras el sol, sin hacer alarde de su presencia y sin que apenas se note su discurrir, pasa revista a las columnas y los capiteles repartiendo luces, penumbras y sombras a los laterales del claustro según convenga a cada una de las estaciones del año.

En aquellos momentos de incertidumbre e inseguridad el claustro silense era un microcosmos donde se podía gozar del silencio y de la intimidad; un ámbito para la introspección y la meditación y un lugar adecuado para encontrar la paz y la armonía interior.

La primera impresión que tuve en Palamós fue muy distinta de la habida en Silos, porque aquello que tenía delante de mis ojos entre los pinos de la pradera no era un claustro románico sino un decorado romántico formado por las arquerías de un más que probable claustro románico llegado de no se sabe donde para servir de telón de fondo a una piscina doméstica de una finca maravillosa. Expatriado de su tierra, privado de su historia, despojado de sus cubiertas y muros de acompañamiento, desprovisto de su función espiritual y apaciguadora del espíritu, con los pinos paseándose a sus anchas a ambos lados del jardín, el claustro era mucho más un ornamento que un monumento porque había quedado reducido a una escenografía transparente incapaz de proporcionar el juego infinito de luces y sombras que proporcionan el interior y exterior de todo claustro verdadero.

Se notaba que había una lucha entre el jardín y las galerías del claustro y que cada uno de los elementos había intentado apoderarse del otro. A pesar de que las columnas habían estirado todo lo que podían y los arcos estaban muy crecidos para lo que es habitual entre los de su especie, los pinos habían medrado de tal forma que habían conseguido, no solo sobrepasar muchas veces la altura de los arquitos, sino que los troncos lucieran sus hábitos de corteza en el trasfondo de las arquerías.

¿Qué puede esperar de la vida y a qué tiene derecho, a partir de ahora, el hijo veraneante del Claustro de Silos?

Creo que es muy sencillo: saber quién es, de dónde viene, y adónde va.

Esto es darse a conocer a fondo y sin limitaciones y cortapisas, que se investigue su procedencia y las vicisitudes de su traslado y gozar en paz y tranquilidad, en las mejores condiciones de protección y conservación, del privilegiado lugar que ocupa en armonía con los pinos que le acompañan. Eso sí, alejado lo más posible de la piscina que baña sus pies.

 

Comentario por Percha el junio 11, 2012 a las 7:39pm

En El Faro de Vigo:

"He sacado a la luz el claustro de Palamós sabiendo que pongo en ri...

PABLO ÁLVAREZ Gerardo Boto Varela (León, 1967) es profesor titular de Historia del Arte Medieval en la Universidad de Girona y se enorgullece de su ascendencia gallega. "Mi abuelo era de Arzúa", explica. La semana pasada, el profesor Boto se convirtió en noticia-bomba al desvelar la existencia, en la localidad gerundense de Palamós, de un claustro románico que, a juicio de numerosos especialistas, podría datar del siglo XII. Los técnicos del departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña estudian la construcción. En la entrevista que sigue, Gerardo Boto explica los detalles de la investigación "detectivesca" que lo ha llevado al citado hallazgo. Su discurso está presidido por la palabra "cautela".

Con permiso del "rescate" o "ayuda" a la banca española, usted se ha convertido en el protagonista de los últimos días.

De entrada, debo decir que todo el revuelo mediático que se ha formado me parece una completa desmesura. Con todo, entiendo que al final el asunto habrá merecido la pena si lo que se consigue es poner el foco sobre el patrimonio y si se aclara que este patrimonio, potencialmente valioso, lo es realmente.

¿Un claustro románico del siglo XII?

Por el momento, por cautela y por respeto a los técnicos de la Generalitat de Cataluña y a las instituciones, no debo expresar mi opinión. Aunque algunos medios me han atribuido juicios de valor taxativos, yo no me he pronunciado hasta ahora con ninguna rotundidad.

El pasado viernes usted vio el claustro "en vivo" por vez primera. ¿Qué impresión le causó?

Buena, desde luego, pero no todo el conjunto por igual. Hay partes y partes, lo cual no es nada extraño si se tiene en cuenta que ya ha sido desmontado, trasladado y montado de nuevo, al menos, en dos ocasiones. Pero con que sólo hubiera un capitelrománico, el esfuerzo ya habría merecido la pena, aunque la dimensión mediática habría sido excesiva. Me admira realmente el grado de repercusión del caso.

¿Dos traslados?

Sí, por lo menos. Uno desde su lugar de origen hasta Madrid, y otro desde Madrid a Palamós. La familia propietaria, de origen alemán, lo compró, a través de intermediarios, en Madrid, en 1958. No descarto que pueda haber habido algún traslado más.

