Hallados en el yacimiento tartésico del Turuñuelo huesos humanos y una estatua de mármol única en la Península

Foto: La antropóloga Victoria Peña junto a los huesos hallados en el yacimiento tartésico del Turuñuelo de Guareña (Badajoz). J. M. ROMERO.

A cada paso que avanza, el yacimiento del Turuñuelo de Guareña, en las Vegas Altas del Guadiana, en Badajoz, ofrece nuevos e insólitos descubrimientos sobre la etapa final de Tartesos, la mítica civilización que floreció en el suroeste de la península ibérica en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Destruido y sellado por sus propios moradores hace 2.500 años, el único edificio de dos plantas que se conserva de aquella época está ofreciendo valiosísima información gracias a sus avanzadas técnicas constructivas y los abundantes hallazgos materiales y de restos de vida que van apareciendo en su interior. La gran novedad de la actual campaña son los huesos de una persona adulta, probablemente un hombre de en torno a 1,67 metros de altura, que proporcionarán ADN para seguir investigando. Estos restos se han descubierto en una estancia distinta del patio en el que han aparecido medio centenar largo de caballos y otros animales sacrificados, creen los investigadores, en una especie de ritual.

Foto: Detalle de la dentadura humana hallada en el Turuñuelo. J. M. R.

A este descubrimiento se suma un gran corredor que rodea el enorme edificio (otro elemento inédito junto a la escalinata monumental de 11 peldaños y el más que probable uso de falsas bóvedas) y los pies de una escultura griega de mármol, un material que no se había documentado en la Península hasta mucho tiempo después, en época romana.

Victoria Peña, arqueóloga y antropóloga de la Universidad Complutense de Madrid, se afanaba la semana pasada en extraer los huesos humanos encontrados en la primera planta, junto a otros objetos como dos braseros de bronce. Las piernas están muy bien conservadas, así como el cráneo, aunque esté completamente aplastado por el peso de los materiales depositados encima. Al igual que otros edificios de la zona, el del Turuñuelo fue incendiado y sepultado con arcilla tras una ceremonia en la que se sacrificaron los animales —tantos, que hacen pensar en los holocaustos religiosos que se describen en el Antiguo Testamento o en la Ilíada— y que incluyó un gran banquete.

“Al estar entre el relleno y al lado de una puerta —y además porque ha aparecido con unas puntas de lanza al lado—, pensamos que puede ser alguna especie de centinela que fue depositado allí”, explica el arqueólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Sebastián Celestino, codirector de la excavación junto a Esther Rodríguez. Celestino destaca lo inusual del descubrimiento en una época y una zona en la que habitualmente los individuos eran incinerados. “Esto nos permitirá hacer distintos análisis, entre ellos de su ADN, para conocer a grandes rasgos su tipo de alimentación, procedencia (la suya y la de sus ancestros) y estar completamente seguros de su sexo”, añade Peña sosteniendo los restos de la dentadura, tan perfectamente conservada que se puede apreciar el sarro o la retracción de las encías.

Foto: Pies de una escultura de mármol procedente del mar Egeo. 

PROYECTO CONSTRUYENDO TARTESO

Si la riqueza de los materiales y el tamaño del yacimiento evidencian un enorme poderío político y económico y una gran capacidad organizativa, los objetos dejan también clara su relación con otras culturas mediterráneas de la época: se han hallado vasijas y platos de origen griego, fenicio y etrusco, así como imitaciones hechas en la zona. Pero, además, en el último peldaño de la escalinata se han encontrado los pies de la primera escultura de mármol que aparece en la península ibérica de época anterior a la llegada de la antigua Roma. Está tan excepcionalmente conservada que mantiene la policromía: el azul egipcio del pedestal y el rojo de los pies y las uñas.

Los análisis hechos indican que el mármol procede de las islas Cícladas, el archipiélago griego situado en el centro del mar Egeo. A la espera de localizar el resto de la escultura —que revelará si se trata de una figura masculina o femenina—, los investigadores explican que se trata probablemente de un encargo llegado al Badajoz de la protohistoria desde aquellas lejanas tierras.

Foto: Los directores del yacimiento, Sebastián Celestino y Esther Rodríguez (en el centro), junto a los obreros de la excavación. J. M. R.

Joya arquitectónica

Pero por sorprendentes y llamativos que sean los restos encontrados —la hecatombe de animales o una enorme cantidad de cerámicas y de bronces…—, Celestino y Rodríguez insisten una y otra vez en que la verdadera joya del Turuñuelo es la arquitectura, por la conservación casi completa de un insólito edificio de dos plantas que revela soluciones técnicas realmente avanzadas. Por ejemplo, unos muros de tres metros de ancho que seguramente servían para sostener una bóveda por aproximación de hiladas, un sistema en el que se van curvando y depositando los ladrillos entre sí hasta juntarse en la cima.

