Los sonidos «f» y la «v» nacieron con la alimentación del Neolítico

Una mujer anciana de Rumania muestra una mordida alineada (izquierda). Un hombre de la Edad del Bronce de Austria tenía una ligera sobremordida (derecha). DE BLASI ET AL ., SCIENCE , 363, 1192 (2019).

En la actualidad existen entre 7.000 y 8.000 lenguajes hablados en todo el mundo. Se construyen a partir de 2.000 sonidos diferentes, desde las llamadas vocales cardinales («a», «e» y «o»), hasta los chasquidos consonánticos de las lenguas click, del sur de África. Cada una de estas lenguas es más rica en un tipo de sonidos que en otros y ha evolucionado de una forma concreta a lo largo del tiempo: aparecen y desaparecen conceptos, las palabras más usadas se acortan, se adoptan una entonaciones u otras.

Algunos científicos consideran que toda esta maravillosa diversidad surge porque el lenguaje es parte de nuestra naturaleza: un producto de nuestra cultura, pero también de nuestro cuerpo, de nuestras manos, de nuestra boca y de nuestra garganta.

Algunos de estos científicos acaban de publicar un estudio en la revista Science en el que han demostrado que dos sonidos esenciales en las lenguas contemporáneas, «f» y «v», aparecieron hace apenas cuatro milenios. Gracias a cinco años de trabajo, en los que han comparado multitud de lenguas y han elaborado sofisticados modelos biomecánicos, han concluido que estos sonidos surgieron gracias al cambio de dieta que trajo consigo el Neolítico y que estuvo asociado con transformaciones esenciales en la forma de morder.

«Nuestro trabajo de investigación muestra evidencias que apuntan al hecho de que los sonidos labiodentales han aparecido recientemente en la historia de nuestra especie», ha dicho en rueda de prensa Damian Blasi  (izquierda), investigador en la Universidad de Zurich y en el Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana, y uno de los tres autores del estudio. Blasi se refirió así a sonidos como «f» y «v», muy comunes y presentes en la mitad de las lenguas actuales.


«Este artículo muestra que un cambio cultural puede cambiar nuestra biología de forma que afecte a nuestro lenguaje», ha dicho en Sciencemag.org  Noreen Von Cramon-Taubadel (derecha), investigadora en la Universidad de Buffalo, Estados Unidos.

Aunque no está claro cuándo surgió el lenguaje, se considera que la mayoría de sus sonidos aparecieron hace unos 300.000 años, con el nacimiento de nuestra especie, Homo sapiens. Pero hay una excepción. Hace tres décadas, el lingüista Charles Hockett propuso que los sonidos labiodentales, que se hacen con los labios inferiores y los dientes superiores, no podían estar presentes desde tan pronto, en las poblaciones de cazadores-recolectores.

Mandíbulas del Paleolítico

¿Por qué? Porque en los humanos del Paleolítico los dientes superiores e inferiores estaban alineados en las mandíbulas, de forma que les resultaba más costoso hacer estos sonidos. Sin embargo, esto cambió, según Hockett y otros, cuando la mandíbula se modificó y los dientes superiores quedaron adelantados sobre los inferiores, como ocurrió a partir del Neolítico y pasa hoy en día.

Según dijo Hockett, esta diferencia tiene su origen en la alimentación. En el Paleolítico los alimentos eran más fibrosos y duros, por lo que las mandíbulas inferiores eran mayores, los molares salían más adelantados y los dientes inferiores y superiores estaban alineados. Esta dentadura, decía Hockett,  hacía más difícil que la mandíbula superior tocase el labio inferior, lo que hace falta para pronunciar los sonidos labiodentales.