Se dice que puede tener una impronta muy intensa de los talleres tardorrománicos del monasterio de Silos, en Burgos.

Es una posibilidad muy verosímil.

Usted ha hablado de una investigación casi detectivesca.

Es cierto. Y, llegados al punto en el que estamos, pienso que ya puedo empezar a desvelar algunos detalles. Tuve conocimiento de la existencia de este claustro hace casi seis años, pero sólo disponía de unas fotografías muy malas que, sin embargo, me llamaron la atención. No había manera de acceder a la finca, aunque lo solicité expresamente. Las cosas cambiaron radicalmente cuando, en el verano de 2010, me enviaron la edición francesa de la revista de arquitectura "AD", que publicaba un reportaje impresionante sobre la finca y sobre el claustro. Luego me enviaron las fotos, de altísima definición, y mi interés creció mucho más. Tengo que reconocer que, durante mucho tiempo, el asunto me quemaba en las manos. En general, toda la investigación fue algo así como una lucha contra mi propio escepticismo. La asociación Amigos del Románico siempre me ha respaldado y son ellos los que han intentado mover este asunto en los ámbitos administrativos

Y ahora lo ha desvelado en una conferencia y se ha armado una buena.

Sí, y lo he hecho sabiendo que pongo en riesgo mi prestigio y mi credibilidad. Si al final nada es tan valioso, saldré perdiendo. Si hay, como creo, cosas valiosas, habrá merecido la pena. Yo entendí que, incluso desde un punto de vista deontológico, debía asumir ese riesgo.

¿Por qué?

Porque, de lo contrario, existía el riesgo de que la familia propietaria decidiera, por ejemplo, llevar ese claustro fuera de España, pongamos que a Suiza, y entonces ya lo perderíamos para siempre. Ahora, con el paso dado, ese patrimonio está bajo la protección de las administraciones públicas y puede ser estudiado a fondo. Y, si es auténtico, ya no podrá salir de España. O, si sus dueños deciden venderlo, las instituciones públicas tendrían al menos un derecho de tanteo.

¿En este proceso ha estado solo o en compañía de otros?

En todo el proceso de investigación he contado con la colaboración de una amiga y colega que por ahora no desea darse a conocer porque quiere que yo me lleve el mérito. Ya le he dicho que es injusto, pero ella insiste en que no es académica y prefiere pasar inadvertida. Además, durante estos años de silencio he compartido el hallazgo con diez o doce colegas de diversas partes. En este tiempo todos ellos han sabido guardar el secreto, y yo se lo agradezco mucho.

¿Qué dicen ahora los propietarios?

Pues no lo sé. Ellos han esgrimido esta semana un informe de Carmen Gómez-Moreno, una española que trabajaba en el Metropolitan de Nueva York y era especialista en gótico italiano, que decía que el claustro no era auténticamente románico. El juicio expresado en ese documento se basaba exclusivamente en unas fotos, según declaraba su autora. Me desconcierta que los propietarios jamás encargaran un contrainforme. Entre las múltiples noticias que han volcado los internautas, nadie ha detectado aún que esta familia patrocina desde hace mucho un reputado centro de investigación en Arqueometría en la Universidad de Tubingen (Alemania). Me extraña que, a lo largo de décadas, no hayan encargado un análisis de materiales allí mismo.

Puede haber construcciones similares en manos privadas, en otras zonas de España.

Desde luego, hay casos. Hoy mismo (por ayer) sale en "El País" una carta al director que recuerda que dos piezas del maestro Mateo, procedentes de la catedral de Santiago de Compostela, están en el pazo de Meirás. En el norte de Burgos también hay bienes patrimoniales en fincas privadas no accesibles para investigadores ni para el público en general. En cambio, hay propietarios privados que facilitan visitas y estudios, como en Santa Eufemia de Cozuelos (Palencia) o San Quirce de los Ausines (Burgos). Con todo respeto, el asunto me parece meridiano: las piedras o las pinturas pueden ser una persona, pero la información histórica que contienen es de todos.

Comentario por Percha el junio 12, 2012 a las 8:50am

El País:

El claustro de Palamós sufrió la acción del fuego en su origen

José Ángel Montañés

Si las piedras del claustro de Palamós hablaran, contarían de qué cantera y en qué momento fueron arrancadas para crear los sillares qué fueron tallados por manos diestras. También nos dirían en qué lugar estuvieron ubicadas y el nombre de la iglesia, monasterio o castillo a la que pertenecieron, una de las incógnitas de esta historia que ha llenado páginas de los medios de comunicación ....