Expertos de una decena de instituciones

La última portada de Arqueology, una de las publicaciones del Archaeological Institute of America, estuvo dedicada al yacimiento tartésico del Turuñuelo de Guareña, en Badajoz. Es solo una muestra del gran interés que el proyecto ha despertado en tres años de excavaciones.

Hay otras. Por ejemplo, la capacidad que ha demostrado para atraer la colaboración de más de una veintena de especialistas de todo tipo de ámbitos (desde antropólogos y arqueozoólogos hasta ingenieros), de 11 instituciones españolas (CSIC, el Instituto de Restauración y Conservación de la Generalitat de Valencia y las universidades de Granada, Barcelona, Extremadura, Las Palmas, Alicante, Vigo, Complutense y Autónoma de Madrid) y extranjeras: la UNAM de México está haciendo análisis de geomagnetismo y en Cambridge estudian los tejidos, entre otros, el fragmento de lana más antiguo encontrado en la península Ibérica.

Aunque todos ellos colaboren, de momento, la investigación se hace a través de la Junta de Extremadura y la excavación la está financiando únicamente —este año con 36.000 euros, 6.000 más que el año anterior— la Diputación Provincial de Badajoz.

Ahora, según ha avanzado la excavación —se ha desenterrado en torno al 15% de la construcción, que se calcula que ocupa casi una hectárea de terreno— la sorpresa ha sido un corredor que da la vuelta al patio. “Existen en las culturas mesopotámicas muy antiguas, pero no conocíamos nada así en esta época y esta zona. Por ejemplo, llaman la atención los contrafuertes interiores para sujetar una fachada que debe ser bastante grande. Además, tiene unos muros en el suelo que son tirantas, una técnica muy avanzada para evitar que se venzan”, explica Celestino.

Fuente: J.A. Aunión | El País, 6 de junio de 2018

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Comentario por Juan Collado el junio 11, 2018 a las 11:10pm

   Los pies que se comparan en esta imagen que presento son los correspondientes al "Auriga de Delfos" (del s. V a.C.) y los recientemente encontrados en El Turuñuelo (Guareña), que igualmente podrían ser también del s. V a.C. La forma de realizarlos es muy semejante. Juzguen ustedes.

Comentario por Percha el septiembre 3, 2019 a las 9:15am

Un puñado de euros paraliza el yacimiento arqueológico más importan...

Los propietarios elevaron el alquiler al triple y han impedido el acceso a los arqueólogos durante un año por falta de acuerdo con la Junta de Extremadura

Salón con los restos de la primera hecatombe documentada, de 52 caballos, a los pies de una escalinata monumental - ABC

Esta es la historia inexplicable de un premio de arqueología que despertó la más mezquina de las ambiciones: un poco de dinero. En noviembre de 2018, la Fundación Palarq distinguió con el primer premio Nacional de Arqueología y Paleontología al proyecto Construyendo Tarteso, que descubrió, entre otras cosas extraordinarias, en el yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) el primer sacrificio masivo del Mediterráneo y también la inhumación de un ser humano, muy rara en un tiempo en que a los muertos se les cremaba.

«Es la primera vez que Tarteso pasa del mito a la realidad arqueológica», celebró en su día Sebastián Celestino Pérez, arqueólogo responsable de este trabajo. Llevaban cuatro años excavando el lugar hasta el galardón, pero en 2019 no ha habido campaña. ¿Cómo es posible que el mejor yacimiento de la edad de Hierro en Europa se pare un año entero? No han desenterrado ni desenterrarán nada por un desacuerdo económico: el yacimiento más importante de España, paralizado por tan pedestre motivo.

Ambición del propietario

Los problemas comenzaron poco después de la gala de entrega del premio, celebrada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Entre los asistentes se encontraban los dueños del terreno donde estaba el yacimiento, que durante años lo habían arrendado a un precio razonable. «Sabían que era relativamente importante, porque salíamos mucho en prensa y a cada poco se acercaban colegas investigadores a ver la excavación. Pero fue entonces cuando vieron la verdadera dimensión que tenía el yacimiento y decidieron exigir más dinero», explica a ABC, Celestino Pérez. A partir de ahí comenzaron los problemas. Los dueños mostraron su interés por que declararan su terreno como Bien de Interés Cultural (BIC), para que la expropiación fuese más rentable, y se pusieron en contacto con la Junta de Extremadura para comunicárselo.

Sarcófago aparecido en una habitación contigua al de una inhumación - ABC

Sin acceso

Pero al mismo tiempo impidieron el acceso a los investigadores. Todo esto ocurrió en diciembre de 2018. Por su parte, la Junta trató de llegar a un acuerdo económico con ellos, por considerar esta la forma más rápida de resolver el entuerto. Así que cada una de las partes realizó su valoración de las tierras (5.400 metros cuadrados de yacimiento más otros 7.500 de área de protección). «Las discrepancias son muy elevadas. Los propietarios nos solicitan en torno a los 205.000 euros, y la Junta hizo una valoración que en ningún caso supera los 100.000... Tenemos que velar por el dinero de los contribuyentes», asevera Jesús Alonso Sánchez, secretario general de ciencia, tecnología, innovación y universidad de la Junta de Extremadura.