Damian Blasi y sus colegas Balthasar Bickel  (izquierda) y Steven Moran (derecha) quisieron poner a prueba esta hipótesis. Lo hicieron a través de modelos computacionales biomecánicos con los que trataron de simular cómo el humano produce los sonidos labiodentales. En concreto, los investigadores compararon la mordida característida del Paleolítico con la del Neolítico. Así observaron que la mordida más moderna hace un 29% más fácil pronunciar los sonidos labiodentales.

Blasi ha resaltado que no es que una cosa ocurriera como consecuencia de la otra. Sino más bien que este cambio aumentó la probabilidad de que aparecieran dichos sonidos: «El proceso fue gradual, no determinista, y diverso en las regiones y sociedades, con frecuencia modulado por factores sociales y culturales, como el prestigio».

Según ha sugerido Balthasar Bickel, otro de los autores del estudio, a medida que más adultos fueron desarrollando la mordida no alineada comenzaron a usar más los sonidos con «f» y «v». Incluso, ha sugerido, estos sonidos pudieron convertirse en una señal de prestigio en India o Roma, representando dietas más blandas y ricas.


Diferencia entre la mordida del Paleolítico (izquierda), con los dientes superiores e inferiores alineados, y la moderna (derecha), con los dientes superiores adelantados - Scott Moisik



El auge de la «f» y la «v»

Además de esto, los investigadores también analizaron la distribución de los sonidos labiodentales en miles de lenguas, y su relación con las fuentes de comida más características de las poblaciones que las hablan. «Descubrimos que aquellas poblaciones con una larga tradición de dietas blandas y preparación de comida son las que tienden a albergar más sonidos labiodentales». De hecho, las poblaciones de cazadores-recolectores analizadas tienen la cuarta parte de sonidos labiodentales que las sociedades agrícolas.

Por último, analizaron las relaciones entre las lenguas Indo-Europeas y averiguaron que los sonidos labiodentales se extendieron muy rápidamente. Pasaron de ser raros hace 8.000 años a extenderse ampliamente gracias a la adopción de la agricultura y los métodos de procesamiento de alimentos como la molienda de grano. En la actualidad, las consonantes «f» y «v» aparecen en el 76 % de las lenguas Indo-Europeas. De hecho, según los autores, los sonidos labiodentales se extenderán aún más, por todo el mundo, con la adopción de dietas más blandas.

Modelo biomecánico de producir un sonido 'f' con una sobremordida (izquierda) frente a una mordida de alineada (derecha). Crédito: Scott Moisik, CC BY-ND

A la vista de sus conclusiones, los investigadores han propuesto analizar el lenguaje desde una perspectiva más biológica, en la que se estudie su relación con la biomecánica y la neurofisiología. «Los nuevos métodos desarrollados en nuestro artículo nos permitirán ir más allá para reconstruir los sonidos del habla del pasado antiguo o prehistórico», ha dicho Steven Moran, otro de los autores.

Sin embargo, este estudio tiene limitaciones, puesto que los autores se han centrado en los lenguajes Indo-Europeos, por estar muy extendidos y estar muy bien documentados.

Probabilidades de articulaciones labiodentales de varios sonidos en la historia de las lenguas indoeuropeas. Crédito: Balthasar Bickel, CC BY-ND


Los autores han dicho estar interesados en aplicar estos métodos a más sonidos. Otra de sus metas será sumergirse en los orígenes evolutivos del lenguaje hablado. «Ahora estamos en posición de investigar si el origen del lenguaje hablado evolucionó gradualmente o no», ha dicho Moran. Y, más en concreto, estudiar cómo los sonidos surgieron a causa de la interacción entre la biología y la cultura, y cuáles aparecieron antes que otros.

Además, estos hallazgos sugieren que los sonidos «f» y «v» tuvieron un coste. Según Moran: «Nuestra mandíbula inferior es más pequeña, padecemos las muelas del juicio y tenemos los dientes apiñados». Todo para usar una de las herramientas más potentes a nuestro alcance: el lenguaje hablado.

Fuentes: abc.es | phys.org | 17 de marzo de 2019

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