Sin embargo, las piedras presentan señales de su larga historia, que hay que saber leer. Una de ellas es que la evidencia que la construcción sufrió, en parte, un importante incendio que hizo que algunos de sus sillares presenten un característico color rojizo fruto de la alta temperatura, además de una pérdida de superficie por el efecto del fuego. Así lo pudo comprobar Jaime Nuño, arqueólogo y director del Centro de Estudios del Románico de la Fundación Santa Maria la Real, que el pasado viernes accedió al claustro situado en la finca del Mas del Vent en la Fosca, Palamós.

Foto: Detalle de unas columnas y sus capiteles del claustro de Palamós. / MARCEL·LÍ SAÈNZ

Para Nuño no hay duda de que los sillares situados en una de las esquinas de la construcción, en concreto la que queda en el lado derecho que hay junto a la piscina “estuvieron expuestos a una alta temperatura durante varios días, motivado seguramente por la quema de las maderas que cubrían las galerías claustrales”. Nuño, el arquitecto y dibujante Peridis, presidente de la Fundación, el profesor de arte medieval de la Universidad de Girona, Gerardo Boto y el presidente de la Asociación de Amigos del Románico, Juan Antonio Olañeta, valoraron que probablemente un fuego intenso durante horas pudo causar esta alteración de la piedra.

No existe constancia de un incendio de ese tipo desde 1931, año en que el claustro llegó desmontado, desde un lugar desconocido —posiblemente Segovia o Burgos—, a un solar propiedad, desde 1918, de Águeda de Martorell y Fivaller, marquesa de Lapilla y de Monesterio, situado en la calle Ángel Nuñez de la Ciudad Lineal de Madrid. Según contaron el hijo y el nieto de Julián Ortiz, el restaurador que dirigió los trabajos de montaje del claustro que compró el anticuario Ignacio Martínez Martínez, entre 1931 y 1958 no se produjo ningún incendio de esas características. Aunque estuvo a punto. “Al estallar la guerra los milicianos intentaron quemarlo, porque pensaban que escondía un polvorín, pero las mujeres, con sus gritos, los convencieron de que no lo hicieran y se marcharon”, recuerda Juan Manuel Ortiz, de 86 años.

Posiblemente, coinciden los especialistas que visitaron el claustro el viernes pasado, estas marcas de fuego tienen mucho que ver con el proceso de destrucción que sufrieron muchas de la arquitectura religiosa española tras desamortizaciones como la de Mendizábal de 1835, y por lo tanto demuestra que el claustro estaba en pie en el siglo XIX.

Las piedras también hablan de la calidad de la construcción. Según Boto, a diferencia de lo que ocurre en Santo Domingo de Silos, donde el artista era un gran dibujante y escultor, en el de Palamós, la calidad de la labra es muy superior a la del dibujo. “Sea de cuando sea, es un buen cantero pero un dibujante más discreto, ya que hay figuras desproporcionadas, con una elegancia más desigual”, especula. Esta calidad se mantiene en rincones incluso que no están pensados para ser vistos, como en el interior de los capiteles cuádruples, que se sitúan en el centro de cada una de las cuatro galerías. “Es extraordinario y lo he visto sólo en San Andrés de Arroyo. Representa un alarde del trabajo del que no hay necesidad, sobre todo si pensamos en que sean capiteles modernos, que se hacen para venderlos a un rico americano, acaso con destino a la costa Oeste”, explica este profesor coautor, junto a Joaquín Yarza, del conocido libro Claustros románicos Hispanos (2003). Este detalle es para él “como el interior de un cajón de un mueble bueno, perfectamente acabado aunque no esté hecho para verse”. Boto, prudente, a la espera del dictamen que han de emitir los tres técnicos de la Generalitat, no esconde que estos datos apuntan a un trabajo medieval.

El profesor tuvo la oportunidad de ver in situ las galerías el viernes y comprobó que algunas de sus predicciones, realizadas a través de las fotografías de la revista AD y Google Earth, no eran del todo ciertas: entre llas que el claustro era mayor de lo que pensaba, ya que alcanzaba los 23,8 por 23,9 metros, y era “mayor que el de Silos”.

Durante la visita se comprobó que las piedras presentan dos numeraciones arábigas, una incisa y otra pintada. Se correspondería, posiblemente, con las realizadas al desmontar la estructura en su lugar original para montarla en Madrid y la de 1958 para ayudar a levantar la estructura en Palamós.

Una de los elementos que más desconcertó a los privilegiados especialistas que accedieron a la finca, fue el tamaño de los capiteles y la altura de las galerías. Según Boto, en este claustro todo es enorme, “incluso el zócalo, que me parece incontrovertible, tiene unas medias excepcionales. Esto obliga a que el resto de las partes sean enormes para conseguir la proporción entre las partes”.