El último movimiento oficial fue ese: el envío de la valoración a los propietarios. «Está claro que la familia quiere sacar el máximo rendimiento, pero todavía no hemos tenido respuesta a la valoración. Ahora la pelota está en su tejado», continúa Alonso Sánchez. Pero la investigación ha quedado un año paralizada. «Está todo el mundo llamándonos, preguntándonos qué es lo que pasa. Y solo podemos decirles que tenemos varias puertas tapiadas, que no podemos entrar. Estamos ante una situación anómala, en la que tenemos dinero pero no podemos excavar», lamenta Celestino Pérez.

Pies de una escultura griega de mármol cicládico que demuestra el comercio de la época - ABC

Hablamos, no lo olvidemos, de una excavación que está revelando detalles de esa gran civilización que floreció en la península ibérica entre los siglos VIII y IV a.C., y de la que no se tenían muchos conocimientos exactos, más allá de leyendas alimentadas por la mitología griega y romana asociadas a héroes milenarios. Ahí está el edificio protohistórico construido en tierra mejor conservado del Mediterráneo occidental, que nos revela las técnicas que empleaban para levantar sus ciudades. Y hay joyas escultóricas, como una estatua de mármol procedente de las Cícladas… «Para nosotros el yacimiento de Casas del Turuñuelo representa un patrimonio cultural y científico sin parangón», añade Alonso Sánchez.

Con la negociación paralizada, la otra vía por la que se está intentando resolver este embrollo es la declaración de estos terrenos como Bien de Interés Cultural. Para esto no hay plazos fijos porque siempre «depende». Y desde la administración son muy celosos con los detalles. «La Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura está elaborando los informes pertinentes para valorar la posible incoación del expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural», afirman en un muy burocrático comunicado tras la petición de información de ABC.

«Es un proceso más lento, que tiene perjuicios para la investigación, que no se reactivará hasta que no haya una declaración de BIC y una posterior expropiación», aclara Alonso Sánchez. ¿Y cuánto se puede estirar el asunto? «Es un yacimiento muy bien documentado, no sería cosa de años», avanza. Mientras tanto, los investigadores hacen lo que pueden, siempre a distancia, claro, alejados del terreno. Ultiman la reconstrucción 3D del yacimiento y, además, han concluido el análisis de los tejidos allí hallados, realizado en colaboración con el equipo del Proyecto Procon, de la Universidad de Cambridge.


Fuente: elaboración propia - ABC

La lana más antigua

Probablemente, sean los tejidos de lana y de sarga más antiguos que se conservan de España, según anunciaron en el artículo académico publicado tras el estudio. «Seguimos trabajando. Pero lo importante es la excavación y abrir el yacimiento al público. Habíamos calculado que lo conseguiríamos en tres años, pero eso excavando a un ritmo normal», remata Celestino Pérez.

El arqueólogo se lamenta porque llevan ya «un año perdido, y queremos que empiece cuanto antes». Eso sería en febrero próximo. «Hay gente detrás, técnicos, peones... que han perdido todo un año por algo ridículo». Con el dinero del premio sueñan con una campaña de 5 meses en 2020, el doble de lo normal «para ganar el tiempo perdido. No preocupa tanto el dinero como el tiempo». Hay que terminar la excavación de la persona inhumada (rarísimo ejemplo de enterramiento en una época de cremaciones) y ver la estructura total del edificio, la dimensión real que tiene. «Estamos en las puertas de un gran avance de conocimiento», añade.

La hecatombe y el banquete

Uno de los hallazgos más importantes, por excepcional, del yacimiento es el gran sacrificio que se ha documentado en el patio del edificio: 52 équidos, 4 vacas, 3 cerdos y un perro. Según barajan los expertos, se trata de un ritual que acompañó a la clausura del edificio: la primera hecatombe documentada de todo el Mediterráneo. Pero hay más; por ejemplo, la estancia denominada «habitación del banquete», donde se han encontrado materiales que permiten rastrear una gran celebración, como un caldero de bronce, tres jarros, un quemaperfumes, un colador, una vajilla de mármol o un conjunto de 19 copas de imitación griega.

Ese banquete, suponen los investigadores, está directamente relacionado con la hecatombe y la clausura del edificio, que siguió el milenario rito de quemar y sepultar un lugar antes de abandonarlo. También se ha encontrado una inhumación. Todo son detalles palpables de la confluencia que se dio entre los siglos VII y IV antes de Cristo entre la cultura fenicia y la población indígena en el suroeste de la península ibérica. Porque eso es lo que fue Tarteso.

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