Quien también sabía de la importancia del claustro era el anticuario Martínez. Y lo demostró con el precio con el que pretendía venderlo, tras remontarlo en un barrio de las afueras de Madrid: 5 millones de pesetas en 1936, que rebajó a 3,5 después de la guerra. Unos años antes, en 1925 el historiador y saqueador del arte Arthur Byne vendió al magnate de la prensa norteamericano William Randolph Hearst, el claustro, el refectorio y la sala capitular del monasterio de Sacramenia (Segovia) por 40.000 dólares (unas 280.000 pesetas) y el refectorio, la sala capitular, el dormitorio de novicios y parte del claustro del monasterio cisterciense de Óvila (Guadalajara) por 55.000 dólares (unas 390.000 pesetas), según José Miguel Merino de Cáceres, que ha estudio la venta de estos y otros bienes eclesiásticos. Precios inferiores que los que pretendía cobrar Martínez. Según el representante de su actual propietario, el suizo Kurt Engelhorn, el claustro de Mas del Vent se compró en 1958 por un millón de pesetas.

Los expertos que deben dictaminar sobre la autenticidad de la construcción de Palamós lo tienen complicado. La solución no pasa por el verdadero o falso, porque la construcción, al parecer, tiene elementos medievales y modernos. Tendrán que tener en cuenta que la mayoría de edificios románicos españoles están reconstruidos. En los muros interiores de San Isidoro de León, uno de cada dos sillares es original, tal y como se ve por las marca del restaurador. En la catedral de León, los muros superiores y la cubierta, son reposiciones modernas. Pero nadie duda de su autenticidad. “La actitud de reponer para dar forma y estabilidad a la construcción en estos edificios y en el claustro de Palamós puede interpretarse como análoga”, valora Boto.

“El castillo es falso,pero no inventado”

Uno de los elementos que más había llamado la atención a Gerardo Boto en la fotografías que había visto del claustro era un relieve del castillo de rey Alfonso VIII (1155-1214) representado en una de las arcadas. Tras acceder el pasado viernes, el profesor comprobó que no era antiguo, sino una reintegración moderna.

Según Boto las explicaciones posibles son solo dos: Que la persona que decidió colocarlo en el siglo XX fuera un experto erudito que dominaba la xilografía y conocía que este castillo, y ningún otro, era el símbolo del monarca contemporáneo a la construcción del claustro, pese a que eran poquísimas las representaciones que se conocían en 1930; o, más probable, que el tallador no se lo inventó, sino que copió un original muy deteriorado, que se decidió reponer por otro nuevo cuando se remontó en Madrid.

“Aunque no tengo todos los elementos de juicio, me parece que es falso, pero no inventado", concluye.

Comentario por Roberto el junio 12, 2012 a las 9:20am

En la foto de éste último artículo del país se aprecia que de ser auténticos, los capiteles que se encuentran en el suelo deberían ser retirados inmediatamente porque el hecho de no estar cubiertos hace que se aprecie una erosión por el agua bastante mayor que en los que se hallan sobre columnas y cubiertos por arcos. Si este claustro estuvo desmontado y guardado hasta el traslado a Madrid y en Madrid se reconstruyó entero y no como ruina romántica, el mayor daño a los capiteles se le ha hecho desde que está en Palamós, tal vez por creer sus dueños que solo tenían un recreación moderna de una obra medieval, aunque si hubieran pensado que era auténtico tal vez no estaría en España pero seguramente estaría más protegido.

Comentario por Percha el junio 12, 2012 a las 2:34pm

Otra entrevista con Gerardo Boto en El Norte de Castilla:

«El claustro no es cuestión de Cataluña o Castilla, no hay que hace...

Jesús Bombín

Las piedras de un claustro románico han trastocado la vida académica de Gerardo Boto (León, 1967), profesor en la Universidad de Gerona. Acostumbrado a trabajar con mentalidad que llama «de dinosaurio», con publicaciones a dos años vista, nada que ver con las urgencias de declaraciones a las que se ve arrastrado por el huracán mediático que ha provocado el descubrimiento de un claustro románico en una finca privada de Palamós (Gerona). No quiere que su investigación y su empeño personal en destapar la existencia del claustro se bifurque por trincheras que no desea pisar echando gasolina al fuego de los agravios regionales. Lleva más de un lustro atrapado en el afán de dar a conocer la existencia de este claustro, que descubrió ojeando una revista francesa de decoración en la que aparecía el conjunto artístico junto a una piscina de una finca privada de la Costa Brava. Su difusión pública ha precipitado un desenlace pendiente aún del informe de la comisión de técnicos de la Generalidad de Cataluña que está analizando la autenticidad de la obra.

–¿El claustro es auténtico?

–Mi impresión es positiva pero no he querido concretar mucho en qué sentido lo es por respeto al estudio que se está haciendo. Pero sí, tengo la convicción de que es auténtico. Aunque el otro día la visita fue accidentada y precipitada, mi impresión es que tiene valor histórico. Con ello no quiero que los técnicos de la Generalitat se vean forzados por ningún condicionamiento, pero mi opinión está coincidiendo con la de la mayoría de la gente que consulto; de nueve a uno están de acuerdo en que es auténtico. Lo que puedo decir con rotundidad es que en mi profesión se entiende muy mal que en esa comisión de la Generalitat no haya historiadores del arte; hay un arquitecto y dos arqueólogos. Me pregunto en qué posición se quiere dejar al historiador del arte, porque no es una cuestión solo de Cataluña, sino de las direcciones de Patrimonio autonómicas de toda España. Creo que la visibilidad de mi profesión no se corresponde con lo que aporta y debería ser escuchada.

–¿Qué opinión se ha formado sobre la obra que vio en Palamós?

–Hay que matizar una cosa. Es falso lo que es inventado, pero no es falso lo que se repone, pues no carece de autenticidad porque puede tener una modernidad material. Aquí la cuestión es si los capiteles son invención, reproducción o originales. Yo creo que en este claustro hay partes originales, otras son reproducción de las que no se conservan y otras completamente nuevas y que no sé si eran así en origen. En la catedral de París sabemos que la fachada es falsa, porque todas las piezas originales están conservadas en un museo. Es una copia de otra que hubo, pero tiene en cuenta que a la fachada del restaurador en el siglo XIX le faltan piezas y él añadió las partes que le faltaban y creía que eran así. La cuestión es cuánto está inventado y sobre qué base.

–Hay quien apunta a Gumiel de Izán (Burgos) como lugar de procedencia del claustro.

–Desde hace un año y medio cuento con la colaboración documental de una persona de Aranda de Duero. Y Gumiel de Izán es uno de los tres o cuatro sitios en los que sigo pensando, porque esto empezó hace cinco años y he ido descartando monasterios. No me importa decir que algunos municipios candidatos me los han dicho colegas y se van cayendo porque no encaja alguna cuestión. Gumiel de Izán forma parte de mi tesis doctoral y, con todo, no estoy seguro de que sea el candidato, es uno más. Y hay tres o cuatro entre Burgos, Segovia y Palencia. En la Universidad de Valladolid hay laboratorios muy buenos de mineralogía y cristalografía, hay un mapa litografico de Castilla y León... con todo eso se puede acotar el área de procedencia con relativa facilidad.

–La Generalitat tenía noticia de la existencia de este asunto desde 2011. ¿Por qué es ahora cuando se ha recurrido a la Fiscalía para poder acceder a la finca privada?

–La prensa es el cuarto poder ¿no? Lo que parece claro es que su intervención ha tenido mucho que ver en como está conociéndose este asunto.

–¿Teme que el descubrimiento dé lugar a un enfrentamiento entre autonomías?

–Ante todo, no hay que hacer que esto se convierta en un Fuenteovejuna, no quiero echar leña al fuego. Esto no tiene que ver con Castilla y Cataluña. Esa no es la cuestión. El claustro está en la Península Ibérica y en España. Tenemos muchas cosas importantes en museos de Nueva York que alguien compró y se llevó y nadie va allí a decir que nos las devuelvan a nuestro pueblo. Cuando avancemos en esta historia y se sepa algún capítulo que aún no ha salido presumo que vamos a estar muy contentos de que el claustro siga todavía en España independientemente de la autonomía. Lo que importa es que está en España, que esté protegido y hayamos ganado un bien patrimonial que es de todos.

 

Comentario por Percha el junio 13, 2012 a las 9:34am

Continúa El País hoy:

Cinco pistas, un solo claustro verdadero

Capiteles del desaparecido monasterio de San Pedro de Gumiel de Izán (Burgos), conservados en una iglesia parroquial de la localidad. /CRISTÓBAL MANUEL

José Ángel Montañés

El claustro de moda ha pasado de ser casi un secreto a tener entrada en Wikipedia. Cosas de la vida, del periodismo, de los negocios inmobiliarios y, a no dudarlo, de esa inconmensurable fuerza del románico como elemento aglutinador de misterio y embrujo. Desde que EL PAÍS —haciéndose eco de la investigación cuasi detectivesca del profesor de la Universidad de Girona Gerardo Boto— dio a conocer hace una semana la existencia de una espectacular galería doble de estilo románico ..., el mundo del arte quedó patas arriba. Además, el hallazgo de Mas del Vent ha animado a especialistas, académicos y personas de a pie a relacionar su posible lugar de procedencia con varias iglesias, monasterios, castillos o yacimientos. Todos ellos remiten a la comunidad de Castilla y León y, en concreto, a localidades de las provincias de Burgos, Segovia y Palencia. Gumiel de Izán, Castrojeriz, Ibeas, Collado Hermoso y Carrión de los Condes son, de momento, las cinco hipótesis más citadas por quienes más saben del asunto. José Ignacio Sánchez Rivera (Universidad de Valladolid), Félix Palomero Aragón (Universidad Carlos III de Madrid) y René Jesús Payo Hernanz (Universidad de Burgos) apuntan que el claustro podría pertenecer al monasterio burgalés, ya desaparecido, de San Pedro de Gumiel de Izán; José Luis Hernando (Museo de Zamora) ve ciertos paralelismos entre los capiteles de Palamós con los de la torre de la iglesia parroquial de Hontoria de Valdearados (Burgos) y con restos de otros lugares próximos a Silos, como Caleruega, Brazacorta, Sepúlveda y Santa María de Retuerta. Por último, Saturnina Gómez no duda que el claustro estaba en su pueblo, Hortigüela, también en Burgos, y que pertenecía al monasterio de San Pedro de Arlanza, “derruido a principios del siglo XX para hacer un pantano que luego no se construyó”. Por eso no dudó en llamar a este diario y explicarlo. Gerardo Boto (León, 1967), el profesor de la Universidad de Girona que dio a conocer a todos esta estructura desconocida, da a conocer aquí una lista de posibles lugares de origen, con los pros y los contras de cada uno de ellos:

SAN PEDRO DE GUMIEL DE IZÁN (Burgos)

Solo una tapia... y diez capíteles románicos Monasterio benedictino adscrito a la casa cisterciense de Morimond en 1194 bajo el amparo del rey Alfonso VIII. No conservamos practicamente ningún elemento de este conjunto, excepto una tapia del perímetro. En la iglesia parroquial de Gumiel de Izán se conservan una decena de capiteles románicos que se afirma proceden, entre otros lugares, del claustro monástico. La morfología de los capiteles más silenses se puede adscribir, en realidad, al frente de una sala capitular, como la de la catedral de El Burgo de Osma. Desde el principio, el profesor Boto explora la posibilidad de este monasterio, que últimamente cuenta con el auxilio documental del abogado Heri García de Lázaro, en el propio territorio. Para llegar a un mejor conocimiento es imprescindible una excavación arqueológica en el solar que ocupó el antiguo monasterio de Gumiel, para poder llegar a conclusiones sobre su planimetría y estar seguros de la filiación del claustro con el monasterio.

CONVENTO DE SAN ANTÓN (Castrojeriz, Burgos)

Pendiente de exploración arqueológica Este monasterio al pie del Camino de Santiagio se funda y se construye en el siglo XII, aunque la iglesia que se conserva hoy —en ruinas— es tardogótica. Fue palacio y huerta del rey Pedro I de Castilla. Alguna dependencia monástica está severamente reformada con posterioridad. El área claustral está pendiente de una exploración arqueológica que arroje más luz sobre el pasado de esta construcción. No se sabe si las dimensiones de las galerías del Mas del Vent pueden ajustarse a las de ese área. Durante más de un siglo ha permanecido en manos de una misma familia.

SAN AGUSTÍN DE BENEVÍVERE (Carrión de los Condes, Palencia)

Siete arcos con figuras de tamaño natural De esta magnífica obra canónica sólo se conocen un grabado de Jenaro Pérez Villa-Amil y un dibujo de José María Quadrado de mediados y finales del siglo XIX, respectivamente. La litografía muestra una excelente fachada de la sala capitular, con siete arcos ocupados por figuras de tamaño casi natural. Las galerías fueron reformadas en torno al siglo XVI adoptando arcos escarzanos de tipo salmantino, insertando bajo ellos los capitales románicos. Estas piezas presentan una gran analogía a algunos de los capiteles de Palamós y comparten con ellos una adscripción cultural tardorrománica.

SAN CRISTÓBAL DE IBEAS (Ibeas, Burgos)

No se conserva ninguna estructura Monasterio de la orden premonstratense del que en la actualidad se conocen muy pocos restos: tan solo un dibujo a plumilla y, de momento, un capitel exento —aparentemente de la zona claustral— que conocemos gracias a la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Maria Teresa López de Gereño que lo ha publicado, tras rescatarlo de una de las viviendas de la localidad.

SANTA MARÍA DE LA SIERRA (Collado Hermoso, Segovia)

No se conserva ninguna estructura El monasterio fue fundado en la década de los años 30 del siglo XII. Ya en este periodo, el conjunto de Santa María de la Sierra tuvo un notable florecimiento monumental. A finales de este mismo siglo se adscribe a la orden del Císter. De momento no es posible confirmar ni descartar una eventual relación con el conjunto de Palamós. Habrá que exhibir mucha prudencia y esperar a la publicación de los resultados de una excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en la actualidad.

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En los comentarios a este artículo un interviniente pone el enlace con el blog Historias Matritenses, que ha dedicado una entrada a este tema y contiene interesantísimas fotos. Pongo aquí dos de las más interesantes:

Comentario por Percha el junio 13, 2012 a las 9:39am

También en El País:

“Queremos que restaure un claustro románico”

J.A.M.

En el año 2000, mientras trabajaba en la catedral de Girona, Lucrecia Ruiz-Villar, restauradora afincada en Madrid especializada en rehabilitar fachadas de piedra, recibió uno de sus encargos más sorprendentes: realizar un informe para restaurar un claustro románico situado a unos 50 kilómetros de distancia, en una finca privada de Palamós. De él no había oído hablar hasta esa fecha.

Cuando accedió a Mas del Vent, en compañía de un aparejador que actuaba en nombre de los dueños, le impresionó ver esta estructura, rodeada de pinos y junto a una piscina. “¿De dónde procede?”, preguntó. No recibió respuesta. “Me pidieron saber qué intervención era necesaria para su correcta preservación”, recuerda. Durante toda la mañana la especialista rastreó el claustro con la única indicación de no hacer fotografías. “Tuve que convencerle de que era fundamental para realizar el informe”, asegura. El aparejador no se apartó de su lado mientras hacía su trabajo. “Me sorprendió la actividad que había, con personas de un lado para otro que parecían preparar un evento que se celebraría en una carpa instalada cerca”.

Según la especialista, la mayor patología que afectaba entonces al claustro, eran las sales que se acumulaban en las piedras areniscas y calcarenitas (asperón), que habían desgastado su cara externa. “Al licuarse por la humedad arenizan la superficie y se llevan una gran parte de la labra de la piedra. Además, pudo ser cepillada perdiéndose un par de capas de piel”. Otras alteraciones que observó fueron “la gran cantidad de chorretones de cemento líquido que manchaba la piedra, seguramente el sobrante vertido en 1959 cuando se montaron los sillares”, asegura. Ruiz-Villar corrobora que el color rojo intenso de algunos de los sillares son consecuencia de un fuego intenso, tal y como publicó ayer EL PAÍS. “La arenisca lleva hierro que cuando sale a la superficie se vuelve óxido rojo”.

Su propuesta de intervención pasaba por desalar la piedra, eliminar las manchas de cemento, sellar las juntas de lo sillares y colocar una superficie sobre la estructura para protegerla del agua. La restauradora relativiza los efectos de la humedad proveniente del riego del césped o la presencia de la piscina junto al claustro. “Le afecta más la humedad que lleva desde el suelo por capilaridad”, defiende.

“No soy historiadora pero tengo 30 años de experiencia en restauración y si el claustro es una copia moderna es una copia magnifica. El tipo de degradación que presenta es muy difícil de hacer artificialmente. La alteración es de siglos”, asegura Ruiz-Villar sorprendida por las dudas de los propietarios sobre la autenticidad de las piedras. “Ellos me pidieron intervenir en un claustro románico. Y a mí, me coló como auténtico”.

No le ha sorprendido comprobar por las fotografías publicadas estos días que, al final, si se intervino en el claustro, pese a que a ella y a su empresa nadie les volvió a llamar. “Hacemos muchos informes a particulares que acaban en nada”, justifica. “No había vuelto a saber nada del claustro, hasta la semana pasada. Menuda sorpresa”.

 

Comentario por ernesto el junio 13, 2012 a las 8:18pm

Hola 

El monasterio de Benevívere es de San Agustín o Santa Mª ????

En un capitel de Palamós se aprecian unas "aves" unidas por la cola con cabezas de ...otro animal, muy parecido a uno soriano y otro de Santa Mª del Temple de Ceinos, si bien estos rematados con cabezas humanas ¿Alguien me podría decir su simbolismo?

Gracias

Un saludo

Comentario por Percha el junio 14, 2012 a las 5:11pm

Hola Ernesto. 

Poco te puedo ayudar pero lo intentaré. He buscado un poco por ahí y parece que el Monasterio de Benivívere está dedicado a Santa María y perteneció a los Canónigos regulares de San Agustín. En algún trabajo aparece como de san Agustín, en fin que es el mismo.

Sobre la interpretación del simbolismo del capitel, que parece que representa a arpías, te dejo este enlace con la página del Círculo románico que se refiere al mismo.

Más cosas, El Diario de Burgos publica:

El "maestro de Palamós" pudo trabajar en la última etapa de Silos
I.L.H

Siete días después de que los dueños de la finca Mas de Vent abrieran su jardín a técnicos y periodistas para ver de cerca el claustro románico que desde 1959 adorna su piscina, hay algunos detalles que ya nadie pone en duda. El más importante es el de su autenticidad. Los expertos que han podido tocar la piedra y analizar sus relieves coinciden en que es original. La segunda certeza es que el claustro de Palamós (Girona) está relacionado con el de Santo Domingo de Silos. A partir de ahí todo lo demás son hipótesis que hay que corroborar, pero algunas toman un importante peso a juzgar por los razonamientos de los expertos.
La posibilidad que avanzó este periódico de que el origen del claustro esté en el antiguo monasterio de San Pedro de Gumiel de Izán es refrendada -con todos los matices que encierra una hipótesis- por expertos como Félix Palomero (que realizó su tesis doctoral sobre este tema) o los profesores de las universidades de Burgos y Valladolid, René Jesús Payo y José Ignacio Sánchez Rivera, respectivamente. El presidente de la Fundación Santa María La Real, José María Pérez Peridis, que el viernes pasado tuvo acceso al claustro, también lo cree: «Para mí es la hipótesis central. Está bien fundada y entre las posibilidades que se barajan, tanto Gerardo Boto -el investigador que sacó a la luz este tema- como yo, la de San Pedro es la primera. Tiene muchas papeletas».
Lo que el maestro de Palamós, al que bajo estas hipótesis podríamos llamar el maestro de Gumiel, hizo en el claustro redescubierto en la finca de Girona es recrear las composiciones de Silos y adaptarlas. «Es un maestro que conocía Silos y que interpreta el estilo en un sitio cercano, probablemente años más tarde. Pero es también un gran maestro», asegura Peridis.
Félix Palomero va más allá y, tras analizar los capiteles de Silos y Palamós -y también los que se conservan de San Pedro- concluye que el maestro del claustro conservado en Girona pudo incluso trabajar en la última etapa de Silos. Por «los restos conservados en Palamós, obra que parece de las tres últimas décadas del siglo XII    -algún capitel pudiera ser anterior y de otra procedencia-, por las formas que presentan los capiteles, el tipo de trabajo, la temática y la concepción general de relieve, tipo de labra y composición, estamos ante un taller que está muy próximo a las formas y trabajo del último taller del claustro inferior de Silos».
«Incluso se podría decir -continúa- que quien realiza el trabajo del claustro conservado en Palamós -lo que ha llegado hasta nosotros- conoció y tal vez trabajó en la última etapa de obras del susodicho claustro inferior de Silos. Me atrevería a afirmar que es un maestro retardatario, pues sus modelos en muchos aspectos son más bien los trabajos y temas de la primera etapa del claustro silense, ante todo los trabajos del maestro de la galería Este. Tal vez una parte importante de estos capiteles son más antiguos de lo que a primera vista se ha dicho y debamos buscar relaciones con modelos no de mediados o de la segunda mitad del siglo XII sino más bien algo anteriores».

EL MONASTERIO DE SAN MILLÁN DE JUARROS

Aunque la hipótesis de que los restos de Palamós correspondan a Gumiel de Izán sigue siendo la primera opción, el profesor y experto en románico Félix Palomero introduce un nuevo lugar de la provincia entre los monasterios posibles.
Palomero apunta, también como opción, a monasterio premonstratense de San Cristóbal, en la localidad de San Millán de Juarros. De este cenobio, como pasa con el de Gumiel, no se conserva apenas nada ni se tienen datos de lo que ocurrió con él tras la desamortización.
El monasterio tuvo en su día envergadura suficiente para haber construido un claustro de tales dimensiones y también está vinculado a Santo Domingo de Silos. Como tercera pata para dar forma al rompecabezas, Palomero destaca igualmente su relación con el reinado de Alfonso VIII, cuyo escudo ha aparecido en el claustro de Palamós.

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También se han publicado en el Canal Patrimonio:

Impresiones de una visita al claustro de Palamós de Jaime Nuño González, Director del Centro de Estudios del Románico

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